sábado, 24 de diciembre de 2022

 


BIENVENIDO MR. CHANCE

 

Notable fábula satírica estadounidense que deconstruye con mordacidad a la sociedad, a su superficialidad de la masa, a lo fácil que es manipularla, su culto a las apariencias (se le toma en serio desde el principio por la millonaria por llevar un buen traje hecho a medida), a sus ansias de crear ídolos, creer en guías místicos puros que los guíen en tiempos de crisis (hay que tener en cuenta el contexto del año en que se estrenó, 1979, cuando USA estaba en crisis de identidad tras la desastrosa Guerra de Vietnam, el Watergate que conllevó la dimisión de Nixon, y con Jimmy Carter de POTUS, considerado uno de los peores presidentes de la Historia en su debilidad [prueba de ello fue la crisis del secuestro de la embajada USA en Teherán] y falta de carisma). Ataca a la televisión como medio ‘atontizador’ (uno de los geniales running-gags es la querencia de Mr. Chance por su mando a distancia, es lo único que le preocupa cuando muere su jefe, o como pretende cambiar de ‘canal’ por la calle cuando algo no le gusta [cuando le amenazan unos muchachos con una navaja]) su poder para crear ídolos con pies de barro, también a los medios de comunicación que se dejan arrastrar por los populismos, lanza dardos certeros contra la política y sus arrogantes mandamases que se creen inteligentes y sagaces, cuando no son más que vendedores de crecepelo, incluso tiene pellizcos de gags racistas (esa maravillosa Ruth Attaway, criada negra, cuando lo ve en la televisión, comenta a sus amigos que definitivamente es un mundo de hombres blancos… viendo por tv a Mr. Chance, sabiendo ella que es un simple y lo han entronizado por ser blanco). Dirigida con ritmo sereno, pero pétreo por Hal Ashby, exponiendo un sentido del humor caustico en su vitriólica evolución, llegando a la cúspide de su carrera que eclosionó en esta década de los 70 con films como “Harold y Maude”, “El último deber” o “El regreso”, y que entraría en declive en los 80, cuando fallecería prematuramente (1988).

 

Con muy inteligente guion del polaco Jerzy Kosiński (controvertido escritor, tuvo muchas polémicas con acusaciones de plagios, mucho de ello fomentado por las autoridades comunistas polacas; Kosinski a los 57 años se suicidó, el 3 de mayo de 1991, tomando una dosis mortal de barbitúricos, su habitual ron con Coca Cola, y asegurándose del resultado introduciendo su cabeza en una bolsa de plástico. Dejó una nota: "Me he ido a dormir por un rato mayor de lo habitual. Llamad Eternidad a ese rato"), que adapta su propia novela homónima de 1970, con aportaciones no acreditadas de Robert C. Jones. Historia de un hombre sin identidad, analfabeto, ha pasado toda su vida sin salir de una casa donde trabajaba como jardinero, y todo lo que sabe del mundo es por programas de tv, que debe abandonar forzadamente la casa en la que creció y salir al mundo, cruzándose por azar con un rico e influyente matrimonio que toma su parquedad de palabra y sus disquisiciones sobre botánica como un signo de inteligencia superior, un cierto sentido claros antecedentes de “Zelig” (1983) y “Forrest Gump” (1994), manejando el resorte de ‘aventuras de pez fuera del agua’, provocando en su desarrollo diálogos ingeniosos, gags delirantes, y todo ello con flema y solidez narrativa, sin querer caricaturizar. Todo ello llevado en un crescendo dramático formidable, hasta desembocar en un final maravilloso tanto en como se quiere depositar el poder del maletín nuclear en una cáscara vacía-placebo, como en ese abierto a interpretaciones epílogo místico (que no estaba en la novela, pero que Kosinski si creó para la película).

 

Protagonizada por un extraordinario Peter Sellers que transpira humanidad, inocencia, ingenuo, actuación alejada de sus típicos histrionismos, contenida, sobria, seca, monocorde, sereno, impávido, excepto por una media sonrisa hueca de contenido, sin ser consciente de sus limitaciones, con solo un momento en que sus sentimientos le desbordan, tan gélido como asexual (prueba de ello es su singular escena de sexo). Su sencillez es tomada por hondura de pensamiento. Su falta de pasado es tomada por el FBI y la CIA (en un tramo desternillante) como muestra de lo importante que es por ser alguien que alguna agencia de inteligencia ha ocultado sus datos. Sus monólogos escuetos (apenas unos segundos, que parecen soflamas-slogans para ser emitidos en telediarios) sobre la jardinería son tomados como metáforas sesudas sobre la política, elevado a los altares por considerarlo un mesiánico filósofo, cuando solo es placebo para las masas. Todo esto lo transmite el actor con gran fuerza dramática, dejando traslucir emociones tras su rostro de desconcertado. Sellers durante ocho años, presionó a Kosinski a que le concediera el derecho de interpretar al protagonista.

