BRIGADA 21.
Notable drama policial
realizado y producido con pulso ágil y firme por el gran William Wyler,
auscultando con caldo emocional en temas universales como la justicia, la
venganza, la hipocresía social, los sentimientos de culpa, el peso del pasado,
sobre el amor frente a los prejuicios, y todo con bisturí afilado, en un
despliegue ingenioso de personajes con vida propia, muy humanos, matizados, con
bordes. Se basa en la obra de teatro "Detective Story" (1949), de
Sidney Kingsley, de gran éxito en Broadway, guionizada por Robert Wyler (“Desengaño” u “Horizontes de grandeza”, hermano de William Wyler),
y Philip Yordan (“El Cid” o “Rey de Reyes”), recreando un día cualquiera
en una comisaría de un barrio cualquiera de Nueva York, siendo casi todo en el
interior de la 21, por allí pasan todo tipos de personajes entre policías,
detenidos, sospechosos, abogados, y todo entretejido con un libreto sólido,
dando fluidez narrativa y espacios a diferentes subtramas que dan vigor y ritmo
al relato, con personajes entrando y saliendo de escena, haciendo que su raíz
teatral no lastre el conjunto, sabiendo utilizar el espacio a modo alegoría
expresionista de los personajes cuanto más oprimidos parecen en habitaciones
más pequeñas están, derivando en un intenso drama, atrapándote en la rutina
diaria de estos policías, con su trasiego, sus interrogatorios, las ruedas de
reconocimiento, las amenazas, las dudas, las llamadas telefónicas, las tomas de
huellas, la redacción de informes, etcétera, provocando casi una cinta
costumbrista-naturalista, de la que luego han bebido series como “Canción
triste de Hill Street”. Todo esto potenciado por unas actuaciones formidables,
sobresaliendo un colosal Kirk Douglas. Film nominado a cuatro Oscars. Fue de las primeras películas en las que se
habla del aborto, tema que la cinta dribla al Código Hays.
El centro es una comisaría de
policía de Nueva York, la Brigada 21. Los personajes que pasan por el recinto durante el transcurso del día
incluyen pequeña joven estafador, Arthur
Kindred (Craig hill), par de ladrones de viviendas, Charley Gennini (Joseph Wiseman) y Lewis Abbott (Michael Strong), ingenua ladrón de tiendas (Lee Grant). ladrón de tiendas arrestado en la ciudad. Protagonista es el Det. Jim McLeod (Kirk Douglas), que tiene problemas para
que su esposa, Mary (Eleanor Parker),
quede embarazada, en su trabajo está en varios frentes, está con joven
estafador, Arthur Vástagos, que ha robado a su jefe, también está envuelto en una investigación
para detener a un doctor de abortos ilegales, el holandés Karl Schneider (George Macready), defendido por el sagaz
abogado Endicott Sims (Warner Anderson). El jefe de la comisaría es
el teniente Monaghan (Horace McMahon),
también tendrá importancia en la historia el agente Lou Brody (William Bendix ), Cathy O’Donnell (Susan
Carmichael), amiga de Kindred, y la Sta. Hatch (Gladys George), testigo en el
caso Schneider.
Este paseo por un día en la
Brigada 21 es un homenaje en primer lugar a la policía, a su labor cotidiana, y
luego intenta ser una transposición de nuestra sociedad, en este recinto se dan
cita personajes de todo pelaje y condición humana, crisol de seres buenos
malos, y sobre todo grises, complejos,
donde la bondad y la maldad son discutibles, depende del prisma con que se vea,
personas con sus aristas por pulir, con los que es fácil empatizar por la
humanidad que transpiran, trenzando entre ellos un relato de la épica
cotidianidad, con un ritmo trepidante, donde no paran de suceder cosas, los
personajes se amontonan, todos con sus propios fantasmas, miedos, ilusiones,
frustraciones, desarrollado con diálogos
ágiles, inteligentes, mordaces, cínicos. Se nos habla de si es posible la
reinserción de los delincuentes, de la intolerancia a las faltas de los demás, de
los sentimientos arraigados de odio, de nuestra capacidad torticera de
erigirnos en jueces, de nuestra capacidad de perdón, de la frágil línea que
separa la sinceridad de la piadosa mentira, de la misericordia, de cómo nos
marcan y persiguen nuestros errores del pasado, de cómo nuestra infancia es
caldo de cultivo (muy freudiano esto), del cicatero puritanismo, ello en un
radiografía psicológica de las barreras morales que nos autoimponemos, todo
salpicado de un grato humor mordaz.
