martes, 15 de agosto de 2023

 


El vuelo del Fénix.

 

Infravalorado film de aventuras enmarcado en la vertiente supervivencia, loando en ello el espíritu innato del ser humano en sobreponerse a lo imposible. Hace décadas, cuando lo vi por vez primera me atrapó, me hizo uno más de ese grupo de ‘náufragos’ de un accidentado avión en medio de la nada del desierto saharaui (aunque filmado en USA), me hizo sentir la ansiedad y angustia vital, me enganchó en su sub trama de thriller psicológico que sobre todo se establece entre el piloto Towns, encarnado por un sensacional James Stewart, componiendo a un tipo complejo, alejado de los héroes monocordes, con dudas y pesares, emite amargura, desea ser el líder, se siente responsable del accidente, se enfrenta a un teórico, una mente fría y calculadora, que puede tener la vía de escape en su mente, chocando su intrépido plan contra el liderazgo de esperar como mansas ovejas a que los rescaten, el teórico Dorfmann, al que da vida un brillante Hardy Kruger ("Los hombrecitos de las computadoras van a heredar la tierra, y es triste pensar que Dorfmann no estará presente, pero él de alguna manera ya lo sabe", le dicen despectivamente), ofrece una actuación formidable como la antítesis de Frank, rígido, altivo ("Es precisamente esa la reacción que debí haber esperado de un hombre de sus obvias limitaciones"; "Eso es precisamente lo malo, lo ha practicado todo y no ha aprendido nada" son algunas de sus punzantes frases)darwinista frente a la humanista visión del panorama del piloto, donde su condición de alemán agrega un sub texto hijo de la Segunda Guerra Mundial, se comporta como un oficial cuasi-nazi cuadriculado. Entre los dos surgen duelos donde aflora llamas den sus argumentos. Colisión cuasi arbitrada por el asistente del piloto Lew, al que embiste un fenomenal Richard Attenborough, un alcohólico que lucha por dejar de serlo, tipo con aristas en sus fragilidades, que sin embargo se convierte en el verdadero ‘guía’ de los varados, sabiendo intermediar entre los dos egos enfrentados, teniendo que ‘torear’ sus caprichos y complejos para intentar que el plan puede llevarse a cabo. Entre el posterior director oscarizado de “Gandhi” y Stewart hay una fabulosa química, sus ententes son deliciosos en la humanidad que transpiran.

 

Film dirigido por un espléndido Robert Aldrich, especialista en repartos corales cargados de testosterona, poblado de seres cuasi-marginados (un piloto venido de vuelta, un asistente borrachín, un obrero despedido por desequilibrado mental, un soldado cobarde,…), véanse sus “Attack!”, “The Dirty Dozen”, o “The Longest Yard”, con guion de Lukas Heller (guionista de cámara de Aldrich colaborando con él en films como “Que fue de Bay Jane” o “Doce del patíbulo”), adaptando en este caso la novela homónima de 1964 de Trevor Dudley Smith, relato que recuerda a la posterior historia real (también llevada al cine con el título “Viven!”), del accidente de un avión en medio de los Andes en 1972, aunque no en su resolución, si en como un jet sufre un accidente en medio de un terreno hostil (en este caso en un inhóspito lugar en la cordillera andina), primero esperan a que los vengan a rescatar, pero finalmente, ante la inminente escasez de avituallamiento (no entraré en como resisten), deciden ser ellos los que busquen la ayuda (en este caso enviando a alguien en busca de llegar a la civilización). Además de los mencionados, entre el reparto están los estupendos Peter Finch, Ernest Borgnine, Ian Bannen, Ronald Fraser, Christian Marquand, Dan Duryea y George Kennedy.

 

Una radiografía habilidosa sobre la Condición Humana, cuando salen a flote la verdadera personalidad, que es en cuando está al límite, las caretas caen, saliendo a flote lo mejor y lo peor, la solidaridad vs el egoísmo, el altruismo vs la arrogancia, el liderazgo vs el individualismo, la valentía vs la cobardía, el valor de la veteranía vs el arrojo de la juventud con su ingenio de los ´números’ de los nuevos tiempos. Un punzante estudio de la mecánica de los grupos puestos al borde del abismo, ello con sus dilemas morales, salpicando de dificultades la odisea que hace que manen reflexiones ricas en cada decisión, todas discutibles, y todas con sus taras.

 

Un análisis agudo sobre los liderazgos, sobre como ganárselos, sobre la camaradería. Todo ello proyectando realismo, hombres comunes enfrentados al vació, con ritmo sostenido, que hace sus 142 minutos discurren de modo fluido, con intensidad dramática con diálogos sustanciosos, con colisiones chispeantes, con unas actuaciones sólidas, sabiendo dosificar cada tono del film, notándose mano maestra del experimentado director, haciéndonos empatizar con los personajes, haciéndonos ver su cansancio vital, gradualmente el físico decrépito, a lo que ayuda su gran maquillaje (aunque echo en falta algo de realismo en que hubieran adelgazado algo, pues no se nota, amén de que no entiendo como no les crece barba, y no me vale que se afeiten, pues eso conllevaría gastar agua, y sería pegarse tiros en el pie ante la escasez; no todo es perfecto en la peli), nos hace sentir el calor abrasador, la desesperanza, primero y luego la ilusión, y con ello sintiéndonos emocionados en su clímax final de incógnita. A todo esto, ayuda y mucho la formidable cinematografía de Joseph F. Biroc (…), con planos generales que colocan en la inmensidad hosca al grupo, en miscelánea con la música de Frank De Vol, creando una atmósfera tórrida de hastío, así como epopéyica cuando debe, haciendo brotar sensaciones. La Ilusión es un gran parte del film, pues lo dice muy bien Lew ("Es posible que no vuele, o que vuele y luego nos mate, pero hay una posibilidad en un millón de que, si puede funcionar, Dios mío, yo prefiero eso a quedarme sentado esperando a que llegue la muerte"), al menos la esperanza nos da ilusión por respirar (o más o menos dice eso).

