martes, 27 de febrero de 2024

 


El fin del mundo (Verdens undergang)

 

Sugestivo drama apocalíptico danés, de hecho, me llamó la atención por esto, pues es (si no me desmiente nadie) la primera muestra de este género de ciencia ficción distópico, siendo destacable sobre todo por sus fenomenales efectos visuales, siempre poniendo el filtro de que se realizaron hace 108 años. Dirige August Blom y guioniza Otto Rung, no está acreditada, pero al parecer la película está basada en la novela La Fin du Monde (Omega: Los últimos días del mundo) de la autora francesa Camille Flammarion, el libro se convertiría más tarde en la película “La Fin du Monde” del director francés Abel Gance en 1931. Los cometas habían sido temas populares en varias películas anteriores, debido a sucesos recientes. En 1908, un meteoro gigante arrasó 2.000 kilómetros cuadrados de tierra en Tunguska, Rusia, el meteoro más grande que golpeó la Tierra en un tiempo registrado. Y en 1910 se produjo el avistamiento del cometa Halley, volando cerca de la Tierra, lo que causó gran preocupación en algunas personas.

 

Describe una catástrofe mundial cuando un cometa errante pasa por la Tierra y provoca desastres naturales y malestar social. Blom y su equipo crearon efectos especiales para el desastre del cometa utilizando lluvias de chispas ardientes y cortinas de humo. La película atrajo a una gran audiencia debido a los temores generados durante el paso del cometa Halley seis años antes, así como a las continuas turbulencias y disturbios de la Primera Guerra Mundial. El director se sirve de este argumento para hacer una parábola moralista anclada en la fe religiosa, en el castigo divino, el perdón, todo ello desde una visión desesperanzadora de la naturaleza humana, mostrando en pleno advenimiento (al año siguiente) de la Revolución Rusa la lucha de clases, por un lado, los ricos que se sirven de la bolsa para especular en sui avaricia, amén de quitar las mujeres a los pobres, y estos se sienten vejados y desean destruir el régimen que los oprime.

 

El cometa no es más que una forma de plaga por los males de los seres humanos, su lujuria, su avaricia, su orgullo, egoísmo, lujuria, mentiras, hipocresía, violencia, provocan a Dios. La vertiente religiosa evidente, un personaje comenta que el cometa, “Es el castigo de Dios”, para exponer las impresionantes (en el contexto de 1916) secuencias de la ciudad en llamas siendo ‘bombardeada’ por el fuego del cielo, siendo inundadas las poblaciones por tsunamis, siendo intoxicadas las gentes por gases, las casas en llamas, las personas sufriendo el Fin del Mundo. Surtido para ello de estereotipos como dos hermanas protagonistas, antagonistas en sus comportamientos (cual Caín y Abel?), con un padre ultra religioso, donde una de las retoñas es tentada por el ‘Mal’ de la codicia, mientras la otra se mantiene fiel a los preceptos que pregona el padre.  

 

Aunque no se dice estaban en plena vorágine de sinsentido de la Gran Guerra Mundial (donde Dinamarca era neutral), por lo que se puede ver a los dos antagonistas con vértice en Dina, Frank se puede ver como un especulador que se beneficia de la guerra, y Flint es el obrero que refleja a los soldados que fueron al frente a morir por motivos espurios, en pos de una clase alta superficial.

 

Un predicador itinerante llega a un pequeño pueblo minero, donde Dina West (Ebba Thomsen), una de las dos hijas de un minero (Carl Lauritzen), encandilada por el sueño de una existencia fácil y entre comodidades, abandona a su novio, el minero Flint (Thorleif Lund), para fugarse con el dueño de la mina, Frank Stoll (Olaf Fønss). La hermana de Dina, Edith (Johane Fritz-Petersen), sin embargo, mantiene su relación con su amigo de la infancia, el marinero Reymers (Alf Blütecher). El astrónomo Wisemann, primo de Stoll, anuncia que un cometa pasará cerca de la Tierra, y probablemente causará destrucción en la zona de impacto.