Aunque la cinta es un
caleidoscopio de asuntos menores (una cleptómana de bolsos, una loca paranoica
nuclear, un estafador, unos ladrones de apartamentos,...) tiene su epicentro este
mosaico de personajes en el agente McLeod, un tipo recto, rígido, implacable, intolerante
al mínimo delito, tallado por la dura relación con su padre, no contempla ante
los errores ajenos la misericordia, todo su mundo colapsará ante la revelación
de un gran secreto que pondrá contra el paredón sus enraizadas convicciones
morales, esto será el gran pilar del relato, donde con los ententes entre ella
y su esposa brotará fuego de sentimientos encontrados, donde nos sentiremos
agobiados, angustiados, asfixiados por unas barreras que parecen insalvables,
ello conformado en un virtuoso crescendo dramático, evolucionado de modo
gradual y muy creíble, donde la amargura existencial nos irá calando hacia un final
desgarrador, de los que se te quedará por gran sentido y coherencia.

La puesta en escena es de
enorme brillantez, aprovechando al máximo el cuasi-único escenario, para
acentuar la opresión anímica de los personajes, con dirección artística de Hal Pereira
(“La ventana indiscreta”, “Vértigo” o “Desayuno con diamantes”), y A. Earl
Hedrick (“Los viajes de Sullivan”, “Días sin huella” o “El gran carnaval”),
rodándose íntegramente en los Paramount Studios en Hollywood, recreando con
tremenda veracidad la comisaria, su bullicio, su caos, con los escritorios, los
entarimados, sus persianas, sus mesas, sus montones de archivos, sus escaleras.
Esto realzado por la fenomenal fotografía en glorioso
blanco y negro de Lee Garmes (“Scarface”, “El libro de la selva” o “Duelo
al sol”), haciendo del objetivo de la cámara algo que fluye por la escena,
saltando de personaje a personaje con fluidez narrativa (gracias a la fenomenal
edición de Robert Swink, “Vacaciones en Roma” o “Papillon”), con mimo por el
detalle, jugando con el expresionismo en los picados y contrapicados, en sus acuciantes
primeros planos que sacan lo mejor de las actuaciones, dando cabida en
extraordinarias tomas a las decenas de personajes en pantalla, dotando de
realismo cuasi-documental las secuencias, con una gran labor de iluminación,
utilizando suaves zooms parta enfatizar la tensión de algunos momentos,
provocando sensaciones de opresión de aire cuando reduce los espacios en que
están los personajes, modulando el lazo (dramático) que nos aprieta de modo
espléndido. La música solo aparece en los créditos iníciales y en los finales,
la banda sonora está compuesta por los sonidos ambientales tanto de la
comisaria, con su gentío, como del exterior urbano.

Kirk Douglas borda su rol de
modo excepcional, con un arco de desarrollo desgarrador, un obseso de la férrea
y desalmada justicia, un tipo carismático con una pesada mochila de demonios
del pasado, que ve su mundo desmoronarse y no sabe cómo reaccionar, su lado
inflexible le atormenta y no deja entrar al corazón, a la comprensión, con unos
encuentros con su esposa de los que te estremecen, de una intensidad
abrasadora, desplegando una gama de sentimientos ricos en tocarnos la fibra, su
puritanismo se convierte en su peor enemigo no dejándole ver los árboles del
bosque, Colosal. Eleanor Parker encarna a la
esposa de McLeod, no se puede estar más bella y dulce, derrocha cariño,
dulzura, y cuando debe tristeza, frustración, ilusión, y al final aceptación, y
todo con una gran dignidad, otorgándole hondura efervescente, teniendo con Kirk
una química memorable en sus ententes, le valió a la
actriz su segunda nominación al “Oscar”, tras su actuación del año anterior en
“Sin Remisión” (1950). Horace McMahon hace muy bien del Tte. de la comisaría,
comprensivo, atento, justo, con sentido del deber, buena su interpretación. William
Bendix como el compañero de Mcleod, está
muy bien dando réplica al rígido agente, trasluciendo que sabe que no todos los
que cometen un delito son criminales. Cathy O´Donnell (esposa entonces del
guionista Robert Wyler), encarna enternecedoramente a la “amiga” de un acusado
de robo, intentando por todos los medios que retiren la acusación, deliciosa y
conmovedora. Craig Hill está correcto en un rol un tanto plano, apenas
demuestra emociones. George Macready hace de modo soberbio al sibilino villano
ginecólogo, demuestra sutilmente su maldad intrínseca, con mesura y elegancia,
sobresaliente. Joseph Wiseman en su debut en cine exhibe un histrionismo que da
urticaria, parce poseído, no para de moverse, retorcerse, gesticular,
sobreactuación es una palabra que se queda pequeña para expresar su actuación. Lee Grant es otra que debutaba en la gran pantalla, y también en su inseguridad
desborda histrionismo en un papel un tanto confuso, quizás recortado de la obra
de teatro, pues no se entiende bien sus motivaciones y su modo de comportarse, pareciendo
que tiene alguna tara mental.
