lunes, 15 de enero de 2024

 


ANATOMÍA DE UNA CAÍDA

 

Sólido drama judicial y criminal francés. Film que he visto con motivo de su reciente premio del Globo de Oro al Mejor Film en Lengua no inglesa (también ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes; primer film galo en ganar ambos premios) y me he encontrado una historia que sin inventar nada, si sabe atraparte en sus malsanas redes, con una narración habilidosa en ir dosificando información, en lo que es una turbadora deconstrucción de la familia y por ende del matrimonio. Dirigido por Justine Triet, con guion propio junto a su pareja, el actor y guionista Arthur Harari, y cuando uno ve la cinta puede intuir que el relato puede tener mucho de metaficción, un juguetón juego de espejos, pues en el centro de la historia hay un matrimonio, donde ella es una escritora de éxito, que bien puede transmutarse a una escritora triunfadora, como lo es Triet, y el marido es un aspirante a escritor, un secundario en la pareja, como lo es Harari en este tándem, y más si escuchamos durante la película que la escritora protagónica se basa en la realidad para sus personajes (¿?). Según dicen los guionistas se basaron en el caso de Amanda Knox, estadounidense acusada de asesinato en Italia, y que paso un calvario judicial, no conozco mucho del caso, pero me ha resultado con muchas similitudes con el de Michael Peterson, que en USA fue acusado de asesinar a su esposa (caso llevado a la pequeña pantalla en un magnífico documental llamado “The Staircase”), habiendo muchos paralelismos con este, entre ellos la difusión mediática o la bisexualidad del acusado, que ve en este ‘pecado’ un indicio de criminalidad (¿?), y con ello incidiendo en el conservadurismo de la sociedad. Es una obra minimalista, con pocos personajes y pocos escenarios (apenas la casa de montaña y la sala judicial, casi una obra teatral, que con el McGuffing del thriller judicial se hace una radiografía a la institución familiar, se atacan los prejuicios, se hace una sutil crítica contra los sistemas judiciales, donde no interesa tanto saber la verdad, como simplemente ganar a toda costa, aunque para ello se construyan frágiles castillos en el aire en modo de espurias teorías.

 

Una cinta que juega de modo incisivo con la ambigüedad de no saber la realidad de los hechos, no hay imágenes sobre ello, o pruebas concluyentes en un lado u otro, sembrando de dudar el desarrollo, ello apoyado en la compleja personalidad de la gran protagonista Sandra Hüller (en la segunda colaboración con la directora tras “Sibyl” de 2019), actriz germana que aporta frialdad, dejando en el aire la sospecha, esto también sirve para que más de la mitrad del metraje sea hablado en inglés, al ella expresarse (eso dice) mejor en el idioma shakespeariano que en el de Julio Verne.

 

Entre los defectos está su desmedido minutaje de dos horas y media, que son innecesarias para lo que se cuenta, sintiéndose en algún tramo elementos cercenables como otros iterados.

 

Sandra Voyter (Sandra Hüller), Samuel Maleski (Samuel Theis) y su hijo Daniel (el debutante Milo Machado Graner) con discapacidad visual, de once años, viven en las montañas, no lejos de Grenoble. Un día, Samuel es encontrado muerto al pie de su chalet. Suicidio u homicidio? Se abre una investigación y Sandra es procesada a pesar de las dudas. Un año después, Daniel asiste al juicio de su madre, donde será defendida por el letrado Vincent (Swann Arlaud)

 

Tiene un aparente ligero inicio, pero que en realidad son las piezas del puzle que irá evolucionando durante el film. Estamos en una vivienda de madera en medio de los nevados Alpes galos, hasta allí llega una joven estudiante en auto a entrevistar a Sandra Voyter, escritora reconocida. La primera pregunta que le hace es: “Crees que sólo puedes escribir desde la experiencia?”, esta inocente cuestión será crucial en los hechos que están por venir, pues se especulará con ellos, pues en alguna de sus novelas hay asesinatos. Sandra evita responder y desvía la conversación, entonces escuchamos a todo volumen ‘PIMP’ de 50 Cent, no sabemos de donde viene la potente música, pero hace que la entrevista la den por suspendida, quedando en volver a ella en Grenoble. Todo esto salpicado por flashes de un joven (Daniel, con alguna discapacidad visual) lavando un perro (Snoop sabremos se llama). Tras acabar la interrumpida interview, Daniel saca a pasear por el prado nevado al can, cuando vuelve al hogar, encuentra al padre frente a la casa, tirado en el suelo ensangrentado por la cabeza letalmente. Tras ello la acusación apoyada en el clásico procedimental de salpicaduras de sangre (algo que vuelve a emparentarlo con el caso de Michael Peterson mencionado), la forma de la caída del cuerpo con pruebas con peleles, interrogatorios, psicólogos, aparición sorpresa de un audio, o el testimonio nuclear del hijo.

