PARIS, BAJOS FONDOS.
Notable thriller francés
que me he visto con motivo de que hace poco se cumplió el 70 aniversario del
estreno (13/03/1952), de los que cala por su poderío emocional, trazando una
tragedia con personajes muy buen definidos en sus virtudes y debilidades.
Dirige Jacques Becker, adaptando el guion propio junto a Jacques Campanéez, y
Anee Wademant, basándose libremente en una historia real, el triángulo amoroso
en el lumpen del Ciudad de la Luz, entre la prostituta Amélie Élie, el ex
convicto carpintero Georges Manda y el líder de una banda de ladrones Felix Leca,
que fue objeto de muchos reportajes periodísticos sensacionalistas durante
1902, aquí respectivamente ella encarnada por una esplendorosa Simone Signoret,
y a ellos dan vida al hierático carpintero Serge Reggiani, y al líder de una
banda de ladrones Claude Dauphin, inspirándose Becker en grabados antiguos para
la escenificación, a traves de ellos se hace una radiografía del amor, de la
fuerza del destino, de la integridad, de la amistad, de los celos enfermizos,
todo ello adornado por una estupenda ambientación Belle Époque.
Confronta la historia el
idealismo bucólico de lo rural con lo mundano y alienante de las urbes, esto
remarcado por ese preciosista e impresionista (me falta el color) comienzo en
la campiña gala, con un paseo en barca por un tranquilo rio, y un baile en un
café campestre al aire libre, embebido esto del pictorismo propio del film de
Jean Renoir “Una jornada de campo” (1936), no en vano Becker fue ayudante de
Renoir en 8 películas, y también está en el tramo en que los amantes se
refugian en una casita de campo, la granja de la Sra. Eugene, donde parece el
tiempo se haya parado para ellos, la vemos a ella jugar con un adormilado Manda
junto a la orilla del rio, los vemos
despertarse tras una noche de amor entre sábanas virginales blancas (por suerte
en Francia no hubo Codigo Hayes de censura), como él le trae un café caliente a
su amada que le pasa por la ventana, con el campo de fondo evocador de
placidez, Marie en un paseo por el pueblo lleva a Georges a una iglesia para
espiar una ceremonia de boda, todo muy lírico, es un Oasis antes del tramo
final envuelto en una caída constante de sacrificios, traiciones, celos, y
venganza. Esto enfrentado al sub mundo del crimen, traiciones, asesinatos, que
acontece en la ciudad cual nido de decadencia.
Tiene un pastoril a la
par que ágil muestra de exposición de caracteres de roles en el arranque, con
ese paseo en barcas por el tranquilo rio en un soleado día campestre de varias personas
remando y cantando animadamente. Al descender notamos los roces entre una de
las parejas, Marie y Roland (William Sabatier), ella ha remado mientras y él ha
mirado, y de ello se queja ella (otras mujeres se hacen señas que la cosa no va
bien entre ellos). Descienden y pasan a
la terraza de un merendero, en una mesa una mujer se queja a su esposo
(supongo) de que dejen que hay fulanas por todas partes). Un par de v
carpinteros termina un escenario, tras lo que una banda de música se pone a
tocar, varias parejas bailan, traspirando alegría la atmósfera. Uno de los
carpinteros es Manda (Reggiani), un lacónico tipo muy amigo de uno de ellos
(pasaron cinco años juntos en el correccional, nunca sabremos porque), Raymond (Raymond
Bussières), Marie mientras baila con Roland cruza su mirada con Manda, tras lo
que Raymond lleva a su amigo a presentar al grupo, Roland hace burla de la
profesión de carpintero, pero Marie le pregunta que, si sabe bailar, este se
levanta y danzan en círculos, él con el brazo tieso sin tocarla colgando, ambos
se miran. En la mesa todos miran a Roland que se siente humillado. Cuando
vuelven a la mesa Roland le hace una
jugarreta a Manda y este responde con un golpe seco que lo deja ko y se marcha,
pero antes de irse Marie va a despedirse de él, la cámara la enfoca de modo
luminoso. Ella vuelve a la mesa y Roland la abofetea. En poco más de 10 minutos
se han descrito los personajes (excepto Leca, que lo hará a continuación),
mediante sus comportamientos.
