viernes, 21 de abril de 2023

 

BABYLON.

101/14(14/04/23) Fallida, aparatosa, caótica, ruidosa, demencial, excesiva, histérica, agotadora, atropellada y más calificativos megalómanos se le pueden añadir a esta pretenciosa oda al cine, y sobre todo a la catarsis quien supuesto para este Edén de Hollywood el salto del cine mudo al sonoro. Escrita y dirigida por Damien Chazelle, aunque figura como único guionista, Babylon parece haberse “inspirado” en muchos de los mitos que Kenneth Anger reconstruyó en sus libros “Hollywood Babilonia”, con una primera parte en 1959, otra en 1985, y otro escrito en 2010 pero sin publicar por las demandas de la Iglesia de la Cienciología, por otro lado, compilación de chismes desacreditada. Para una película que pretende mucho más de lo que muestra, tanto que Chazelle se cree ante una obra referencial parteaguas con su petulante montaje final de clips de películas, cual, si estuviéramos en el viaje sideral de “2001”, y no hay cimientos para esta arrogancia.

 

Es una cinta que por partes es arrolladora, pero en conjunta resulta agotadora, orgánicamente desordenada, queriendo abarcar tanto que al final aprieta poquito (siendo benévolo). Técnicamente abrumadora ya desde su tramo inicial, con brillantes planos secuencia en la fiesta bacanal inicial o la recreación fascinante de un día de rodaje en un estudio con decenas de pelis filmándose a la vez en el desierto. Desgraciadamente Chazelle parece haber agotado las mejores balas en este desbordante inicio, no puede mantener el nivel y la película se deshincha de modo epopéyico. Pero cuando se quiere refleja a personajes en su auge y caída resulta poco incisiva, muy superficial, quedando su desaprovechado elenco en meros clichés sin fondo, sin desarrollar, son lo mismo al principio que al final. Un globo relleno de nada, quiere ser una exhibición de un estado de ánimo en ese alocado tiempo, poniendo en escaparate lo efímera que puede ser la fama. Una evolución febril, tanto que hastía, llega a parecer dirigida por un Bazz Luhrman con anfetaminas. Una duración de más de tres horas no ayuda a la cohesión narrativa, más bien todo lo contrario, el director los ‘aprovecha’ para meter tropecientas mil ideas, que, por supuesto no desarrolla mínimamente, es un volcán en permanente erupción, donde la lava corre sin rumbo, sin objetivo, solo parece querer impactar con el amarillismo, pero sin reflexión moral alguna. Aquí no hay dilemas o dudas existenciales, todo es directo al mentón.

 

Chazelle vuelve a uno de sus mantras a lo largo de su aun corta filmografía y es sobre todo lo que estás dispuesto a sacrificar por tus sueños, tenemos al muchacho de aspirante a batería en “Whiplash” (2014), que renuncia a incluso su novia por su vocación; En “La, la , land” (2016), la pareja que se separa por sus vocaciones artísticas también, y en “First Man” (2018), tenemos a Neil Armstrong arriesgándolo todo por su sueño de ser el primer hombre en pisar la Luna; Aquí vuelven a ser gente que sueña, su Sueño Americano, en dos de los protagonistas la hermosa díscola Nellie LaRoy quiere ser la estrella que ella cree ser, el mexicano Manny Torres quiere ser parte de este mundo tras las cámaras, mientras Jack Conrad cuando lo conocemos está instalado en el éxito. Ellos encarnados respectivamente por un Margot Robbie parodia de sí misma, exagerada pasada de vueltas, solo reluce en la escena en que filma su primera secuencia y debe llorar, resto es sobreactuación; Diego Calva (visto en la serie “Narcos”) no aprovecha este escaparate y resulta algo blandito; Y Brad Pitt que hace de otra parodia de como lo ven a él mismo, una estrella que se resiste a pasar página, parece más cansado que el rol al que da vida, es como si fuera por delante de lo que debe aparentar, nunca conectas con su nihilismo pesaroso.

 

Este es un producto que maravilla y se torpedea a sí mismo constantemente, juega con lo escatológico de forma ridícula hasta el hartazgo baste decir que lo primero que vemos es el ano de un elefante defecando en tsunami sobre dos tipos (seguiremos con una mujer orinando sobre un tipo gordo [claro emulo de Fatty Arbuckle], tenemos un tipo comiendo tratas vivas, una vomitona cual sifón sobre Randolph Hearst, y más), todo esto entrelazado el prodigio de la fiesta inicial, apoteosis de mostrar el hedonismo Colosal en que se vivía en la floreciente meca del Cine, con orgias, enanos, culto fálico, montañas de coca, muertes, pero también tendremos, a una serpiente de cascabel mordiendo en el cuello de alguien, un cocodrilo atacando a asistentes a una fiesta sado.

