LOS VALIENTES ANDAN
SOLOS.
Notable film
del cuasi-desconocido David Miller, el papel preferido de la prolífica
filmografía de Kirk Douglas, obra que no solo no ha perdido frescura si no que
ha ganado con el tiempo, se aposenta sobre un espléndido guión del gran Dalton
Trumbo (“Vacaciones en Roma” o “Espartaco”), hace un retrato desolador del
choque entre los viejos y los nuevos tiempos, en lo que es un incisivo western
crepuscular, que refleja con conmovedores toques como los nuevos avances de
nuestro siglo atropellan a los hombres anclados en el pasado. Film en el que años más tarde se inspiraría David Morrell para sacar su
novela "First blood" (1972), que otra década después daría la
película "Acorralado" (1982) de Ted Kotcheff, que daría al cine uno
de sus iconos de acción más reconocibles, "Rambo", este rol está
influenciado por el John W. "Jack" Burns (Kirk Douglas), los dos son unos anacronismos en su tiempo, dos tipos duros veteranos
de guerra condecorados (uno de la de Corea, otro del Vietnam), los dos sin
hogar, los dos son detenidos en una comisaría de un pequeño pueblo, los dos
sufren una paliza de un sádico policía, los dos se escapan, los dos huyen por
la montaña, los dos son acosados por un helicóptero, y los dos tienen tras de
ellos a un tipo comprensivo. Después de leer Kirk Douglas la novela de Edward Abbey "The Brave Cowboy"
(1956), insistió en producirla (Producciones Joel) con él de protagonista,
fichó David Miller de director, de guionista a Dalton Trumbo que ya lo tuvo en
la exitosa “Espartaco” (1960). Siendo una maravillosa elegía sobre la vida
sencilla enfrentada a la apisonadora del progreso, representado como halo
trágico en el camión de retretes (marca ACME) que vemos de vez en cuando surcar
la autopista.
Estamos en Nuevo México, John
W. "Jack" Burns (Kirk Douglas) es un vaquero sin hogar fijo, ni identificación, un alma libre, tiene
como fiel compañero a Whisky, su caballo. Un día visita a la esposa, Jerry (Gena Rowlands), de su mejor amigo Paul Bondi (Michael Kane), que ha sido encarcelado por
dar ayuda a inmigrantes mexicanos ilegales. Tendrá importancia en la historia
el Sheriff Morey Johnson (Walter
Matthau), un sádico poli, Gutiérrez (George
Kennedy), el ayudante del sheriff, Harry (William
Schallert), un pendenciero manco (Bill Raisch), y un camionero (Carroll
O'Connor), que transporta aseso por
la carretera.
La cinta tiene su fuerte en
el retrato de personalidad de un tipo fuera de su tiempo, sin hogar fijo, un
vaquero errante, parado en el SXIX, ello reflejado de un modo visual-simbólico
espléndido en muchos momentos, ya desde el principio, cuando vemos a un vaquero
dormir al raso del desierto junto a un
fuego, y su caballo al lado, no sabemos en qué tiempo estamos, y de pronto un
sonido extraño y el vaquero mira al cielo y ve a tres reactores dejando una
estela en el cielo, o cuando el vaquero intenta cruzar la autopista atestada de
vehículos con su caballo, en unos segundos un memorable síntesis de lo que va a
tratar el relato, o cuando es perseguido por la montaña por un helicóptero, el
abismo separa al protagonista del mundo en que vive. Estos mimbres alegóricos
sirven para alimentar la idea de que está en peligro de extinción, los pioneros
que ensancharon fronteras, y que ahora colapsan, un modo de vida que expira
frente a los vehículos de motor, las cercas de espino, los carteles de no
traspasar, las carreteras, y las estúpidas leyes. Esto es expuesto por Miller
con espíritu nostálgico, en contraposición a la deshumanización que conlleva
(en parte) el moderno progreso. El hábil guión hace que nos identifiquemos
rápidamente con este ser primario, que solo quiere vivir en libertad, es un
inadaptado en un mundo que lo asfixia, un hombre integro, generoso, cabezota,
sincero, leal, ser que vive en comunión con la naturaleza, la tierra es su cama
y el cielo su techo, en lo que es una notable oda al mundo rural, medio que se
mimetiza con el alma del protagonista. Un nómada que es feliz sin que nada ni
nadie le lastren, esto reflejado en la conversación que tiene con Jerry, esta
le ama, pero él no puede atarse a quedarse quieto en un hogar
Trumbo delinea a los personajes con cariño, con mucha estima, con aristas, defectos, muy humanos, destacaría como el guionista escoge a Paul Bondi como una especie de alter ego suyo, un escritor que es encarcelado por leyes represoras, y que acepta estoicamente su injusto castigo, lo que le pasó a Trumbo cuando tuvo que estar preso 11 meses en la prisión federal en Ashland, Kentucky. La historia se divide en dos partes, en la primera se da la presentación del protagonista, y donde se dan unos diálogos inteligentes que sirven para desnudar el alma de nuestro héroe, en sus encuentros la esposa de Paul, y luego con este en la cárcel; y la segunda parte, donde la acción en la persecución se despliega, donde lo visual gana a la palabra, donde la formidable fotografía se apodera de la pantalla, convirtiéndose el ascenso por la montaña (Boot Hill) en una alegoría del Mito de Sisifo, con escenas de enorme tensión (vibrante como Burns tira de su caballo y vemos caer piedras y sentoimos que en cualquier momento rueda el equino por la ladera), todo salpicado de un ingenioso humor desengrasante, en un increscendo dramático que te cala hasta desembocar en su estremecedor final, de esos que se te quedaran por siempre en el subconsciente.
