Indiana Jones y el Dial del destino.
Entretenidilla quinta
entrega de la saga de aventuras del mítico arqueólogo Indiana Jones, esperaba
mucho más. Tras el tropiezo de crítica que fue la cuarta parte (“Indiana Jones
y el reino de la calavera de cristal” de 2008), esta pretende ser un cierre
digno a la franquicia, pero se queda a medio camino, supera (no era difícil) a
su predecesora, pero no llega ni de lejos a la magia de las de los 80. En esta incomprensiblemente
deja la dirección Steven Spielberg (responsable de las cuatro primeras, se
queda, junto al co-creador del personaje George Lucas en la producción
ejecutiva) para darle el testigo a James Mangold, seguramente por su film “Logan”,
dónde se hace un crepuscular film sobre Lobezno, queriendo ser esta algo así. El
guion es del propio Mangold junto a los hermanos ingleses Jez Butterworth &
John-Henry Butterworth (responsables ambos d e libretos como el de “Ford v. Ferrari”
o “Edge of Tomorrow”) y David Koepp (“Jurassic Park” o “Carlito’s way”), siendo
el MacGuffin un Oopart (acrónimo en
inglés de out of place artifact: artefacto fuera de lugar en español), en este
caso el mecanismo de Anticitera, que supuestamente aquí se dice creó Arquímedes,
y que persiguen los buenos y malos completar, en este caso los malos vuelven a
ser los nazis. Esta es una producción que intenta alimentar el fan-service, y dónde
la chispa y gracia son en cuentagotas. Cumple, pero no encandila.
El legendario Harrison
Ford de 81 años (vuelve a enfundarse su clásico atuendo, el bolso, el sombrero
y el látigo, 42 años después de la primera vez), posee un carisma natural; está
de villano el danés Mads Mikkelsen, muy desaprovechado en un rol monocorde; de acompañante
al aventurero aparece Phoebe Waller-Bridge, radiante, fulgente, simpática, roba
escenas, aunque restando de lo que se espera de Indy, con el que no tiene mucha
química; también aparece Toby Jones en un papel escasito, al que poco puede
darle el gran actor; Antonio Banderas en
un papel que parece decir que todos tenemos que pagar letras del coche, porque menuda
prescindible presencia la suya, le d aun abrazo a Indy como capitán de un barco
pesquero, nada dicen de donde viene su amistad, no hay anécdotas entre ellos,
bajan al mar, ascienden y sin solución de continuidad desaparece de escena,
solo está para rellenar cartel, penoso se preste a un papel tan bluf; Boyd
Holbrook, que no ha terminado de despuntar tras su exitoso paso por la serie “Narcos”;
e Ethann Isidore en un rol que pretende ser el nuevo Tapón de “El Templo Maldito”,
y ni a la suela le llega; además de recuperar de la saga al amigo egipcio John
Rhys-Davies (repitió su papel de Sallah por primera vez desde “Indiana Jones
and the Last Crusade” en 1989), en el rush final hay otra aparición que no
desvelaré por no spoilear.
Un relato donde
desgraciadamente Indiana Jones llega a sentirse secundario de su propia película,
al detentar demasiado protagonismo Phoebe, no es que sea mala la actriz, es que
no es su historia. Es una película dónde el componente nostálgico es muy fuerte
para sobre todo los de mi generación que crecieron en los 80 con este icónico
personaje, pero el dineral gastado en su producción (más de 300 millones dólares)
no brilla en el metraje, pues siendo amena, aunque algo estirada su duración,
no hay una escena de acción que vaya a perdurar en el tiempo (no hay la gran
bola de piedra persiguiendo a Indy, no hay la escena del puente colgante de “El
Templo Maldito” o las pruebas a superar para llegar al Santo Grial de “La Última
Cruzada”) en muchos casos se sienten refritos de ideas recicladas de anteriores
entregas (ejemplo ese inicio en el tren también de “Indiana Jones y la última
Cruzada”, ese túnel de también la tercera entrega; ese puentecito colgante
decrépito que recuerda tímidamente al de “En busca del arca perdida”; o la
escena dónde Indy juega con su látigo ante enemigos y estos responden sacando sus
pistolas, en claro guiño a la escena de la espada en “En busca del arca perdida”;
pero si hasta el adolescente es un claro émulo de Tapón), no hay sentido alguno
de la épica, hay una escena al principio con demasiado CGI en la persecución de
Indi al tren nazi, una persecución por Nueva York (en realidad Glasgow) en
medio de un desfile triunfal (el de Armstrong, Aldrin y Collins tras el
alunizaje), que llega al metro con caballo Indy, dos persecuciones donde se
repite lo de los vehículos pequeños, hay una secuencia bajo mar sin mucha
enjundia, un tiroteo bajo tierra low cost, una secuencia en un aeródromo donde
se rebasan todo tipo de sentido de la realidad (y no me refiero a elementos sobrenaturales,
pues lo que hacen los personajes es inverosímil), ni tan siquiera su rebuscado clímax
te saca de lo lineal, con el juego que habría dado el fin de esa máquina, el
guion la utiliza de forma ramplona y sin chispa alguna. Tampoco es que el
sentido del humor brille, más bien es algo muy marginal y si te saca alguna
media sonrisa es por los guiños de Ford a pretéritas entregas.
En “Indiana Jones 4”,
estamos en 1957, el arqueólogo "resuelve" una vez más el caso, vuelve
a Harvard, se casa por fin felizmente con Marion, le aparece un hijo con el que
comienza una nueva relación prometedora, recupera a un amigo dado por perdido. En
esta quinta estamos en 1969, Indy está en trámites de divorcio de Marion, su
hijo ha muerto en servicio militar, ha dejado Harvard, siendo profesor de una
escuela universitaria de menos prestigio.
Tiene un prólogo centelleante,
pretendidamente enigmático al ver el espectador en plena vorágine de huida de
nazis de un castillo, llevan allí a un tipo encapuchado vestido de nazi. Cuando
le quitan la capucha, Sorpresa! Es Indy con 30 años menos (muy buen CGI, mucho
mejor que la chapuza de la scorsesiana “The Irishman”), le interrogan, este responde
con bravuconería, por lo que lo llevan a ahorcar a un campanario. Desembocando
en una imaginativa escena de veintitantos minutos de acción trepidante, de lo
mejor del film. Con la forma de escapar de la soga, con esa bomba al ralentí, esa
persecución en coche contra motos nazis (los oficiales de dentro no se
rebelan), ese salto del auto hacia la moto sidecar, la forma salomónica en que
se divide el sidecar, esa entrada en el tren (demasiado cantarín Indy andando
por el techo del tren), las peleas en el interior, el rescate de su amigo, la aparición
de su atuendo que se pone. Esa gran arma antiaérea que se descontrola, la aparición
del villano (es inmortal!). Todo con gran sentido del espectáculo, capturando
efluvios de la saga ochentera, pero sin llegar, pues falta ese algo intangible
que es la magia del cine. Y tras una elipsis de décadas llegamos a la desmitificación
de Indiana cuando lo vemos anciano en un apartamentucho en Nueva York en
camiseta de mangas y calzoncillos sentado en un sillón, quejándose cual viejo
cascarrabias del ruido de los jóvenes vecinos. Tras una clase y ser jubilado (buena
la escena en que tras serle entregado un regalo por sus servicios, lo tira a un cubo de basura nada más salir a la calle), siendo abordado
por una joven que le hace rememorar el hallazgo del deux machine del film. Y a partir
de aquí comienza la contrarreloj para alcanzar la misión, saltando de Nueva
York a Tánger, de allí al mar griego, acabando en Siracusa (Sicilia), por medio
un puñado de escenas de acción que en ningún caso pasarán a la posterioridad,
no aburrirán, pero no serán trascendentes. Nada de mínima profundización en los
personajes, ni siquiera se ahonda en la nostalgia de Indi, es como sentarse en
una montaña rusa, no hay tiempo de extraer nada, con el juego que habría dado
todo el pasado del arqueólogo, se queda en unos chascarrillos rápidos (La foto
de Marion al principio, la mención al vudú o a la sangre que bebió en el Templo
Maldito, el reloj de su padre de “El Templo Maldito”, su hijo fallecido, o el
cameo final), si este era el broche final debería haber sido todo un homenaje a
toda la saga y no ser una más en decadencia. Por no hablar de que su clímax me
ha sido decepcionante por las posibilidades que daba el artefacto (spoiler). Entiéndaseme,
no es que sea mala, es que es Indiana Jones.
