El vuelo del Fénix.
Infravalorado film de aventuras
enmarcado en la vertiente supervivencia, loando en ello el espíritu innato del
ser humano en sobreponerse a lo imposible. Hace décadas, cuando lo vi por vez
primera me atrapó, me hizo uno más de ese grupo de ‘náufragos’ de un
accidentado avión en medio de la nada del desierto saharaui (aunque filmado en
USA), me hizo sentir la ansiedad y angustia vital, me enganchó en su sub trama
de thriller psicológico que sobre todo se establece entre el piloto Towns, encarnado
por un sensacional James Stewart, componiendo a un tipo complejo, alejado de
los héroes monocordes, con dudas y pesares, emite amargura, desea ser el líder,
se siente responsable del accidente, se enfrenta a un teórico, una mente fría y
calculadora, que puede tener la vía de escape en su mente, chocando su
intrépido plan contra el liderazgo de esperar como mansas ovejas a que los
rescaten, el teórico Dorfmann, al que da vida un brillante Hardy Kruger ("Los
hombrecitos de las computadoras van a heredar la tierra, y es triste pensar que
Dorfmann no estará presente, pero él de alguna manera ya lo sabe", le
dicen despectivamente), ofrece una actuación formidable como la antítesis de
Frank, rígido, altivo ("Es precisamente esa la reacción que debí haber
esperado de un hombre de sus obvias limitaciones"; "Eso es
precisamente lo malo, lo ha practicado todo y no ha aprendido nada" son
algunas de sus punzantes frases)darwinista frente a la humanista visión del
panorama del piloto, donde su condición de alemán agrega un sub texto hijo de
la Segunda Guerra Mundial, se comporta como un oficial cuasi-nazi cuadriculado.
Entre los dos surgen duelos donde aflora llamas den sus argumentos. Colisión
cuasi arbitrada por el asistente del piloto Lew, al que embiste un fenomenal
Richard Attenborough, un alcohólico que lucha por dejar de serlo, tipo con aristas
en sus fragilidades, que sin embargo se convierte en el verdadero ‘guía’ de los
varados, sabiendo intermediar entre los dos egos enfrentados, teniendo que
‘torear’ sus caprichos y complejos para intentar que el plan puede llevarse a
cabo. Entre el posterior director oscarizado de “Gandhi” y Stewart hay una
fabulosa química, sus ententes son deliciosos en la humanidad que transpiran.
Film dirigido por un espléndido Robert Aldrich,
especialista en repartos corales cargados de testosterona, poblado de seres
cuasi-marginados (un piloto venido de vuelta, un asistente borrachín, un obrero
despedido por desequilibrado mental, un soldado cobarde,…), véanse sus
“Attack!”, “The Dirty Dozen”, o “The Longest Yard”, con guion de Lukas Heller (guionista
de cámara de Aldrich colaborando con él en films como “Que fue de Bay Jane” o “Doce
del patíbulo”), adaptando en este caso la novela homónima de 1964 de Trevor
Dudley Smith, relato que recuerda a la posterior historia real (también llevada
al cine con el título “Viven!”), del accidente de un avión en medio de los
Andes en 1972, aunque no en su resolución, si en como un jet sufre un accidente
en medio de un terreno hostil (en este caso en un inhóspito lugar en la
cordillera andina), primero esperan a que los vengan a rescatar, pero
finalmente, ante la inminente escasez de avituallamiento (no entraré en como
resisten), deciden ser ellos los que busquen la ayuda (en este caso enviando a
alguien en busca de llegar a la civilización). Además de los mencionados, entre
el reparto están los estupendos Peter Finch, Ernest Borgnine, Ian Bannen,
Ronald Fraser, Christian Marquand, Dan Duryea y George Kennedy.
Una radiografía habilidosa sobre la Condición Humana,
cuando salen a flote la verdadera personalidad, que es en cuando está al
límite, las caretas caen, saliendo a flote lo mejor y lo peor, la solidaridad
vs el egoísmo, el altruismo vs la arrogancia, el liderazgo vs el
individualismo, la valentía vs la cobardía, el valor de la veteranía vs el
arrojo de la juventud con su ingenio de los ´números’ de los nuevos tiempos. Un
punzante estudio de la mecánica de los grupos puestos al borde del abismo, ello
con sus dilemas morales, salpicando de dificultades la odisea que hace que
manen reflexiones ricas en cada decisión, todas discutibles, y todas con sus
taras.
Un análisis agudo sobre los liderazgos, sobre como
ganárselos, sobre la camaradería. Todo ello proyectando realismo, hombres
comunes enfrentados al vació, con ritmo sostenido, que hace sus 142 minutos
discurren de modo fluido, con intensidad dramática con diálogos sustanciosos,
con colisiones chispeantes, con unas actuaciones sólidas, sabiendo dosificar
cada tono del film, notándose mano maestra del experimentado director,
haciéndonos empatizar con los personajes, haciéndonos ver su cansancio vital, gradualmente
el físico decrépito, a lo que ayuda su gran maquillaje (aunque echo en falta
algo de realismo en que hubieran adelgazado algo, pues no se nota, amén de que
no entiendo como no les crece barba, y no me vale que se afeiten, pues eso
conllevaría gastar agua, y sería pegarse tiros en el pie ante la escasez; no
todo es perfecto en la peli), nos hace sentir el calor abrasador, la
desesperanza, primero y luego la ilusión, y con ello sintiéndonos emocionados
en su clímax final de incógnita. A todo esto, ayuda y mucho la formidable
cinematografía de Joseph F. Biroc (…), con planos generales que colocan en la
inmensidad hosca al grupo, en miscelánea con la música de Frank De Vol, creando
una atmósfera tórrida de hastío, así como epopéyica cuando debe, haciendo
brotar sensaciones. La Ilusión es un gran parte del film, pues lo dice muy bien
Lew ("Es posible que no vuele, o que vuele y luego nos mate, pero hay una
posibilidad en un millón de que, si puede funcionar, Dios mío, yo prefiero eso
a quedarme sentado esperando a que llegue la muerte"), al menos la
esperanza nos da ilusión por respirar (o más o menos dice eso).
