La vida y la muerte del coronel Blimp
Sugerente drama británico, al que marca a fuego estar
realizado en plena vorágine de la WWII. La he visto con motivo de su reciente
80 aniversario de su estreno (10/Junio/1943). Escrita, producida y dirigida por
el equipo cinematográfico británico de Michael Powell y Emeric Pressburger,
siendo protagonizada por Roger Livesey, Deborah Kerr y Anton Walbrook. El título
deriva de la tira cómica satírica Colonel Blimp de David Low, pero la historia
es original. Esta segunda producción del dúo de la productora Archers es una
fantasía romántica, rodada en Technicolor, llena de humor y melancolía. Continuaba,
aquí, esa estrecha colaboración entre los directores, Michael Powell y Emeric
Pressburger (fueron tándem de directores de 14 films), el uno inglés y el otro
austriaco, de esta dualidad nacional se desprende claramente el tema central de
la amistad entre un militar inglés y otro alemán a lo largo de 4 décadas. De
ahí seguramente, la oda a la amistad que irradia el metraje, esa que flore4ce
en las peores de las situaciones, aunque estén los amigos en ambos lados de una
guerra. El coronel Blimp fue en su origen un personaje de historietas creado en
1934 por el neozelandés David Low para el The Evening Standard como un
mecanismo para ridiculizar el sustrato más reaccionario y pueril del
establishment inglés de la etapa, en esencia un militar panzón, charlatán,
autoritario, contradictorio, impaciente y casi siempre proclive a pasarse por
alto la democracia y las preocupaciones mundanas del vulgo. Para ello
representaba al titular como un fanfarrón recargado, la película mira más allá
del militar gordo y calvo con bigote de morsa, y ve en su interior a un
idealista y romántico. La adaptación de Powell y Pressburger se inspira
lejanamente en el “Coronel Blimp” y baja las revoluciones en cuanto al nivel
satírico general porque opta -paradojas mediante- por no llamar Blimp al
protagonista en ningún momento del metraje y tampoco mostrar su muerte,
decisiones que se condicen con un film de lo más curioso que combina elementos
de los dramas bélicos, las propuestas románticas, la comedia costumbrista, la
parodia política y hasta el cine de propaganda, aunque jamás cae en ser un
panfleto patriotero, lo que le llevó a problemas de distribución por parte de
nada menos que Winston Churchill.
Película que sutilmente ridiculiza el pan-imperialismo
inglés, y con ello adentrándose en los cambios que sufrió la nación de la
Pérfida Albión. Ello jugando con la ambigüedad, y que sea el espectador que
juzgue, pues se habla con orgullo de las Guerras Boérs en Sudáfrica, pero se
hacen elipsis mordaces, haciéndonos ver el paso del tiempo mediante por como la
pared del salón del protagonista se llena de trofeos en forma de cabezas de
animales africanos, ello de los territorios ocupados por el Imperio Inglés
(también hay un escudo y lanzas tribales), como si estos lares fueran el patio
de recreo de los anglos. Pero luego los malos son los alemanes por invadir
otros países europeos, como si lo importante no fuera invadir, si no si en que
continente se haga. Como se habla de una isla caribeña que se hace mención como
el extranjero, pero el protagonista espeta: "No es un país extranjero, es
Jamaica", hay que tener en cuenta que Jamaica aun pertenecía a la Corona
Inglesa entonces (hasta 1962). No sé si adrede o sin pretenderlo, hay carga de
profundidad en estos elementos vistos hoy día como ataques al pan-colonialismo
etnocentrista.
