domingo, 29 de junio de 2025

 


EL JUEGO DEL CALAMAR. T2

 

Tras el éxito de la primera temporada, la serie más vista de Netflix de todos los tiempos, estaba destinada a ser auto conclusiva, pero se decidió crear una segunda intentando abrir nuevos senderos, no siempre con triunfo. Creado por el escritor y director Hwang Dong-hyuk, mientras la primera era un análisis crítico (bastante de brocha gorda) del capitalismo salvaje, en esta se adentra en los mecanismos de combatirlo mediante la solidaridad, la unión y derivando de ello la revolución contra el sistema, habiendo de por medio una radiografía turbadora de la democracia y como es un imperfecta. En su desarrollo se abordan temas de la primera como es la avaricia, el darwinismo, el egoísmo, el sacrifico por un bien mayor, pero en esta además se exploran los mecanismos del liderazgo, la presión de detentar el poder. Aquí la capacidad de sorpresa es escasa, el argumento es similar a la primera en su premisa, centrado en el concurso titular y en sus pruebas ‘sálvese el que pueda’.

 

Pero como en toda secuela, lo que no puedan generar en originalidad (sigue siendo una especie de reality show Gran Hermano, con 456 participantes y solo puede quedar uno, cual “Los Inmortales” para su premio de 45.600 millones de wones), la estructura, la ambientación, los decorados, los pintorescos vestuarios (inspirados claramente en la hispana serie tv “La casa de Papel”), las motivaciones del creador del concurso iguales, para intentar superarse se aumenta la aparatosidad de violencia, con más gore, más sangre, más muertos, más escenas de acción. En esta hay en su rush final, primero una secuencia de carnicería entre los propios concursantes, ahora ingeniosamente divididos por sus ideas (a favor y en contra de continuar en el concurso), cual partidos políticos, en 0 y X, se matarán atávicamente para menguar al oponente. Y es que las ideas expuestas se manejan en trazo grueso, poco sutilmente. Por supuesto, se introducen personajes nuevos, siendo estos nuevos otro nuevo grupo de perdedores, con deudas derivadas de inversiones en criptomonedas, carreras fracasadas como influencers o facturas médicas, aunque el protagonista se mantiene. Destaca como se ha querido mostrar el otro lado, el de los guardias mostrando sus motivaciones

 

El debate y dilema moral de la primera de que estas dispuesto a hacer por mucho dinero sigue presente, pero se añade la reflexión sobre como la democracia te puede empujar a alago inmoral por la codicia ajena, y ante esta visión individualista de creer que la masa está equivocada solo te queda rebelarte (REVOLUCIÓN). El problema es que el ideólogo de este plan es un tipo que ha pasado del empático de la primera a ser un tipo repelente, se cree con derecho a decirles a los demás lo que deben hacer, algo muy del comunismo y el fascismo (en realidad son lo mismo), un líder que se cree mesiánico (un profeta que sabe lo que va a pasar) y que por ello se cree con derecho para guiar a su pueblo. Aunque entre en el concurso con un plan indefinido, a salto de mata, y cuando al final decide poner en marcha uno que se le ha ocurrido es inverosímil, no soporta el mínimo análisis. Produciéndose un clímax torticero y chapucero, primero es que se convierte en alguien despreciable al sacrificar en su mesianismo a los más débiles (se llama eugenesia), que los ve morir con frialdad, son de los suyos (X), esto ya me resulta vomitivo (por no hacer spoiler sigo en zona spoiler). Este rush final, entiendo lo que quiere decir sobre que hay que rebelarse contra el ‘opresor’, pero está metido con calzador, de forma que se pega varios tiros en el pie en la forma tosca de exponerlo. Y encima está claramente hecho para dejar el ‘cliffhanger’ para la tercera temporada, y termina in media res.

