martes, 6 de diciembre de 2022

 


SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. (2022)

 Sin duda este es el mejor film que he visto este 2022, una formidable producción germana antibélica. Dirige Edward Berger, con guion propio junto a Lesley Paterson e Ian Stokell, adaptando el best-seller homónimo de Erich María Remarque de 1929, siendo esta la tercera adaptación cinematográfica de la novela, tras la oscarizada (primer vez en ser Oscar al mejor Film la adaptación de un libro; como el primer ganador del Oscar a la Mejor Película en ganar también el de Mejor Director) estadounidense de 1930 de Lewis Milestone, y la británica de Delbert Mann para la tv 1979, ganadora del Globo de Oro al Mejor Telefilm. Esta es la primera adaptación cinematográfica alemana del libro, siendo encargada por Netflix a Studio Amusement Park, aunque se estrenó en la gran pantalla buscando nominaciones al Oscar. Si bien la novela y las adaptaciones anteriores se centraron únicamente en las trincheras y la guerra en el frente, Berger insertó una segunda narrativa, la de los diplomáticos alemanes que intentan negociar una tregua con la Entente, estos encabezados por Matthias Erzberger (Daniel Brühl), y el General francés Ferdinand Foch (Thibault de Montalembert), en lo que es una narración sin base histórica en como lo cuentan. La historia que cuenta Erich Maria Remarque en su novela está influenciada por sus propias experiencias, pero todos los personajes son ficticios, en lo que un profundo relato sobre la deshumanización dela aguerra, un lienzo desolador sobre como nos manipulan con torticeros idealismos patriotas para llevarnos al matadero cual piezas de ajedrez sin alma. Libro políticamente incorrecto en su tiempo, los nazis soltaron ratas en los teatros que se atrevieron a proyectar el film en Alemania, su mensaje contra la guerra significó los relanzamientos de la película se redujeron severamente, y la novela fue una de las prohibidas y quemadas durante el régimen hitleriano.

 

Un fresco arrollador sobre los horrores dela Gran Guerra Mundial, el sinsentido que fue, la WWII había un ‘Diablo’ que combatir, alguien que era el Mal, pero en la denominada (a posterior) la Primer Guerra Mundial fue algo demencial en su evolución. Aquí se refleja la sombra en que se sumió Europa durante 4 años, el Averno que fue vivir en esas infinitas y laberínticas trincheras, la humedad, el barro, las ratas, los avances a pecho descubierto-suicidas, al que los gerifaltes pomposos desde sus ampulosos despachos de palacio movían sus obsesiones cual si no costaran vidas sus ‘juegos de guerra’ de ver quien la tenía más grande. Aquí no hay actos de heroísmo, no hay glamur, no hay épica, se trata de sobrevivir, de preocuparte no de tu patria, si no de compañero de al lado. Berger impone una cadencia rítmica penetrante, con un estilo visual que cala en los huesos, que nos hace sentir una sensación inmersiva, una realización electrizante, cruda, vigorosa, incisiva, sin caer en sensiblerías facilonas, con diálogos punzantes, obra de un humanismo sangrante.

 

Berger marca a fuego el terror cíclico de la guerra en su atronador prólogo. Comienza con un apacible plano de un bello amanecer sobre un bosque, hay un bucólico plano de una loba acurrucando a sus lobeznitos, tras ello una toma cenital de un páramo gris sembrado de cadáveres, soldados caídos en batalla, la cámara desciende y vemos disparos sobre los muertos, tras ello nos hundimos en el infierno de las trincheras durante lo que será un avance germano contra el enemigo, soldados caen nada más asomar la cabeza, uno al que llaman Heinrichs intenta atender a uno de los heridos (o muertos) el superior le ordena salir afuera, lo hace con cientos de soldados, que son heridos por la artillería e infantería del otro lado, se para peta contra un tronco, junto a él otro que es matado, su arma se le encasquilla y entonces coge su pala y avanza de modo atávico contra un enemigo al que asesta un golpe (esto visto cual subjetivo, mientras vemos bombas explotar en los alrededores), y hay un fundido a negro. Y ya tenemos montañas de muertos a los que soldados van despojando de sus uniformes, mientras los cuerpos son metidos en ataúdes que son a su vez apilados en fosas comunes que son rociadas con cal. Los uniformes hechos madejas son embolsados en sábanas y metidos en trenes, llevados a lavaderos donde son ‘limpiados’ de sangre, tras lo que pasarán por mujeres que les coserán los ‘desperfectos’, entonces vemos en uno de ellos el nombre de Heinrich, y sabemos que el pobre desgraciado está muerto, meten los uniformes en trenes hacia el norte de Alemania, estamos en 1917. Hay un corte y vemos a cuatro amigos alistarse en el ejército de forma ilusionada, uno de ellos falsifica su firma para poder saltarse el límite de edad. Vemos a un hombre mayor, Kantorek (dar una charla en el colegio a los muchachos hablándoles del patriotismo y la valentía (’El Kaiser necesita soldados, no niños!’), los jóvenes aplauden entusiastamente, y cual conejillos se dirigirán a las fauces del lobo. Tras ello los jóvenes pasan a recoger los uniformes, al protagonista que se apuntó mintiendo con su edad le dan la ropa, pero se percata que tiene otro nombre, cree se han equivocado, y el que se la ha dado le quita la etiqueta y le dice que seguro al otro le quedaba grande, uy vemos que el nombre es Heinrich, el muerto al principio. Genial arranque.

 

Para luego, tras una elipsis meternos de lleno en la dura vida en las trincheras en la Malmaison en el norte de Francia, la alegría idealista da paso a la devastadora realidad, y ya la primer anoche en las serpenteantes zanjas la muerte les visita, con bombardeos colosales, y ya algunos de los amigos mueren y otros desean marcharse con sus padres, cual niños que son, y por la mañana el escenario se torna en Dantesco, y al protagonista se topa con el día a día tras la tormenta, tener que recoger las chapas identificativas de los soldados fallecidos, la fábrica de Muerte a todo tren.

 

La historia se centra en la transformación-odisea personal del alemán Paul, que pasa de ser un colegial imberbe que se alista en el ejército, que ve la guerra como un juego idealista, a abruptamente toparse con la hostil realidad. Esto el actor debutante austriaco Felix Kammerer nos lo emitirá con una fuerza expresiva sensacional, desde sus luminosos ojos de niño ingenuo, hasta desembocar en esa mirada final desprovista de alma, rajada y volteada por el Jinete del Apocalipsis de la Guerra, me llega su travesía hacia el abismo conforme va perdiendo amigos; junto a Paul Bäumer sus amigos Albert Kropp (buen Aaron Hilmer), Frant Müller (buen Adrian Grunewald), estos son arrollados por el tsunami de la agria verdad de lo que es la Guerra, uno de ellos no pasa ni de la primera noche; Con ellos estará el veterano, Tjaden Stackfleet, destellando con una actuación Edin Hasanovic, cargada de naturalidad, tenido una coda trémula; pero sobre todo está uno de esos soldados carismáticos que desbordan la pantalla con su humanidad y frescura, con su empatía, como es el veterano de guerra Stanislaus Katczinsky al que da vida de forma prodigiosa Albrecht Schuch, que toma bajo su ala a Paul, se convierte en su protector y guía, sus leccio0nes de vida dentro de su baja cultura son sensacionales, de las mejores interpretaciones de este año he visto.

 

Aquí primará el sobrevivir un día más, con el temor a los ataques de gases, con el temor a los francotiradores, con las cargas mortales, o el hambre. La muerte espera en cada descuido, el ser herido, mutilado, donde una simple bufanda de mujer es el símbolo de la ilusión por continuar, la excusa para intentar respirar una jornada más. El enemigo es un ente cuasi-invisible, aquí no hay buenos o malos, todos los infantes son perdedores que intentarán escapar a su sino. Dos líneas defendidas por bandos opuestos que son un símil de sus propias tumbas excavadas, donde toda una generación de chicos fue sepultada por los caprichos de unos petulantes altaneros que movían ejércitos sobre un mapa sin tener empatía alguna por los muertos que provocaba su arrogancia. Secuencias que transmiten la barbarie se suceden, donde el barro se funde con la sangre, donde los muertos cubren extensiones enormes de terreno cual antesala del Purgatorio (ejemplo cuando encuentran un almacén con decenas de soldados fallecidos en el suelo, se habían quitado las máscaras antigás antes de tiempo, “Toda Alemania estará vacía pronto”, dice Kat). Una proyección aterradora de lo que es realmente la guerra, sucia, mugrienta, asquerosa, doliente, fría, asentimental, lugar donde Dios no quiere aparecer, pues si no la pararía. Todo filmado con un realismo desgarrador.