 

La película deviene en un enfrentamiento de sexos, donde los roles tradicionales terminan por invertirse, y con ello el conservadurismo imperante haciendo prejuicios. Y es que sabremos que Sandra es una escritora de éxito, con varias novelas en su haber, mientras Samuel es un escritor frustrado que no ha completado ningún libro, tenemos a la triunfadora y al perdedor frustrado, sabremos además que ella es una mujer activa sexualmente, bisexual que le ha sido infiel a su esposo y con ello convertido en celoso enfermizo (de ahí probablemente el querer interrumpir la entrevista del inicio), mientras él, es atacado por ella por hacerle culpable del accidente (por el que su hijo tiene disminuida la visión) de Daniel, con lo que arremete contra su condición de protector de la familia, y para remarcar esto, el terapeuta de Samuel (en un testimonio bastante cosificado en su machismo soterrado) habla de que ella lo hacía sentir castrado.

 

El tramo álgido en que se rompe la linealidad del film, la catarsis donde las piezas de este matrimonio implosionan es durante el juicio, cuando sale a luz una grabación de audio que Samuel había realizado durante una discusión marital, sin que lo supiera ella. Empezamos a oírla y hábilmente la directora nos sumerge en un agrio flash back (único que vemos de la pareja; hay otro, pero con Samuel y Daniel en el auto) de la cruda batalla dialéctica, en un crescendo sofocante, de una intensidad doliente, con una frescura en la autenticidad que se transmite punzante, donde los argumentos de uno y otra colisionan, cada uno con sus razones, los dos apoteósicos en sus actuaciones, un duelo angustioso, donde la clásica hombría se enfrenta a su realidad ante una mujer segura de sí misma, salen a relucir resquemores como ella le culpa del accidente del filio, él la acusa de infiel, ella le acusa de haberla llevado a su terreno en Francia, el la acusa de hablar con nel hijo en inglés, ella le acusa de no querer sexo, él la acusa de haberle robado ideas, hasta que todo desemboca en violencia física, que se nos hurta (ingeniosamente para ahondar en la ambigüedad) de ver en el momento álgido, que solo escuchamos y que únicamente se traduce por la versión al juez de ella. A la postre, con elementos como esta discusión, a Sandra cual Caza de Brujas, se la acusa no solo de asesinato, se le acusa de no ser buena madre, de ser adúltera, de ser bisexual, hasta de tener éxito. Y enarbolando a esta ‘Bruja’ está una sensacional Sandra Hüller, poseedora de un gran carisma, empatizamos con su Vía Crucis, pero dejando siempre la sombra de la duda, mujer autosuficiente, pero inteligente como para regar con pequeñas mentiras su declaración (los moratones en sus muñecas), alguien seductor, que aparece aprovecharse de ello para ganar para su causa e implicar más a su abogado Vincent. Interpretación cargada de misterio, que la actriz dota de gran sutilidad en sus registros expresivos, excelsa en como transmite descompresión en el rush final

 

El centro moral del relato es sin duda el hijo de la pareja Daniel, sumido durante el juicio en una montaña rusa de emociones ello por la información soterrada que aflora a sus sentidos. Al principio lo sentimos del lado pétreo de su madre, pero a medida que avanza la historia lo vemos dudando en la sala y en su comportamiento con ella, hasta pedir a la asistenta social Marge (correcta Jehnny Beth) que le cuida para que la madre en la casa no lo mediatice durante el juicio, que se marche, todos pensamos entonces, como la propia madre, que ya no la cree inocente. En el clímax del film es Daniel el eje central, al pedir testificar otra vez, pues a la luz de lo que oído durante el juicio tiene información que puede ser vital para el devenir del veredicto, erigiéndose entonces Daniel en la voz de la cordura en medio de la tempestad. El joven Graner deslumbra con la fuerte personalidad que emite, alguien que a la fuerza debe despertar a la madurez del mundo retorcido de los adultos, es nuestra inocente brújula en el relato, actuación incisiva, a al que se añade el alegórico rasgo de estar medio ciego, lo que lo hace líricamente cautivador, pues debe ver lo que los demás no pueden, debe adentrarse en sus recuerdos para intentar atisbar la verdad, nos cala su confusión interna, pero aun así es el faro que terminará iluminando el final. Ello sin caer en facilonas sensiblerías lacrimógenas, muy bueno.

 

La directora sabe aportar dosis de humor desengrasante ante la adustez de la narración, como cuando el fiscal teoriza sobre el tema ‘PIMP’ de 50 Cent, el que irrumpió en la entrevista del inicio, tildando el tema de “canción profundamente misógina”, ello como posible deux machine para el asesinato (¿?); O cuando Sandra en medio de un llanto dice: "Quizá el dinero no da la felicidad; pero cuánto mejor es llorar en tu coche (el de su abogado) que en el metro".