 

Hay secundarios en jugosos roles como Shirley MacLaine encarnando a Eve con una notable vis cómica, teniendo buena compenetración con Sellers; Melvyn Douglas está sensacional como el ricachón consejero del POTUS, manteniendo una química estupenda con Sellers, transpirando calor entre ambos, excelso su carisma; Jack Warden como el presidente derrocha personalidad, con ese gran encuentro con Mr. Chance, con ese desconcierto con el FBI y CIA sin poder saber quién es ese ‘Gardiner’, y con su peculiar relación con su esposa (Alice Hirson ) y los ‘acercamientos’ de esta; Richard Dysart está muy bien como Ben, el médico personal del anfitrión de Mr. Chance, él único que se da cuenta de quien es realmente este, muy buena su expresividad observándolo y sin querer hacer sangre; Richard Basehart da vida a un diplomático soviético en una jocosa escena con Mr. Channce, donde compara a Chance con Ivan Krylov (1769-1844), un satírico ruso que escribía fábulas, reflejando las condiciones políticas de su país. Chance se ríe cuando le habla en ruso, lo cual hace pensar al europeo que sabe su idioma eslavo.

 

 

Ashby se sirve de Mr. Chance para vilipendiar a la tv, incluyendo múltiples clips televisivos que observa el protagonista, ello como parte de su frugal cultura, ello manejado de modo hábil bien para mostrar lo fatuo de los programas catódicos, bien para componer gags ingeniosos, como cuando los servicios secretos comunican al POTUS que han analizado la voz de Mr. Chance y no han averiguado su procedencia geográfica, tras lo que hay un corte y vemos a Chance ver en la tv un episodio de ‘Mister Rogers' Neighborhood’ (¿?); Cuando Eve irrumpe en el dormitorio de Mr. Chance con intenciones sexuales, él la agarra y besa apasionadamente, ella lo toma como muy pasional, cuando en realidad lo que hace es imitar una escena que acaba de ver en tv, tras lo que ella le pregunta que le gusta (sexualmente) y él responde que mirar (la tv), el malentendido está servido, pues ella piensa que es un ‘mirón’, y se tumba en el suelo sobre una piel de osos a masturbarse mientras Chance mira en tv un programa de yoga que imita sobre la cama. Esto de que le gusta mirar también es una respuesta en una fiesta cuando un gay le pregunta que le gusta (aunque no sabemos cómo acabó esto, pues hay una elipsis); Incluso traspasa la pantalla para llevar a su protagonista a un late-night y allí el presentador pretende hacer bromas con el reciente consejero presidencial, pero la mayor broma es que este lo toma por un tipo profundo y sabio (solo por que repite modismos de jardinería)

 

La puesta en escena resulta brillante en su misión de trasladar un estado de ánimo. Ya desde el formidable diseño producción de Michael Haller (“THX 1138”), trasladándonos a la alta sociedad estadounidense con todo su lujo y boato, con epicentro en la fastuosa mansión Rand, en realidad la casa privada más grande de Estados Unidos, ubicada en Asheville, Carolina del Norte. Ashby y Deschanel filmaron la mayor parte de la película en Asheville, Carolina del Norte, en Biltmore Estate. Construida por George Vanderbilt en 1895, fue la casa privada más grande de los Estados Unidos, completa con una mansión de 250 habitaciones situada en 8,000 acres; Ello realzado por la notable cinematografía de Caleb Deschanel, realzando la comicidad caustica de Sellers, jugando con las yuxtaposiciones, con en tonos tenues, fríos, en contraste con la calidez del protagonista; con una dramática edición de Don Zimmerman (“Rocky III”), con montajes tan gráciles como cuando Mr. Chance por vez primera a la calle, o para remarcar lo que se dice sobre él y se pasa a la realidad de él mismo; Y todo esto punteado por la minimalista y a la vez neurálgica música creada por John Mandel (“MASH”), con sensibles melodías de piano, sugiriendo misterio cuasi-mçístico. Mandel también contó con la asistencia de su primo y colega compositor Miles Goodman en la orquestación de la película. Incluye la banda sonora "Also Sprach Zarathustra" de Richard Strauss, arreglada e interpretada por Eumir Deodato, insertada de modo mordaz en el ‘paseo’ que Mr. Chance da cuando es expulsado de su antiguo hogar, emparejando su odisea por Washington DC a la del ’Humano’ en su salto de la prehistoria a la era espacial del film kubrickiano “2001” (1968). También incorpora dos composiciones del pianista francés Erik Satie (“Gnossiennes”, nº 4 y 5) y canciones ambientales, como “Differents Ways”. Asimismo está “Basketball Jones” de Cheech y Chong, escuchado durante los créditos.