El binomio de directores hacen en modo racconto
un recorrido por cuatro tiempos del SXX, desde el 1939 en los prolegómenos de
la Segunda Guerra Mundial, al flashback que se inicia en 1902, un salto a final
de la Gran Guerra Mundial, y otro para situarse en el presente de 1943. Con
ello el guion hace una ágil radiografía sobre los cambios en tiempos convulsos,
desde la caballerosidad ancestral de principios de siglo XX, el cambio radical
que supuso la Gran Guerra, y el vuelco que supuso las consecuencias de una
guerra mal cicatrizada que dio pie al nazismo. Con ello se hace una semblanza
sobre el paso lapidario del tiempo, donde se habla del ardor de la juventud, de
los errores de la vida que nos persiguen, de las ilusiones, del idealismo que
con los años se hace débil ante nuevas amenazas. Una obra que ingeniosamente es
humanista al no caricaturizar a los malos y buenos, aquí deja las
circunstancias marquen a unos y a otros, y con los protagonistas evolucionando
por los acontecimientos. Todo ello regado de humor, con romanticismo, diálogos
sustanciosos, discursos aleccionadores, gracias en gran medida a unos
personajes bien construidos, con hondura dramática, y como no, tratándose de
estos directores despliegan gran carga estética.
Tiene un arrollador inicio cuando el general ordena
ejercicios de entrenamiento militar y anunció: "La guerra comienza a
medianoche". Ello visto en una vivaraz edición con motocicletas de
mensajeros militares yendo de un lado a otro. Un joven teniente entusiasta “Spud”
Wilson decide la guerra moderna no sigue las reglas y se apresura, guía a sus
hombres al club del general en Londres y arrestándolo en la sala de vapor.
Cuando Wynne-Candy grita: "Maldito joven tonto, la guerra comienza a
medianoche!" el teniente observa que los nazis no respetan los acuerdos
entre caballeros e insulta la barriga y el bigote del anciano. Wynne-Candy se
indigna. "Te ríes de mi gran barriga pero no sabes cómo la conseguí! Te
ríes de mi bigote, pero no sabes por qué me lo dejé!" Golpea al joven
teniente, lo arroja a una pileta y luego, en un flashback de grácil elipsis la
cámara pasa por el agua y en el otro lado de la piscina emerge un joven Clive
Candy, delgado y sin bigote, estamos en 1902.
En el primer bloque, tras el prólogo. Tenemos a un
joven idealista y visceral protagonista Clive que decide por su cuenta viajar a
Alemania a ajustar cuentas con un antiguo espía (Kaunitz), con el romántico
objetivo de limpiar el nombre de Inglaterra. Esto tras un rifirrafe en un
restaurante desemboca en un duelo. Escena importante la del referido duelo en
el gimnasio del cuartel germano, entre el protagonista y un oficial alemán
elegido por sorteo, Clive y Theo Kretschmar-Schuldorff, todo muy ceremonial, con
rituales decadentes de nobles, todo está reglado, desde el tamaño y grosor de
la espada, los padrinos, la forma de moverse, con un árbitro sueco que se mueve
como un cangrejo entre los combatientes. Un juego de aristocracia, cargado de
protocolos, donde hasta la vestimenta está reglamentada. Ello elegantemente la
dirección hace que cuando se inicia el enfrentamiento la cámara se eleva y hace
una sofisticada elipsis, desligándose de la épica duelística, pasamos a una
nevada exterior (la metáfora del Invierno de un estilo de vida llegando a su
fin) en un hospital donde está el prota herido levemente. Surgiendo aquí la
amistad entre los dos duelistas, que tendrá vértice en una bella mujer, Edith
hunter (Deborah Kerr).
El segundo bloque es en la Gran Guerra Mundial. Clive
ahora es General, y mantiene sus formas de flema en el conflicto. Conociendo a Barbara Wynne (también Deborah Kerr), enfermera inglesa
voluntaria que presta sus servicios en el frente francés y que es un calco de
Edith Hunter, con la que Clive terminará casándose. Aquí tendrá otro encuentro
con su antiguo rival de duelo Theo. Ahora en suelo inglés, tenderán una charla
muy de marcado tinte político tras el armisticio, donde chocará el romanticismo
inglés queriendo que de la derrota nibelunga resurja una gran Alemania, de lo
que ácidamente, Theo amargado y curtido tras la derrota, se ríe Theo, por el
buenismo anglo, que ve un mundo mejor tras ser humillada en el tratado su
nación. Exponiendo con incisivo tono una crítica a la forma de acabar la Guerra
que hubo en la Gran Guerra.
Y el último bloque en el presente del 43 en Inglaterra
en plena WWII. El protagonista ahora en la vejez, viudo, con bigotón de
manubrio, calva y barrigón. Es Clive un tipo escéptico, su antiguo idealismo se
ha ajado, su nobleza colisiona con las nuevas formas de batallar, lejos de ser
honorables, dice desear la derrota antes que su país utilice métodos como los
de su enemigo nazi. Tanto como para sabotearle la BBC una entrevista que iba a
dar por radio. En este segmento está por supuesto Theo, ahora viudo ha huido de
Alemania por el nazismo, pretende le den asilo, habiendo para ello una
esclarecedora entrevista con un funcionario, este le reprocha haber tardado
mucho en darse cuenta de quien Hitler, a lo que este ingeniosamente le espeta
que Inglaterra tardó seis años en darse cuenta, en lo que subyace (entiendo yo)
una puntiaguda crítica al Pacto de Múnich, firmando entre otros por Inglaterra,
dando vía libre a el afán expansionista Hitleriano. Es aquí donde Theo da un
vigoroso soliloquio, filmado en un solo plano, explicando con enorme sentido
lírico-conmovedor porque ha escogido Inglaterra para huir de Alemania. Luego
Theo mantendrá una aleccionadora charla política-guerrista con Clive para
intentar abrirle los ojos ante los modos nazis de guerra salvaje. También en
esta parte se deja constancia de los fantasmas interiores de Clive, su búsqueda
infinita del amor que no supo ver en su juventud con Edith, y desde entonces
busca su clon por todas partes, de ahí el ver a una conductora militar con el
rostro de ella (Otra vez la Kerr).
Todo queda nítido en una charla en el tramo final
entre Clive y Theo, donde este esclarecedoramente le confiesa su amor de
juventud frustrado. Esto para mi es un cierto defecto, pues esto no había
aparecido ni mínimamente en el tramo en que ambos estuvieron juntos en
Alemania, ni por parte de ella, ni de él, no hubo complicidad hiciera sospechar
de estas chispas de romance. No hay miguitas de pan que nos hagan sentir un
amor latente, con lo que después cuando aparece Martha no entendemos bien
porque debe tener sui mismo rostro. Se entiende en un segundo visionado, pero
es como si ciertas coordenadas se hubieran perdido por el camino del montaje; También
esta forma de por Imperativo del guion me ha quedado la primera parte en
Alemania, en lo referente a la amistad entre Clive y Theo, no me creo haya un
gran vínculo entre ambos que se mantenga durante lustros, cuando ni siquiera
pueden hablar entre ellos en el hospital, no me creo pasemos de estas gracietas
‘Lost in traslation’ a que 16 años después diga Clive que Theo es su mejor
amigo, cuando no se han hablado ni visto en esos años. Luego en la parte final
si vemos chispas de compenetración entre ambos en sus diálogos de hondura, pero
me resulta complicado creer sea esta una amistad de calado, cuando solo se
habían visto una vez en 41 años. Pero el inteligente guion consigue no pensemos en
ello cuando están juntos; También me es llamativo que, en un film con gran
carga de belicismo, las guerras sean mostradas sin ápice de realismo, nunca
vemos muertos, o sufrimiento, todo es muy idealizado en este sentido.
Roger Livesey está muy bien como el pomposo militar
que va ascendiendo, comienza en plan caricatura en la sauna turca, para en los
flashbacks irse delineando un tipo con alma, con carácter, con honor, con
nobleza, ser rígido que en su vejez se da cuenta de sus errores. Destacaría
cuando abre su corazón a Theo contando su error de dejar escapar a Edith. estupenda
actuación; El vienés Anton Walbrook es el que se roba la película con su rol
complejo, el que realmente va tallándose a medida que avanza la historia, desde
el jovial pretendienta de Edith, el desencantado asqueado por la derrota en la
post-Gran Guerra, al pragmático que vemos en el tramo final. Para el recuerdo
queda su discurso al funcionario encargado de refugiados sobre los motivos
románticas de querer quedar se en UK, o como da a entender a Clive que su
postura inflexible sobre comportamiento noble ante los desmanes nazis solo
llevarán a más desmanes. Maravillosa actuación cargada de carisma; La tercera
pata es Deborah Kerr con tres personajes diferentes en diferentes épocas cada
uno, en realidad una idealización sin mucha personalidad, su belleza rubia de
ojos azules la define y punto. Primero es Edith Hunter, amor platónico del
joven oficial Candy. Luego Barbara Wynne, esposa del general elegida por su
sorprendente parecido físico con Edith y, finalmente, como Angela 'Johnny'
Cannon (precioso el momento en el coche en que Theo percibe por un fogonazo de
luz el rostro de su chófer idéntico a su fallecida esposa), joven recluta sirve
de chofer al general elegida entre 700 candidatas.
