jueves, 31 de agosto de 2023

 


LA FORJA DE UN REBELDE.

 

Desequilibrada miniserie (seis episodios de una hora y media cada uno) española dirigida por Mario Camus para la RTVE, ello por tener elementos muy buenos sumados a otros torticeros. El guión del propio director junto a Juan Antonio Porto (“Beltenebros”), adapta la novela biográfica homónima de Arturo Barea escrita entre 194q1 y 1944 estando exiliado en Londres, narra los avatares de la historia de España durante la primera mitad del siglo XX: la infancia en Madrid, su juventud en Marruecos luchando en la Guerra del Rif, su estancia en Ceuta, su regreso a la Península y su experiencia durante la Guerra Civil en el bando de la República como censor. En una época donde en España se hacían grandes series, hasta el momento en la historia de la televisión en España fue la de mayor presupuesto con 2300 millones de pesetas (unos 14 millones de euros).​ Adapta los tres volúmenes de su obra, el primero es “La forja”, ocurre durante su niñez y adolescencia (1905-14) en Madrid durante el año escolar y por tres pueblos cercanos (Brunete, Navalcarnero y Méntrida) durante los veranos; El segundo es “La ruta” (1920-25) habla de su tiempo como militar en Marruecos durante la guerra del Rif, y el tercero y último es “La llama” (1935-40), ocurre justo antes, durante y después de la Guerra Civil Española, con Barea como parte del gobierno derrocado, y más tarde exiliado en Francia e Inglaterra, donde escribió este y otros libros.

 

Teniendo en la serie como hilo conductor la voz en off del protagonista, aunque esta no aporta mucho. La serie tiene un desarrollo atractivo, con alguna elipsis chirriante (la mayor el salto que se da de un episodio a otro de ver al prota de adolescente y a continuación de militar en la Guerra del Rif, no se sabe que le ha llevado allí), con actuaciones extraordinarias. Seguimos la evolución moral del protagonista desde su niñez (muy adusto) Jorge Juan García Contreras, un chico despierto y vivo, pero demasiado serio para mi entender, su adolescencia (correcto Francisco Javier Morales), hasta su adultez (buen Antonio Valero) como miembro activo del frente republicano contra los populares, su toma de conciencia a medida que se cruza con los problemas de la sociedad, llegando a su fervor de activista de izquierdas, su idealismo en que cree que su posicionamiento es lo mejor para los desfavorecidos.

 

Pero en realidad, si miras con perspectiva la serie resulta una hagiografía, es un tipo sin dilemas morales, siempre va recto, rígido, seguro de sí mismo, siempre *íntegro (al menos eso intentan vendernos), valiente, apuesto, atrae a las mujeres (incluso a las prostitutas que no le cobran). Mientras todos los que tiene poder en esta serie son abusivos, por supuesto, desde la óptica comunista no podían faltar las puyas al clero, con un cura extraordinariamente encarnado por José Luis López Vázquez como violento, represor sexual, intolerante. También está el orondo que pretende quedarse sutilmente con la herencia de la tía de Arturo; Está el amanerado y estupendo Rafael Alonso como autoritario y ‘pegador’ como dueño de un comercio con niños empleados a los que veja; Los jefes de la entidad bancaria (no podían faltar las puyas zurdas al ‘Diablo’ de los bancos), corruptus in extremis, controlando hasta el tiempo que orinan los trabajadores, aquí aparece un gran Emilio Gutiérrez Caba como unos de los veteranos empleados; En el ejército (otro de los mantras izquierdistas) tenemos a oficiales en una red que expolia con cuentas falsas al estado, que incluso dice con quién puede acostarse el protagonista. También como impulsores por su patriotismo de proclamas ultra-nacionalistas; Tenemos a jefes de una empresa (los empresarios como viles depredadores de soñadores) que quieren ‘robar’ una patente a un pobre inventor; Tenemos en el pueblo rural a terratenientes que por las condiciones impuestas por el gobierno prefieren no cultivar las tierras, y con ello llevar a la miseria a los lugareños; Me faltan matices en este sentido, no hay grises, es tener poder y ser Malo.

 

En los dos primeros episodios tenemos la niñez de Arturo, demasiado tiempo, cuando lo importante es su adultez. Teniendo como eje la tierna relación de este con su madre encarnada por una brillante Carmen Rossi, mujer que representa la dureza que sufrían las madres viudas sin ayudas, una pobre lavandera que vivía en una mísera buhardilla. Arturo vivía con sus pudientes tíos, su tío un cariñoso y comprensivo hombre, en contraste con Baldomera (muy buena) Alicia Hermida, una celosa y envidiosa mujer. Muy emocionantes las carreras nocturnas de Arturo niño por la calle escapándose (con ayuda del tío) de la cama para ir a la de su madre; Tiene encuentros con personas que le abren la mente como es precisamente su tío (laguna mía no saber su nombre, hace una buenísima interpretación) o Justo (Manuel Alexandre, calibrarlo sería limitarlo). También con un cura bueno (la excepción que confirma la regla, encarnado por un buen Ángel de Andrés López) que lo alecciona.

 

En el tercero, con una elipsis grimante. Ya vemos a Arturo en la Guerra del Rif como encargado soldado (de reemplazo) de ingeniería construyendo carreteras, siendo su gran misión, y muy poético, salvar una higuera de más de 500 años, esto narrado de forma lirica a su madre por carta. También nos meten unas dotes médicas que no se saben de donde viene y que parece un parche, pues luego no tiene importancia en el resto del metraje; Tenemos una gran escenificación de batalla, propia de un film de gran pantalla, una desgarradora secuencia de recogida de cadáveres en una aldea. Hay un encuentro con una madame meretriz (sin cobro de por medio), que resulta ser la ‘querida’ del comandante. Experiencias que le marcan para el resto; En el cuarto episodio, tras un descanso vuelve a Ceuta y allí tiene una labor de oficina. Tendrá una amante achuchable en María Jesús (dulce María Barranco). Amén de tener un mando (no sé su nombre) que le hace transcribir proclamas ultra-patrióticas (otros las llamaran fascistas): pero no entiendo porque este mando cree perse que Arturo es de sus ideas. 

