DERSU UZALA (1975)
El maestro japonés Akira
Kurosawa se trasladó por vez primera a rodar fuera de su país (siendo también
la primera que no rodaba en lengua nipón, y la única que filmó en 70 mm),
regalándonos con ello un Clásico imperecedero de aventuras, un glorioso canto a
la amistad y a la comunión del hombre con la naturaleza. Historia real basada
en los cuadernos de viaje (1923) del científico y
explorador ruso Vladimir Arseniev, que a principio del SXX realizó varias
expediciones a la taiga siberiana (concretamente la región Krai y Sijote-Alin en el lejano oriente
siberiano) para cartografiar el territorio, y estudiar los pueblos aborígenes, trabando en
estos viajes una sólida amistad con un veterano cazador nómada, el goldi
(indígena del territorio) Dersu Uzala. En 1971, Kurosawa intentó suicidarse
durante un período malo en su carrera, se cuestionó su capacidad creativa tras
el fracaso comercial de “Dodes'ka-den” el año anterior y la posterior
denegación de fondos para sus producciones por los estudios japoneses. En 1972 el productor Yoichi Matsue y su asistente Teruyo Nogami fueron
abordados por el estudio soviético Mosfilm para una adaptación de las memorias
del ruso Vladimir Arseniev, Matsue firmó el acuerdo con la
condición de que Kurosawa tuviera el control creativo total sobre la película. Mosfilm quiso al actor fetiche de Kurosawa, Toshiro
Mifune para Dersu, pero
Matsue los convenció de que Mifune no se uniría a u proyecto de tan larga
producción. La espléndida obra ganó el Oscar a la mejor
película extranjera.
En 1910 un oficial ruso,
invadido de melancolía, busca en un bosque el lugar donde está enterrado un
amigo, los árboles que señalaban su ubicación han sido talados, es el avance de
la civilización. Seguidamente, mediante un “flash back” dividido en dos partes
pasamos a 1902, vemos a ese capitán (Yuri Solomin) al mando de un destacamento
de soldados caminar por el bosque siberiano con el fin de hacer un trabajo de
topografía. En medio de la noche, los soldados se alarman al oír un ruido: “No
disparen, soy gente!”. Es Dersu Uzala (Maksim Munzuk), viejo cazador que es
contratado como guía.
Kurosawa dirige con sobriedad
pero con solidez lírico-narrativa, en un desarrollo sereno, pero fluido, melancólico
pero exaltando la épica de la naturaleza siendo el hilo conductor la voz en off
del propio Vladimir Arseniev, ello
relatando la historia en flash-back, discurriendo el film mediante episodios de
aventuras cosidas por mágicos cielos infinitos, y por la emoción que destilan
los fotogramas, respirándose la hostilidad ambiental. Relato impregnado de
silencios que hablan más que las palabras, de miradas, de gestos, de
sensaciones, de diálogos escuetos, mientras nos va empapando la sabiduría de
este humilde nómada, un espíritu libre que no p puede ser cercado entre
paredes,
La cinta resulta una
maravillosa odisea por vastos territorios hostiles y hermosos y colosales a la
vez, lugares azotados por las inclemencias meteorológicas, el viento, el frío,
la nieve, etc, donde Kurosawa nos muestra con brillantez como el ser humano es
una hoja que intenta sobrevivir ante el Dios Naturaleza, destilando en cada
fotograma el realizador un canto de amor a la Tierra, una oda a la beldad de
los paisajes vírgenes, a la vida, a la amistad desinteresada, un alegato a favor
del medio ambiente, una loa a saber apreciar las pequeñas cosas que nos da la
vida, al altruismo, a la solidaridad, a la vida sencilla, y una sibilina
crítica a nuestra acomodaticia sociedad. Es la épica de la rutinaria
subsistencia del ser humano en las peores condiciones y saber hacer de estas
algo cotidiano, todo ello revestido de un sólido mensaje humanista, costumbrista
y naturalista.

El director japonés nos lleva
por majestuosos escenarios, donde el hombre queda minimizado al máximo, es un
juguete de las fuerzas de la naturaleza, y en ellos se forja un bromance que te
cala, describiendo aceradamente a los protagonistas en un arco de evolución
profundo, sabiendo hacer Kurosawa que nos sintamos el capitán ruso y nos
quedemos hechizados por la personalidad de este entrañable indígena que es todo
bondad, solidaridad, altruismo, honestidad, nobleza, integridad, generosidad,
ello en contraste con el individualismo y egoísmo de nuestra “moderna”
sociedad, quedamos maravillados por la voz de su experiencia, ello sobre todo
por el choque de culturas de uno y otro, y entre los dos surge de modo natural
y fluido la confianza, aflorando puros sentimientos de camaradería, creciendo
con episodios que los van marcando, una noche bajo
las estrellas, una comida en el claro de un bosque, una conversación sencilla
junto al fuego del campamento, o los más intensos de tener que sobrevivir
juntos en una dura noche en un lago helado, la aventura en una balsa a la
deriva por los rápidos de un rio, o el enfrentamiento con un tigre siberiano.