La puesta en escena es lo brillante que cabe esperar
del binomio de cineastas. Con un vistoso diseño de producción Alfred Junge (“Narciso
Negro” o “Los caballeros del Rey Arturo”), creando escenarios vibrantes como
los baños turcos, la bulliciosa cafetería alemana en dos niveles, el gimnasio
alemán ampuloso del duelo, o el salón donde Clive guarda sus trofeos de caza;
Todo ello embellecido estéticamente por la fulgente fotografía en radiante
Technicolor de Georges Perinal (“El ladrón de Bagdad” o “El ídolo caído”) con
asistencia de Jack Cardiff (“Narciso Negro” o “Guerra y Paz”), en colores
pastel vitalistas, con un uso precioso de la iluminación , con planos generales
que enmarcan, alternado con primeros planos de los protagonistas que dicen
mucho de su interior.
Spoiler:
El final es una lírica referencia a las palabras de la
esposa fallecida de Roger Livesey cuando le dijo que sobre que habría un lago donde
estaba su casa y ocurrió.
Encantador film, de los que te deja un grato sabor
cinéfilo. Gloria Ucrania!!!
Según los directores, la idea de la película no surgió
de la historieta periodística de David Low, sino de una escena cortada de su
película anterior One of Our Aircraft Is Missing (1942), en la que un anciano
miembro de la tripulación le cuenta a un uno más joven: "No sabes lo que
es ser viejo". Powell ha afirmado que la idea fue sugerida por David Lean
(entonces editor de cine) quien, al retirar la escena de la película, mencionó
que la premisa de la conversación era digna de una película.
Powell quería que Laurence Olivier (que había
aparecido en 49th Parallel y The Volunteer de Powell y Pressburger )
interpretara a Candy. Sin embargo, el Ministerio de Información se negó a
liberar a Olivier, que estaba sirviendo en Fleet Air Arm, del servicio activo y
les dijo a Powell y Pressburger "les recomendamos que no lo hagan y no
pueden tener a Laurence Olivier porque está en Fleet Air". Arm y no lo
vamos a soltar para que haga de tu Coronel Blimp".
Powell quería que Wendy Hiller interpretara el papel
de Kerr, pero ella se retiró debido a su embarazo. El personaje de Frau von
Kalteneck, amiga de Theo Kretschmar-Schuldorff, interpretado por la esposa de
Roger Livesey, Ursula Jeans. Aunque a menudo aparecían juntos en el escenario,
esta fue su única aparición juntos en una película.
Michael Powell dijo de La vida y muerte del coronel
Blimp que es ... una película 100% británica pero está fotografiada por un
francés, escrita por un húngaro, la partitura musical es de un judío alemán, el
director era inglés, el hombre que hizo el vestuario era checo; en otras
palabras, era el tipo de película en la que siempre he trabajado con un equipo
mixto de todas las nacionalidades, sin fronteras de ningún tipo. En otras
ocasiones también señaló que el diseñador era alemán y que entre los protagonistas
había actores austriacos y escoceses.
El asesor militar de la película fue el teniente
general Douglas Brownrigg (1886-1946), cuya carrera era bastante similar a la
de Wynne-Candy, ya que había servido con distinción en la Primera Guerra
Mundial, se retiró después de Dunkerque y luego asumió un cargo de alto rango.
papel en la Guardia Nacional.
PD. El título hace referencia a la muerte del Coronel
Blimp o sea de Roger Livesey, y esto no ocurre, acaba y está vivo (¿?).
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