 

La relación entre los compañeros de guerra se muestra de forma tan naturalista como esa magnífica secuencia en las letrinas al aire libre donde van a parar para sus necesidades Paul y Kat, este último no sabe leer y le pide al primero le lea la carta que le ha enviado su esposa, ello sentados en el ‘trono’, donde la mujer le cuenta malas nuevas para Kat que acepta con resignación. Esto tan escatológico, es tratado de una forma tan realista que hacer que sintamos la camaradería entre los soldados. 

 

Hay una secuencia descomunal de una batalla, un ataque y contraataque sublimes en su realización, compite en la m isma liga que la icónica de “Salvar al soldado Ryan” (esto es muy manido, pero nunca ha sido más cierto que aquí). Vemos un ataque espeluznante de los alemanes contra las trincheras francesas, ello en un rodaje vibrante, sentimos estar allí, los teutones llegan a una mesa francesa llena de comida, con los muertos alrededor los soldados se ponen a comer golosamente, entonces las tratas corren a su alrededor, el suelo tiembla, se asoman a las trincheras y ven aparecer algo seguramente nunca visto, cual máquinas alienígenas son los tanques, les disparan cándidamente esperando hacer daño al acorazado fuselaje, las cadenas avanzan y superan las trincheras, aplastando a soldados, los germanos huyen, tras lo que vemos en primorosas tomas cenitales a los militares con lanzallamas ‘limpiando’ de enemigos las trincheras, con los alemanes huyendo despavoridos, con aviones sobre sus cabezas, es la representación máxima de lo que es el Horror. Y todo esto macro desembocando genialmente en lo micro.

 

Lo micro es que Paul acaba en la refriega huyendo en un cráter de un obús lleno de agua, allí en una tremebunda escena apuñala a un soldado francés (me da la sensación de que la obra de 1930 “L'homme que j'ai tué” de Maurice Rostand en que luego se basó el gran film de Lubitsch “Remordimiento” de 1932 partió de esta escena para su historia, pues parece un spin off), la genialidad de como el drama personal lejos del caos de las batallas numerosas se entiende mejor el dolor y la sin razón. Paul acuchilla varias veces tras una cerril pelea al militar galo, este agoniza sin terminar de morir, mientras Paul se desespera y sufre los remordimientos de lo hecho, observa trágicamente las convulsiones del apuñalado, se tapa los oídos para no oírlo, mientras oímos las bombas explotar en el exterior, creando una sensación de antesala del infierno. Hasta que decide intentar salvar al soldado, le limpia y mira la herida, pero ve que es imposible, sangra por la boca y termina muriendo, le registra los bolsillos y ve fotos de la mujer e hijos, lo que lo hace llorar de dolor, termina abrazado desconsolado al cadáver, consiguiendo el efecto deseado de estremecernos. Ello salteado por imágenes hirientes del mandamás militar que espera en su palacio a tener noticias del enfrentamiento.

 

Otra genial muestra de la inmoralidad de las guerras es la doble incursión que hacen Paul y Kat en una aislada granja francesa para conseguir huevos, lo que no es más que una travesura sin malicia y solo por hambre, acaba en ejemplo de lo demencial deshumanización, con ese rostro sin alma del niño con una escopeta.

 

El guión entre las novedades que aporta está que mira a los gerifaltes que en la novela no son foco. Tenemos el acercamiento a las negociaciones de paz en el mítico vagón de Compiègne (cerca de parís), donde los alemanes representados por el político civil Magnus Erzberger (sentido Daniel Brühl) intentará pactar el armisticio con los galos (representantes de la Triple Entente [Francia, UK y USA]), representados por el mariscal Foch (plano Thibault de Montalembert), dodne el alemán es combativo por acabar cuanto antes el belicismo, mientras el francés desea humillar a los alemanes. Y cuando terminan claudicando los nibelungos con las condiciones de Paz (lo que fue realmente el germen de la WWII), juegan con la cábala al querer que el alto el fuego sea a las 11 horas, del día 11, del mes 11, en vez de parar ipso facto, lo cual volvía a demostrar lo poco que les importaban las vidas que murieran en esas tensas horas hasta la meta. Lejos de ser molestas, son una nota más sobre como los mandamases eran gente sin escrúpulos.

 

Como lo es la otra sub trama con un sádico General alemán von Brixdorf (gran Sebastian Hülk) como el comandante von Brixdorf, un halcón de guerra, un epicúreo que saborea ricas y copiosas cenas mientras ordena la muerte de cientos de soldados antes del postre. De vez en cuando la película salta de las trincheras a su sibarita mansión. No desea la Paz y ve en esas horas previas a las 11-11-11, un hueco para seguir demostrando su ‘valentía’ a través de las vida de los demás, que no la suya. Lanzando un final y perturbador discurso a los pocos y desvalidos que le quedan, para lo que será un desolador clímax, una carga que es el epítome del mayor de los sinsentidos , solo para saciar el ego de un HDLGP militarista, de esos finales que te pinzan el corazón. Coronado por el epílogo de un soldado joven recogiendo, tras llegar la hora del Armisticio, las chapas de los muertos.

 

Esplendorosa puesta en escena, propia de una superproducción. Empezando por el asombroso diseño de producción de Christian M. Goldbeck (“El lector” o “Krabat y el molino del Diablo”), filmado en unos escenarios que son antológicos en emitir veritè. La mayor parte de la filmación se realizó en la República Checa, donde se construyeron los enormes escenarios de filmación con trincheras en expansión y barrios marginales. En Praga, rodaron en los Estudios Barrandov y en otros lugares de la ciudad. Se realizaron otras grabaciones en varios lugares de la Bohemia circundante, como en Milovice, Králův Dvůr, en el castillo de Točník, en Libušín, Vinařice, Benátky nad Jizerou, Lišany, Chotýšany, Luštěnice y los castillos Liběchov y Hořín. En las cercanías de Ústí nad Labem, el rodaje tuvo lugar en Žatec, Roudnice nad Labem, Buškovice , Postoloprty , Černochov y Brody Castle. También se realizaron grabaciones en el Castillo de Sychrov cerca de Liberec y en el Monasterio de Chotěšov en la región de Pilsen. Se realizaron más grabaciones en Alemania y Bélgica; Todo esto filtrrado por la apoteósica cinematografía de James Friend (“Patrick Melrose” o “Your Honor”), creando tomas de carácter pictórico espléndidas, con esa tonalidaddes apagadas grisáceas, con esas tomas generales bucólicas antes de la guerra, con esa energía en los travellings en las cargas, con tomas subjetivas enardecidas, con neurálgicos primeros planos que desprenden el Terror que se vive, una labor que sobre todo gana en pantalla de cine por la magnitud de la beldad que extrae de este feísmo; Y todo esto punteado por la música ominosa de Volker Bertelmann (“Lion” o “Patrick Melrose”), alejado de cualquier épica, entra de verz en cuando para machacar las situaciones con redobles agrios, secos, adustos, notas discordantes de sintetizador que se te clavan, excelentes y penetrantes toques.

 

El cabo Katz: “Y Dios mirando cómo nos matamos… Y yo solo soy dos botas con un fusil”.

 

En la última batalla vemos el rostro desencajado de Paul, ha sido despojado de sentimientos, un cacho de carne que sacrificar por ‘un bien mayor’, se ha convertido en una máquina de matar, pero al final en medio de un enfrentamiento es matado, justo segundos antes de sonar la bocina de la hora del Armisticio. En la novela Paul muere un día cualquiera de la Gran Guerra (en el film de Milestone [no se si es así en la novela] es intentando coger una flor que ha germinado cerca de la trinchera), y el sentido del título es que las noticias que se dan esa jornada es de ‘Sin novedad en el frente’, ejemplificando que la muerte de un soldado no es noticia. Aquí pierde sentido el título, pero refuerza la idea del espíritu de lo escrito por remarque sobre el despropósito que son las guerras, y Malditos los que las provocan!

 

Licencias que se ha tomado el director y que nada aportan: Kat no muere asesinado por un niño, muere en combate por un trozo de metralla perdido; En esta versión del libro Paul Bäumer no regresa de permiso a casa, hastiado y desilusionado, como lo hace en la novela; En ningún momento aparecen en el libro ningún tipo de "clase superior" que es culpable de todo. En el libro no aparece ningún cargo, nada sabemos de los tejemanejes políticos; No aparece el absurdo y kamikaze ataque final. El libro termina diciendo que Paul cae en combate, y que sus superiores simplemente dijeron que ese día "no había novedad en el frente".

 

La Obra Maestra de Milestone abarcó varios años de la guerra, pero la mayor parte de esta película ocurre en sus últimas semanas, con Paul y sus cohortes igualmente alegres uniéndose a un ejército derrotado.

 

Las imágenes que se muestran al comienzo de la película del soldado caído cuyas ropas están siendo remendadas y enviadas a casa para que las use otro soldado también son un elemento que ilustra el ciclo de la guerra, al igual que la eventual muerte de Paul Bäumer. No hay final feliz en la película, señala Sarah Milner, en realidad no hay final en absoluto, porque si un soldado muere, otro soldado siempre toma su lugar para continuar el ciclo. El armisticio tampoco puso fin a los conflictos de Alemania con sus vecinos, pero creó las condiciones para una Alemania políticamente inestable y, por lo tanto, se convirtió en un requisito previo para la toma del poder por parte del partido nazi y el posterior estallido de la Segunda Guerra Mundial. Nothing New in the West hace que uno se dé cuenta de esta terrible verdad y plantea la pregunta de si la humanidad algún día podrá terminar con este ciclo de una vez por todas.

 

“En Alemania, tal vez a diferencia de otros países, tratamos nuestra propia historia de manera mucho más crítica. Miramos correctamente nuestra historia de manera crítica y de alguna manera tratamos de comprenderla y procesarla. Somos muy críticos con los militares. Esto está causando problemas para la guerra en Ucrania en particular, porque enviar armas a otro país o incluso intervenir en una guerra es muy controvertido en Alemania. Me horrorizaría que algún país viera esta película como una disculpa por lo que hicieron los soldados alemanes durante la guerra”.  –Director Edward Berger sobre su película

 

Después de aparecer en el Vossische Zeitung alemán en 1928, la historia de Remarque se publicó como libro en enero de 1929 y rápidamente se convirtió en un éxito de ventas. Fue traducida al inglés en marzo de 1929 y adaptada a una película de Hollywood ganadora de un Oscar al año siguiente. Sin embargo, la empatía de la novela por un supuesto enemigo no fue bien recibida por el NSDAP alemán, mientras que los críticos de todo el mundo la aclamaron como una "acusación pacifista de la guerra".   Tan dramáticamente como Remarque describió la agitación de la guerra, él mismo solo luchó brevemente en el frente. Fue reclutado para la guerra como estudiante en 1916, pero resultó herido poco después y fue trasladado a un hospital militar. Allí escuchó las historias de los otros soldados gravemente heridos y tomó notas que luego se usaron en su novela de fama mundial. Para impulsar las ventas, Remarque afirmó haber presenciado todos los eventos él mismo.

 

Para Berger era importante adoptar la perspectiva alemana: “Nuestra visión de la guerra está formada por el dolor y la vergüenza, por la devastación y la culpa. No queda nada positivo, ni una chispa de heroísmo. Encontré un gran desafío hacer de nuestra historia, nuestros antecedentes y nuestra actitud hacia la guerra la fuerza impulsora detrás de una película". Era importante para Berger mostrar esta perspectiva alemana única de la destrucción y las cicatrices que dejó en las personas y en el mundo.

 

Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto en septiembre de 2022, se estrenó en los cines alemanes a fines de septiembre de 2022 y en el Estados Unidos a finales de octubre de 2022 el programa fue recogido por Netflix.

 

Uno de los mejores y sólido alegatos contra la guerra que hay visto en los últimos años. Gloria Ucrania!!!

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