Hay un abuso excesivo
del CGI, desnaturalizando la acción, algo que ya se criticó de la anterior de
2008, aquí se dobla la apuesta; Se coloca a un joven para que haga de Tapón (el
que precisamente ha ganado un Oscar a secundario este año Ke Huy Quan, por “Todo
a la vez en todas partes”), pero este es insípido, alguien tuvo la idea de
poner a esta ‘mascota’, pero se olvidó de darle cualquier personalidad, es un
parche sin chispa alguna, sin humor, sin prácticamente peso en la trama,
innecesario no, lo siguiente; El principio con los malos es un galimatías indescifrable,
con la CIA (con una agente negra ¿? Entonces) y nazis trabajando juntos,
matando a diestro y siniestro sin saber que buscan; Lo de que el nazi Voller se
lleve un golpe para haberle arrancado la cabeza en el inicio y luego aparezca
como si nada veintitantos años después no es de recibo (eso mismo le pasó al
villano de “Speed” y fue decapitado, como manda la lógica de la situación); La
entrada a la Oreja de Dionisio que hubiera dado gran juego parece un mini
parque temático del Templo Maldito y la Ciudad de Petra; Porque no cuentan el
motivo por el que van a divorciarse Marion e Indi; Se siente más como una
venganza que como un elemento dramático que nos digan que el hijo de Indy, Mutt,
falleciera, apenas hay sensación conmovedora cuando se cuenta, da la impresión que
es un torpedo contra el problemático actor Shia LaBeouf que le daba vida, cerrando
cualquier posibilidad que continuara la saga; El villano Voller es un malo plano,
sin aristas, malo y punto, lo cual es un insulto para el gran actor nórdico
Mikkelsen. Amén de su escena final.
Única de la serie no distribuida
por Paramount Pictures, luego de la adquisición de Lucasfilm por parte de Walt
Disney Studios y los derechos cinematográficos para futuras secuelas. Paramount
retiene los derechos de distribución de las primeras cuatro películas y un
crédito asociado residual.
Spoiler:
Con todas las posibilidades
que ofrecen los viajes en el tiempo, en serio, solo se les ocurre viajar a
Siracusa durante una batalla? No podrían habérselo currado para haber ido a algún
lugar emociónate de la saga y haber jugado en esta cacareada última entrega con
este componente melancólico, o el nacimiento de Jesús, a la última Cena con el
Caliz Sagrado, al Vía Crucis, que viéramos a Longinos con su lanza (apara enlazar
con lo visto al principio), al Descubrimiento de América por Colon, que emotividad
tiene estar en este lugar y tiempo. Amén de que casualidad que con toda la historia
sea justo con Arquímedes con el que topemos. La Montaña ha parido un ratón con
esto; Por el camino se queda que tengamos que tragar que un muchacho aprende a
llevar una avioneta sobre la marcha, con lo que se cruza cualquier línea de
realismo para dar con la ciencia ficción, no solo la arranca, despega, si no
que es capaz de seguir a un avión grande, ello sin despertar al piloto que
duerme a su lado (ridículo). Luego Indy pide que lo dejen allí, pero Helena le
dice que eso alteraría la Historia. Pero si iba a morir por el disparo en poco
tiempo! Además, se les ha colado un pequeño detalle, y es que en la playa de
Siracusa en el 214 antes de Cristo ha quedado varado un avión del SXX con nazis
dentro. Esto no altera la Historia?
El gigantón nazi que aparece
(Olivier Richters es un fisiculturista, actor y modelo neerlandés, con una
imponente figura de músculos y altura de 218 cm), es como el ‘Arma de Chejov’,
si lo tenemos presente entre los malos destacando por su mastodóntica figura,
es de suponer habrá un duelo tipo David vs Goliat (con efluvios al de Indy
contra el gigantón nazi sobre el avión en “En busca del arca perdida”), ello se
espera, y todo culmina en que el duelo es con el chiquillo bajo el rio
subterráneo, que lo esposa a una reja y ya está, desaparece de escena, menudo
chasco; Por cierto, este se rompe a la ida del grupo buscando la tumba de
Arquimedes y sin embargoi a la vuelta está bien (¿?); Hay un momento en que
escapan del barco pesquero el chico, Helena e Indy, la mujer y el chaval están celebrándolo,
pero Indy les comenta triste que su amigo ha muerto, este es el encarnado por
Banderas, y siento lo mismo que los entusiasmados, pues el actor malagueño ni se
nota que su presencia, un flash que no deja huella alguna; Como es lastimosa la
muerte del villano por disparo de Helena, y su avión se estrella, sin épica
alguna; Tras exponer ante Arquimedes (aparece con la emoción de un sketch de
José Mota) Indy que desea quedar allí, Helena le da tal puñetazo que pasamos a
una elipsis donde Indy está de nuevo en su pisucho neoyorkino. No se sabe como
han vuelto al presente, como le han salvado la vida a Indy, como le han retirado
la orden de búsqueda en USA que tenía. Se levantas con un vendaje y aparece el
personaje del que no quería spoilear al principio, Marion (Karen Allen),
trayendo comida a la vivienda con Sallah. Dejan solos a Marion e Indy, esta le
dice que le duele todo el cuerpo, e Indy le pregunta que dónde ella le señala
el codo y él se lo besa, le indica el hombro y se lo besa, lo que sigue es un
claro homenaje a una clásica escena entre ambos de “En busca del arca perdida”.
No está mal el final (me sobra el epílogo cogiendo el sombrero de la cuerda),
ideado por los hermanos Butterworth. Pero si es el final, debería haber cerrado
con la muerte, a todos nos llega, y bien currado habría sido emocionante.
Allen expresó interés en
retomar su papel de Marion, señalando en 2011 que ella y Jones estaban casados
en la película anterior "por lo que creo que sería difícil seguir
adelante sin ella".
Con un presupuesto de
producción estimado de 294,7 millones de dólares, sin incluir los costos de
marketing, es la película más cara de Indiana Jones, así como una de las
películas más caras jamás realizadas.
Fue idea de Ford
comenzar la historia de 1969 con Jones en un punto bajo de su vida y luego,
gradualmente, "reconstruirlo desde cero" a medida que avanza la
película.
La filmación en el
escenario de sonido se llevó a cabo en Pinewood Studios , y los lugares de
filmación en el lugar incluyeron el Castillo de Bamburgh y North Yorkshire
Moors Railway cerca de Grosmont. Estos últimos lugares se usaron para la
secuencia de apertura, [26] incluyendo una persecución en tren y una escena en
motocicleta que involucra al doble de acción de Ford. El propio Ford fue visto
en Grosmont el 7 de junio de 2021. Las escenas del puente ferroviario se
filmaron a mediados de junio de 2021, en el viaducto Leaderfoot cerca de
Melrose en las fronteras escocesas. Las tomas interiores del tren se filmaron
en un set en Pinewood Studios. Se filmó una persecución en motocicleta en el
pueblo escocés de Glencoe, y otros lugares escoceses incluyeron Biggar, South
Lanarkshire. Más tarde, en junio, el lugar de rodaje se trasladó a Londres,
donde una calle de Hackney estaba bordeada de coches antiguos. La filmación
también tuvo lugar dentro de una residencia privada que, según los informes,
fue elegida por su interior de estilo de época.
Ford prefería hacer sus
propias acrobacias. El 23 de junio, se anunció que se había lesionado el hombro
durante el ensayo de una escena de pelea y que el equipo de producción filmaría
su recuperación. La lesión de Ford ocurrió mientras ensayaba un puñetazo contra
el personaje de Mikkelsen para la secuencia del tren.