El film es hijo de una nueva
ola de westerns que proliferaron en la década de los sesenta, en los que se
hacia una semblanza ocasística de este submundo, el crepúsculo de unos
personajes obsoletos, esto reflejado en las cintas de Sam Peckinpah, como
“Duelo en la Alta Sierra”, “Grupo Salvaje” o “La balada de Cable Hogue”, o en
la de John Ford “El hombre que mató a Liberty Valance”, todas estas con
protagonistas acostumbrados a un mundo que apenas existe, y donde el hombre
debe luchar contra el sistema impuesto.
Dalton Trumbo |
Con todo lo bueno hay también
algunas aristas: Y es que me falta saber más del protagonista, que se indague
más en sus motivaciones, en quien es realmente, no sabremos nada de su pasado,
parece que su vida empieza con el film, esto hace que el espectador tenga que
rellenar este vacío sin nada de ayuda, hacer introspección del protagonista
hubiera dado más amplia dimensión al film.
Kirk Douglas está colosal en un rol donde la actuación
traspasa a la persona, el hijo del trapero dijo que esta era su actuación
preferida, lo que ya es mucho con los grandes papeles que hizo, magnífica
encarnación del alma libre y errante, en un arco de desarrollo prodigioso desde
su primera imagen bajo el cielo abierto junto a su caballo, a la última
(spoiler), sobre el asfalto, en noche lluviosa, herido, su caballo moribundo a
su lado, con mirada perdida, su mundo ha explotado por la modernidad, reflejada
en el camión de retretes que le ha atropellado, parecido a la muerte de Cable
Hogue en el film de Peckinpah aplastado por un coche, una interpretación de
Douglas de una vivacidad y transmisión de sentimientos sensacional, con una
relación trémula con su caballo Whisky, con esa escena trémula con Jerry en su
despedida, demuestra Kirk que es uno de los grandes. Walter Matthau encarna a un
sheriff lacónico pero muy sutil y divertido en sus secas aseveraciones,
inteligente y comprensivo, dejando entrever compasión por el reo huido,
excelente el actor. Gena Rowlands en un par de
escenas deja constancia de ser brillante actriz, con una química fuerte con
Douglas, dejando para ella una de las mejores líneas “Si no hicieran falta los hombres para hacer bebés, no tendría nada que
ver con ninguno de ustedes!". William Schallert como Paul
Bondi está algo más plano en un rol sin fondo. George
Kennedy como el sádico policía en
rol que el actor hacía con mucha naturalidad.
La puesta en escena es de un
enorme valor para expresar la idea central del relato, con una estupenda
dirección artística de Alezxander Golitzen
(“Sed de mal” o “Aeropuerto”), y Robert Smith (“Operación pacífico” o
“Un hombre”), rodándose en íntegramente en
Nuevo México, en Albuquerque, y en los parajes naturales y sublimes montañas
Manzano Mountains, Sandía Mountains y Tijeras Canyon, todo esto potenciado en
glorioso b/n por la fotografía de Philip H. Lathrop (“Días de vino y rosas” o
“Danzad, danzad, malditos”), en una tonalidades grises hoscas, ásperas, ello
hace resaltar lo árido y agreste del desierto, montañas, y las rocas que se desprenden, así como infunden un halo melancólico al metraje, con una labor de
tomas aéreas notables, con tomas generales que denotan simbolismos visuales (ya
comentados), añadiéndose unos primeros planos, sobre todo de Kirk, de una
expresividad majestuosa, valga el ejemplo del primero sonriendo mientras
observa los reactores en el aire, con el último suyo, esa mirada perdida,
desorientada, Apoteósico. Jerry Goldsmith (“Poltergeist” o “Desafio Total”) compone
el score en su primer trabajo para cine importante, de una sensibilidad
sibarita, destilando añoranza, nostalgia, lirismo, melodías que en comunión con
las imágenes conmueven, muy buen trabajo.
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