 

Aldrich no pierde tiempo, y de inicio ya nos enmarca en el vuelo (maldito), presentación ágil de los protagonistas, y sin apenas solución de continuidad el accidente y la exposición cruda de la situación, con los personajes varados en medio del infinito. El director con su pericia consigue que una película donde todo ocurre alrededor de un avión siniestrado, sin apenas moverse lejos de él y sin embargo sea una cinta con mucho dinamismo, gracias a una realización inteligente, sabiendo tener siempre los acontecimientos en marcha, nunca se estanca. Siempre hay elementos que imprimen vigor narrativo, mediante las ideas para afrontar la supervivencia, con el oficial emprendiendo un viaje peligroso, la cobardía del sargento, el plan delirante del alemán, la esperanza, la vuelta del oficial, el herido que decide algo drástico, la llegada a los alrededores de nómadas del desierto, las operaciones para montar el Ave Fénix, los duelos entre los dos ‘líderes’ de los ‘naufragas’ ("Señor, se comporta como si la estupidez fuera una virtud", suelta Heinrich Dorfmann) el desgarrador tramo en que Frank echa en cara a Lew sus debilidades, con esa coda final en la forma en que Frank se disculpa, tenido ese quiebro cuasi-final en que nos enteramos del ‘verdadero’ trabajo de Dorfmann (donde prima esta frase que le dedica Lew a Frank: "Qué te pasa Frank, no te gustaría saber qué es volar en un avión de juguete ?"). Para llegar a ese brillante rush final, en que la incertidumbre crece entre ellos mientras la tensión nos hace encogernos cruzando los dedos.

 

Peter Finch da vida a un oficial militar, valiente y decidido, lo borda; Ernest Borgine da vida a un obrero despedido por inestable mental, y lo demuestra en su modo de comportarse, muy bueno; Ronald Fraser es el personaje más ambiguo del film, sargento resentido, harto de recibir ordenes, decide primero recurrir a las mentiras y luego al enfrentamiento directo, su subtrama queda en el aire. Notable su actuación; Christian Marquand da vida al Dr. Renaud, seguro de sí mismo, aunque le falta fondo para no ser solo un cliché; Ian Bannen da vida a Crow un chistoso extrovertido algo jartible, aunque tiene un gran diálogo con Heinrich cuando ‘halaga’ al teutón: “A veces me pregunto cómo es que no ganaron la guerra” y Dorfmann le responde: “La guerra?’”, Crow le replica: “Ya sabe: ta,ta,ta,ta,ta,ta,ta…”, el alemán contrraréplica: “Yo no participé", casi parecía iba a decir aquello del Schlemmer de la wilderiana “Uno, Dos, Tres”: “Yo no me enteré, trabajaba en el metro”; Dan Duryea, clásico villano del cine de oro en films como “La Loba” o “Perversidad”, aquí es infrautilizado con un rol marginal, que parece tenga más desarrollo en el libro por lo que deja entrever en su fe religiosa; George Kennedy está aun peor que Duryea, otro gran actor que se atiene a casi ser figurante sin una frase que recuerde.

 

 

Spoiler:

 

Me ha faltado que hubieran explorado de alguna forma la posibilidad de arreglar la radio, igual en el libro esto está pulido, aquí se pasa de ello; Ya es casualidad que tengan un accidente de avión y tengan todo lo posible para hacer otro; Si se les supone muertos de hambre, pues solo comen dátiles. Como es que matan al camello y no lo asan a la parrilla?

 

Las secuencias de vuelo del Ave Phoenix fueron realizadas por el famoso piloto de carreras/acrobacias/películas y coleccionista de aviones de combate Paul Mantz, copropietario de Tallmantz Aviation, en reemplazo de su compañero Frank Tallman, que se había lesionado la pierna. En la mañana del 8 de julio de 1965, Mantz volaba el Tallmantz Phoenix P-1, la máquina que estaba "hecha de los restos", realizando aterrizajes de toque y arranque para las cámaras, cuando el fuselaje se combó durante un aterrizaje. El modelo de la película se rompió y dio una voltereta lateral, matando a Mantz e hiriendo gravemente al doble de acción Bobby Rose. El crédito final en la pantalla fue: "Debe recordarse... que Paul Mantz, un buen hombre y un brillante volador, dio su vida en la realización de esta película..."

 

Se filmó en 20th Century-Fox Studios y 20th Century-Fox Ranch, California. Otros lugares de rodaje, simulando el desierto, fueron Buttercup Valley en Algodones Dunes, California y Pilot Knob Mesa, California. Todas las secuencias de vuelo fueron filmadas en Pilot Knob Mesa cerca de Winterhaven, ubicado en el Valle Imperial de California, en los límites occidentales de Yuma, Arizona.

 

Film nominado a dos Oscar: Mejor actor de reparto por Bannen (lo ganó Martin Balsam por “El payaso de la ciudad”) y Mejor montaje por Michael Luciano (lo ganó el de “Música y Lágrimas”). Hardy Krüger fue nominado a un Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto, y Aldrich fue nominado a Mejor Película – Drama.

 

El Vuelo del Fénix fue rehecho en 2004, titulado como El Vuelo del Fénix.

 

Me queda una notable propuesta, que te atrapa en ese perenne mar de arena. Gloria Ucrania!!!

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