El característico y fascinante
pulso para la acción del realizador japonés, demostrado ampliamente en las
escenas de geniales coreografías de samuráis, aquí esta se enfoca la lucha del
hombre pero contra la hostilidad de la arbitraria naturaleza salvaje, la
batalla diaria por la supervivencia en un lugar cruento. De esta contienda
diaria surge lo mejor y lo peor de las personas, brota su esencia primitiva, de
cómo debe aprender a convivir en un entorno atávico, esto lo representa en su
nivel máximo el errante Dersu, una especie de druida que se ha mimetizado de
modo sensible con la taiga siberiana, hombre de una pureza integra sublime, un
ser generoso y solidario sin pretender se lo gradezcan (de hecho ni conoce por
los que se llega apreocupar), no entiende el materialismo del dinero, caza lo
necesario, etc. Manando una elegía al “buen salvaje”, a como sus tradiciones y
su arcaico modo de vida son la prehistoria del ahora llamado ecologismo, ello
contraponiéndolo a los vicios de nuestra “civilización”, que claro que tiene
sus muchísimas virtudes, pero también su taras, como es su desconocimiento del
poder y belleza omnímoda de la naturaleza. El film además intenta reflejar el
crepúsculo de una época, como bien marca el prólogo (cuando Arseniev busca la
tumba de su amigo que estaba en un bosque, en lo que ahora es un descampado
donde crece un poblado), el fin de un tiempo, de cómo la “civilización” se
traga y devora bosques en nombre de los “avances” y las comodidades, de cómo
esta “modernidad” tritura culturas y modos de vida ancestrales, el “progreso”
no siempre es equilibrado y puede provocar extinciones de tribus, animales, y
ahora el último elemento en riesgo es el Frío, por el llamado cambio climático.
El corazón de la historia se
parte en dos expediciones cartográficas: La primera en 1902, cuando Arseniev
conoce a Dersu, con su entrada gloriosa nocturna, se oye su voz que se acerca
al campamento militar “No disparen, soy gente!”, tras lo que
germina la amistad entre él y el capitán, siendo el zenit cuando una noche, en
un lago helado Dersu con su veteranía en la tierra consigue salvar la vida a
los dos, luego llega su estremecedora despedida; Hay una elipsis y saltamos a
1907, con el cálido reencuentro entre los viejos amigos, tiempo que para Arseniev guarda “los recuerdos más felices” de sus
días junto a Dersu, con acoso de tigres, la vibrante aventura de la balsa a la
deriva por el río, o el hermoso carrusel de fotografías, pero hay un hecho que
lo cambia todo, es cuando Dersu dispara sin querer al tigre Amba, el que él
según sus creencias es el espíritu de la taiga. A partir de aquí todo se vuelve
más sombrío e irritable con Dersu, esto va unido a la decadencia física
del cazador, expuesta en su pérdida gradual de visión, hasta el zenit de
la caída de Dersu, su batalla onírica en
la noche contra el fuego y Amba.
Le pongo el
defecto que tras 140 minutos apenas sabremos algo de la cultura y
tradicionalismo de Dersu, solo pequeños apuntes, todo muy esquemático, esbozos
aquí y allá, el estudio antropológico de los goldis queda en meros apuntes a
pie de página que nos hurtan darle más fondo y sentido al carismático Dersu
Uzala.
Maksim Munsuk como Dersu Uzala
lo borda, su tremendo carisma y empatía traspasa la pantalla, su mimetización
con el personaje es abrumadora, nunca puedes pensar que tras ese ajado rostro
hay un actor, es el cazador nómada, aportando profundidad, emoción, humildad, simpatía,
solidaridad, con un lenguaje gestual fascinante, con sus piernas arqueadas, con
las arrugas de sabiduría en su rostro, Gloriosa interpretación. Yuri Solomin encarna con curiosidad y cariño al capitán Arseniev, tiene
una gran química con Maksim, entre los saltan chispas de autenticidad. No hay
secundarios de mínimo peso, quizás este es un defecto, el apoyado estas caracterizaciones
con algunas interrelaciones que dieran más fondo al relato.

La puesta en escena resulta
memorable, con un excelso diseño de producción de Yuriy Raksha (“La ascensión”),
rodándose los magnos exteriores Primorsky Kray (Siberia), en el Lejano Oriente
de Rusia, lindando con China y el Pacífico, en escenarios enaltecidos por la extraordinaria
fotografía en 70 mm de Asakazu Nakai (“Vivir”, “Los 7 Samurais” o “Ran”), Fyodor Dobronrarov (“Las nuevas aventuras de
los incapturables”), y Yuriy Gantman, sobresaliendo hermosas tomas panorámicas,
haciendo de la cámara la cámara un pincel con el que pintar exuberantes cuadros de una beldad sibarita, consiguiendo integrar a los humanos en simbiosis con
los salvajes lares, con sus valles, ríos, lagos, bosques, valles, etc, con
profusión de sugestivos travellings, haciendo de la grandiosa naturaleza el
co-protagonista del film, sabiendo amoldarse a los momentos íntimos, a los
expresivos primeros planos, ello en un patinado cromático prodigioso, ello en
contraste con el tramo de la vivienda del
capitán en Khabarovsk, transmitiendo claustrofobia en sus opresivas
angulaciones y estatismo. Se suma el score tenue nada intrusivo de Isaak
Shvarts (“Sol blanco del desierto” o “La joven Catalina”).
Spoiler:




Momentos recordables: Plano
secuencia inicial, prólogo en que vemos a Arseniev pesaroso por no reconocer el
lugar donde está la tumba de su amigo Dersu, el lugar está siendo invadido por
la “civilización” en modo poblado; El grupo guiado por Dersu llega a una cabaña
abandonada, pernoctan allí, y por la mañana antes de partir Dersu le pide al
capitán fósforos,
sal y arroz para el próximo viajero que pueda llegar a la cabaña, dando ver a
Arseniev la gran calidad humana del cazador goldi, capaz de hacer el bien sin
esperar nada a cambio; Cuando Dersu deja a los
soldados abrumados , estos están practicando el tiro contra una botella
amarrada a una cuerda sobre un árbol que bambolea, ninguno le da, y le dicen a
Dersu que lo intente él, Dersu dice que no, que las botellas en la zona son
bien preciado, él le dará a la cuerda y se quedara con ella, y así lo hace,
dejando cariacontecidos a los militares, y sonriente al capitán que observa la
escena; El sublime tramo en que Dersu y el capitán quedan aislados sobre un
infinito lago helado, si no consiguen refugio morirán por las bajas
temperaturas de la noche, pero la fuerza de voluntad e inventiva de Dersu los
salvará, ello en unos minutos agobiantes, sofocantes, donde la ventisca gélida
ambiental te cala en los huesos, la muerte les acecha, pero las ganas de
sobrevivir se imponen, monumental segmento, con el epílogo reconfortante de ver
por la mañana al capitán acurrucado en el improvisado refugio de ramas
aguantado por el trípode del aparato de topografía; La trémula despedida primera
entre Dersu y el capitán, tras darse un parco apretón de manos se separan,
Arseniev por las vías del tren y el cazador ladera arriba, de pronto los dos al
unísono se dan la vuelta y se gritan un último saludo símbolo de su naciente
amistad; El momento del reencuentro años después en la taiga, exultación del
cariño mutuo que se profesan, sonriendo y saltando, hay una elipsis y vemos a
Arseniev y Dersu junto a un fuego nocturno, mientras al fondo vemos a los
soldados en torno a otro fuego cantando un nostálgico tema, respetando la
intimidad del momento de camaradería; El vibrante tramo de la balsa que va a la
deriva por el río de aguas bravías con Dersu a bordo, muy realista; En 1961 los
rusos llevaron a la gran pantalla la vida de este peculiar cazador (Dersú
Uzalá) nómada, de aspecto simiesco y piernas arqueadas, perteneciente al pueblo
nanai, antiguamente conocidos como "goldis" de la taiga plagada de
bosques de coníferas, entre cedros y pinos del Lejano Este Ruso, entre Siberia
y el océano pacífico de la mano del cineasta ruso Agasi Babayan y basada en los
libros del científico y explorador soviético Vladimir Arsenyev durante sus
viajes (1902-1907) con fines cartográficos a la región de Ussuri, bañada por el
río del mismo nombre que transcurre entre el noreste de China y la citada
región del Lejano Este Ruso; La noche onírica que Dersu ya abatido batalla
contra la sombra de un tigre con una antorcha, su dolor nos conmueve; El
agobiante, sobre todo con relación con lo anterior visto, tramo de Dersu en la
casa del capitán, el agobio y la asfixia nos llega por lo bien que está filmado
en su angulaciones, llegando a parecer más frías las paredes que la noche del
lago.
Frases de Dersu: "El sol es gente, gente muy importante. Si el sol muere todos
mueren"; "A veces la montaña, el bosque, parece que nos den la
bienvenida, pero en otras ocasiones se muestran salvajes, hostiles"; "El
comerciante me robó el dinero, no se por qué..."; "El fuego es un hombre"; "El agua es un hombre, también".
Recomendable y
clásico del Séptimo Arte, imprescindible a todo cinéfilo que se precie. Fuerza
y honor!!!
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