LA DONCELLA (THE
HANDMAIDEN/ AH-GA-SSI 2016)
Buen y sugestivo film del coreano Park
Chan-wook, un turbador relato que mezcla el thriller erótico, el
misterio, el romance, y todo en un atractivo equilibrio narrativo, apoyado en
una fascinante puesta en escena, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un
cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del
propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la
novela “Figersmith” de la galesa Sarah
Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a
la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que
analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones
extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser
arbitrario.
En la Corea ocupada por los
japoneses , un estafador que opera bajo el sobrenombre de "Count
Fujiwara" (Jung-woo Ha) contrata a Sook-Hee (Tae-ri Kim) de una familia de estafadores,
para pase a ser doncella de una rica misteriosa heredera, la Señora japonesa Hideko (Min-hee Kim), Fujiwara planea casarse y
que Sook-Hee, ahora bajo el nombre de Tamako, sea su confidente para facilitar
la operación. En la conspiración habrá el obstáculo del tío de Hideko, Kouzuki
(Jin-woong Jo),
un sátiro y fetichista coleccionista de antigüedades eróticas.
Relato triangular, visto
desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la
conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda
parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su
posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo
este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su
monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante
una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para
avanzar a un potente clímax final.
La cinta explora con bisturí
envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción
moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un
sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido
estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello
enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación
de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde
los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones
y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de
guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye
mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la
lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor
oscuro, en una evolución que te atrapa
en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible
te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente
arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este
universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada
victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este
perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto
desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador
crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas,
turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros
fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo,
corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia
con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la
realidad.
Filmando con una elegancia y
sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre
una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia
desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son
versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner
la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen
diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que
la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que
nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas,
asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por
lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y
que después nos enteramos su significado.
Curioso ver
como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo
exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a
clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en
realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda
a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal,
de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger
a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los
hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la
única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso
regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin
atender a sus sentimientos, y donde este
darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han
decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino,
derivando en un canto al amor puro, a la
libertad y a la emancipación sexual.
Todo esto lo
bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando
por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que
sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia,
regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando
inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración,
lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en
su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación
de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su
desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle
licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
Min-hee Kim Tae-ri Kim están sublimes, de una
delicadeza y encanto prodigioso, derrochando inocencia a la par que sensualidad y belleza, transmitiendo una gama de sentimientos
de modo sutil, candidez, pasión, frustración, picardía, erotismo, y
entre las dos una química arrolladora, apoteósicas sus memorables escenas de
sexo, inundando la pantalla de vaho, de calor, de lujuria, impresionante
binomio. Jung-woo Ha como el conde
Fujiwara hace un buent trabajo, dejando muestras de su perfidia codiciosa, pero
opacado por las féminas. Jin-woong Jo
deja heulla en un rol perverso, artero, vicioso, viscoso, autoritario, con una imagen
mefistofélica, con ademanes de insidioso sádico, excelente.
Puesta en escena cautivadora,
majestuoso diseño de producción de Seong-hie Ryu (“Old boy”), rodando en Corea
del Sur Goheung,
South Jeolla, Pyeongchang, y Dong-ah
Institute of Media and Arts, Anseong, y en Japón en Nagoya (Aichi), con escenarios góticos rozando lo barroco, esa mansión extraña
(exterior inglés e interior japonés), decorados elegantes, sofisticaos,
cuidados con mimo por el detalle, sumado a un fastuoso diseño de vestuario de
Sang-gyeong Jo (“Sympathy for lady Vengeance”), y todo esto filtrado por la
subyugante fotografía de Chung Chung-hoon (“Old boy”), con uso cuasi-que
provoca textura en el espectador, con mucho simbolismo visual en los reflejos de
los protagonistas en ventanas y espejos, con encuadres usados con mimo en sus simetrías,
con movimientos suaves de cámara, con tonalidades suaves, en muchos casos
desbordando erotismo visual, llegando el espectador a notar la alta temperatura,
la humedad sexual, con muy expresivos primeros planos, creando lienzos de una
belleza superlativa, influenciado por la pintura del japonés Kitagawa Utamaro (1753-1806), experto en composiciones femeninas, excelsa
labor que deja marca, ayudado en cierto modo por el vibrante montaje de Jae-Bum Kum (“Asua”) y Sang-beom Kim (“Old boy”), con gran uso del
plano contra plano, sabiendo dotar de cadencia sexual las escenas de eróticas.
La Música Yeong-wook Jo “Old boy” juega
con sonidos insinuantes, melancólicos, neurálgicos, acunando con delicia la
acción.
Momentos recordables: La doncella calma el dolor de muelas de la Sra. en la bañera, donde el roce de un cuerpo contra otro provoca turbación, segundos de alta tensión sexual; Maravilloso el relato erótico que la Sra. narra a su selecta audiencia, impresionante su tono de voz, modo sibilino saca el pañuelo y se seca el sudor; Primera escena de amor entre las amantes, sudorosa y libidinosa; La recreación entre la Sra. y una gran marioneta del acto sexual en las alturas ayudado por el Sr.; Desconcertante cuando la Sra. con su esposo va al psiquiátrico al parecer a que se quede ella, la doncella se despide de ella y de pronto la que se queda es la doncella, en un giro zozobrante en el espectador; La epicúrea escena de la Sra. yendo a ahorcarse en el cerezo, de una belleza de Síndrome de Stendhal; La noche de bodas en que ante la confusa mirada del esposo la Sra. se masturba cuando la doncella se masturba escuchando cantar a su amante al otro lado del muro, tremebundo; La escena que representa la emancipación, la liberación de la opresión masculina, la excitante destrucción de la biblioteca de Kouzuki por parte de las amantes, un éxtasis cuasi-orgásmico para ellas; La tortura que Kouzuki le infringe al “conde”, cuasi-gore, el tío excitado con el relato erótico que le cuenta el “conde” mientras es vejado, este le pide un cigarrillo de los suyos, coge uno que sabe está envenenado, cuando se pone a fumar los dos mueren asfixiados, la venganza de las mujeres contra los hombres que las han tiranizado; El tierno epílogo, estamos en el camarote de un barco, con las dos mujeres desnudas, abrazadas, besándose, acariciándose, y sacan unas bolas chinas-cascabel y juguetonamente se las introducen unas a otras, la cámara se aleja sobre la luna y oímos el tintineo de los cascabeles, palpitante.
Recomendable a los que gusten
de thriller psico-eróticos de calidad, de los que recordaras tiempo, aunque con
sus irregularidades, quizás al tempo narrativo asiático, más contemplativo que
el occidental. Fuerza y honor!!!
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