QUINTETO A LO LOCO.
Divertida
comedia italiana dirigida por el experto en el género, Mario Monicelli. En lo
que es, siete años después, la segunda parte de “Amici Miei”, también con
Monicelli al frente, que se convertiría en 1985 en trilogía, ya con otro
director (Nanni Loy) tras la cámara. Siguiendo las andanzas de un grupo de
amigos florentinos que gustan de gastar bromas rebuscadas a la gente, mientras
entre medias ellos mismos vivirán todo tipo de dramas. Esta continúa desde el
punto en que terminó la primera (la muerte de Giorgio Perozzi) y nos muestra al
resto de los amigos en su tumba recordando ‘cazzarolas’ (palabro con que se
definen las rebuscadas travesuras) que acometieron en el pasado.
En 1982 el conde Raffaello
Mascetti (Ugo Tognazzi), el arquitecto Rambaldo Melandri (estupendo Gastone
Moschin), el barman Guido Necchi (Renzo Montagnani)
y el cirujano Alfeo Sassaroli (notable Adolfo Celli) continúan sin freno sus
travesuras gitanas. Durante una visita al cementerio donde descansa su amigo
Giorgio Perozzi (Philippe Noiret), se produce una
broma contra un viudo, Paolo, frente a la tumba de su esposa Adelina. Sassaroli
le dice al hombre que el difunto también era su amante, enfureciéndolo. Más
tarde, los cuatro recuerdan a su amigo desaparecido con flashbacks.
Hay un desarrollo
equilibrado en que se mezcla el humor con el drama, provocando momentos
turbadores en como todo fluye con vigor narrativo en este sentido, ejemplo de
ello es como Perozzi, por sus infidelidades con Anita Esposito (Yole Marinelli),
es abandonado por su esposa Nora (Angela Goddwin), que lo deja con su hijo
adolescente Luciano. Perozzi no aguanta su propio hijo Luciano (Lucio Patané) por
su adustez, y termina ofreciendo 150,000 liras al mes a Mascetti (este está muy
necesitado de plata) para que lo cuide. Vemos lleva al niño a su ‘hogar’ en un
lóbrego sótano con solo una habitación. Luciano como trabajo escolar escribe un
ensayo sobre cómo vive, lo lee Mascetti, y por lo crudo en que describe su
dickensiana situación termina haciendo llorar a Mascetti, y con ello
devolviéndolo a su padre. Acabando Perozzi con un maquiavélico plan para
recuperar a Laura. Tramo este en que el guion arremete de modo desaforado
contra la institución familiar.
Hay otro tramo en que
con mordacidad se ríen de la fe religiosa, ello cuando Melandri decide
bautizarse por haberse enamorado de la oronda Noemí Bernocchi (Domiziana
Giordano), fanática religiosa, hermana de del sacerdote bautista, e invitar a
amigos al bautismo, donde se hace coña de esta eucaristía. Y ya en el clímax de
este tramo se ríen de la represión sexual que impone el catolicismo, y como la
mujer implora por resistirse a la tentación de la carne, y llega el diluvio a
Florencia (con imágenes de archivo de una inundación real de Arno en 1966), que
Noemí toma como Dios impidiendo la relación con su poder omnímodo. Acabando con
Melandri bastante mojado. Esto se encadena con Perozzi está acostado durmiendo
con su amante Anita, y la cosa acaba de modo violento. También hay una broma
del grupo en que se hacen chanzas en el marco eclesiástico, ello cuando se
presentan como coro musical a un concurso de la Iglesia y acaban avergonzando
al público entonando un tema soez y malsonante.
Hay en otra parte un
ataque a la institución del matrimonio. La cosa comienza con que Carmen (Franca
Tamantini) , la esposa de Necchi recibe un ramo de flores con tarjeta, el
marido se pelea con ella acusándola de adúltera. Todo ha sido un plan del
propio Necchi para poder discutir con ella y poder salir de casa para
encontrarse con una joven. Al final el tiro le sale por la culata a Necchi.
Ello coronado primero por una imagen bastante machista vista hoy día y con una
vendetta escatológica, esto algo muy de este film que no tiene filtro.
Se ríen del suicidio,
ello en un tramo cargado de un patetismo que te ríes con gesto torcido, pues la
intención queda saboteada por no pagar deudas. Para en la segunda parte de este
bloque reírse de la maternidad cuando Melisenda (Fiorentina Bucci), la hija
soltera de Mascetti se ha quedado preñada y no sabe de quien (se sospecha de
Giovannone, un enrome ayudante del cocinero, que cobra menos que un cocinero
¿?), pues la forma en que han fornicado resulta cuando menos jocosa por la
forma en que lo cuenta ella.
Entre las bromas de los
amigos destacan dos: Una en la que llevando una camioneta y ataviados con
trajes de obreros de la construcción sed acercan a la Torre (Inclinada) de Pisa
en plena vorágine turística. Haciendo creer a los allí presentes que la Torre
tiene peligro de caída, por lo que hacen los turistas les ayuden a colocar
andamios de apuntalamiento y cuerdas para levantar y corregir la potencial
caída, embaucando a varias decenas de personas en la broma. Y saliendo huyendo
del lugar en cuanto oyen las sirenas policiales acercándose. Esta broma se
encadena con otra en que son detenidos por un guardia urbano una vez camuflada
la camioneta, y le hablan en galimatías al pobre hombre para confundirlo. Esto
culmina con que uno de los bromistas se da cuenta que su esposa le es infiel.
En otra muestra de humor siempre en el drama. Esto da con un toque de humor
bastante políticamente incorrecto visto hoy día, y es que tras una elipsis
vemos a la esposa adúltera con el ojo morado (una broma de violencia machista
grimante, que me alegro sea vergonzante vista hoy 40 años después). Acabando en
una venganza escatológica (algo muy del guion).
Riéndose de las ganas de
triunfar en el mundillo de la farándula, en este caso de un modo cruel. Mascetti
cuenta como se camela a mujeres incautas haciéndose pasar por productor
artístico, con el llamado ‘rigatino’. Esto se da con la contorsionista española
llamada Carmencita (Da Silva, capaz de meterse en una maleta de viaje, lo que
dará para un gag de humor también cruel y esperado, donde la irrupción de
Sassaroli tendrá importancia), a la que invita a un elegante hotel, donde acaba
con mentiras y alarde de manejo de dinero a crédito (tiene todo tipo de lujos
en el Hotel, que no piensa pagar) el fatuo Conde la seduciendo y terminan fornicando.
Maravilloso el tramo en que vemos las múltiples formas acrobáticas en que
copulan (se nota a la penumbra los trajes color carne, lo que le da un toque
aún más gracioso) para luego huir vestido de botones (rigatino, es decir, el
tejido típico de esos uniformes, como especifica claramente el narrador,
término que deriva del nombre de un salami florentino, una especie de tocino
enrollado) dejándola a merced de los hoteleros.
El ’rigatino’ se enlaza
con las deudas que Mascetti contrae con un pérfido usurero, Savino Capogreco
notable Paolo Stoppa), con quien el conde estaba muy endeudado. Esto hace que
los amigos se unan para ‘saldar’ la deuda, ello en un plan maquiavélico y
divertido por su tono negro, con trasplante de ‘riñon’, que tiene su zenit en
otro plan, esta vez muy escatológico, con clímax en un ‘trasplante anal’ (¿?).
Hay otra broma más
simple d ellos amigos que llaman ‘Souveenir d’Italie’: Los cuatro sustraen una
cámara a un grupo de turistas en el bar de Necchi, y con ella se hacen todo
tipo de fotos de sus partes íntimas. Tras lo que devuelven la cámara, con lo
que cuando rebelen (que cosa vintage esa de rebelar) el carrete tendrán
sorpresa.
Los actores se notan
disfrutando en sus roles todos de gañanes egoístas, mujeriegos, vividores.
Todos son sensacionales, pero destaca un majestuoso Ugo Tognazzi, arrollador en
su expresividad y en su personaje patético; Aunque Philippe Noiret le sigue de
cerca con su Giorgio Perozzi mujeriego; así como Renzo Montagnani con su Guido
Necchi que se cree más listo de lo que es.
Los llamados "días
gitanos" ("zingarata") o viajes y acciones tontas hacen que los
amigos sin rumbo también hagan uso del famoso galimatías
("supercazzola"). El Conde Mascetti es el mejor al hacer esta broma
de detener a una persona y decir rápidamente un aluvión de palabras y verbos
sin conexión lógica ni significado para la otra persona, que queda
desconcertada y confundida ante lo que dice Mascetti. En la mayoría de los
casos, la otra persona queda tan molesta por el juego del conde, que cree no
poder entender nada, ni siquiera el idioma italiano, ni incluir lugares o
nombres mencionados por Mascetti como "camilla", "código de
área" o El "inspector se mueve" e indica el objeto deseado, sin
dejar de estar muy sorprendido. Mientras tanto, los amigos se ríen a carcajadas
y hacen que la otra persona parezca un idiota.
Spoiler:
Rush final: Unos días
después, en el presente, mientras los cuatro conversan, Mascetti escucha de sus
amigos que nunca darían la vida por él y se marcha entristecido. Sus amigos se
acercan a él para disculparse y asegurarle que estaban bromeando, pero en ese
momento de repente se siente mal; Aunque los otros tres inicialmente piensan
que está fingiendo, el conde en realidad sufre una trombosis y arriesga su
vida. Se las arregla en silla de ruedas, con una pequeña pensión de invalidez
(obtenida gracias a algunas trampas de Melandri en el municipio y de Sassaroli
en el seguro médico, ya que Mascetti nunca trabajó) y una villa en el campo de
Sassaroli, donde la primaria les permite vivir, para permitir al conde rehacer
su vida con su esposa, su hija y su nieto Raphael. La película finaliza con un
concurso interregional en la sección para discapacitados en el que Mascetti
compite en silla de ruedas, animado por sus amigos llorosos.
Lugares de rodaje: La
iglesia que se ve en las primeras etapas de la película es la iglesia de San
Miniato en Florencia; Las escenas del Vía Crucis con Melandri disfrazado de
Cristo fueron rodadas en las ruinas de Rocca Calascio , bajo el castillo
medieval; Las escenas de la escapada "Rigatino" llevada a cabo por
Mascetti fueron filmadas en el interior del Grand Hotel & La Pace de
Montecatini Terme , que también se menciona explícitamente en los chistes; La
escena de "Los cinco madrigalistas modernos" se rodó en el interior
del Ayuntamiento de Pistoia; Gran parte de la película se rodó en Florencia
(Piazza Duomo y cementerio municipal) y en la Catedral de Pisa , con una escena
en la Torre Inclinada; Las escenas finales en la villa "entre Pisa y
Lucca", donde Mascetti se retiró, se filmaron en Val Graziosa de Calci y
la Certosa di Pisa es el telón de fondo de la última conversación.
Dentro de la película,
en la escena inicial titulada Ayer, cuando Perozzi abofetea accidentalmente a
su hijo, sin reconocerlo, desde el andén de la estación de tren, este último lo
llama gritando "Pero papá!" y en ese momento se escucha claramente la
respuesta del periodista ("¿Qué, siempre te vas?"), interpretado por
Philippe Noiret y doblado por Renzo Montagnani: esto se debe a que la escena
fue tomada del primer capítulo, en que Montagnani en realidad apodó Noiret. En
el resto de la segunda película, sin embargo, Montagnani interpreta físicamente
a Guido Necchi, reemplazando a Duilio Del Prete (actuó doblado por Luciano
Melani en la primera película), mientras Noiret es doblado por Pino Locchi; en
la tercera película, sin embargo, Noiret no está presente y el personaje de
Perozzi ni siquiera se menciona.
Más que interesante comedia
con mucho de drama, como es la vida misma, deconstruyendo la amistad con acidez,
fruto de unos personajes entrañables en sus miserias. Gloria Ucrania!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario