El fin del mundo (Verdens undergang)
Sugestivo drama
apocalíptico danés, de hecho, me llamó la atención por esto, pues es (si no me
desmiente nadie) la primera muestra de este género de ciencia ficción
distópico, siendo destacable sobre todo por sus fenomenales efectos visuales,
siempre poniendo el filtro de que se realizaron hace 108 años. Dirige August
Blom y guioniza Otto Rung, no está acreditada, pero al parecer la película está
basada en la novela La Fin du Monde (Omega: Los últimos días del mundo) de la
autora francesa Camille Flammarion, el libro se convertiría más tarde en la
película “La Fin du Monde” del director francés Abel Gance en 1931. Los cometas
habían sido temas populares en varias películas anteriores, debido a sucesos
recientes. En 1908, un meteoro gigante arrasó 2.000 kilómetros cuadrados de
tierra en Tunguska, Rusia, el meteoro más grande que golpeó la Tierra en un
tiempo registrado. Y en 1910 se produjo el avistamiento del cometa Halley,
volando cerca de la Tierra, lo que causó gran preocupación en algunas personas.
Describe una catástrofe
mundial cuando un cometa errante pasa por la Tierra y provoca desastres
naturales y malestar social. Blom y su equipo crearon efectos especiales para
el desastre del cometa utilizando lluvias de chispas ardientes y cortinas de
humo. La película atrajo a una gran audiencia debido a los temores generados
durante el paso del cometa Halley seis años antes, así como a las continuas
turbulencias y disturbios de la Primera Guerra Mundial. El director se sirve de
este argumento para hacer una parábola moralista anclada en la fe religiosa, en
el castigo divino, el perdón, todo ello desde una visión desesperanzadora de la
naturaleza humana, mostrando en pleno advenimiento (al año siguiente) de la
Revolución Rusa la lucha de clases, por un lado, los ricos que se sirven de la
bolsa para especular en sui avaricia, amén de quitar las mujeres a los pobres,
y estos se sienten vejados y desean destruir el régimen que los oprime.
El cometa no es más que
una forma de plaga por los males de los seres humanos, su lujuria, su avaricia,
su orgullo, egoísmo, lujuria, mentiras, hipocresía, violencia, provocan a Dios.
La vertiente religiosa evidente, un personaje comenta que el cometa, “Es el
castigo de Dios”, para exponer las impresionantes (en el contexto de 1916) secuencias
de la ciudad en llamas siendo ‘bombardeada’ por el fuego del cielo, siendo
inundadas las poblaciones por tsunamis, siendo intoxicadas las gentes por
gases, las casas en llamas, las personas sufriendo el Fin del Mundo. Surtido
para ello de estereotipos como dos hermanas protagonistas, antagonistas en sus
comportamientos (cual Caín y Abel?), con un padre ultra religioso, donde una de
las retoñas es tentada por el ‘Mal’ de la codicia, mientras la otra se mantiene
fiel a los preceptos que pregona el padre.
Aunque no se dice
estaban en plena vorágine de sinsentido de la Gran Guerra Mundial (donde
Dinamarca era neutral), por lo que se puede ver a los dos antagonistas con
vértice en Dina, Frank se puede ver como un especulador que se beneficia de la
guerra, y Flint es el obrero que refleja a los soldados que fueron al frente a
morir por motivos espurios, en pos de una clase alta superficial.
Un predicador itinerante
llega a un pequeño pueblo minero, donde Dina West (Ebba Thomsen), una de las dos hijas de un minero (Carl
Lauritzen), encandilada por el sueño de una existencia fácil y entre
comodidades, abandona a su novio, el minero Flint (Thorleif Lund), para fugarse
con el dueño de la mina, Frank Stoll (Olaf Fønss). La hermana de Dina, Edith
(Johane Fritz-Petersen), sin embargo, mantiene su relación con su amigo de
la infancia, el marinero Reymers (Alf Blütecher). El astrónomo Wisemann, primo
de Stoll, anuncia que un cometa pasará cerca de la Tierra, y probablemente
causará destrucción en la zona de impacto.
Film partido claramente
en dos. La primera mitad es un melodrama clasista, donde asistimos a como un
poderoso empresario queda prendado de una joven lugareña prometida con un
minero, pero esta ante la visión de un futuro halagüeño cómodo y con todos los
lujos se deja seducir por el Vellocino de Oro, abandonando a su familia y
prometido, empujada por un padre ultra religioso (la llama ramera por llegar
tarde a casa). Esta aparte resulta muy esquemática y apresurada, por que no
sentimos Dina esté enamorada de Flint, y el romance entre ella y Frank resulta
un flash.
Tras lo que vemos a un
empresario que el director pretende lo veamos como epítome de la codicia de los
patronos, los que juegan con el dinero sin importarle el daño que puedan causar
a terceros. Para ello su connivencia malévola con los medios de comunicación.
En realidad, esta parte se me hace muy ambigua, pues primero no entiendo la
inquina del padre de ella, ni porque se nos hace ver una relación entre el
empresario y la joven malsana, esto lo entendería si Frank estuviera ya casado
y Dina fuera su amante cortesana, pero no es así, los dos viven juntos, y no
entiendo porque no se casan, porque en este tiempo deciden vivir en pecado
(¿?), esto me queda cojo, y más cuando Frank demuestra sentir amor verdadero
por ella (un intertítulo lo remarca por si hay dudas: “Le ha sido fiel a Dina,
a quien todavía ama con ciega devoción”, de hecho, lo que no queda claro es si
ella le ama o solo lo hace a su plata. Y tenemos la parte avarienta de Frank, y
aquí no entiendo porque este, que sabe y cree que el mundo se acaba decide
manipular la prensa para beneficiarse en la bolsa si el dinero seguramente no
le haga falta tras el Apocalipsis.
La segunda parte es la
llegada del cometa. El Día D del 20 de septiembre y como lo afrontan las
gentes. Por un lado, Frank decide hacer una fiesta (del cometa) arrogante en su
mansión (Stol : “Celebremos esta noche! Si nos salvamos, seremos nosotros
quienes fundaremos el nuevo mundo y seremos sus dueños!... saludar con un
festín la avalancha de meteoros hacia la Tierra” y anuncia el entretenimiento
de la velada: “Cuando el cielo esté en llamas, dejaremos que nuestras estrellas
bailen para nosotros!”), no sin antes haber buscado un refugio subterráneo para
él y Dina. Y por otro lado tenemos al proletariado rebelándose contra sus
patronos (Flint: “El mundo se acaba esta noche! Así que recuperemos lo que los
ricos nos han robado!), a los que acusan de vejarlos, tomando las armas para ir
contra ellos en la hedonista fiesta de Frank. Pero esto también cojea, pues en
realidad el líder de la ‘Revolución’ es Flint, y se mueve por rencor por que su
jefe le levantó a su novia, no por algún abuso de poder en la mina.
Los efectos visuales en
miscelánea con la cinematografía de Louis Larsen, es extraordinaria en su contexto
temporal, tuvo que ser todo un impacto en la salas de cine ver la
escenificación de una ciudad en llamas, las casas ardiendo, el humo creando un
halo avernal, trozos de meteorito cayendo cual fumarolas sobre la población (Blom
y su equipo crearon los efectos especiales del desastre del cometa utilizando
una lluvia de chispas de fuego y cortinas de humo), la gente corriendo huyendo
de la tragedia, y tras ello la inundación por la subida de las aguas del mar, donde
vemos la Kolossal escena del pueblo inundado con la protagonista subida al
tejado intentando escapar de ser ahogada, atisbándose cuerpos de muertos flotando
en las aguas. Incluso tenemos un barco al que le llegan ‘proyectiles’ del
cometa, y del que su tripulación debe abandonar antes de que se hunda. Ello en
el clásico modo de rodar en esos años de cámara estática, con planos generales,
pero aquí el director inunda las secuencias de movimiento, con acciones en segundo
plano, añadiendo algo poco dado en esa era, como eran los cortes transversales,
que ya elevó a los altares el año anterior D.W. Griffith en “El Nacimiento de
una Nación”, mezclando acciones tensas (sobre todo en el tramo final) de modo rítmico.
Así como singulares son las tomas a través de ventanas, como muy buenas son las
escenas lóbregas en el interior de la mina con claroscuros sombríos.
Las actuaciones son
planas, propias del cine mudo más teatral, meras perchas para una personalidad
cliché. Blom en el final pretende ofrecer un halo de esperanza entre la
tragedia, especie de resolución bíblica a lo “El Arca de Noé”. Seguramente queriendo
dar luz entre el Infierno que se producía en Europa con la Gran Guerra.
Spoiler:
‘El mismo día de la
esperada llegada del cometa, Stoll, desafiando al destino, organiza una
suntuosa fiesta en su villa con numerosos invitados de alto rango, mientras
surge entre la población minera un levantamiento contra Stoll, liderado por
Flint. Cuando se producen los primeros efectos devastadores de la catástrofe,
la multitud armada, exasperada por lo que parece ser el fin del mundo, irrumpe
en la villa, decidida a "recuperar lo que los ricos les han robado"
durante años de explotación. Stoll y Dina llegan a un refugio subterráneo en
las minas a través de un pasaje secreto, pero Flint los sigue. Los tres
encontrarán allí la muerte. A la destrucción de toda la ciudad le sigue un tsunami.
Edith, refugiada en el tejado de su casa, será rescatada en un barco por el
predicador itinerante, y llevada a un lugar en alto. Rendida se duerme, cuando despierta,
sale a trompicones y encuentra el sol saliendo sobre un mundo nuevo. Las aguas
han retrocedido, dejando tras de sí una tierra arrasada y un pueblo en ruinas.
Ella grita, pero nadie responde... Finalmente, dirige sus pasos hacia la
iglesia (La luz de la esperanza), encaramada en una alta eminencia sobre la
ciudad. Éste también está muy dañado, pero el campanario permanece.
Desesperada, Edith pone en movimiento la campana y sus notas solemnes resuenan
en el paisaje desierto. O... no del todo desierto. Ya hemos visto a Reymers
nadar hasta la orilla y salir tambaleándose del agua y cruzar la nueva
desolación de la tierra. Entonces escucha el sonido de campanas... Edith se
reencuentra con Reymers, el único superviviente del naufragio de su barco. Pero
a pesar de tal cataclismo para la humanidad, hay un destello de esperanza con
un futuro nuevo y mejor al final de la película. Entre los pocos supervivientes
se encuentran un sacerdote (la representación evidente de la esperanza) y dos
jóvenes enamorados reencontrados en una pequeña capilla (más referencias
religiosas evidentes) felices de estar juntos de nuevo en medio de semejante
desastre. Pero después de todo, miran con esperanza lo que es un futuro
incierto en una escena que ejemplifica perfectamente el anhelo de una nueva
esperanza renacida después del cataclismo.’
Sorprendente film puesto
en su contexto, estimulante en su alegoría bíblica, algo simplista en su historia,
pero apot3e4ósica en el tramo final. Gloria Ucrania!!!
‘Puede que el nombre del
director danés August Blom no signifique mucho para el público actual. Pero en
la década de 1910, Blom era el director más importante de Dinamarca, jefe de
producción de Nordisk Film y, por esa razón, uno de los directores más exitosos
del mundo. Según Collins' Film Encyclopedia: “A pesar del pequeño tamaño de su
mercado nativo y sus recursos relativamente limitados, Dinamarca reinó durante
varios años (1909-14) como el centro cinematográfico más próspero de Europa.
Sus películas rivalizaban con las de Hollywood en popularidad en las pantallas
de París, Londres, Berlín y Nueva York”. La película más famosa de August Blom
es probablemente la audaz superproducción Atlantis, estrenada en 1913, que
describe el hundimiento de un gran transatlántico y en parte está inspirada en
el hundimiento del Titanic el año anterior. La película consolidó la decisión
de Nordisk Film de convertirse en la primera gran compañía cinematográfica
europea que se centra exclusivamente en largometrajes.’
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