EL JUEGO DEL CALAMAR. T2
Tras el
éxito de la primera temporada, la serie más vista de Netflix de todos los
tiempos, estaba destinada a ser auto conclusiva, pero se decidió crear una
segunda intentando abrir nuevos senderos, no siempre con triunfo. Creado por el
escritor y director Hwang Dong-hyuk, mientras la primera era un análisis
crítico (bastante de brocha gorda) del capitalismo salvaje, en esta se adentra
en los mecanismos de combatirlo mediante la solidaridad, la unión y derivando
de ello la revolución contra el sistema, habiendo de por medio una radiografía
turbadora de la democracia y como es un imperfecta. En su desarrollo se abordan
temas de la primera como es la avaricia, el darwinismo, el egoísmo, el
sacrifico por un bien mayor, pero en esta además se exploran los mecanismos del
liderazgo, la presión de detentar el poder. Aquí la capacidad de sorpresa es
escasa, el argumento es similar a la primera en su premisa, centrado en el
concurso titular y en sus pruebas ‘sálvese el que pueda’.
Pero como en toda
secuela, lo que no puedan generar en originalidad (sigue siendo una especie de
reality show Gran Hermano, con 456 participantes y solo puede quedar uno, cual
“Los Inmortales” para su premio de 45.600 millones de wones), la estructura, la
ambientación, los decorados, los pintorescos vestuarios (inspirados claramente
en la hispana serie tv “La casa de Papel”), las motivaciones del creador del
concurso iguales, para intentar superarse se aumenta la aparatosidad de
violencia, con más gore, más sangre, más muertos, más escenas de acción. En
esta hay en su rush final, primero una secuencia de carnicería entre los
propios concursantes, ahora ingeniosamente divididos por sus ideas (a favor y
en contra de continuar en el concurso), cual partidos políticos, en 0 y X, se matarán
atávicamente para menguar al oponente. Y es que las ideas expuestas se manejan
en trazo grueso, poco sutilmente. Por supuesto, se introducen personajes
nuevos, siendo estos nuevos otro nuevo grupo de perdedores, con deudas
derivadas de inversiones en criptomonedas, carreras fracasadas como influencers
o facturas médicas, aunque el protagonista se mantiene. Destaca como se ha querido
mostrar el otro lado, el de los guardias mostrando sus motivaciones
El debate y dilema moral
de la primera de que estas dispuesto a hacer por mucho dinero sigue presente,
pero se añade la reflexión sobre como la democracia te puede empujar a alago
inmoral por la codicia ajena, y ante esta visión individualista de creer que la
masa está equivocada solo te queda rebelarte (REVOLUCIÓN). El problema es que
el ideólogo de este plan es un tipo que ha pasado del empático de la primera a
ser un tipo repelente, se cree con derecho a decirles a los demás lo que deben
hacer, algo muy del comunismo y el fascismo (en realidad son lo mismo), un
líder que se cree mesiánico (un profeta que sabe lo que va a pasar) y que por
ello se cree con derecho para guiar a su pueblo. Aunque entre en el concurso
con un plan indefinido, a salto de mata, y cuando al final decide poner en
marcha uno que se le ha ocurrido es inverosímil, no soporta el mínimo análisis.
Produciéndose un clímax torticero y chapucero, primero es que se convierte en
alguien despreciable al sacrificar en su mesianismo a los más débiles (se llama
eugenesia), que los ve morir con frialdad, son de los suyos (X), esto ya me
resulta vomitivo (por no hacer spoiler sigo en zona spoiler). Este rush final, entiendo
lo que quiere decir sobre que hay que rebelarse contra el ‘opresor’, pero está
metido con calzador, de forma que se pega varios tiros en el pie en la forma
tosca de exponerlo. Y encima está claramente hecho para dejar el ‘cliffhanger’
para la tercera temporada, y termina in media res.
La primera temporada del
thriller de supervivencia surcoreano siguió a Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), padre
divorciado y ludópata que se une al Juego del Calamar con la esperanza de ganar
suficiente dinero en premios para pagar sus deudas y mantener a su familia.
