miércoles, 25 de junio de 2025

 


EL JUEGO DEL CALAMAR (T1)

 

Con motivo del pronto estreno de la tercera temporada (9 episodios), voy a hacer la crítica de la primera y exitosa serie surcoreana producida para el gigante del streaming Netflix. La primera temporada se estrenó mundialmente el 17 de septiembre de 2021, con gran éxito de crítica y atención internacional. Se convirtió en la serie más vista de Netflix y recibió numerosos galardones, incluyendo seis Premios Primetime Emmy y un Globo de Oro. Una distopía adictiva con el mantra de la supervivencia darwinista, que indefectiblemente recuerdan a la cinta japo “Battle Royale”, premisa con grupo de gente recluida en un espacio concreto y obligada a luchar a ‘muerte’ entre ellos. Film nipón del que ha manado un subgénero de films con temática parecida al estilo “Los Inmortales” (solo puede quedar uno), como la saga “los juegos del hambre”, la también serie tv “Alice in Borderland”, o hasta la hispana “El método” tienen premisa similar, pero también tiene claras influencias de los concursos asiáticos (epítome el creado y presentado por Takeshi Kitano en Japón, “Fūun! Takeshi Jō”, en España retitulado “Humor Amarillo”) donde ponen en ridículo una y otra vez a los participantes para que el espectador en sus cálidos sillones se solacen de ello sádicamente. Aunque de la que ha sido acusada de tener similitudes es con “As the Gods will” de Takashi Miike, (2015), ello por la referida premisa conjugada con utilización de juegos infantiles para pruebas de supervivencia, una estética colorista que conecta precisamente con la infancia, y el juego con el que comienzan la película y la serie marca aspectos parejos.

 

Con lo que su idea de partida es zero original, es en su forma desarrollarla donde la serie gana. Creada, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk, aunque escribió la historia en 2009, Hwang no pudo encontrar una compañía de producción que financiara la idea hasta que Netflix se interesó alrededor de 2019 como parte de un impulso para expandir su oferta de programación extranjera. Gira en torno a un concurso secreto en el que 456 jugadores, todos ellos con graves dificultades económicas, arriesgan sus vidas para participar en una serie de juegos infantiles mortales con la oportunidad de ganar un premio de ₩ 45.6 mil millones (US$ 39,86 millones). El título de la serie proviene de ojingeo ("calamar"), juego infantil coreano. Hwang concibió la idea basándose en sus propias luchas económicas, así como en la disparidad de clases en Corea del Sur y el capitalismo.

 

La serie atrapa por su ritmo trepidante, por su estética colorista, sus decorados cual mundo idealizado de los niños (hasta los ataúdes son como cajas de regalo con lazo rosa ¿?), las vestimentas de los concursantes y los guardias (en realidad un pseudo-plagio de los monos y máscaras ‘dalinescas’ de la serie española “La casa de papel”) en cromatismos primarios que se contrastan, con ello edificando una iconografía propia que ha trascendido al planeta Tierra. Combinada con música paradójica clásica. Con ediciones paralelas que imprimen tensión e intensidad en lo que sucede. Me extiendo en la puesta en escena en el enlace.

 

Pero teniendo en cuenta a los personajes, a los que se les da tiempo para delinearse, para darles fondo y entendamos su comportamiento, y con ello empaticemos con sus procederes ante el abismo en que se ven arrastrados, por tanto, seamos testigos de como evolucionan ante las crisis que se les plantean, y esto hace que los que les pase nos importe e incluso impacte o emocione. Y es que en condiciones extremas es cuando sale lo mejor y peor de la Condición Humana, la solidaridad o el egoísmo, la amistad o la traición, la generosidad o la mezquindad, el altruismo o la avaricia. Tienen la derivada que hacen involucrarse al espectador en el dilema moral de que harían ellos en esa misma situación, esto siempre engancha. Ello con guiones ingeniosos en como van enlazando ‘juegos’ que tornan en pruebas psicológicas que reflejan el carácter de cada uno y como van sufriendo a medida que avanzan, que pasan de ser corderitos a lenones que acaban con el de al lado para mantenerse en pie sobre la sangre del ‘compañero’. Añadiendo giros mordaces que alimentan las ganas de ver más. Ello en un crescendo dramático incisivo, con varios picos de dramatismo que muestran con vigor lo terrible de este juego, siendo para culmen de la serie el juego de las canicas en el sexto capítulo, donde el duelo entre el protagonista y el tipo anciano resulta estremecedor por como expresa que las ataduras morales estallan por los aires. Lee Jung-jae y Yeong-su dan un duelo trémulo, de los que te toca la fibra. Pero también el que se da entre el pakistaní Anupam Tripathi (Ali Abdul) y Cho Sang-woo, es entente desgarrador en el poder de manipulación aprovechándose de la nobleza del otro. Asimismo, la serie tiene un punzante sentido del humor, mucho de esto es de índole negro en como se producen las muertes, como también hay elementos de comedia absurda.