 

Spoiler:

 

Momentos recordables (aparte de los ya mencionados); Cuando Chance finalmente sale a la calle, le pregunta a la mujer negra que ve si le preparará comida, ello por que siempre fue la criada negra donde vivía quien cocinaba para él;  Las escenas con el mayordomo Wilson (Richard Venture), que lleva a Chance en ascensor y los comentarios ingenuos del invitado le hacen creer es un tipo con mucha vena cínica; El chispeante encuentro de Chance con el POTUS, donde ante una pregunta compleja sobre economía el jardinero responde: "Mientras no se corten las raíces, todo está bien", hablándole también de cómo deben ir pasando las diferentes estaciones del año, y esto es tomado por el presidente como algo de sabios de hondura trascendental; Cuando Chance aparece en un programa de tv y da una entrevista, y los perogrullos que suelta sobre jardinería son tomados por el público como algo propio de un genio, hay un divertido corte y vemos a Louise (Ruth Attaway), la sirvienta afroamericana que lo crió. “Seguro que es un mundo de hombres blancos en Estados Unidos. Diablos, crié a ese chico porque era del tamaño de un pissant… No tenía cerebro en absoluto… Y míralo ahora! Sí señor, todo lo que tienes que ser es blanco en Estados Unidos y obtienes lo que quieras!”; Es de reseñar el diferente modo en que Chance toma la muerte en un modo circular. Pues al inicio tenemos el fallecimiento del ‘Viejo’ (en el libro es llamado así) y Chance se muestra frío, le toca la frente para notar que está gélido, como si nada, se sienta en la cama del muerto, coge el mando y pone la tv. En la muerte de Ben toca también al cadáver, pero aquí suelta lágrimas. “Se ha ido, Chauncey”, dice el Dr. Allenby. “Sí, Robert”, responde Chance: "Lo he visto antes. Le pasa a la gente mayor”. Y ahora en vez de mostrarse sin sentimientos dice que se lod irá a Eve. Con lo que muestra la evolución del personaje a través de estos dos féretros.

 

 

Final: Chance está presente en la muerte de Rand y muestra una tristeza genuina por su fallecimiento. Interrogado por el Dr. Allenby, admite que "ama mucho a Eve" y también que es solo un jardinero. Cuando se va para informar a Eve de la muerte de Ben, Allenby se dice a sí mismo: "Entiendo", pero la interpretación de eso se deja al espectador; Mientras el presidente pronuncia un discurso en el funeral de Rand, los portadores del féretro sostienen una discusión susurrada sobre los posibles reemplazos del presidente en el próximo mandato y acuerdan por unanimidad a Chauncey Gardiner como sucesor. Eello mientras ascienden el ataúd a su lugar de reposo, mientras vemos en la cima una pirámide [triángulo de la Trinidad] con el ojo de Dios, Ojo de la Providencia, símbolo cristiano y masón, reflejando lo místico observando los tejemanejes del poder en la sombra de estos particulares porteadores, que sutilmente nos exponen como que los masones dominan el poder en la trastienda. Ajeno a todo esto, Chance deambula por la finca invernal de Rand. Endereza un retoño de pino aplastado por una rama caída y luego camina por la superficie de un lago. Hace una pausa, hunde su paraguas profundamente en el agua bajo sus pies, luego continúa, mientras se escucha al presidente citando a Rand: "La vida es un estado de ánimo".

 

Ashby dispuso que una plataforma se sumergiera bajo media pulgada de agua para que Sellers pudiera caminar y pareciera como la de Cristo. Sellers agregó a la idea, improvisando el momento en que Chance se detiene, sumerge suavemente su paraguas en el agua para confirmar que sí, está parado en la superficie del agua y luego continúa caminando. Muchos en el elenco y el equipo de la película se opusieron a las imágenes religiosas que Ashby pretendía evocar, incluido MacClaine. Pero el significado de la escena es ambiguo. Esto no estaba en la novela, el guionista Kosinski lo incorporó al final para hacer pensar al espectador sobre quien es realmente el protagonista, Es un enviado divino? Es la inguenuidad en persdona? Es el mal con rostro cándido que viene a confundirnos?