 

Las escenas del juicio son filmadas por Triet de modo naturalista, aunque dando relieve a los tropos clásicos del fiscal intimidante ‘villano’, este imponiendo teorías que se adaptan a su acusación, proponiendo el campo para ello, así como pudo haberse cometido el crimen por ella. Ello en una entusiasta actuación de Antoine Reinartz, con pasión defiende sus postulados.

 

Estos aciertos apoyados en una (remarco) naturalista puesta en escena, donde destaca la notable cinematografía de Simon Beaufils (“Sibyl”), de resonancias digitales, sin regodearse en la belleza alpina del entorno de la muerte, pero aprovechándose de la frialdad ambiental para impregnar a los personajes de ella. Con prodigiosos primeros planos que extraen lo mejor de las actuaciones, ágil emocionalmente en una escena en que se mueve cual pelota de tenis por la sala del juicio de un testimonio al rostro perplejo de Daniel por lo que oye, haciéndonos partícipes de su zozobra. Esto en miscelánea con la grácil edición de Laurent Sénéchal (“Onoda”), que aporta intensidad con la suave introducción de flashes como el que tiene Daniel imaginado (según palabras del fiscal) como fue ‘asesinado’ Samuel, o como salta entre la grabación de audio y el flash back y como vuelve antes de que acabe al juicio; Como inteligente es el uso del sonido y la música solo incidental. Pues en la banda sonora solo se oye al inicio el tema de 50 Cent, y una interpretación al piano de la célebre 'Asturia' (Leyenda) de Isaac Albéniz, aportando en ausencia de brisa que empuje al espectador de mayor autenticidad seca a la narración.

 

En el desenlace esperaba algún giro sutil que diera más complejidad a la historia, pero se atiene a ser liso, solo destaca por la reacción de Sandra. Aun así, me ha resultado un film muy apreciable, sin contarme algo nuevo, sei me ha enganchado por su potencia realista.

 

En lo negativo, aparte de lo ya mencionado, estaría la sub trama entre Sandra y su abogado Vincent, muy manida la atracción entre acusada y defensor, un cliché, aunque al menos aquí nunca se cruza la línea de tensión sexual no resuelta, pero esto me ha sido toralmente eliminable; Tampoco la crítica a los medios de comunicación añadiendo amarillismo al caso me ha sido muy acorde al potencial del resto del film, me han sido apuntes a pie de página que nada suman.

 

Me ha llamado la atención del sistema judicial francés en que un adolescente es tratado de modo adulto, sin concesiones a su edad. También llamativo como durante los testimonios en el juicio la acusada puede interrumpir con su versión de lo que oye o hacer preguntas cual abogado, muy interactivo todo en que todo pueden ser careos.

 

El rodaje se lleva a cabo en marzo Yabril 2022en Saboya, en el valle de Maurienne (en Villarembert , Fontcouverte-la-Toussuire , Saint-Jean-de-Maurienne y Saint-Léger ), en Isère (en Montbonnot-Saint-Martin y Grenoble ) 13 y en Charente Marítimo 14, en particular en el juzgado de Saintes en abril-mayo de 2022 15 .

 

Cuál era la verdadera intención de Samuel con aquella grabación? Mi teoría es que la provocó él a ella para tras suicidarse este audio llegara a la fiscalía y con ello acusar a su esposa que odia por asesinato.

 

Muy sensible como Sandra tras ser absuelta describe a su abogado su sensación de vacío, nada de sentirse triunfal, es la nada que la inunda. Tras ello el reencuentro con el hijo, siendo él el que la abraza en clara simbología de superioridad moral (entiendo). Tras ello Sandra se tumba en un colchón del suelo y se abraza al perro. Fin.

 

Me habría gustado algún girillo, como que el testimonio final de Daniel hubiera sido inventado para ayudar a su madre. Seguiríamos sin saber la verdad, pero habría potenciado la ambigüedad del relato, Y él hijo por el Amor de Madre habría transgredido incluso lo que esta le dijo de solo decir al verdad. Pero Triet optó por la adustez como bandera, que tampoco está mal.

 

Justine Triet se declaró “fascinada por el asunto Amanda Knox” y declaró que quería “abordar la cuestión jurídica en todos sus detalles”. Amanda Knox es una autora, activista y periodista estadounidense encarcelada durante casi cuatro años en Italia tras su condena en 2007 por el asesinato de Meredith Kercher, una compañera de intercambio de idiomas que compartía su apartamento. En 2015, Amanda Knox fue absuelta por el Tribunal Supremo de Casación de Italia. Su familia es insolvente después de incurrir en grandes deudas tras años de sostenerlos. El producto de la venta de las memorias de Amanda Knox se utilizó para pagar las costas de los abogados italianos.

 

Me queda un thriller de reminiscencias psicológicas de calado reflexivo. Gloria Ucrania!!!

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