 

Lo más controvertido para mí, es la nada sutil crítica al Capitalismo como algo malo y alienante, algo que la entronca con la exitosa película de Bong Joon-ho “Parásitos” (2019), mostrando la brecha social, la lucha de clases. Cuando pese a sus muchos defectos es el mejor sistema socioeconómico que hay, el ejemplo, más claro es que en la misma serie hay una mujer que ha huido del ‘paraíso’ comunista de Corea del Norte, no se sabe que los surcoreano huyan a su vecino-hermano norteño. Hubo otro ‘Juego del Calamar’ en una ciudad europea, la prueba reina era saltar un Muro, si no lo conseguías y eras atrapado el castigo era ser fusilado, eran los atrapados en el ‘edén’ socialista los que ‘incompresiblemente’ anhelaban el ‘Averno’ capitalista. Por lo que en esta caricatura del capitalismo salvaje la serie naufraga por el trazo grueso, creando a disolutos muchimillonarios que disfrutan con el sufrimiento y las muertes ajenas, sentados cual emperadores romanos en sus palcos observando con una copa de vino como los ‘pobres’ y desgraciados infortunados se matan entre sí para su solaz entretenimiento. Incluso, para guiñolizarlos más se hace que todos estos magnates VIPs lleven máscaras grotescas para deshumanizarlos más. Cuando en realidad, veo como se les da la oportunidad a unos perdedores de obtener un dinero que no solo los saque de su desdicha, si no que los haga ricos, el que quiere hacerlo que lo acepte y el que no es libre de dejarlo, como bien muestra la serie, pero cuando lo abandonan luego deciden regresar con libertad (¿?). Pero es que todos los personajes con carácter (excepto Abdul), son despojos humanos, gente que está en su ‘problemática’ situación por su mala cabeza, no ha habido opresión capitalista que los empuje a tener que jugarse la vida en un cara o cruz, vemos al protagonista que es capaz de robarle a su anciana madre para gastarlo en las apuestas, hay un estafador malversador, un médico que trafica con órganos, hay un mafiosillo matón, gentuza de mala calaña que nada tiene que ver con personas trabajadoras. Por lo que no siento rencor por el organizador del concurso. Es algo libre. Y por tanto, mientras disfruto de la serie, tengo que hacer el ejercicio de abstraerme de esta sal gorda. Encima critica el capitalismo, cuando la serie se retroalimenta de ello al querer alargar la serie por el bien pecuario, que más da que solo sea estirar sin aportar nada más, convirtiéndose en un producto consumista más de la cadena de churros de Ted Sarandos (CEO de Netflix), igual él debería estar tras una máscara VIP.

 

En Corea del Sur, Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), padre divorciado y ludópata endeudado vive con su madre anciana, es invitado a participar en una serie de juegos infantiles para tener la oportunidad de ganar un gran premio en efectivo. Al aceptar la oferta, es llevado a un lugar desconocido donde se encuentra entre otros 455 jugadores que están en serios problemas financieros. Los jugadores están obligados a usar chándales verdes y son vigilados en todo momento por guardias enmascarados con monos rosas, con las partidas supervisadas por el Front Man, que usa una máscara negra y uniforme negro. Los jugadores pronto descubren que perder una partida resulta en su muerte, y cada muerte contribuye con ₩ 100 millones (US$ 87,400) al gran premio potencial de ₩ 45.6 mil millones (US$ 39.86 millones). Gi-hun se alía con otros jugadores, incluido su amigo de la infancia Cho Sang-woo (Park Hae-soo) y la desertora norcoreano Kang Sae-byeok (Jung Ho-yeon), para intentar sobrevivir a los giros físicos y psicológicos de los juegos, mientras que el detective Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon) se infiltra en los juegos como uno de los guardias para encontrar a su hermano desaparecido.

 

No es una serie perfecta, dista de serlo, es un entretenimiento bueno. Los personajes caen en tópicos mil, algunas arbitrariedades resultan chirriantes, la mencionada crítica al capitalismo es de lo más bufonesca, la sub trama del policía Hwang Jun-ho (inane Wi Ha-joon), investigando es un parche que no lleva a lado alguno. Pero sobre todo su final podría haber sido mejor uy no caer su clímax en lo acomodaticio, seguramente pensando en una segunda temporada (que al final se ha dado).

 

Lee Jung-jae como Seong Gi-hun (456), da una actuación buena, aunque se nos quiere hacer ver en la isla como alguien bueno, cuando lo hemos visto haciendo cosas no muy buenas con su familia, y además tenemos el momento parteaguas del juego de canicas, nadie puede presumir en el juego de ser noble, y menos él; Park Hae-soo como Cho Sang-woo (218), exjefe del equipo de inversiones de una compañía de valores, fue compañero de clase de Gi-hun y estudió en la Universidad Nacional de Seúl. Se une al juego para escapar de la policía, que lo busca por robar dinero a sus clientes y acumular enormes deudas por malas inversiones. Actuación muy de estirado, como si tuviera metido un palo en el culo; Jung Ho-yeon como Kang Sae-byeok (067), desertora norcoreana. Entra al juego para pagar a un intermediario que pueda rescatar a sus padres al otro lado de la frontera y para comprar una casa para su familia reunida. Otra que está todo el tiempo con cara de estreñida; Yeong-su cómo Oh Il-nam (001), anciano con tumor cerebral que prefiere jugar el juego en lugar de esperar a morir en el mundo exterior. Sin duda la mejor de las interpretaciones, cargada de emoción, de carisma, de naturalidad, magnífico; Heo Sung-tae como Jang Deok-su (101), gánster entra al juego para saldar sus enormes deudas de juego, incluido el dinero que robó a su jefe y subordinados. Actuación bufonesca de malo plano; Anupam Tripathi como Ali Abdul (199), trabajador migrante de Pakistán , ingresa al juego para mantener a su joven familia después de que su empleador retiene su salario durante meses. Interpretación cálida que desprende humanidad en su buenismo; Kim Joo-ryoung como Han Mi-nyeo (212), mujer ruidosa y manipuladora. Histriónica y sobrepasada actuación; Hay más, pero sin punch.

 

Spoiler:

 

Al final gana el dineral del premio el protagonista Seong Gi-hun. Había hecho la promesa a Kang Sae-byeok de cuidar de su hermano, pero de esto se olvida nada más salir de la isla (¿?); No hay búsqueda de familiares de los compañeros en la isla para ayudarlos, como podría haber sido los del pakistaní; Tampoco lo vemos que salde la deuda que Tenía y por la que aceptó jugar (¿?); Me ha sido ridículo lo fácil que el poli se infiltra en la isla (¿?).

 

Alrededor de 2008, Hwang Dong-hyuk intentó sin éxito obtener inversión para un guión de película diferente que había escrito, y él, su madre y su abuela tuvieron que pedir préstamos para mantenerse a flote, pero aún luchaban en medio de la crisis de deuda dentro del país. Pasaba su tiempo libre en un manhwabang (cafetería de cómics de Corea del Sur) leyendo manga de supervivencia japonés como Battle Royale, Liar Game y Gambling Apocalypse: Kaiji. Hwang comparó la situación de los personajes en estas obras con su propia situación actual y consideró la idea de poder unirse a un juego de supervivencia para ganar dinero y salir de deudas, lo que lo llevó a escribir un guion de película sobre ese concepto a lo largo de 2009. Hwang declaró: "Quería escribir una historia que fuera una alegoría o fábula sobre la sociedad capitalista moderna, algo que retratara una competencia extrema, algo así como la competencia extrema de la vida. Pero quería que usara el tipo de personajes que todos hemos conocido en la vida real".

 

Hwang basó la narrativa en los juegos coreanos de su infancia para mostrar la ironía de un juego infantil donde la competencia no era importante convirtiéndose en una competencia extrema con vidas de personas en juego. Además, como su guion inicial estaba destinado a una película, optó por utilizar juegos infantiles con reglas simples que fueran fáciles de explicar en contraste con otras películas de tipo supervivencia que utilizan juegos con reglas complejas. El juego central que seleccionó, el juego del calamar , fue un popular juego infantil coreano de las décadas de 1970 y 1980. Hwang recordó el juego del calamar como "el juego infantil más agresivo físicamente al que jugué en los callejones del vecindario cuando era niño, por eso también era el que más me encantaba", y debido a esto "es el juego más simbólico que refleja la sociedad competitiva actual, así que lo elegí como título del programa". Los colores del ddakji en el juego inicial, que son azul y rojo, se inspiraron en la leyenda urbana japonesa Red Paper, Blue Paper. El juego Red Light, Green Light fue seleccionado por su potencial para hacer muchos perdedores de una sola vez. Con respecto a la selección, Hwang dijo: "El juego fue seleccionado porque la escena llena de tanta gente moviéndose y deteniéndose al azar podría verse como un baile grupal ridículo pero triste".

 

A lo largo de la serie, el trío de círculos, triángulos y cuadrados aparece con frecuencia en las tarjetas que se entregan a los jugadores reclutados, en las máscaras de los guardias y en la tarjeta de título del programa en la mayoría de las adaptaciones lingüísticas. Estas formas se asocian con el campo de juego del juego infantil del Calamar. También se utilizan para representar la jerarquía de los guardias dentro del complejo. Siguiendo la comparación con una colonia de hormigas, los guardias con círculos se consideran los trabajadores, los triángulos los soldados y los cuadrados los administradores (véase también: honoríficos coreanos).

 

Los coloridos decorados y vestuario fueron diseñados para parecer un mundo de fantasía. Los jugadores y soldados visten cada uno un color distintivo, para reducir la sensación de individualidad y enfatizar la diferencia entre los dos grupos. Los chándales verdes que usan los jugadores se inspiraron en la ropa deportiva de la década de 1970, conocida como trainingbok. Los pasillos y escaleras laberínticos se inspiraron en los dibujos de escaleras en 4 dimensiones de MC Escher, incluyendo Relativity . El diseñador de producción Chae Kyoung-sun dijo que estas escaleras aparentemente infinitas representaban "una forma de esclavitud para los concursantes". La compleja red de túneles entre la arena, el dormitorio y la oficina administrativa se inspiró en colonias de hormigas.

 

La muñeca robot del primer episodio, "Luz roja, luz verde", se inspiró en Younghee, personaje que apareció en las portadas de los libros de texto surcoreanos Chul-soo y Young-hee en las décadas de 1970 y 1980, y su peinado se inspiró en el de la hija de Hwang. La muñeca canta, en coreano, "La flor Mugunghwa ha florecido", refiriéndose al hibisco siriaco, la flor nacional de Corea del Sur. El uso de este personaje familiar tenía como objetivo yuxtaponer recuerdos de la infancia y el miedo inquietante en los jugadores, según Chae. De manera similar, el escenario para el juego de dalgona, utilizaba piezas gigantes de equipo de juegos, debía evocar los recuerdos de la infancia de los jugadores, y era un lugar común donde los niños surcoreanos habrían jugado dalgona con amigos.

 

Jung Jae-il, previamente compuso la banda sonora de Parasite, compuso y dirigió la banda sonora de Squid Game. Para evitar se volviera aburrido, pidió la ayuda de los compositores Park Min-ju y Kim Sung-soo, director musical de musicales usa el nombre artístico "23" como compositor. Dos piezas de música clásica también se utilizan a lo largo del espectáculo como parte de la rutina de los jugadores: el tercer movimiento del "Concierto para trompeta" de Joseph Haydn se utiliza para despertar a los jugadores, y "El Danubio Azul" de Johann Strauss II se utiliza para indicar el inicio de una nueva partida. La " Quinta Sinfonía " de Ludwig van Beethoven también se escucha en la sala VIP. Una versión de "Fly Me to the Moon", arreglada por Jung e interpretada por el artista surcoreano Joo Won Shin, se utilizó sobre la partida "Luz roja, luz verde" del primer episodio; según Joo, Hwang quería un contraste entre la brutal matanza de los jugadores y la "letra y melodía románticas y hermosas" de la canción, de modo que la escena "encarne la sociedad capitalista cada vez más polarizada en la que vivimos hoy de una manera muy condensada y cínica"; Para la canción "Way Back Then", acompaña a los niños jugando a "El Juego del Calamar", Jung quiso usar instrumentos que practicaba en la primaria, como flautas dulces y castañuelas. El ritmo de la canción se basa en un ritmo de palmas 3-3-7, común en Corea del Sur para animar a alguien. La flauta dulce, tocada por el propio Jung, emitió un ligero pitido involuntario. La canción "Round VI" fue interpretada por la Orquesta de Actuación de Budapest.

 

Muy ameno pasatiempo que pretende más de lo que puede, aun así, producto adictivo. Gloria Ucrania!!!

 

PD. La producción de la segunda temporada comenzó en julio de 2023 y se estrenó el 26 de diciembre de 2024. La tercera y última temporada se filmó simultáneamente con la segunda temporada y su estreno está previsto para el 27 de junio de 2025.

No hay comentarios:

Publicar un comentario