 

Uno espera una carta de amor al cine con mayúsculas, hay guiños a clásicos, desde "Cantando bajo la lluvia", “El cantor de jazz”, "Ha nacido una estrella" (por como emerge Nellie), "La Dolce Vita" (por la vida que se pegan las estrellas), “Booggie Nights” (con ese tramo pesadillesco en que aparece caricaturizado Tobey Maguire [también productor del film] como un capo perverso que es un remedo del Alfred Molina del film de Paul Thomas Anderson). Hay efluvios a “Buenos Dïas, Babilonia” de los hermanos Taviani, de la “Fiesta Salvaje” de James Ivory, “El Guateque” de Blake Edwards, hay claros alter ego de John Gilbert (Brad Pitt), Clara Bow (Margot Robbie), Anna May Wong (Li Jun Li), Erich von Stroheim (Spike Jonze), la mezcla de Elinor Glyn & Adela Rogers St Johns & Hedda Hopper & Louella Parsons (en la cronista recreada por Jean Smart), Dorothy Arzner (una de las primeras directoras de la historia del cine encarnada por Olivia Hamilton) o Louis Armstrong (Sidney Palmer). También hay otros que parecen con sus nombres reales como el mítico “Niño Maravilla” Irving Thalberg (Max Minghella),

 

Tras el logo de la Paramount en tono sepia. Arrancamos en Los Ángeles de 1926, el inmigrante mexicano Manuel "Manny" Torres ayuda a transportar un elefante a una bacanal libertina (pasemos de este prólogo asqueroso no, lo siguiente, amén, de innecesario, pues que aporta?), plagada de desnudez y cópula, en la mansión de un ejecutivo de (la ficticia compañía) Kinoscope Studios. Bacanal como nunca hayas visto en cine, centenares de asistentes a un castillo en medio del desierto, donde las perversiones son el aire que se respira, lluvias doradas, desnudos integrales, torrentes de alcohol, sexo en grupo, coca cual oxígeno, muertes (inspirada esta en el escándalo Fatty Arbuckle-Virginia Rappe), enano vestido de falo que eyacula, y como colofón un elefante (en cacharrería). Un akelarre donde las palabras para definirlo serian reducir lo que se ve. Los cuerpos se contorsionan en medio del frenesí, la cámara flota por en medio de este purgatoria, el objetivo se mueve con una fluidez inusitada componiendo planos extraordinarios donde parece que vas a ser salpicado por el alcohol y alguno de los asistentes va saltar de la pantalla.

 

El Homérico Fiestón sirve para presentarnos a los protagonistas, que luego seguiremos en diferentes sub tramas. Desde Manny Torres (Diego Calva), inmigrante mexicano (termina por renegar de su origen [se dirá español] para darse más caché) que trabaja como uno de los asistentes de los productores. Manny, en principio, viene a ser nuestros inocentes ojos en este mundillo, la brújula moral, aunque luego esto se distorsiona; Conoceremos a Jack Arnold, la estrella de las estrellas en este universo, un mujeriego nihilista en la cima del mundo) “Es el lugar más mágico del mundo”, dice Jack de Hollywood); Para cerrar el triángulo protagónico tenemos a Nellie LaRoy, aspirante a estrella de Hollywood (según ella: "No te conviertes en una estrella, cariño. O lo eres o no lo eres"), vestida con un (adelantados a su tiempo) vestido rojo escaso de tela. Segura de sí misma, libertina, fiestera, y lo peor para ella, algo vulgar en su comportamiento.

 

En la fiesta conoceremos a otros personajes, como a Sidney Palmer (Jovan Adepo), trompetista negro que ameniza el sarao, termina convertido en su anémica sub trama en el reflejo del racismo imperante en Hollywood (clímax cuando le obligan a pintarse la cara de negro para no parecer blanco); Una cantante de cabaret llamada Lady Fay Zhu (Li Jun Li), sub trama la suya algo confusa (es cantante y creadora de carteles de intertítulos de cine mudo, menuda mezcla idiota), con una (escandalosa) relación lésbica con Clara Bow, perdón Nellie; Tenemos a la periodista Elinor St. John (Jean Smart), especialista en este micro mundo (tiene un giro chirriante como mentora de modales finos para Nellie ¿?).

 

Pero la promesa que hace en este inicio atronador no termina cumpliéndose en las más de dos horas que quedan, solo serán algunas secuencias en modo de chispazos, que hacen que el metraje no llegue a ser aburrido, pero si arrítmico, y sin posibilidad de calado emocional. Hay tramos tan estupendos como el mencionado del rodaje ‘gang bang’ en el desierto. Tenemos el advenimiento de una estrella en Nellie con una directora Ruth Adler (Olivia Hamilton, esposa en la vida real de Damien Chazelle), manejándola cual titiritera, haciéndola llorar una y otra vez, gracias al talento natural de la actriz para provocarse artificialmente sensaciones, prodigioso; También el maravilloso homenaje a este modo de hacer entretenimiento cual churros (lo del muerto en medio de una batalla resulta algo pasado de vueltas, sobre todo por la forma flemática de tomárselo), coronado por ese asistente que debe conseguir una cámara antes de que el sol se ponga para que el director alcance una toma poética con un beso.

 

Tiene otra gran escena con el rodaje de la primera secuencia con sonido con Nellie, en claro contraste de como cambia el mundillo del cine, en contraposición a al set del desierto con decenas de películas en filmación. Aquí es un estudio de sonido con solo una película, descacharrante en como por diferentes motivos deben de volver as repetir una y otra vez, con el running gag del encargado del audio en la cabina de sonido saliendo de vez en cuando para tomar aire, con la marca donde debe parar Nellie para poder ser grabadas sus palabras, con un director encarnado por PJ Burns muy bueno en su fuerte personalidad, acabando todo de modo funesto. Escena que es el reflejo de como los tiempos en el cine cambiaron con la llegada del sonido, había que adaptarse o morir.

 

Es un ir y venir siguiendo a varios personajes que apenas se entrecruzan, con historias que son esbozos, notas a pie de página de algo a desarrollar, solo la coda del personaje de Jack Arnold con la periodista St. John ‘que le hace un traje’ sobre como todo pasa y su luz ya se ha extinguido, es la escena que Chazelle (creo) pretende sea el leit-motive del film, pero esto llega entre una tormenta agobiante por momentos. Resto son fuegos artificiales, que cuando se apagan hay la nada. Estamos con los altibajos de estas gentes metidas en el circo del cine. Tenemos un romance flojamente expuesto entre Nellie y Manny, tenemos el hundimiento de Jack, el ascenso de Manny como ejecutivo, y más y más en un batiburrillo deslavazado que nunca le hinca el diente a algo sustancioso. No ayuda que el tono es disperso y chocante, divaga entre la comedia loca (ejemplo es esa caída bufonesca de Brad Pitt desde un balcón a una piscina) y el drama decadente, juega entre la ligereza y las ínfulas de emocionar, y nunca encuentra el equilibrio (para que por ejemplo te toca la fibra un suicidio). Son más viñetas que una historia con sentido dramático, vive el metraje de shockearte, pero nunca de crear emoción alguna (personas mueren por doquier y nada te roza) ni siquiera en su fatuo final, un cruce entre la psicodelia de la referida “2001” y la magia del montaje de besos de “Cinema Paradiso” y la suma da vergüenza ajena, y más cuando se intenta poner a la altura de “Cantando bajo la lluvia” (Sacrilegio!!!).

 

La puesta en escena es propia de una superproducción de 110 millones $. Chazelle quiere que nos sintamos abrumados por su obra, para ello utiliza elementos como la música alta, colores chillones, y una edición con millones de cortes. Hay un lujoso diseño de producción de Florencia Martin (“Blonde”), nominado al Oscar, reflejando esta era en sus escenarios, vistosos, en sus vehículos, en los adornos; esto enaltecido por la esplendorosa cinematografía del sueco Linus Sandgren (“First Man”); Ello bajo la frenética edición de Tom Cross (“Whiplash), que no da respiro; Y ello puenteado por la música del bi-oscarizado (por la música uno y por la canción otro de “La la land”), aquí tan estridente como el film, incluso autoplagiándose con el tema de amor de Nellie & Manny claramente un remendó del de “La la land”.

 

El castillo de Shea se usó para las tomas exteriores de la mansión en la escena de la fiesta de apertura, con el interior tomas filmadas dentro del Ace Hotel Los Ángeles. El rancho de la película, Blue Sky Ranch, sirve como Kinescope Studios en la película.

 

Rush final: En 1952, Manny regresa a California con su esposa Silvia y su hija pequeña, después de haber huido a la ciudad de Nueva York y establecido una tienda de radio. Les muestra la entrada de Kinoscope Studios, visita solo un cine cercano para ver “Cantando bajo la lluvia”, que tiene una temática similar a la película de Chazelle, sorbe la transición de la industria del cine mudo al cine sonoro, lo conmueve hasta las lágrimas. Entonces vemos una serie de clips encadenados cronológicamente de películas clásicas hasta “Matrix”, pretencioso el director creyéndose el Moises del cine.

 

Me queda un film, ni malo, pero sí muy desequilibrado, al que la pretenciosidad es su peor enemigo, errado, pero al menos valiente. Gloria Ucrania!!!

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