 

En el quinto capítulo ya está licenciado Arturo, trabaja en una oficina de patentes, tiene una vida acomodada. Se casará con una bonita Aurelia (meliflua Lydia Bosch), con un infeliz matrimonio, a la que engañará con su secretaria (un clásico; mucho idealismo e integridad, pero para mentir a su esposa no pasa nada). Hay una subtrama en el pueblo de sus padres, donde tenemos el reflejo de lo que suponía sería una de las mechas del estallido de la Guerra Civil, el choque entre terratenientes y obreros del campo que reclamaban la tierra que no se laboraba, ello aquí expuesto de modo simplista (lo de la escena del casino en que un campesino vende su burro a un terrateniente por 500 pesetas que le hacen falta al ínclito para una partida de cartas, cuando termina decide por su cuenta devolverle las 500 ptas. pero el terrateniente sigue prefiriendo el burro, y por estos e supone es malo ¿?). Tenemos un momento álgido durante un mitin izquierdista en el pueblo rural de Arturo, donde el alcalde ejerce de censor caricaturesco.

 

Y en el sexto y último llegamos a la Guerra Civil. Un lienzo fenomenal bélico de cómo se vivía en el Madrid de primer frente de Guerra. Las calles protegidas con sacos terreros, las bombas cayendo, los edificios en ruinas, las alarmas, los refugios antiaéreos, las explosiones reventando cristales, los rescates de entre los escombros, o los desfiles de las brigadas internacionales. El mundillo de los corresponsales, la censura, el caos del Gobierno trasladándose a Valencia ante la ira de la población que los veía como traidores. Sentimos el idealismo estajanovista de Arturo. Tenemos un amorío de Arturo con una idealista austriaca. Hasta desembocar en su pasional idealismo en el epílogo de la lectura de las consecuencias de un ataque aéreo, dejando un rastro de muerte y dolor en sus palabras atroz. Pero en realidad esto no era por las ideas de unos y otros, es la (puta) Guerra.

 

Pero echo en falta autocrítica, si me cuentan una historia basada en hechos reales no me gusten que me hagan de malos trileros, donde unos eran unos santos y los otros demonios insaciables de carne. Pues donde están las checas que hubo en Madrid y que mataron a miles de personas por no ser de izquierdas? Donde está la Matanza de Paracuellos? Donde están las violaciones a monjas? Donde las quemas de Iglesias? Donde están las peleas de grillos que eran todas las facciones de izquierdas? Con socialistas, pro-soviéticos, anarquistas, independentistas catalanes. Pero esos í, nos cuelan un angelical juicio donde el juez actúa como discípulo aventajado de Salomón, viendo más allá que nadie, puaj!

 

Notándose el costo en una reconstrucción formidable de cada tiempo y lugar. Con un sensacional diseño de producción de Rafael Palmero (“Los Santos Inocentes” o “Ay, Carmela!”) y Félix Murcia (“Mujeres al borde de un ataque de nervios” o “El Perro del Hortelano”), recreando de modo fabuloso los diferentes lares, como la Madrid de entonces, sus calles empedradas, vestuario, pisuchos, bares, tiendas, mobiliario, carros de caballos y mulos por las calles, el reflejo de la capital durante la Guerra Civil en el bando Republicano, con el caos, los bombardeos, también la Guerra en el Rif, con batallas filmadas con gran pulso de tensión y veracidad, matanzas expuestas de modo crudo; Todo esto ensalzado por la fenomenal cinematografía de Javier Aguirresarobe (“Los Otros” o “La Carretera”) y Fernando Arribas (“Divinas Palabras” o “Tirano Banderas”), maravillosa en como granula los fotogramas para hacernos sentir inmersos, en tonalidades terrosas, donde resaltan los verdes. Todo con mucho gusto por el detalle; Enaltecido por la prodigiosa banda sonora creada por el gerundense Lluis Llach (“El río que nos lleva” o “Salvador”), de resonancia epopéyicas dramáticas.

 

Rush final: Durante la Guerra Civil Barea trabajó como censor en la Oficina de Prensa y Propaganda del Ministerio de Asuntos Exteriores, intentando controlar la información que los corresponsales extranjeros enviaban fuera de España. Ósea, por mucho que se quiera retorcer, era un manipulador de noticias. Es en este tiempo cuando conoció a Ilsa Pollak, austriaca que sería su pareja, traductora y apoyo continuo el resto de su vida.

 

Después del fin de la serie: Al no haberse afiliado nunca al Partido Comunista, a medida que la guerra va transcurriendo y el gobierno se va retirando de la capital, Barea e Ilsa se ven encajonados por los franquistas por un lado y por los comunistas por otro, y después de unas semanas en Valencia salen al exilio, ya casados, en 1938, para nunca más volver a España.

 

Interesante serie, a la que le falta sutilidad, y le sobra distorsión de la verdad. No digo que los republicanos fueran los malos y los Nacionales los buenos, ni mucho menos, digo que todos tenían sus motivos, y lastimosamente los dos contendientes no pensaban en la libertad del después, los que ganaron impusieron una Dictadura fascista, y los que perdieron querían una Dictadura satélite de la URSS. Gloria Ucrania!!!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario