EL MAESTRO DEL AGUA.
Prometedor debut en la dirección del neozelandés Russell Crowe, se le denota
sensibilidad, ganas de agradar, pretensiones, rueda con buen gusto, aunque desequilibrios,
conjuga en un relato épico, el drama, la acción, la aventura, el romance en una
historia de eminente carácter antibelicista, con un argumento con claro sabor
humanista, en donde Crowe enfrenta a diferentes bandos, enemigos en el pasado,
alejados por miles de kilómetros, culturas diferentes, pero unidos por el dolor
de la pérdida en el campo de batalla, este elemento es el mejor manejado por el
novel realizador, hermanando a dos comunidades en dos personajes, Joshua y
Hasan, son en la otras vertientes donde Crowe patina, la subtrama romántica se
nota metida con calzador, totalmente prescindible, tampoco la acción es bien manejada,
quedando algo torpes estos momentos. Este es un film hecho con la pretensión de
homenajear en el Centenario a los Anzac caídos en la batalla de Gallipoli, más
de 8000, que se conmemora el 25 de abril de 1915.

Arranca con un prólogo en
1915 en la península turca de Gallipoli, allí las fuerzas británicas se han
retirado tras meses de cruentos enfrentamientos contra las fuerzas otomanas,
con un rastro de miles de muertos, una de las batallas más trágicas de la Gran
Guerra. Saltamos cuatro años a Australia, el protagonista es Joshua Connor
( Russell Crowe ), un granjero que además es un zahorí,
experto en localizar pozos de agua, está casado con Eliza ( Jacqueline McKenzie ), está sufre trastornos mentales de
demencia por la pérdida de sus tres hijos, Arthur (Jack Patterson de joven, Ryan Corr de mayor), Edward (Aidan
Smith de joven, James Fraser de mayor)
y Henry (Ben Norris de joven, Ben O'Toole de mayor), servían en los Anzac
(Ejército conjunto de Australianos y Neocelandeses), y murieron en la Batalla
de Gallipoli, Eliza culpa a Joshua de que hubieran ido a la Guerra, por esta
profunda depresión ella se suicida, tras enterrarla, Joshua le promete en su
tumba que irá a Turquía a por los cuerpos de sus vástagos y los enterrará junto
a ella. Su primera parada es Estambul, se establece en un hotel dirigido por
Ayshe (Olga Kurylenko ), una viuda con un simpático hijo, Orhan
(Dylan Georgiades), perdió a su marido en la Batalla de Gallipoli, tras las
trabas que le ponen para visitar Gallipoli Joshua decide visitar por su cuenta
el lugar, lugar que se encuentra tomado por turcos y británicos que están en
una misión para dar buena sepultura a los miles de fallecidos allí. Al mando de
la operación está el Mayor Hasan (Yilmaz Erdogan ), oficial turco, y el oficial Anzac Cyril
Hughes ( Jai Courtney ). También tienen
importancia en la historia Omer (Steve Bastoni), cuñado de Ayshe con el que
tiene el acuerdo de casarse, y el Sgt. Jemal
(CemYilmaz ), lugarteniente de Hasan.
El guión de Andrew Anastasios y Andrew Knight, se basa en el libro del mismo nombre
del propio Anastasio y su esposa Dr. Meaghan Wilson-Anastasios, el escritor
Andrew mezcla experiencias de su vida, estuvo haciendo estudios de arqueología
en Turquía (allí conoció a su esposa) o que su padre era zahorí, con la raíz de
la historia, y es que estaba documentándose sobre un trabajo sobre la historia
de Australia cuando encontró una carta del oficial de
alto rango Cyril Hughes, encargado de recuperar y enterrar los cavadores del
campo de batalla en Gallipoli, en ella leyó <Un viejo amigo logró llegar
desde Australia, en busca de la tumba de su hijo>, y esta semilla germinó en
el libro y después en el guión. El resultado final es un híbrido entre “Salvar
al soldado Ryan”, “Largo domingo de noviazgo” y “Gallipoli”, de esta última se
puede considerar una especie de segunda parte.