Spoiler:
La cinta al principio parece
tener en su centro la investigación para apresar al ginecólogo “carnicero”,
pero luego da un giro, y lo que en realidad es esta investigación es un recurso
espoleta para que exploten las convicciones morales del protagonista McLeod, de
hecho al final no nos enteraremos que pasará con este pseudo-doctor, lo
importante es esta pareja y como acaban implosionados.
La versión de la película
omite detalles de la obra teatral perteneciente al mundo del crimen y peligros
de estado policial. Durante la producción, la película tuvo algunos problemas
con la Autoridad de Código de Producción. El Código de Producción no permitía el
asesinato de agentes de policía o referencias al aborto. Joseph Breen
sugirió que las referencias explícitas al aborto serían alterados para la
"agricultura bebé". Breen y William Wyler sugirieron al Comité
del Código de Producción MPAA que el código se modificara para permitir el
asesinato de los agentes de policía, pues era absolutamente necesario para la
trama. Ellos estuvieron de acuerdo y se modificó el código, el
levantamiento de la prohibición anterior en homicidio policía, esto se hizo en
base a que no era por u algo premeditado u obra de alguna mafia o banda.

Momentos recordables: La
entrada en comisaria con esa loca que denuncia que sus vecinos está fabricando
una bomba nuclear y como el agente le sigue la corriente de modo delirante. En
realidad esto es una crítica al estado general de una sociedad estadounidense
en paranoia atómica por la Guerra Fría; El tramo en que el Tte. interroga a
Mary por el Dr. Schneider, esta niega conocerlo, al final termina derrumbándose,
el Tte. hace entrar a McLeod y su esposa entre lágrimas le cuenta un oscuro
secreto haciendo añicos el mundo de puritanismo que McLeod había construido,
espetando su ideario reaccionario a ella, y ella viniéndose abajo; Tras hablar
con su compañero Lou en la azotea, Mcleod recapacita y vuelve a hablar con
Mary, y lo que parece será una reconciliación saca los fantasmas incrustados en
McLeod autodestruyéndose por completo su alma; Físicamente lo hará en el
clímax, cuando uno de los ladrones, Charlie, arrebata una pistola a un agente y
amenaza a la comisaria, McLeod sabiéndose en caída se enfrenta desarmado al
criminal, su mirada encendida lo dice todo, el criminal le dispara varias
veces, aprenden al baleador, McLeod malherido, en un acto de redención personal
decide romper la denuncia que había hecho contra un estafador al que su amigo
Lou le había pedido le diera una segunda oportunidad, señal de que creía en que
todos podemos tener un error, y esto no nos tiene que condenar para siempre,
esto segundos antes de caer al suelo mortalmente en medio de la comisaria,
siendo este el último y turbador-poético último plano.
Hombre que quiere quitarle
una denuncia al que le robado: - Apuesto por caballos, ¿por qué no iba a
hacerlo por un ser humano?
McLeod: - Siga con los
caballos, tienen un porcentaje de acierto más alto
Obra notable, apasionante en
su sentido de profundidad emocional, muy recomendable recomendación para una
obra que no pierde frescura con el tiempo. Fuerza y honor!!!
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