miércoles, 2 de agosto de 2023

 


EL MILAGRO DE ANA SULLIVAN.

 

Muy humanista film, uno de esos films que sus valores humanistas (valga la redundancia) están por encima de sus valores de calidad (que los tiene), obra que entra de lleno en el valor de la comunicación como sentido hegemónico entre personas. Película biográfica estadounidense de 1962 sobre Anne Sullivan, tutora ciega de Helen Keller (primera persona sorda y ciega en obtener una licenciatura y ganó prominencia nacional como defensora y activista de los derechos de las mujeres), dirigida por Arthur Penn, a partir de un guión de William Gibson (“Cualquier día en cualquier esquina”), se basa en su obra homónima de 1959, “The Miracle Worker”, se originó como transmisión de 1957 de la serie de antología de televisión Playhouse 90. El material fuente extraído de Gibson fue “The Story of My Life”, la autobiografía de 1903 de Helen Keller. Originalmente una obra de Broadway escrita por Gibson, dirigida por Arthur Penn y protagonizada por Anne Bancroft y Patty Duke, fue llevada a la pantalla por el mismo equipo creativo, con Gibson adaptando su propia obra de teatro y Penn una vez más dirigiendo a Bancroft y Patty Duke ganadoras de un Oscar. La película se convirtió en un éxito instantáneo de crítica y un éxito comercial moderado. La película fue nominada a cinco Premios de la Academia, incluyendo Mejor Director para Arthur Penn, y ganó dos premios, Mejor Actriz para Anne Bancroft y Mejor Actriz de Reparto para Patty Duke, la última de las cuales, a los 16 años, se convirtió en la ganadora más joven del Oscar competitivo en el tiempo (la superó Tatum O’Neal en 1973 cuando lo ganó con 10 años).

 

Es un conmovedor relato de superación personal, de dos personas. Una joven ciega sordo-muda (puede haber peor castigo del destino que este que esta cárcel eterna en soledad?) que es criada sin saber como darle educación por sus protectores padres, que encuentra en la tutora la horma de su zapato, una tenaz y cabezota pedagoga que deberá insistir mental y hasta físicamente en hacer que la joven aprenda unas mínimas normas de comportamiento que puedan ser el germen de poder valerse en la vida. Se puede ver como un duelo en el que la pertinaz tutora debe insistir en poder romper la coraza de años de mimos, y hacer lo que le viene en gana por unos padres que no saben tratarla con disciplina. Para ello es fundamental que aprenda el lenguaje de signos táctiles, pero sobre todo entenderlo, esto es lo primordial. Una película que entronca claramente con el posterior film de Truffaut “El pequeño salvaje” (1970).

 

Todo desarrollado en un crescendo dramático con extenuantes picos cargados de intensidad emocional, como es la secuencia de nueve minutos donde Helen (Bancroft) intenta disciplinar a Kate (Duke) en el comedor para que coma como una persona. Comienza con la familia charlando distendidamente mientras Helen pasea alrededor de la mesa cogiendo con sus manos comida de los platos que se lleva a la boca, ello ante la inquisidora mirada de Anne, hasta que la institutriz estalla, y echa a la familia fuera, quedándose allí Helen y ella. Arrancando una batalla física de voluntades extasiante, la secuencia más famosa del film, todo un torrente visceral, que nos deja agotados en la veracidad de lo que vemos. Este enfrentamiento se resume en un tímido avance, celebrado por la familia.

 

Tiene una escena prólogo aterradora, cine del peor horror, vista casi toda la secuencia desde el punto de vista de un bebe desde la cuna. Donde el rostro de una madre, Kate Keller (Inga Swenson), es desgarrador en como grita aterrada al descubrir que su bebe ni ve, ni oye, con la entrada en segundo plano del padre, Arthur (Victor Jory), confirmando con rabia e impotencia la tragedia. Hay una elipsis y saltamos varios años adelante. El bebe es una adolescente, se llama Helene (Patty Duke), es ciega y sordomuda. La vemos asalvajada en su comportamiento, con arrebatos violentos ante su incapacidad para comunicarse, un terremoto constante que todos soportan estoicamente. Desesperada la madre propone contratar

 

Entonces deciden contratar a Ana Sullivan (Anne Bancroft) una maestra ex alumna de la Escuela Perkins para Ciegos de Bostoon, que tuvo que superar un duro obstáculo; nació casi ciega y la mayor parte del día lleva unas gafas oscuras. Pero su talento y vocación en la enseñanza no le impedirá mantener una fuerte y estrecha relación con su alumna, fuertemente protegida por su entorno familiar.

 

Comenzando una contienda por penetrar en la hermética mente de Patty, para ello el trabajo estajanovista de Anne será fundamental, su insistencia en enseñarle el lenguaje de signos a través del tacto, en que ella tenga disciplina. Convirtiéndose la narración en un tour de forcé arrollador entre las dos féminas, entre las dos actrices, escenas cargadas de electricidad y realismo, de una fisicidad acongojante: Todo ello sin acudir al simplista sentimentalismo, sin maniqueísmos facilistas, la crudeza de una labor que parece imposible de penetración en lo insondable: Un canto maravilloso a la vocación de docencia, a la educación como valor supremo. Todo ello salpicado por discusiones con la familia sobre los expeditivos métodos de la institutriz que chocan con el buenismo de los padres. Esto se puede extrapolar a la Guerra eterna de los educadores por hacer que los niños aprendan, los infantes son esponjas con todo el disco duro por rellenar, pero su carácter pueril les hace proclives a no querer ir a la escuela, prefieren jugar.

 

Es un duelo en el que el espectador es el ganador, un choque donde los avances resultan pequeñitos, avances suaves, que hacen de cualquier nimia victoria un gran éxito, provocando momentos entre la algarabía del jaleo imperante, situaciones tan poéticas como cuando un polluelo nace de su cascarón en la mano de Helen, vemos la vida nacer sobre alguien indefenso, dos seres débiles como son la joven sordomuda ciega y el pollito recién nacido. Todo ello regado por diálogos punzantes, con gran sentido dramático.

 

Todo esto enaltecido por unas actuaciones brillantes. Empezando por una Anne Bancroft sensacional, apoteósica en su fuerza vitalista, un volcán en permanente erupción, arrollando con su fulgor, es como un tsunami entrando en esta casa. Desprende una grácil mezcla entre dulzura por su apariencia frágil con esas gafitas oscuras, pero cuando se pone en marcha, ósea, cuando entra en modo carácter inflexible desborda la pantalla con su ímpetu. Brutal la química con Duke, sus ‘combates’ resultan agobiantes. Tiene momentos conmovedores, como cuando relata su pasado tormentoso, abandonada de pequeña junto a su hermano, a los 5 años pierde la visión y poco más tarde a su hermano. Apenas sin vista, pasa por varios centros y es operada infinidad de veces para recuperar la vista. Pronuncia la frase que da sentido al film: “La obediencia sin comprensión también es ceguera”. Espléndida; Patty Duke es un torrente en su carácter indomable, una leona salvaje, arremetiendo contra todo aquel que osa ponerse en medio, encuentra la horma de su zapato en Anne, la compenetración entre ellas es desbordante. Magna.

 

En menor medida pero también fenomenal Inga Swenson como la abnegada madre coraje, por un lado protectora, pero por otro sabiendo que debe salir de debajo de su ala su hijita, con frases tan sentidas como: ‘Cada día se aleja más y no sé cómo llamar para que regrese”; Victor Jory como el padre rígido es muy bueno, intimidante, regio, carismático, mantiene enfrentamientos fogosos con Anne; Andrew Prine (parece hermano gemelo de Anthony Perkins) da una sentida interpretación, con un sutil arco de desarrollo en la forma de relacionarse y entender el trabajo de Anne.

