LA JAURÍA HUMANA.
Espléndido
film de Arthur Penn, una infravalorada obra que el tiempo ha ido mejorando con
los años como el buen vino, arremete con saña contra doble moral pueblerina,
contra las lacras que poblaban el medio oeste americano en aquella época de
finales de los 60, el racismo, el clasismo, la podredumbre moral, la liberación
sexual, las fiestas depravadas, vamos
algo atemporal. Es una cinta eminentemente de productor, Sam Spiegel era un
gran admirador de la megalomanía de los Irving Thalberg, David O. Selznick o
Samuel Goldwyn, venía de producir las grandes “La Reina de África”, “La ley del
silencio”, “El puente sobre el río Kwai”
y “Lawrence de Arabia”, vio en la polémica novela del Premio Pulitzer
Horton Foote (guionista de “Matar a un ruiseñor”) “The chase” un vehículo para
grandes actores e historia con punch, compró los derechos del libro y fichó a
la comprometida guionista Liliam Hellman (“La loba”, “La calumnia” o “Julia”) para
adaptarlo, y contrató a un director en auge y también comprometido socialmente
con la política de Kennedy, Arthur Penn, y para los papeles principales puso a
estrellas en ciernes como Robert Redford, James Fox, Jane Fonda, Robert Dufal,
a otras veteranas como E.G. Marshall, Henry Hull o Miriam Hopkins y a otras ya
contrastadas como Angie Dickinson y sobre todo al Titán Marlon Brando,
curiosamente Arthur Penn rompió su contrato al no poder decidir el montaje
final y ver como desaparecían casi todas las improvisaciones de Brando, no sé cómo
era lo que quería el director, pero el resultado final es magnífico en su mensaje
“destroyer” contra una sociedad decadente y corrompida hasta las entrañas.
La cinta es una sangrante radiografía de un
microcosmos que refleja el crisol de la sociedad americana, un collage de
personas envueltas en una decadencia espiritual desesperanzadora, se tocan
temas tan controvertidos como la xenofobia, la revolución sexual, con profusión
de adulterios más o menos consentidos, tocando temas además como las envidias,
el egoísmo, la lujuria, la hipocresía religiosa, el despotismo, la avaricia, la
paranoia ante lo desconocido, el libertinaje, el alcoholismo, complejos,
inseguridades, lucha de clases, los
prejuicios, la codicia,ello en un marco cerrado de un pequeño pueblo, en un
intenso y gradual desarrollo hacia el caos y la anarquía donde la depravación
corre como la pólvora, hacia derivar en un explosivo clímax final que entronca
con “Furia” de Fritz Lang, “El Gran Carnaval” de Billy Wilder, “Solo ante el
peligro” de Fred Zinnemann (curioso, los tres directores de ascendencia
germánica) y mezclado con la posterior “Perros de paja” de Sam Peckinpah. Es un
film con hábiles resonancias a la situación coetánea, con revueltas sociales,
proliferación de la violencia, uso cotidiano de las armas, mucho imperante
racismo. La historia tiene la ágil singularidad que todo sucede en un día, en
una alocada noche de Sábado de Fiebre donde las pasiones más bajas se desatan
entre fiesta y fiesta, acrecentado todo por una construcción de personajes
brillantes, en pocas pinceladas quedan definidos, es una autopsia a un
microuniverso agonizante, un lugar en apariencia bucólico, pero a medida que
avanzamos lo hediondo de su falsa doble moral nos socava. Es una ingeniosa
introspección de la América Profunda, donde se guardan las esencias de lo mejor
y lo peor del “Sueño Americano”, con una sobresaliente ambientación donde te
cala el calor, te llega el sudor de los personajes, te ves arrastrado en su
degeneración moral, en lo que es un
pesimista fresco de la ponzoñosa Condición Humana, lienzo de personas que viven
inmersas en un océano de banalidad y superficialidad,
Arthur Penn |
El realizador Arthur Penn provenía de un nueva generación de cineastas,
los de los 60, que sabían mirar el ombligo de una sociedad americana demasiado