Aldrich no pierde tiempo, y de inicio ya nos enmarca
en el vuelo (maldito), presentación ágil de los protagonistas, y sin apenas solución
de continuidad el accidente y la exposición cruda de la situación, con los
personajes varados en medio del infinito. El director con su pericia consigue
que una película donde todo ocurre alrededor de un avión siniestrado, sin
apenas moverse lejos de él y sin embargo sea una cinta con mucho dinamismo,
gracias a una realización inteligente, sabiendo tener siempre los
acontecimientos en marcha, nunca se estanca. Siempre hay elementos que imprimen
vigor narrativo, mediante las ideas para afrontar la supervivencia, con el oficial
emprendiendo un viaje peligroso, la cobardía del sargento, el plan delirante
del alemán, la esperanza, la vuelta del oficial, el herido que decide algo
drástico, la llegada a los alrededores de nómadas del desierto, las operaciones
para montar el Ave Fénix, los duelos entre los dos ‘líderes’ de los ‘naufragas’
("Señor, se comporta como si la estupidez fuera una virtud", suelta
Heinrich Dorfmann) el desgarrador tramo en que Frank echa en cara a Lew sus
debilidades, con esa coda final en la forma en que Frank se disculpa, tenido ese
quiebro cuasi-final en que nos enteramos del ‘verdadero’ trabajo de Dorfmann (donde
prima esta frase que le dedica Lew a Frank: "Qué te pasa Frank, no te
gustaría saber qué es volar en un avión de juguete ?"). Para llegar a ese
brillante rush final, en que la incertidumbre crece entre ellos mientras la
tensión nos hace encogernos cruzando los dedos.
Peter Finch da vida a un oficial militar, valiente y
decidido, lo borda; Ernest Borgine da vida a un obrero despedido por inestable
mental, y lo demuestra en su modo de comportarse, muy bueno; Ronald Fraser es
el personaje más ambiguo del film, sargento resentido, harto de recibir ordenes,
decide primero recurrir a las mentiras y luego al enfrentamiento directo, su
subtrama queda en el aire. Notable su actuación; Christian Marquand da vida al
Dr. Renaud, seguro de sí mismo, aunque le falta fondo para no ser solo un cliché;
Ian Bannen da vida a Crow un chistoso extrovertido algo jartible, aunque tiene
un gran diálogo con Heinrich cuando ‘halaga’ al teutón: “A veces me pregunto
cómo es que no ganaron la guerra” y Dorfmann le responde: “La guerra?’”, Crow
le replica: “Ya sabe: ta,ta,ta,ta,ta,ta,ta…”, el alemán contrraréplica: “Yo no
participé", casi parecía iba a decir aquello del Schlemmer de la
wilderiana “Uno, Dos, Tres”: “Yo no me enteré, trabajaba en el metro”; Dan
Duryea, clásico villano del cine de oro en films como “La Loba” o “Perversidad”,
aquí es infrautilizado con un rol marginal, que parece tenga más desarrollo en
el libro por lo que deja entrever en su fe religiosa; George Kennedy está aun
peor que Duryea, otro gran actor que se atiene a casi ser figurante sin una
frase que recuerde.
Spoiler:
Me ha faltado que hubieran explorado de alguna forma
la posibilidad de arreglar la radio, igual en el libro esto está pulido, aquí
se pasa de ello; Ya es casualidad que tengan un accidente de avión y tengan
todo lo posible para hacer otro; Si se les supone muertos de hambre, pues solo
comen dátiles. Como es que matan al camello y no lo asan a la parrilla?
Las secuencias de vuelo del Ave Phoenix fueron realizadas
por el famoso piloto de carreras/acrobacias/películas y coleccionista de
aviones de combate Paul Mantz, copropietario de Tallmantz Aviation, en
reemplazo de su compañero Frank Tallman, que se había lesionado la pierna. En
la mañana del 8 de julio de 1965, Mantz volaba el Tallmantz Phoenix P-1, la
máquina que estaba "hecha de los restos", realizando aterrizajes de
toque y arranque para las cámaras, cuando el fuselaje se combó durante un
aterrizaje. El modelo de la película se rompió y dio una voltereta lateral,
matando a Mantz e hiriendo gravemente al doble de acción Bobby Rose. El crédito
final en la pantalla fue: "Debe recordarse... que Paul Mantz, un buen
hombre y un brillante volador, dio su vida en la realización de esta
película..."
Se filmó en 20th Century-Fox Studios y 20th
Century-Fox Ranch, California. Otros lugares de rodaje, simulando el desierto,
fueron Buttercup Valley en Algodones Dunes, California y Pilot Knob Mesa,
California. Todas las secuencias de vuelo fueron filmadas en Pilot Knob Mesa
cerca de Winterhaven, ubicado en el Valle Imperial de California, en los
límites occidentales de Yuma, Arizona.
Film nominado a dos Oscar: Mejor actor de reparto por
Bannen (lo ganó Martin Balsam por “El payaso de la ciudad”) y Mejor montaje
por Michael Luciano (lo ganó el de “Música y Lágrimas”). Hardy Krüger fue
nominado a un Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto, y Aldrich fue nominado a
Mejor Película – Drama.
El Vuelo del Fénix fue rehecho en 2004, titulado como
El Vuelo del Fénix.
Me queda una notable propuesta, que te atrapa en ese perenne
mar de arena. Gloria Ucrania!!!
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