 

La primera temporada del thriller de supervivencia surcoreano siguió a Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), padre divorciado y ludópata que se une al Juego del Calamar con la esperanza de ganar suficiente dinero en premios para pagar sus deudas y mantener a su familia. Gi-hun y otros 455 jugadores intentaron salir de la pobreza compitiendo entre sí en nostálgicos juegos de la infancia. Sin embargo, pronto descubrieron que la eliminación significaba la aniquilación total. A pesar de perseverar como el concursante ganador y llevarse a casa 45.600 millones de dólares, Gi-hun sigue atormentado por la experiencia. Incapaz de seguir adelante y disfrutar de su inmensa riqueza, Gi-hun está decidido a desmantelar el juego desde dentro, cueste lo que cueste. Tres años después de ganar, Gin-hun ha hecho poco por cambiar su situación. Paranoico y con problemas emocionales, es solo una sombra de lo que fue, viviendo en un aislamiento casi total. En lugar de seguir a su hija a USA, su único objetivo es encontrar la manera de volver al juego y ponerle fin. Aunque su investigación solo ha dado resultados infructuosos, su suerte cambia cuando se cruza con Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon), policía se infiltró en el juego como guardia con la esperanza de encontrar a su hermano desaparecido, Hwang In-ho (Lee Byung-hun). Hasta que Seong encuentra al reclutador (Gong Yoo), misteriosa figura ficha jugadores para el juego.

 

Esta temporada parece haberse estirado demasiado con mucho michelín a liposuccionar, como es que tarde tres capítulos en llegarse a la isla con los juegos, dos tediosos primeros capítulos donde uno hace que preguntarse hacia donde va la serie, cuando el aliciente es precisamente el título y lo cansino de mostrar a un protagonista repelente, ya nos e acuerda de su hija, se jugó la vida por ella y que no se fuera a USA, y ahora ya no existe, obsesionando de modo ridículo con el juego, atacando con ello la libertad personal de cada uno de los concursante que aceptan libremente hacer con su cuerpo lo que les venga en gana. Algo de índole muy fascista y comunista creerse una persona con el derecho de decirle a la masa lo que está bien y mal.

 

Lo bueno son las pruebas o juegos, y volvemos a tener el ya legendario ‘Luz verde, luz roja’ en el gran patio con la gigante muñeca, pero ahora hay un cicerone que intentará alertar a los demás del peligro letal de los juegos, como Casandra, nadie le creerá hasta que sea demasiado tarde y entonces la escabechina. Juegos donde la tensión se vive palpable en como el cainismo de unos y otros aflora con el rally de pequeños juegos o el tiovivo musical. Estableciéndose, como en la primera temporada, alianzas, y traiciones conforme debe primar la individualidad. En esta temporada se añade el componente de líder revolucionario de Gi-hun, que quiere convencer a todos de lo nocivo del juego, y cuando no puede por la palabra, pues como tipo coherente, para combatir la violencia atávica del juego decide acabar con ella con más violencia y muerte (¿?). Aunque toda la ‘intríngulis’ (vaya palabro) tiene que ver con la discusión filosófica que tiene con el Líder (entonces Gi-hun no sabe lo es), consiste en probar la gente puede ser solidaria y pensar en el bien del otro.

 

Gran diferencia, que suma el debate sobre lo bueno o malo de la democracia, es que después de cada juego (y no solo una vez, como en la anterior), los sobrevivientes pueden votar entre irse con el dinero conseguido hasta el momento o continuar acumulando más, secuencias rituales donde vemos lánguidos desfiles que llegan a ser tediosos, cuando quieren imprimir tensión.

 

Tiene taras como todo lo que sucede al policía que investiga desde fuera en un barco con un equipo y un dron, totalmente superflua, sin conexión con lo que ocurre en el juego, un mal aperche ya era en la primera temporada, en esta se aumenta.

 

Entre el elenco repiten dos personajes. Como es Seong Gi-hun encarnado por Lee Jung-jae, protagonista que ganó el juego anterior, pero regresa y vuelve a jugar con objetivo de destruir el juego desde dentro. Pero ahora resulta irritante en su comportamiento de adanista salva patrias. Porque se cree con más razón para acabar con el juego que aquellos que si desean continuarlo. De hecho, él mismo en la primera temporada, tras saber de que iba el juego, ósea, a vida o muerte, se marchó del juego y volvió a decidir libremente volver, incoherente, no puedo empatizar con él, me repele; A su lado estará el concursante Nº 1, que al igual que en la primera temporada (poca originalidad) será el jefe infiltrado (aunque en la primera temporada esto solo se sabrá al final, aquí se sabe de inicio), pasamos del tierno anciano, a Lee Hwang In-ho al que da vida Lee Byung-hun (muy parecido al danés Mads Mikkelsen), en realidad es el supervisor del juego pero se hace pasar por competidor. El actor da bien con el tipo enigmático que no se sabe bien a que juega; El villano entre los concursantes es aquí Thanos al que da vida Choi Seung-hyun (con una interesante intrahistoria *spoiler), un ex rapero que gusta de ser histriónico, un pastillero carismático, perdió todo su dinero en una estafa de criptomonedas impulsada por un YouTuber que precisamente está concursando allí. El actor se nota disfrutando con un papel goloso en su malicia pícara-juguetona; Jung-bae encarnado por Lee Seo-hwan, amigo de Gi-hun de la primera temporada, se convierte en jugador, muy percha del protagonista; Está el rol disfuncional de un hombre císgenero llamado Park Sung-hoon para interpretar a una mujer transgénero llamada Hyun-ju, lo que llevó a algunos a opinar que debería haberse elegido a una actriz trans. Desprende empatía en sus maneras nobles y finas, sin caer en lo fachoso, tiene alma; Hay rizando el rizo una madre y su hijo (Yang Dong-geun y Kang Ae-shim), demasiado caricaturescos en su comportamiento edípico, y sabiéndose como acabaran, no sorprenden; Im Si-wan como Lee Myung-gi, exyoutuber que perdió dinero como resultado de una estafa de criptomonedas en la que estuvo involucrado. Es el exnovio de Kim Jun-hee (correctita Jo Yu-ri) otra de las participantes, tanta coincidencia convierte por momentos la trama en algo telenovelesco; Asimismo conoceremos un poco a uno de los guardias Kang No-eul encarnada por Park Gyu-young, ex soldado y desertora norcoreana, encargada de defender el juego y matar a los jugadores eliminados, quiere la plata para encontrar a su hija que permanece en Corea del Norte. Rol muy esquemático, como si se hubiera perdido metraje en la mesa de edición; Todos ellos y alguno más dan un crisol de personajes interesantillo, pero menos que en la primera parte; me ha llamado la atención para mal lo desaprovechado que está Gong Yoo como el elegante reclutador, rol que se nota interesante y potencial en su flema y sofisticación, pero que desaparece de modo torpe.

 

Spoiler:

 

El actor que da vida a Thanos es Choi Seung-hyun, un rapero famoso en Korea del Sur. En la vida real fue integrante de la banda de k-pop ‘’Big Bang’’ y un escándalo de drogas (lo pillaron con marihuana) acabo con su carrera. Lo condenaron e incluso le prohibieron aparecer en dramas y programas arruinando su reputación. Tras 9 años sin aparecer en ningún sitio, parece haberse vengado de la sociedad surcoreana interpretando un personaje con el que tiene mucho en común.

 

Hay un par de muertes que emocionan: La de Young-Mi (amiga de la Trans, durante el "Carrusel"), y la de Se-Mi, la chica que se la jugó por el cobarde y traidor de Min-Su.

 

Luego tenemos que creer que los 0 los dejaran montar el teatrillo de hacerse los muertos, amén de que desde el puesto de vigilancia han podido observar lo que han hecho estos ‘revolucionarios’, que no han participado de la refriega y luego han montado el teatrillo, y es que no tiene ni pies ni cabeza. Se hacen con las armas de los guardias con mucha facilidad. Pero es que lo ridículo es lo sencillo que van ascendiendo por el lugar los revolucionarios, siendo un insulto a la inteligencia que se muevan todos estos como militares entrenados, y que puedan contra los guardias que se les supone adiestrados, pues en los combates de disparos son mejores los revolucionarios, y es que los guardias parecen haber sido entrenados por los clones de Star Wars, que mal disparan y como se exponen como patitos de feria. El colmo es la actitud incomprensible del Nº 1, el jefe infiltrado, que deja hacer a los ‘revolucionarios’ casi hasta llegar a la meta. Mientras hay que creerse que los 0 en la gran sala se mantuvieran quietecitos sabiendo que estaban saboteando sus ganas de continuar en el concurso por el dinero, un sin Dios.

 

En conjunto, esta segunda temporada es entretenida, amena, pero con muchas más lagunas que la primera. Gloria Ucrania!!!

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