martes, 6 de diciembre de 2022



SOY UN FUGITIVO.

Film que he visto con motivo del 90 aniversario de su estreno (10/11/1932), en lo que fue un torpedo de crítica social. Es un notable thriller con toques de cine negro, en lo que fue una devastadora denuncia de los métodos represores-carcelarios en USA. Dirige Mervin LeRoy adaptando el guión de Howard J. Green y Brown Holmes, con la colaboración de Sheridan Gibney, basándose en el libro biográfico homónimo de 1932 escrito por Robert Elliott Burns. El libro relata el servicio de Burns en una cuerda de presos mientras estuvo preso en Georgia en la década de 1920, su posterior escape y el furor que se desarrolló, historia publicada por primera vez en enero de 1932, serializada en la revista de misterios True Detective. Se adentra en la brutalidad del sistema policial/ jurídico/carcelario que trata de forma inhumana a otras personas, que lejos de reinsertar hace peores a los allí presos, encadenados, engrilletados, con trabajos de picapedreros, golpeados, fustigados, no se les deja ni secarse el sudor, hacinados en barracones asquerosos, con comidas mugrientas, en condiciones que el huir es el menor de los males. Film de los pioneros en el género de drama carcelario, seminal al colocar todos los clichés del mismo (excepto los abusos sexuales), los abusos del poder, los malos tratos, el sadismo deshumanizante, el compañerismo, los planes de huida, etc. Ello narrado con gran sentido del ritmo, aderezado de crítica al modo en que USA trató a sus veteranos de la Gran Guerra, crítica a clo que se pueden parecer los trabajos forzados a un trabajo duro (esto reflejado nen que el protagonista huido acaba trabajando en lo mismo que lo hacia esclavizado en la penitenciaría).

 

Todo esto enarbolado por una sensacional actuación del ucraniano Paul Muni (nombre real Meshilem Meier Weisenfreund), cargada de sentimiento, de carisma, de personalidad, de enorme expresividad, interpretación de una intensidad que desborda la pantalla. Actor injustamente olvidado, su pasión era el teatro, más que el cien, aunque en este medio dejó actuaciones tan espléndidas como la de “Scarface” o Emile Zola, con una maravillosa capacidad camaleónica, infundiendo enrome hondura dramática a sus intervenciones, o como en este caso dando vida a este infeliz.

 

El veterano condecorado USA de la Gran Guerra Mundial James Allen (Paul Muni) llega a su casa en Nueva York, tiene aspiraciones de un buen trabajo, pero no tiene éxito, termina recorriendo el país, acaba teniendo que empeñar sus medallas al valor. Un ‘amigo’ lo engaña (no me creo que esto ocurriera realmente) y termina encarcelado injustamente en una penitenciaria de trabajos forzados en Georgia.

 

‘La película se encuentra entre los primeros ejemplos de cine utilizado para ganarse la simpatía de los convictos encarcelados sin divulgar los crímenes reales de los convictos. El público estadounidense comenzó a cuestionar la legitimidad del sistema legal de los EE. UU., y en enero de 1933, el protagonista de la película, Robert Elliott Burns, aún estaba encarcelado en Nueva Jersey, y varios otros prisioneros de pandillas en cadena en todo el país en los EE. UU., pudieron apelar y fueron puestos en libertad. En enero de 1933, J. Harold Hardy, guardián de una cadena de presos de Georgia, también se convirtió en un personaje de la película, demandó al estudio por un millón de dólares por mostrar "ataques viciosos, brutales y falsos" contra él en la película.’

 

La película es un drama que arremete contra el trato a los que lucharon por USA en la Gran Guerra, a la falta de oportunidades que se les dio a los que arriesgaron sus vidas en el conflicto una ácida crítica al Sueño Americano,. Para en el segundo acto hundirse en lo que será su razón de ser, al mostrar las cruentas condiciones de vida de este presidio, donde son engrilletados por años los presos, deben golpear piedras en canteras  por jornadas interminables, no pueden secarse el sudor sin permiso, no son tratados medicamente, sus comidas darían asco a los cerdos, por la noche sus cadenas sirven como asidero a otra cadena para cogerlos unos a otros en sus camastros, en la noche los guardias escogen a los menos productivos del día y los azotan (esto visto de forma genial en su poder de calado emocional, en fuera de cámara por los rostros de los otros presos, lo que provoca el fotograma subliminal aterrador en el espectador), escuchándose los gritos de los dolientes. Este tramo central es el sangrante misil naturalista contra algo que ocurría entonces en USA, exponiendo que caer en estas prisiones eran entrar en el Averno. También dejando caer lo fácil que es caer en el infortunio de una rueda de fatalidad de la que es casi imposible escapar. Aun con lo expuesto, LeRoy sabe colocar dosis de humor desengrasante con unos secundarios vistosos, como es Allen Jenkins como el chistoso Barney Sykes, donde hay hasta incluso competiciones por ver quien ha matado más gente.

 

Tenemos un excelso tramo cargado de suspense e intriga con el plan de fuga del protagonista, con cada fase seguida con zozobra, desde ese gigantón negro que abomba los grilletes contra el rail, como consigue quitárselos  a contrarreloj, como huye campo a través de los perros, como se hace un rudimentario snorkel en un pantano, todo con gran sentido de la tensión dramática. Luego entramos en un agridulce tramo donde le director nos hace ver los paralelismos de la ‘libertad’ con la prisión, ello con los trabajos que coge James Allen, o cómo la gente se puede aprovechar de su negro pasado, epítome la casera que encarna una femme fatale Glenda Farrell (en lo que es una visión misógina del mundo, pues de tres mujeres que aparecen [la madre no cuenta, estas siempre son Santas], una es una prostituta, otra es una ‘víbora’ y solo la tercera es ‘buena), buena en su rol. En esta parte vemos al protagonista ascendiendo en su trabajo, lo que le hubiera venido mucho mejor antes de entrar en presidio, pues ahora lo hace con una espada de Damocles en su cabeza, ello por lo que sabe su (chantajista) esposa.

 

Hasta desembocar en un extraño para nosotros galimatías legal, donde los líos de leyes entre diferentes estados USA se nos hace un tanto bola por incomprensibles y kafkianos. Todo culminando en un reset carcelario donde veo agujeros (spoiler) que me hacen chirriante esta parte. Aunque volvemos a tener un clímax prodigioso. Para desembocar en un epílogo extraordinario, de los catalogados de más recordados de la Historia del Cine (spoiler).

 

La puesta en escena destaca por su realismo con respecto la escenografía, con una dirección de arte de Jack Okey (“Retorno al pasado” o “Que bello es vivir”) espléndida en su función de trasladar un estado de ánimo, sobre todo en lo referente a la prisión, todo un alarde emitir una bajada a los Infiernos, esto ayudado por la excelente fotografía en glorioso b/n de Sol Polito (“El sargento york” o “Robin de los bosques”), con rasgos expresionistas, con contrastes de grises acentuados, con exacerbados primeros planos de Muni, proyectando su sufrimiento, excelente labor.

 

Spoiler:

 

No me creo que el protagonista sea tan ingenuo de volver a prisión para supuestamente 90 días sin tenerlo todo atado y bien atado, dejando al albedrio de unos jueces ‘ruleta rusa’ su futuro.

 

Formidable el tramo de la segunda huida, con Allen y Sykes robando un camión basculante en el que huyen por una peligrosa carretera con al policía persiguiéndoles, secuencia cargada de tensión, con disparos, curvas, puentes, explosiones, derrumbes, esto ayudado por un fenomenal montaje de William Holmes (“El sargento York”), con ese zenit del puente explotando para impedir que sigan al protagonista, ello mientras su compañero de fuga ha sido matado por los polis a disparos.

 

Tras ello hay una elipsis y vemos un montaje de periódicos sobre la huida. Tras ello vemos a su amada Helen (cumplidora Helen Vinson) aparcar su auto en la calle nocturna, alguien la llama desde la oscuridad, es James, ella corre a su encuentro, se abrazan, y él le dice que viene a despedirse, ella le pregunta: "Qué es lo que haces para vivir?", él le espeta: "Robo!". Gracias (¿?) a la cárcel se ha convertido en un criminal. Esta última pregunta y respuesta se encuentran entre las líneas finales más famosas del cine estadounidense.

 

El film tuvo 3 nominaciones sin premio a Mejor película (ganó “Cabalgata” de Frank Lloyd), actor (Paul Muni, ganó Charles Laughton por “La vida privada de Enrique VIII”), y sonido (ganó el de “Adiós a las armas”); En 1991, la película fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".

 

Historia real: Robert Elliott Burns, un trabajador itinerante y veterano de la Primera Guerra Mundial con agudo estrés postraumático que fue engañado para participar en un robo y sentenciado a diez años de prisión en Georgia, lo que en el sur de los Estados Unidos de aquella época equivalía a condiciones infrahumanas vinculadas a jornadas laborales eternas, muy poca comida, palizas incesantes, enfermedades varias y una esclavitud al servicio del entramado institucional y sus caprichos, por ello se escapa del martirio y se transforma en redactor y editor de una revista de Chicago, en Illinois, pero su mujer de entonces, Emily Del Pino Pacheco, a quien en un principio le había alquilado una habitación y de la que años después pretendió divorciarse para volver a contraer nupcias con Lillian Salo, lo denuncia a las autoridades y así fue apresado y devuelto a Georgia bajo la falsa promesa de que no lo regresarían a los trabajos forzados, algo que no se cumplió y como todos los intentos de libertad condicional derivaron en ninguneo el hombre una vez más se fugó aunque ahora dirigiéndose a Nueva Jersey durante la Gran Depresión, donde escribió sus memorias, “Soy un Fugitivo de un Grupo Encadenado de Georgia!” (I Am a Fugitive from a Georgia Chain Gang!), serializadas en 1931 en la revista True Detective Mysteries y publicadas como libro en 1932, autobiografía fundamental en lo que respecta al desmantelamiento del sistema carcelario de mano de obra esclava y en materia de lograr la libertad de Burns luego de nuevamente ser detenido en Newark y su sentencia conmutada por el tiempo cumplido bajo el yugo del Estado.

 

La única parte de la película que difiere mucho del libro es el segundo escape de Allen. En la película roba un camión y usa dinamita para volar un puente. Según la novela, hizo su último escape escondiéndose en un camión de sandías y se fue una hora antes de que los guardias lo perdieran.

 

La historia de la vida real de Burns fue más tarde la base de la película para televisión El hombre que rompió 1,000 cadenas (1987) protagonizada por Val Kilmer.

 

Estupendo film, de los que engancha `por su fuerza dramática, aunque con algún artificio que le impide ser más. Gloria Ucrania!!!


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