Gi-hun y otros 455 jugadores intentaron salir de la pobreza compitiendo entre
sí en nostálgicos juegos de la infancia. Sin embargo, pronto descubrieron que
la eliminación significaba la aniquilación total. A pesar de perseverar como el
concursante ganador y llevarse a casa 45.600 millones de dólares, Gi-hun sigue
atormentado por la experiencia. Incapaz de seguir adelante y disfrutar de su
inmensa riqueza, Gi-hun está decidido a desmantelar el juego desde dentro,
cueste lo que cueste. Tres años después de ganar, Gin-hun ha hecho poco por
cambiar su situación. Paranoico y con problemas emocionales, es solo una sombra
de lo que fue, viviendo en un aislamiento casi total. En lugar de seguir a su
hija a USA, su único objetivo es encontrar la manera de volver al juego y
ponerle fin. Aunque su investigación solo ha dado resultados infructuosos, su
suerte cambia cuando se cruza con Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon), policía se
infiltró en el juego como guardia con la esperanza de encontrar a su hermano
desaparecido, Hwang In-ho (Lee Byung-hun). Hasta que Seong encuentra al
reclutador (Gong Yoo), misteriosa figura ficha jugadores para el juego.
Esta temporada parece
haberse estirado demasiado con mucho michelín a liposuccionar, como es que
tarde tres capítulos en llegarse a la isla con los juegos, dos tediosos primeros
capítulos donde uno hace que preguntarse hacia donde va la serie, cuando el
aliciente es precisamente el título y lo cansino de mostrar a un protagonista
repelente, ya nos e acuerda de su hija, se jugó la vida por ella y que no se
fuera a USA, y ahora ya no existe, obsesionando de modo ridículo con el juego,
atacando con ello la libertad personal de cada uno de los concursante que
aceptan libremente hacer con su cuerpo lo que les venga en gana. Algo de índole
muy fascista y comunista creerse una persona con el derecho de decirle a la masa
lo que está bien y mal.
Lo bueno son las pruebas
o juegos, y volvemos a tener el ya legendario ‘Luz verde, luz roja’ en el gran
patio con la gigante muñeca, pero ahora hay un cicerone que intentará alertar a
los demás del peligro letal de los juegos, como Casandra, nadie le creerá hasta
que sea demasiado tarde y entonces la escabechina. Juegos donde la tensión se
vive palpable en como el cainismo de unos y otros aflora con el rally de pequeños
juegos o el tiovivo musical. Estableciéndose, como en la primera temporada,
alianzas, y traiciones conforme debe primar la individualidad. En esta temporada
se añade el componente de líder revolucionario de Gi-hun, que quiere convencer
a todos de lo nocivo del juego, y cuando no puede por la palabra, pues como tipo
coherente, para combatir la violencia atávica del juego decide acabar con ella
con más violencia y muerte (¿?). Aunque toda la ‘intríngulis’ (vaya palabro) tiene
que ver con la discusión filosófica que tiene con el Líder (entonces Gi-hun no
sabe lo es), consiste en probar la gente puede ser solidaria y pensar en el
bien del otro.
Gran diferencia, que suma
el debate sobre lo bueno o malo de la democracia, es que después de cada juego
(y no solo una vez, como en la anterior), los sobrevivientes pueden votar entre
irse con el dinero conseguido hasta el momento o continuar acumulando más, secuencias
rituales donde vemos lánguidos desfiles que llegan a ser tediosos, cuando
quieren imprimir tensión.
Tiene taras como todo lo
que sucede al policía que investiga desde fuera en un barco con un equipo y un
dron, totalmente superflua, sin conexión con lo que ocurre en el juego, un mal
aperche ya era en la primera temporada, en esta se aumenta.
Entre el elenco repiten dos
personajes. Como es Seong Gi-hun encarnado por Lee Jung-jae, protagonista que ganó
el juego anterior, pero regresa y vuelve a jugar con objetivo de destruir el
juego desde dentro. Pero ahora resulta irritante en su comportamiento de
adanista salva patrias. Porque se cree con más razón para acabar con el juego
que aquellos que si desean continuarlo. De hecho, él mismo en la primera
temporada, tras saber de que iba el juego, ósea, a vida o muerte, se marchó del
juego y volvió a decidir libremente volver, incoherente, no puedo empatizar con
él, me repele; A su lado estará el concursante Nº 1, que al igual que en la
primera temporada (poca originalidad) será el jefe infiltrado (aunque en la
primera temporada esto solo se sabrá al final, aquí se sabe de inicio), pasamos
del tierno anciano, a Lee Hwang In-ho al que da vida Lee Byung-hun (muy
parecido al danés Mads Mikkelsen), en realidad es el supervisor del juego pero
se hace pasar por competidor. El actor da bien con el tipo enigmático que no se
sabe bien a que juega; El villano entre los concursantes es aquí Thanos al que da
vida Choi Seung-hyun (con una interesante intrahistoria *spoiler), un ex rapero
que gusta de ser histriónico, un pastillero carismático, perdió todo su dinero
en una estafa de criptomonedas impulsada por un YouTuber que precisamente está
concursando allí. El actor se nota disfrutando con un papel goloso en su
malicia pícara-juguetona; Jung-bae encarnado por Lee Seo-hwan, amigo de Gi-hun
de la primera temporada, se convierte en jugador, muy percha del protagonista; Está
el rol disfuncional de un hombre císgenero llamado Park Sung-hoon para
interpretar a una mujer transgénero llamada Hyun-ju, lo que llevó a algunos a
opinar que debería haberse elegido a una actriz trans. Desprende empatía en sus
maneras nobles y finas, sin caer en lo fachoso, tiene alma; Hay rizando el rizo
una madre y su hijo (Yang Dong-geun y Kang Ae-shim), demasiado caricaturescos
en su comportamiento edípico, y sabiéndose como acabaran, no sorprenden; Im
Si-wan como Lee Myung-gi, exyoutuber que perdió dinero como resultado de una
estafa de criptomonedas en la que estuvo involucrado. Es el exnovio de Kim Jun-hee
(correctita Jo Yu-ri) otra de las participantes,
tanta coincidencia convierte por momentos la trama en algo telenovelesco;
Asimismo conoceremos un poco a uno de los guardias Kang No-eul encarnada por Park
Gyu-young, ex soldado y desertora norcoreana, encargada de defender el juego y
matar a los jugadores eliminados, quiere la plata para encontrar a su hija que
permanece en Corea del Norte. Rol muy esquemático, como si se hubiera perdido
metraje en la mesa de edición; Todos ellos y alguno más dan un crisol de personajes
interesantillo, pero menos que en la primera parte; me ha llamado la atención
para mal lo desaprovechado que está Gong Yoo como el elegante reclutador, rol
que se nota interesante y potencial en su flema y sofisticación, pero que desaparece
de modo torpe.
Spoiler:
El actor que da vida a
Thanos es Choi Seung-hyun, un rapero famoso en Korea del Sur. En la vida real
fue integrante de la banda de k-pop ‘’Big Bang’’ y un escándalo de drogas (lo
pillaron con marihuana) acabo con su carrera. Lo condenaron e incluso le
prohibieron aparecer en dramas y programas arruinando su reputación. Tras 9
años sin aparecer en ningún sitio, parece haberse vengado de la sociedad
surcoreana interpretando un personaje con el que tiene mucho en común.
Hay un par de muertes
que emocionan: La de Young-Mi (amiga de la Trans, durante el
"Carrusel"), y la de Se-Mi, la chica que se la jugó por el cobarde y traidor
de Min-Su.
Luego tenemos que creer
que los 0 los dejaran montar el teatrillo de hacerse los muertos, amén de que
desde el puesto de vigilancia han podido observar lo que han hecho estos
‘revolucionarios’, que no han participado de la refriega y luego han montado el
teatrillo, y es que no tiene ni pies ni cabeza. Se hacen con las armas de los
guardias con mucha facilidad. Pero es que lo ridículo es lo sencillo que van
ascendiendo por el lugar los revolucionarios, siendo un insulto a la
inteligencia que se muevan todos estos como militares entrenados, y que puedan
contra los guardias que se les supone adiestrados, pues en los combates de
disparos son mejores los revolucionarios, y es que los guardias parecen haber
sido entrenados por los clones de Star Wars, que mal disparan y como se exponen
como patitos de feria. El colmo es la actitud incomprensible del Nº 1, el jefe
infiltrado, que deja hacer a los ‘revolucionarios’ casi hasta llegar a la meta.
Mientras hay que creerse que los 0 en la gran sala se mantuvieran quietecitos
sabiendo que estaban saboteando sus ganas de continuar en el concurso por el dinero,
un sin Dios.
En conjunto, esta
segunda temporada es entretenida, amena, pero con muchas más lagunas que la
primera. Gloria Ucrania!!!
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