Crowe en su primera obra
expone un buen sentido del ritmo, no cae en la megalomanía de al contar una historia
épica tener que hacer un metraje megaextenso, no llega a las dos horas. Es una
cinta que toca temas universales, como el dolor por la pérdida, las relaciones paterno-filiales,
la dignidad, el machismo cultural, el antibelicismo, los sentimientos de culpa,
la amistad por encima de las barreras nacionales, y sobre todo el perdón, todo
tratado con sensibilidad. En el film se entrecruzan varias intrahistorias la
principal, la de la formación de la nueva nación turca nacida tras la Gran
Guerra, y la de Ayshe, mujer abocada por tradición a casarse con su cuñado tras
la muerte de su esposo, esta la más débil, además de muy previsible se hace En algunos
mementos demasiado edulcorada (azucarada
la escenita salpicándose agua en la fuente, y no apta a diabéticos la de las
velas). La cinta aborda con equidistancia y sin manierismos el choque de la
cultura de un australiano en una Turquía eminentemente musulmana, una visión
respetuosa donde no caben los buenos y malos, nos muestran la Guerra como un
hecho donde todos tienen muertos y donde el dolor no es patrimonio de un solo bando,
en este sentido la parte de más calado emocional de la narración es la
espléndida relación entre Hasan y Joshua, muy construida y delineada, con
diálogos brillantes, exudando camaradería y comprensión. En su primera mitad
está lo más destacable, con un arranque estimulante, con el “asalto” turco a
las trincheras aliadas en Gallipoli, resulto de modo sorprendente, para después
trasladarnos a Australia, con una secuencia de marcado carácter naturalista,
exhibiendo el tono místico del protagonista, un zahorí en su labor de encontrar
agua, muy bien presentado, con sus métodos cuasi-chamanes, y con la excavación
del pozo, muy bien rodado, luego está el encuentro con su trastornada mujer,
con diálogos mordaces, vemos la escena catárquica del suicidio, la agria charla
con un sacerdote, donde queda patente una ácida crítica al papanatismo
religioso, vemos una escena con reminiscencias fordianas en que el protagonista
charla con la tumba de su esposa, saltamos a Turquía y se produce una divertida
persecución por las abarrotadas calles de Estambul, resulta de forma
inesperada, se produce el paréntesis pasteloso del encuentro entre Ayshe y
Joshua, tras algún vaivén, Joshua llega a Gallipoli, produciéndose un bello
tramo donde se respira el aire trágico de un lugar muy espiritual, y se da el encuentro clave en
el film, Hasan con Joshua, la verdadera salsa del relato, también se produce un
álgido tramo en el flash-back de la tormenta de arena en Australia, brillante, a
partir de que el protagonista vuelve a Estambul, el nivel de la historia baja,
derivando en algunos momentos frágiles de analizar, cayendo en tópicos y
clichés, el empalagoso romance y lo de villanos y buenos, donde los malos son
los griegos y los bienhechores los demás. Bueno en este caso se nota cierto
trazo grueso, en el de estereotipar a los personajes, los australianos
valientes y tozudos, los turcos honorables, los ingleses petulantes y pomposos,
y los susodichos griegos meras caricaturas malvadas.

En el lado negativo hay algún
elemento más, como el uso un tanto artificioso del libro de aventuras “"Las
mil y una noches", orgánicamente metido con calzador, también me queda
arto forzado lo de tener que suspender la credibilidad con lo de que el zahorí
no solo descubre agua, si no que es capaz en un campo de decenas de miles de muertos
descubrir sensorialmente donde están los cuerpos de sus hijos, ala, con dos...
me chirría, debería este recurso haberse manejado con más tino. Tampoco Crowe
es muy ducho en la construcción de las escenas de acción, con demasiados
efectos de cámara, slows, zooms, regularmente salpicados, la lucha bélica del flash-back en Gallipoli me
resulta muy pobre, hermana bastarda de las de “Sin novedad en el frente o “Senderos
de gloria”, desangeladas y poco creíbles, o la recreación inverosímil de los
hijos de Joshua en la batalla, chirriante, y es que Crowe se muestra torpe en
el uso de los flash-backs, quizás como primerizo está inseguro y debe remarcar
la historia con machacones retrocesos al pasado que con más pericia se podría
haber ahorrado, a estas inseguridades achaco el mal manejo de la música, decide
sobreexponerla para enfatizar artificialmente algunos diálogos, tampoco en la secuencia en Anatolia del tren,
del enfrentamiento entre Griegos y turcos deja buenas sensaciones, con un final
para el tramo un tanto sonrojante, y es que es en la segunda parte donde Crowe
parece dejarse ir, con final aturullado, nada convincente. A estas taras añado
que no se mencione nada del Genocidio Armenio, los turcos durante la Gran
Guerra perpetraron el primer Holocausto del SXX, más de un millón de
armenio-cristianos fueros deportados y asesinados por el ejército turco,
tomandolos como chivos expiatorios por su desastre en la Guerra contra Rusia,
se lo achaco a que los turcos dieron facilidades para el rodaje en su país,
seguro no hubieran dejado si se menciona algo de lo que ellos no reconocen
haber hecho.