idealizada hasta entonces, directores como Frankenheimer, Sidney Lumet,
Peckinpah o Penn con su gran sentido del ritmo
supieron marcar un antes y después para modernizar el cine. Penn rueda
con fluidez, tomándose su tiempo para la telaraña de interrelaciones que
acontecen en el pueblo, sabiendo aumentar con paciencia el akelarre que se
atisba, en un increscendo dramático que nos va oprimiendo, hasta que la bomba
estalla, una brillante alegoría de la violencia latente que se propagaba por
USA, una ácida crítica al “american way of life” y al capitalismo despiadado, a
la superficial burguesía, al desmadrado uso de las armas, rodada con nervio,
comprimiendo el aire hasta convertirlo en claustrofobia, edificando un perturbador
relato, rebosante de complejidad, de diálogos mordaces, véase los referentes a
los que implican armas con el doble sentido (sexual)
El elenco actoral resulta un
robusto pilar para esta denuncia social, empezando por un Marlon Brando en una
carismática actuación, flota sobre la pantalla con una aura de honestidad e integridad
fascinantes, la empatía con él es total, con un portentoso magnetismo, con un
lenguaje gestual fenomenal, digno de uno de los Grandes, con matices, emitiendo
toda una gama de emociones, desde la resignación, el nihilismo, la mesura o la
ira, todo con una honda intensidad. Muy bueno E.G. Marshall como el millonario
arrogante que cree poderlo comprar todo. Jane Fonda en su primer papel
importante, hermosa y encantadora como la esposa del prófugo y amante del mejor
amigo de este, una racial interpretación, papel para el que adicionó Faye
Dunaway, a esta actriz después Penn le dio el rol de su vida
en “Bonnie & Clyde”. Robert Redford resulta una plácida presencia, la mayor
parte del tiempo lo vemos huyendo y escondiéndose, para hacia el final tener
una absorbente charla con su esposa y “amigo”. Angie Dickinson además de
exhibir belleza, desborda dulzura y amor por Calder, mucha química con Brando. James
Fox encarna con flema y sentimiento al enamorado de la mujer de su amigo, se
debate entre contentar a su padre o hacer lo que desea realmente. Robert Duval
está fabuloso como Edwin, el pusilánime cornudo, moviéndose con temor y
patetismo por la pantalla. Janice Rule como
la pendona esposa de Edwin lo borda, con sensualidad, picarona, perversa, y muy
juguetona, estupenda. Richard Bradford enérgico como Damon Fuller, el
adultero esposo, un pendenciero borrachín, racista que se cree con derecho a
imponer su propia justicia, aunque sea apalizando al sheriff, brutal momento
este. Steve Ihnat es Archie, una serpiente siempre al acecho de Damon, teniendo
su minuto de gloria al final. Miriam Hopkins como la madre de Bubber derrocha
furia. Henry Hull, en su última película, es Realton Briggs, una rata que
se pasea con buenas maneras por el pueblo con su mujer, en realizad un
carroñero dispuesto a aprovecharse de la desesperación de la gente o ser un
asqueroso voyeur del sadismo del pueblo, como curiosidad la esposa de Realton es
la hermana mayor de Marlon Brando, Jocelyn. Martha Hyer es Mary, la bebedora
esposa de Damon, al que su marido humilla, ella se ha convertido en una cínica.
Joel Fluellen es el guardián de la chatarrería Lester Johnson, un negro al que
el pueblo veja por su color, emite gran contención. Hay muchos más personajes
trazados de modo meritorio para componer este deprimente puzle.
Frases lapidarias del sheriff Calder: <Acabo de
encerrar a un hombre que no ha hecho nada, solo para que no lo linchen. No me
gusta este trabajo. No quiero que mis hijos crezcan en una sociedad como
esta>; <Todas las buenas intenciones del sábado noche se olvidan con la
resaca del domingo>.
En conjunto queda un film que
sabe diseccionar con garra y coraje una sociedad en plena caída moral. Fuerza y
honor!!!
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