En esta primera sobre
todo dando rienda a la singular relación entre Marie y Manda, en base sobre
todo a las miradas, los gestos, las medias sonrisas, relación escasa en
palabras donde es ella la que manda (juego de palabras), la que lleva la voz
cantante, la que lo escoge a él, la que le coge la mano (antes justificando su
visita al taller de carpintería con un ‘Quería verte’), la que le da el primer
beso. Marie (el título original “Casque d'Or”, viene de su apodo por su casco
dorado de cabello) es una mujer segura de sí misma, necesita alguien que la
quiera como es, que no vea en ella a un objeto a maltratar, y lo encuentra en
Georges Manda. Basada en las "gigolettes", mujeres que engatusaban a
hombres a callejones oscuros, quienes luego son golpeados y robados por los
cómplices masculinos de la mujer que acechan tras ella. La actriz francesa de
origen germano Simone Signoret encarna a la meretriz con un encanto y fulgor
sobresaliente, desprende sensualidad voluptuosa, la cámara la envuelve con luz
resplandeciente cual ángel rubio, dispuesta a todo por el amor, hasta dar su
cuerpo por salvar a quien ama. Tras su coraza sabe traslucir las grietas de su
ajada existencia, una estupenda femme fatale, de las que lleva al fatalismo
irremediable, cual lección moralista de si te juntas con mujeres de mala fama
tiene consecuencias, en esto me chirría.
Este es un tipo serio, que
encuentra la ilusión en Marie (aunque su intrahistoria con la hija de su jefe
está mal manejada, dejada en el alero sin exprimir ni mínimamente), que la ve
con ojos iluminados. Tipo noble, íntegro, no busca peleas, pero tampoco las
rehúye. Tiene un estricto código moral de amistad, lo demuestra con Raymond, y
al igual que el amor se expresa mucho mediante cruce de miradas, ejemplo tácito
es la que se dan en la comisaria y ya se han dicho todo. Serge Reggiani da vida
al protagonista con sutilidad en su parca expresividad, siempre adusto en su
pose, solo deja entrever sus sentimientos en las miradas a Marie, notable
interpretación.
Elementos de un amor
entre un ex convicto, una prostituta que estaba con un macarrilla, y que a su
vez desea el jefe de la banda, un coctel que produce un crescendo dramático con
giros bien llevados, con garra e intensidad que cala, con esa muy realista pelea a navaja en el
patio del restaurant, sin coreografía de filigranas, un forcejeo a ver quién
aguanta más, dura, tensa, brutal en su desenlace; donde la manipulación artera
del retorcido Leca es la constante, todo para desembocar en un rush final muy
bien llevado; Becker también sabe introducir notas de humor como cuando uno de
los hombres de Leca aduce para no llevar sombrero que no le queda bien y hace
la prueba con uno de un colega, o cuando van Marie y Georges a la Iglesia a ver
la boda, Georges se huele la indirecta y pide salir de allí.
Claude Dauphin da vida a
un villano matizado, que nunca va de cara, se cree un maestro de marionetas
manejando los hilos de los demás a la sombra, sabe imprimirle esa seguridad del
que todo lo puede, hasta que en el tramo final se da cuenta que ha ido
demasiado lejos; Raymond Bussieres como el fiel amigo de Georges crea a un tipo
pétreo, fuerte, genuino, muy bueno en la química natural que tiene con
Reggiani; William Sabatier como Roland, crea con tino al fatuo machista y
fanfarrón Roland, le infunde su arrogancia y misoginia posesiva.
La puesta en escena
resulta buena en su cometido de trasladarnos un estado de ánimo del lugar y
tiempo. Con un formidable diseño de producción de Jean d'Eaubonne (“La Ronda”),
exponiendo en su dualidad dos mundos opuestos, el puro del campo, con sus ríos,
prados, granjas, frente a la gran urbe decadente con sus bajos fondos, pisos
deprimentes, restaurantes mugrientos, patios traseros donde hay peleas a
muerte, carruajes, con el añadido de un pomposo vestuario, sobre todo el
femenino, creado por Mayo (“Los niños del paraíso”), con sus frufrús de faldas,
sus plumas; Todo esto filtrado por la gran fotografía en glorioso b/n de Robert
Lefebvre (“Cena de acusados”), que adora y ensalza la belleza de la Signoret
con primeros planos deslumbrantes en como la ilumina de forma especial, incluso
diría que le pone filtros para crear un halo de beldad más pronunciada, se
añaden tomas generales preciosistas, como saca partido a los cafés llenos de
humo de cigarros.
Spoiler:
Rush final: Cuando Leca
se es requerido por Marie para le ayude a sacar a Manda de prisión, este le
dice que depende ella, dejando sutilmente claro que se refiere a que se
entregue a él, entonces vemos un primer plano de ella tristemente llorando, el
ríe con media mueca y la lanza a la cama, hay una elipsis pero ya sabemos que
pasa, volvemos con ellos y Marie (tras haber consumado) le pide cumpla, y el
tipejo le responde que no lo hará ella, le llama cerdo a lo que él responde
abofeteándola hasta tirarla al suelo, y sale de la habitación satisfecho de su
‘heroicidad’; Marie cuando son trasladados Manda y Raymond escapan con la ayuda
de ella, en una escena algo simplista y forzada, siendo herido mortalmente
Raymond; Manda en busca de venganza (sabe por Raymond que Leca le delató para él
se entregara y así quedarse con Marie) entra en la casa de Leca, no está, pero
buscándolo por las habitaciones encuentra en la alcoba las zapatillas de Marie,
y sabe que han estado juntos; Leca por la calle es visto por Manda que le
sigue, este lo percata y huye a buscar refugio en una comisaría de policía,
preguntando por su amigo Giuliani, del que es confidente, pero no está y llega
Georges, con rostro serio, Leca pide ayuda a los polis tras el mostrador, estos
no llevan pistola, en la percha hay una de un cinto (muy artificioso), Georges
la coge, Leca salta por una ventana a un patio, pero este no tiene salida,
Manda le sigue y cierra la ventana, Leca es arrinconado (y nunca mejor dicho),
y hay un primer plano de Georges disparando con el rostro iracundo. Los polis
abren la ventana y vemos caer muerto a Leca; El epílogo es famoso. Marie en la
noche llega junto a uno de los hombres de Leca, parece alquilar una determinada
habitación por una razón que le revuelve el estómago. En escenas anteriores,
Signoret suele obtener un primer plano de enfoque suave con una iluminación
etérea, pero no ahora, en este final despiadadamente sombrío. Marie se asoma a
la ventana de la habitación, y da al patio donde hay una guillotina, hay una
elipsis y amanece, vemos a un séquito llevar maniatado a Georges a su
ejecución, donde hay un sacerdote con un crucifijo frente a su aterrado rostro
(crítica a la Iglesia?) y vemos lo colocan en la plataforma verticalmente, la
bajan y vemos la cuchilla bajar y el rostro en primer plano de Marie queda
paralizado, entonces vemos el bauile del inicio en que se conocieron, solo que
ahora en el local vacío, solo ellos dos en el mundo.
El rodaje tuvo lugar en
los estudios de Billancourt y, para los exteriores, en Annet-sur-Marne, Meaux
(el muro de la prisión) y Ménilmontant (en particular, en el 44 de la rue des
Cascades para la casa Leca). Parte del rodaje tuvo lugar en el distrito 18 de
París, más precisamente en la Rue des Gardes, vemos una carrera en las
escaleras exteriores durante unos segundos en la pantalla.
La película es objeto de
una denuncia por "daño a la memoria de Amélie Elie" presentada por el
marido de esta última. La demanda se perdió el 5 de mayo de 1952.
Laguna que tenía era
este film, y que se ha saldado muy satisfactoriamente con un thriller muy
atractivo. Gloria Ucrania!!!