La puesta en escena resulta
notabilísima, con un gran uso de escenarios, con un sugestivo diseño de
producción de Chris Kennedy (“La carretera”, “La proposición” o “Lawless”),
rodando en Australia y Turquía, estos lares maximizados por la bella fotografía
de Andrew Lesnie (toda la saga “El Señor de los anillos” y “El Hobbit”), en los
tramos australianos juega con la luz, con tonos ocres, con contraluces,
captando la grandeza y hermosura de la tundra australiana, con tomas muy
lindas, espectacular en la secuencia de la tormenta de polvo, también
experimenta con las sugerentes puestas de sol, los cielos infinitos, con tomas
cenitales estupendas, un gran pilar este elemento, resaltando la aridez de un lugar
muerto como Gallipoli.
Russell Crowe en su vertiente
actor deja una actuación muy sentida, con carisma, enjundia, peso, sin
sobreactuar, derrocha personalidad y empatía, un tipo con un aura espiritual,
pero que a la vez dejó de creer en Dios tras la muerte de sus hijos, es un
hombre atormentado por el peso de la culpa de no haber sabido cuidar de sus
hijos, que empr4ende un viaje buscando la redención personal, muy bueno. El actor y director turco Yilmaz Erdogan, es la grata
sorpresa del film, maravilloso desde el inicio salvaguardando al niño en la
batalla, dota de matices y humanidad a su rol, consiguiendo opacar por momentos
a Crowe con una formidable interpretación. Olga Kurylenko expone
una tremenda belleza, encanto, simpatía, tiene química con Crowe, pero es un
personaje meramente comercial, para aportar un romance, se nota incrustada
alevosamente. Steve Bastoni como el cuñado de Ayshe deja un buen poso con rol
que no cae en el histrionismo guiñolesco, en sus pocos momentos lo dota de alma
y tridimensionalidad. El chico Dylan Georgiades, en su debut en cine deja un
gran magnetismo con la cámara, en algún momento se pasa de rosca de cariñoso.


La Batalla de
Gallipoli (también llamada de los Dardanelos) se originó por el plan del alto
mando británico, a la cabeza Winston Churchill, querían crear una cabeza de
puente para unirse a las fuerzas zaristas y de este modo ayudar a estos en el
frente oriental contra alemanes y austro-húngaros, y de paso acabar con el
Imperio Otomano ya renqueante por sus pérdidas en el Medio Oriente, tomando su
capital, Estambul, con las fuerzas británicas estaban los Anzac (fuerzas conjuntas
de Australia y Nueva Zelanda), se le unió el ejército francés. Toda la
operación fue un despropósito, comenzó en febrero de 1915, pretendían cruzar el
estrecho de los Dardanelos en barcos de guerra hacia el Mar Negro, pero este
estaba plagado de minas, así que tras varios bombardeos, el 25 de abril tomaron
tierra en el Istmo de Gallipoli, tomaron una playa donde se establecieron en un punto muerto, durante meses estuvieron estancados batallando contra los turcos,
las fuerzas turcas les masacraban en las alturas de las colinas, pero los altos
aliados por el orgullo de su prestigio aguantaron, mientras los muertos caían
como moscas, hasta que el 9 de enero se retiraron, más de 250000 soldados
aliados (unos 200000 británicos, entre ellos 8000 de ellos eran Anzac, y 47000
galos) y otro cuarto de millón turcos fallecieron en el estrecho margen de tierra,.
El legado fue que el 25 de abril es considerado por Australia y Nueva Zelanda el
día de su fiesta nacional, el Imperio otomano propagó como grandiosa la victoria
sobre los aliados, el militar que dirigió la defensa de la península fue Mustafa Kemal, considerado desde entonces el Gran héroe turco, liderando
un Movimiento Nacional para expulsar a británicos y galos de Estambul tras la
post-guerra, mientras los griegos invadían el oeste de Anatolia, tras sus
éxitos Kemal pasó a llamarse Atatürk (Padre de Turquía), gobernando Turquía de
modo secular, fue presidente desde 1923 hasta su muerte en 1938.
Sumado lo bueno y no tanto me
queda una buena propuesta, entretenida, y esperanzadora de director primerizo, no es Welles o
Laughton en sus operas primas pero deja buenas sensaciones. Fuerza y honor!!!
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