 

Todo desembocando en un clímax durante una comida de bienvenida, dónde parece repetirse la pelea del inicio, pero ahora con unos cimientos, dónde la frustración por que el trabajo echo se quede en un borrón flota en el ambiente. Las llamaradas de tensión te rozan hasta desembocar en el culmen del agua. Para llegar a un hermoso epílogo (spoiler), que da una sentida conclusión.

 

Se le puede achacar cierta reiteración de situaciones, pudiera sentirse un cierto estancamiento en como la institutriz ‘pelea’ con Helen, hace un pequeño avance y vuelta a enfrentarse. Aquello de un paso adelante y dos hacia atrás. Pero esto en realidad es hacer sentir al espectador aquello del Mito de Sísifo en que puede convertirse la enseñanza.

 

De la puesta en escena destaca la gran cinematografía en glorioso b/n del cubano Ernesto Caparrós (de las series “Route 66” o “La ciudad desnuda”), en marcados contrastes de grises, con ese subjetivo abrasante del inicio, jugando con las disoluciones, jugando con los planos singulares para emitir la zozobra de Helen, jugando con la iluminación para emitir emociones, con dramáticos picados y contrapicados; esto adornado por una sentida música compuesta por Laurence Rosenthal (“Réquiem por un campeón” o “Becket”), acentuando las sensaciones de modo neurálgico; La película se rodó en Big Sky Ranch en Simi Valley (California), y Middletown (Nueva Jersey).

 

Spoiler:

 

Muy bonito ese clímax con la desesperación de Anne con Helen y esta parece hacer click en el jardín, y tras caerse anímicamente Anne, Helen comienza con gestos a decir las palabras enseñadas con el sentido que tienen, como agua sobre el agua que cae en sus manos (no me lo creo fuera así, pero queda maravilloso narrativamente); Helen se abraza sus padres con  Anne al lado mirándolos exhausta, pero con la felicidad del deber en marcha; Hay una elipsis y llegamos a la noche, vemos a Anne sentada en una mecedora en la terraza, entonces sale allí Anne que se le acerca y la abraza, las dos quedan abrazadas mientras termina el film. Trémulo broche final.

 

A pesar de la premiada actuación de Anne Bancroft como Anne Sullivan en la producción de Broadway, los ejecutivos de United Artists querían que Elizabeth Taylor interpretara este papel en la adaptación cinematográfica. Sin embargo, Arthur Penn (que también había dirigido la producción teatral) insistió en utilizar Bancroft. Como resultado, el estudio vio la película como una perspectiva arriesgada y le otorgó a Penn solo un presupuesto ajustado de $ 1,300,000 (de los cuales $ 200,000 se gastaron en comprar los derechos de la obra).

A pesar de que Patty Duke había interpretado a Helen Keller en la obra, casi no consigue el papel. La razón fue que a los 15 años era demasiado mayor para interpretar a una niña de siete años, pero después de que Bancroft fuera elegida como Anne, se eligió a Duke para interpretar a Helen en la película.

 

Para la escena de la batalla en el comedor, en la que Anne trata de enseñarle a Helen buenos modales en la mesa, tanto Bancroft como Duke usaron protectores debajo de sus disfraces para evitar serios hematomas durante la intensa escaramuza física. La secuencia de nueve minutos requirió tres cámaras y tardó cinco días en filmarse.

 

Se rehizo para televisión en 1979 con Patty Duke como Anne y Melissa Gilbert como Helen, así como en 2000 con Alison Elliott y Hallie Kate Eisenberg en los papeles principales; La película ocupó el puesto 15 en 100 Years...100 Cheers: America's Most Inspiring Movies de AFI.

 

Uno de esos films que por su fuerza aleccionadora debería ser de visión obligatoria en los colegios. Gloria Ucrania!!!

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