 

Hay durante los créditos finales un montaje de descartes de una escena donde Sellers se tumba cual muerto y cuando debe callar sonríe una y otra vez, ello con las risas de los de alrededor. Chirriante con el tono del film, como bien remarcó Sellers, rompe el hechizo de la película. Error morrocotudo. Sellers culpó a este inserto de que no llevarse el Oscar (lo ganó Dustin Hoffman por “Kramer vs Kramer”).

 

El productor Andrew Braunsberg tenía una relación cercana con Kosinski, y el autor tenía una visión diferente de Chance; quería un actor más joven, alguien como Ryan O'Neal. Y, sin embargo, debido a que tanto Bruansberg como Kosinski querían que Ashby dirigiera, y Ashby insistió en trabajar con Sellers dadas las discusiones sobre el proyecto de años anteriores, se quedaron con Sellers. Para apaciguar a Kosinski, quien sentía que Chance debería ser más delgado y más atractivo, Sellers se las arregló para hacerse un lavado de cara.

 

Douglas ganó el Oscar al Mejor Actor de Reparto y Sellers fue nominado a Mejor Actor. El guión ganó el Premio de Cine de la Academia Británica al Mejor Guión y el Premio del Sindicato de Escritores de América a la Mejor Comedia Adaptada de Otro Medio. También fue nominado al Globo de Oro al Mejor Guión. En 2015, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos seleccionó Being There para su conservación en el Registro Nacional de Cine, encontrándolo "cultural, histórica o estéticamente significativo".

 

La nieta de Melvyn Douglas, Illeana Douglas, visitó el set y conoció a Peter Sellers, quien es su actor favorito. Desde entonces, le ha dado crédito a la película por inspirarla a seguir una carrera en la actuación. Según Illeana, Sellers y Douglas se conocían desde la década de 1940, cuando se encontraron por primera vez en Birmania durante la Segunda Guerra Mundial. A menudo recordaban sus días de guerra mientras estaban en el set.

 

Burt Lancaster fue la primera opción de Ashby para el papel de Ben Rand. Laurence Olivier también fue considerado para el papel, pero lo rechazó debido a la escena de la masturbación; Según MacLaine, "(Peter) creía que era Chauncey. Nunca almorzó conmigo ... Fue Chauncey Gardiner durante todo el rodaje, pero creía que estaba teniendo una historia de amor conmigo"; La realización de la película se retrata en The Life and Death of Peter Sellers , una película biográfica de la vida de Sellers.

 

El estreno en diciembre de 1979, las respuestas a la película fueron casi unánimemente entusiastas. Estar allí se desempeñó bien en la taquilla y recibió críticas entusiastas de los principales críticos como Andrew Sarris, Roger Ebert y Vincent Canby. Douglas ganó el Premio de la Academia al Mejor Actor de Reparto, pero cuando Sellers fue pasado por alto para la estatuilla de Mejor Actor, culpó a Ashby de la inclusión de la escena de los créditos finales que muestra a Sellers cadavérico, desmitificando así a Chance, aunque estando allí fue, posiblemente, el pico más alto en la carrera de Ashby en ese momento, su declive durante los siguientes años no fue tan gradual como su ascenso. Con el inicio de la década de 1980, Ashby descendió a un ataque de excentricidad y comportamiento paranoico. Su éxito y autonomía creativa significaron que podía retirarse de sus círculos habituales de Hollywood y entregarse a su recién adquirida adicción a las drogas. Agregó cocaína y heroína a su ingesta, y una serie de malos negocios llevaron a muchas películas poco inspiradas a lo largo de la década de 1980. Su comportamiento incluso le hizo perder la oportunidad de dirigir un proyecto ilusionante como “Tootsie”, que fue a Sydney Pollack. Para 1988, Ashby estaría muerto a los 59 años de cáncer de páncreas, y muchos sintieron que estar allí fue el último y más brillante ejemplo del talento del director.  La escena de Chance caminando sobre el agua fue la imagen final de sus películas mostradas en su funeral.

 

Maravillosa fábula sobre la percepción que tenemos sobre la gente. Gloria Ucrania!!!

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