LOS CUATRO HIJOS DE KATIE ELDER.
Entretenido
western, que pese a tener la acción concentrada en su tramo final, va de más a
menos, pues juega mejor con la tensión en su primera parte para generar
atención, que cuando se dan los tiroteos y explosiones, pues estos resultan
bastante ordinarios. Lo he visto con motivo del 60 aniversario de su estreno
(24/06/1965). Dirige Henry Hathaway, adaptando el guion de William H. Wright
(“Colorado Jim”), Allan Weiss (“El ídolo de Acapulco”) y Harry Essex (“Vinieron
del espacio”), que se basa en una historia de Talbot Jennings (“Mutiny on the
Bounty”), que es protagonizado por dos estrellas que vuelven a trabajar juntas
6 años después que lo hicieran en la mítica “Rio Bravo”, como son John Wayne y
Dean Martin, para un relato simple, donde los buenos sin muy buenos y los malos
malísimos, sin complejidades que nos hagan pensar demasiado. Aunque dejan una
bonita carta de amor al Amor de Madre, con una deliciosa caracterización de la
matriarca de los Elder, cuando paradójicamente no aparece en pantalla, lo cual
me hace recordar en este sentido de ausencia-presencia constante a “Rebecca” por
cómo te hace sentir a esta invisible protagonista mediante los recuerdos de la
gente y como la delinean dulcemente, por esa joven mujer que habla de ella con
cariño por como la cuidó y remata con ese elemento que leit-motive de la
mecedora, ese funerario que habla que cuenta como planeó con ella una encerrona
para mandar al hijo menor a la Universidad, como le pagó el entierro con
antelación con un caballo, ese tendero que comenta como dio clases de violín a
su hija y como le cosió ropa, ese banquero que comenta como la dejaron vivir en
una cabaña, pero cobrando el alquiler, pues el orgullo de ella le impedía le
hicieran caridad, o ese comerciante de caballos que cuenta a los hijos la carta
que le mandó, todo esto proyecta a una mujer de fuerte carácter, orgullosa,
trabajadora, solidaria, humilde, y que ama con devoción a unos hijos que no se
lo merecen
El director es un
clásico, y no se siente influido por la nueva ola de directores que
revolucionaron el género estadounidense por antonomasia, con renovadores como
Peckinpah y Leone. Siendo en este sentido una del oeste con ribetes
convencionales en su filmación. Para un film que mueve bien las piezas en su
primera mitad, con esa espera en la estación de los tres hermanos al mayor (ese
Dean Martin queriendo apostar con los otros el día del funeral de la madre!),
ese funeral en medio del desierto que cual ojo de Dios se observa desde una
colina entre dos riscos cual columnas deificas, esa camaradería entre los
hermanos, esa intriga que se gotea sobre como pudo perder el patriarca el
rancho, las indagaciones, la gente que les dice que dejen las cosas como están,
lo cual provoca más misterio,
los choques con el
mercenario contratado por el terrateniente local, ese ayudante del sheriff que
no es capaz de razonar. Todo esto evolucionado con un ritmo trepidante, que te
atrapa, con algunas lagunas, pero siéndote atractivo, por esos personajes
vivaces, coloridos.
Pero cuando los Elder
abandonan el pueblo para trasladar unas reses, las incoherencias se amontonan,
las escenas de tiroteos resultan confusas y torpes en su escenificación. Para
desembocar en un final que se traiciona a si mismo, por el mensaje que se quería
dar de no tomarse la justicia por su mano.
Los cuatro hijos adultos
de Katie Elder John (John Wayne), famoso pistolero profesional; Tom (Dean
Martin), jugador profesional; Bud (Michael Anderson Jr.), el hermano menor, en
su primer año en la escuela de minería; y Matt (Earl Holliman), comerciante sin
éxito) se reúnen en su ciudad natal de Clearwater, Texas, en 1898 para el
funeral de su madre, compartiendo el pesar de que ninguno de ellos ha estado a
la altura de sus altas expectativas. Los habitantes del pueblo, el sheriff
Billy Wilson (Paul Fix) y su ayudante Ben Latta (Jeremy Slate) no son muy
acogedores. Sin embargo, Katie Elder era muy querida por todos en la comunidad,
conscientes de su honestidad, su pobreza, su generosidad y su amor
incondicional por los hijos que la descuidaron. Los hermanos quieren hacer algo
por Katie y, tras una discusión sobre monumentos de mármol que termina en
pelea, deciden enviar a Bud de vuelta a la universidad. Sin embargo, Bud quiere
emular a su hermano mayor. Morgan Hastings (James Gregory), armero y empresario
en ascenso, reclama la propiedad del rico rancho de los Elder y el acceso al
agua para su Fábrica de Armas Hastings, alegando que se lo ganó a su padre,
Bass Elder, en una partida de cartas. Bass recibió un disparo por la espalda
esa misma noche; el asesino aún se desconoce. Los Elders sospechan de un crimen
y, previendo problemas, Hastings contrata a un sicario, Curley (George Kennedy).
Un film con sabor añejo
en sus formas, recordando este Clearwater a los pueblos de “Rio Bravo”, “El
Dorado” o “El hombre que mató a Liberty Balance”, en sus calles, callejones,
establos, la comisaria o el saloon. Hay imágenes de gran belleza gracias al
formato de cinematografía en Technicolor de pantalla ancha que filtra el DP
Lucien Ballard (“The Killing” o “Grupo Salvaje”), lo que da cabida a tomas
generales de paisajes resplandecientes en sus cromatismos fulgentes. Estas
imágenes reflejan ese oeste mitificado en cientos de films. Viniéndose arriba
la fotografía y sus ganas de exhibir garra del oeste con el mini tramo de los
hermanos como vaqueros trasladando equinos, parece metido con fórceps, pues
surge el trabajo y los hermanos, que estaban investigando quien y porque
mataron a su padre (esto nunca es un misterio, pues se sabe de principio), lo
dejan todo ipso facto. Todo esto parece estar ahí para meter este elemento
legendario del género y que veamos varios forzados y ya muy usadas (en el
mencionado género) tomas de los protagonistas montados a caballo acercándose a
cámara y hacer un grito al ganado en primer plano y darse la vuelta.
La cinta dista de ser
siquiera notable, pero es un buen pasarratos. Tenemos a cuatro hermanos, pero
uno de ellos resulta un ente cuasi invisible en su carácter inexistente, como
el de Matt (esto se acentúa por como culmina el personaje, *spoiler); La
premisa de que los hermanos tengan como objetivo que el menor estudie en la
Universidad resulta muy rancio, si él no quiere ir, y se nota ya talludito, qué
sentido tiene mandarlo para que no estudie?; Este menor Bud resulta muy
irritante en su bravuconería y su idealización de John Elder; John Elder me es
bastante chirriante en mantenerse sin combatir, y al final pasa lo que pasa
(*spoiler); Lo del sheriff diciendo a John Elder que no importa quien matara
por la espalda al padre es de aurora boreal, un insulto a la inteligencia;
Porque el funerario no denuncia al sicario de Morgan al sheriff por intentar
ahogarlo en el tonel de agua?; Porque el mencionado sicario tiene todos los
dientes en su sitio tras el atronador golpe que John Elder le da con el as de
bastos un la boca?; Lo de que el sheriff vaya solo a detener a Tom, sabiendo
que están los cuatro hermanos en una casa en medio de la nada es inverosímil; Porque
John Elder no menciona la coartada que tiene cuando son detenidos?; Menuda
emboscada ridícula que Morgan perpetra contra los hermanos arrestados, incluso teniendo
a infiltrados, propia del Napoleón de los despropósitos; Porque tras quedar
solos los tres hermanos en el establo en el pueblo no se les ocurre al sheriff
meter fuego al establo para sacar de allí a los sospechosos del asesinato de
Billy; Hay una divertida pelea entre los hermanos en la casa de la madre, tan
chistosa como aparatosa destrozándolo todo, esto para remarcar la camaradería
entre ellos. Algo muy de machos, mostrar los vínculos afectivos a base de
puñetazos (¿?); Esto de la pelea no puede enmascarar la falta un guion que haga
que los hermanos se sientan interrelacionados, no tiene química alguna, todo es
por imperativo del libreto; Pero tendría que haber empezado por la premisa de
que nadie acusa a Morgan de nada y él solito hace caer sobre si mismo las
sospechas, si se hubiera quedado quieto no se habría destapado como un criminal;
También se puede incluir entre las taras el romance metido con calzador de John
Wayne con Mary Gordon, un pegote.
John Wayne da una
actuación funcional, sin matices, haciendo de su encasillamiento de tipo duro
con corazón puro; Dean Martin cumple con su también clásico rol de pícaro sin
más aristas; Earl Holliman (como se parece a Joseph Cotten) como el villano de
turno resulta poco trabajado, muy plano en su maldad, y muy tonto en sus
planes; Entre el resto destaca Dennis Hopper en uno de sus primeros papeles en
cine (aunque debutó diez años antes en “Rebeldes sin causa”), aquí como el hijo
del malo.
Spoiler:
El enfrentamiento entre
Hastings y John Elder me ha parecido poco estimulante, muy rutinario.
Por cierto, desde cuando
un tiro por la espalada (el que le dan a Tom Elder) en las pelis del oeste se
puede curar?
Aunque su clímax sea muy
ordinario en un duelo sin mucha chicha entre los antagonistas, lo que sí es de
gran valor es el plano final. Tras
eliminar John a Hastings, Wayne en su rol visita a la joven amiga de su madre a
la que le ha regalado al mecedora familiar, salen de plano y John roza la
mecedora provocando su movimiento. La cámara no sigue a la pareja, sino que
permanece fija durante varios segundos, cuando los personajes han salido del
encuadre, mostrando ese balanceo, cual presencia espiritual de la Madre de los
Elder, hasta el "The End". Chapeó!
El rodaje debía comenzar
en septiembre de 1964, pero tuvo que retrasarse hasta enero de 1965, después de
que a Wayne le diagnosticaran cáncer de pulmón. Después de la cirugía de Wayne
para extirparle un pulmón canceroso y dos costillas, la estrella insistió en
hacer algunas de sus propias acrobacias y casi contrajo neumonía después de ser
arrastrado a un río.
Las locaciones al aire
libre se filmaron en Durango, en el norte de México, y la escena de los
créditos iniciales, donde una locomotora recorre un estrecho valle con un cañón
fluvial en el famoso Ferrocarril Occidental de Denver y Río Grande (ahora un tren
turístico panorámico), Colorado, Estados Unidos. La escena de la estación de
tren que sigue (donde los hermanos esperan a John Wayne, quien no aparece) se
filmó en Perkinsville, Arizona, y esa misma estación de tren se usó como Gold
City cerca del final de La Conquista del Oeste. Esa estación de tren aún se
mantiene al final del recorrido del Ferrocarril Verde Canyon, tren turístico
que se origina en Clarkdale, Arizona, antes de que el tren dé marcha atrás y
regrese.
Cuatro años después,
Henry Hathaway también dirigió a John Wayne en su único papel ganador del
Óscar, el alguacil estadounidense Rooster Cogburn, en la versión
cinematográfica original de Valor de Ley (1969).
Western ameno sin más.
Gloria Ucrania!!!
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