En julio de 2021, el
rodaje se trasladó al centro de la ciudad de Glasgow, que se transformó para
parecerse a la ciudad de Nueva York en 1969. Las tiendas locales se arreglaron
para que coincidieran con la ubicación y el período de tiempo de la película. Una
secuencia de persecución, filmada a lo largo de St. Vincent Street y otras
áreas, recrea un desfile de teletipos que celebra el regreso de los astronautas
del Apolo 11. Un doble, Mike Massa, actuó en lugar de Ford durante todo el
rodaje de Glasgow, con marcadores de captura de movimiento aplicados en su
rostro. Holbrook y Waller-Bridge también estuvieron en el set. La secuencia también contó con 1.000 actores
de fondo como asistentes al desfile y manifestantes de la guerra de Vietnam. Algunos disparos se llevaron a cabo en el área
de Hatton Garden de Londres, también se convirtió en la ciudad de Nueva York. Además,
se construyó una réplica de una estación de metro de la ciudad de Nueva York en
el 007 Stage de Pinewood; En octubre de 2021, la producción se trasladó a
Sicilia, Italia, después de que se rodara el final entre Ford y Allen. El
rodaje italiano incluyó a casi 600 miembros del equipo, y se llevó a cabo en
toda Sicilia, se reemplazó a sí misma y a Grecia. El rodaje comenzó en la
ciudad de Siracusa. Otros lugares de rodaje incluyeron la ciudad de Cefalú, a
menudo reemplazando a Siracusa, y la provincia de Trapani. El rodaje en Trapani
incluyó los pueblos de Marsala y Castellammare del Golfo, este último sirve
como puerto donde Renaldo se encuentra con Jones. Las escenas de buceo se
filmaron en el mar Mediterráneo y en un tanque en Pinewood, esta última
realizada con especialistas; La secuencia que involucra la tumba de Arquímedes
se filmó en Pinewood. Las escenas que conducen a la secuencia de la tumba se rodaron
en el Templo de Segesta en Trapani, así como en el parque arqueológico de
Neapolis en Siracusa. El rodaje en este último lugar incluyó la cueva Oreja de
Dionisio, y la cueva Grotta Dei Cordari. Las escenas que representan el asedio
romano también se rodaron en Sicilia, incluyendo Castello Maniace en Siracusa; El
rodaje voló a Marruecos el 17 de octubre de 2021, teniendo lugar en las
ciudades de Fez y Oujda. Mangold y su equipo originalmente iban a filmar parte
de la película en la India, pero cuando los niveles de COVID-19 aumentaron allí,
se vieron obligados a cambiar la India por Marruecos. La filmación exterior
tuvo lugar allí, pero los interiores del Hotel L'Atlantique fueron recreados en
Pinewood. La secuencia de persecución de Tánger requirió el uso de una docena
de tuk-tuks; El resto de la filmación tuvo lugar en Pinewood, y terminó
finalmente el 26 de febrero de 2022.
Spielberg y Koepp habían
ideado una secuencia de apertura de la Segunda Guerra Mundial de cinco minutos
que presentaría un Ford envejecido. Al hacerse cargo del proyecto, Mangold
amplió la secuencia a aproximadamente 25 minutos. Más de 100 artistas de ILM
trabajaron en la secuencia de apertura durante un período de tres años,
utilizando varios métodos. Ford fue envejeciendo para representar su apariencia
durante las tres primeras películas de Indiana Jones. Esto se logró en parte
utilizando un nuevo software de inteligencia artificial de ILM, que analizó
imágenes archivadas de un Ford más joven en su trabajo anterior para Lucasfilm,
incluidas las películas originales de Star Wars. También se escaneó la cabeza
de Ford para crear una versión más joven usando CGI. Las técnicas de
iluminación se enfatizaron en el set e incluyeron el uso de Flux, un sistema de
captura basado en la luz que se usó anteriormente para las escenas de
envejecimiento en The Irishman (2019). Además de los efectos, también se hizo
una máscara del rostro más joven de Ford para que la usara un especialista
durante una persecución en motocicleta. Después de la filmación, el metraje de
envejecimiento se modificó toma por toma utilizando una variedad de técnicas. Los
artistas de ILM tuvieron dificultades particulares para lograr que los ojos de
Ford se vieran bien. Según el supervisor de efectos visuales Robert Weaver,
"Muchas veces, no conseguíamos el equilibrio adecuado entre la apertura de
los ojos y la forma de los ojos en general, y teníamos que hacer referencia
continuamente tanto a material antiguo como a lo que se filmaba en cámara."
Ford estaba algo "asustado"
por el proceso de envejecimiento, pero no obstante quedó impresionado. Mikkelsen
también fue rejuvenecido para la secuencia de apertura; La película tiene un
total de 2.350 tomas con efectos, incluidas muchas que ocurren durante la
secuencia del asedio de Siracusa.
John Williams volvió a
componer y dirigir la partitura de la película.
Me queda un ameno
pasarratos, pero lejos de la pasión aventurera (o igual es que mi edad era
otra) de las cintas ochenteras. Gloria Ucrania!!!
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