 

Film partido claramente en dos. La primera mitad es un melodrama clasista, donde asistimos a como un poderoso empresario queda prendado de una joven lugareña prometida con un minero, pero esta ante la visión de un futuro halagüeño cómodo y con todos los lujos se deja seducir por el Vellocino de Oro, abandonando a su familia y prometido, empujada por un padre ultra religioso (la llama ramera por llegar tarde a casa). Esta aparte resulta muy esquemática y apresurada, por que no sentimos Dina esté enamorada de Flint, y el romance entre ella y Frank resulta un flash.

 

Tras lo que vemos a un empresario que el director pretende lo veamos como epítome de la codicia de los patronos, los que juegan con el dinero sin importarle el daño que puedan causar a terceros. Para ello su connivencia malévola con los medios de comunicación. En realidad, esta parte se me hace muy ambigua, pues primero no entiendo la inquina del padre de ella, ni porque se nos hace ver una relación entre el empresario y la joven malsana, esto lo entendería si Frank estuviera ya casado y Dina fuera su amante cortesana, pero no es así, los dos viven juntos, y no entiendo porque no se casan, porque en este tiempo deciden vivir en pecado (¿?), esto me queda cojo, y más cuando Frank demuestra sentir amor verdadero por ella (un intertítulo lo remarca por si hay dudas: “Le ha sido fiel a Dina, a quien todavía ama con ciega devoción”, de hecho, lo que no queda claro es si ella le ama o solo lo hace a su plata. Y tenemos la parte avarienta de Frank, y aquí no entiendo porque este, que sabe y cree que el mundo se acaba decide manipular la prensa para beneficiarse en la bolsa si el dinero seguramente no le haga falta tras el Apocalipsis.

 

La segunda parte es la llegada del cometa. El Día D del 20 de septiembre y como lo afrontan las gentes. Por un lado, Frank decide hacer una fiesta (del cometa) arrogante en su mansión (Stol : “Celebremos esta noche! Si nos salvamos, seremos nosotros quienes fundaremos el nuevo mundo y seremos sus dueños!... saludar con un festín la avalancha de meteoros hacia la Tierra” y anuncia el entretenimiento de la velada: “Cuando el cielo esté en llamas, dejaremos que nuestras estrellas bailen para nosotros!”), no sin antes haber buscado un refugio subterráneo para él y Dina. Y por otro lado tenemos al proletariado rebelándose contra sus patronos (Flint: “El mundo se acaba esta noche! Así que recuperemos lo que los ricos nos han robado!), a los que acusan de vejarlos, tomando las armas para ir contra ellos en la hedonista fiesta de Frank. Pero esto también cojea, pues en realidad el líder de la ‘Revolución’ es Flint, y se mueve por rencor por que su jefe le levantó a su novia, no por algún abuso de poder en la mina.

 

Los efectos visuales en miscelánea con la cinematografía de Louis Larsen, es extraordinaria en su contexto temporal, tuvo que ser todo un impacto en la salas de cine ver la escenificación de una ciudad en llamas, las casas ardiendo, el humo creando un halo avernal, trozos de meteorito cayendo cual fumarolas sobre la población (Blom y su equipo crearon los efectos especiales del desastre del cometa utilizando una lluvia de chispas de fuego y cortinas de humo), la gente corriendo huyendo de la tragedia, y tras ello la inundación por la subida de las aguas del mar, donde vemos la Kolossal escena del pueblo inundado con la protagonista subida al tejado intentando escapar de ser ahogada, atisbándose cuerpos de muertos flotando en las aguas. Incluso tenemos un barco al que le llegan ‘proyectiles’ del cometa, y del que su tripulación debe abandonar antes de que se hunda. Ello en el clásico modo de rodar en esos años de cámara estática, con planos generales, pero aquí el director inunda las secuencias de movimiento, con acciones en segundo plano, añadiendo algo poco dado en esa era, como eran los cortes transversales, que ya elevó a los altares el año anterior D.W. Griffith en “El Nacimiento de una Nación”, mezclando acciones tensas (sobre todo en el tramo final) de modo rítmico. Así como singulares son las tomas a través de ventanas, como muy buenas son las escenas lóbregas en el interior de la mina con claroscuros sombríos.

 

Las actuaciones son planas, propias del cine mudo más teatral, meras perchas para una personalidad cliché. Blom en el final pretende ofrecer un halo de esperanza entre la tragedia, especie de resolución bíblica a lo “El Arca de Noé”. Seguramente queriendo dar luz entre el Infierno que se producía en Europa con la Gran Guerra.

 

Spoiler:

 

‘El mismo día de la esperada llegada del cometa, Stoll, desafiando al destino, organiza una suntuosa fiesta en su villa con numerosos invitados de alto rango, mientras surge entre la población minera un levantamiento contra Stoll, liderado por Flint. Cuando se producen los primeros efectos devastadores de la catástrofe, la multitud armada, exasperada por lo que parece ser el fin del mundo, irrumpe en la villa, decidida a "recuperar lo que los ricos les han robado" durante años de explotación. Stoll y Dina llegan a un refugio subterráneo en las minas a través de un pasaje secreto, pero Flint los sigue. Los tres encontrarán allí la muerte. A la destrucción de toda la ciudad le sigue un tsunami. Edith, refugiada en el tejado de su casa, será rescatada en un barco por el predicador itinerante, y llevada a un lugar en alto. Rendida se duerme, cuando despierta, sale a trompicones y encuentra el sol saliendo sobre un mundo nuevo. Las aguas han retrocedido, dejando tras de sí una tierra arrasada y un pueblo en ruinas. Ella grita, pero nadie responde... Finalmente, dirige sus pasos hacia la iglesia (La luz de la esperanza), encaramada en una alta eminencia sobre la ciudad. Éste también está muy dañado, pero el campanario permanece. Desesperada, Edith pone en movimiento la campana y sus notas solemnes resuenan en el paisaje desierto. O... no del todo desierto. Ya hemos visto a Reymers nadar hasta la orilla y salir tambaleándose del agua y cruzar la nueva desolación de la tierra. Entonces escucha el sonido de campanas... Edith se reencuentra con Reymers, el único superviviente del naufragio de su barco. Pero a pesar de tal cataclismo para la humanidad, hay un destello de esperanza con un futuro nuevo y mejor al final de la película. Entre los pocos supervivientes se encuentran un sacerdote (la representación evidente de la esperanza) y dos jóvenes enamorados reencontrados en una pequeña capilla (más referencias religiosas evidentes) felices de estar juntos de nuevo en medio de semejante desastre. Pero después de todo, miran con esperanza lo que es un futuro incierto en una escena que ejemplifica perfectamente el anhelo de una nueva esperanza renacida después del cataclismo.’

 

Sorprendente film puesto en su contexto, estimulante en su alegoría bíblica, algo simplista en su historia, pero apot3e4ósica en el tramo final. Gloria Ucrania!!!

 

‘Puede que el nombre del director danés August Blom no signifique mucho para el público actual. Pero en la década de 1910, Blom era el director más importante de Dinamarca, jefe de producción de Nordisk Film y, por esa razón, uno de los directores más exitosos del mundo. Según Collins' Film Encyclopedia: “A pesar del pequeño tamaño de su mercado nativo y sus recursos relativamente limitados, Dinamarca reinó durante varios años (1909-14) como el centro cinematográfico más próspero de Europa. Sus películas rivalizaban con las de Hollywood en popularidad en las pantallas de París, Londres, Berlín y Nueva York”. La película más famosa de August Blom es probablemente la audaz superproducción Atlantis, estrenada en 1913, que describe el hundimiento de un gran transatlántico y en parte está inspirada en el hundimiento del Titanic el año anterior. La película consolidó la decisión de Nordisk Film de convertirse en la primera gran compañía cinematográfica europea que se centra exclusivamente en largometrajes.’

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