Asalto a la comisaría del distrito 13.(1976)
Sobrevalorado
thriller, al que no se porque se le buscan tres pies al gato, cual exégetas de
la Biblia muchos críticos quieren buscar significados ocultos tras un film de
lo más simplista, a nivel técnico es de una tosquedad enternecedora, penosamente
editado (se nota que la calle y el interior de la comisaria no están en el
mismo lugar, de hecho nunca hay tomas que sitúen las dos zonas juntas),
rudimentariamente filmado, con iluminación rústica, con personajes de cartón
piedra, y donde la idea es un refrito de una tienda que hay tras la ‘Low Cost’
que pone ‘aumentamos el ‘Low Cost’, de films como el western hawksiano “Rio
Bravo” mezclado con “La Noche de los Muertos Vivientes” de George A. Romero,
pero a unos niveles muy rudimentarios. Es el segundo largometraje (tras “Dark
Star”) del que siempre fue una eterna promesa del cine (para mí su pico fue en
1982 con la espléndida “La Cosa”), pero que nunca terminó de consolidarse, gran
discípulo del Rey de la serie b Roger Corman, del que posiblemente el neoyorkino
aprendió a aprovechar presupuestos parcos, para crear productos de
entretenimiento pasajero, para el cineasta ha basado casi toda su extensa
filmografía en la misma idea, la de un peligro que acosa a unos protagonistas recluidos
en un escaso escenario del que no pueden huir, y esto Carpenter lo ha explotado
una y otra vez, aquí ha recluido a unos pocos personajes en una comisaria
fantasma asediados por hordas de pandilleros que actúan como zombis.
Carpenter a sus 28 años
cual hombre orquesta dirige, escribe, edita y hasta musicaliza, la estrella Blaxploitation
Austin Stoker interpreta a un oficial de policía que defiende una comisaría desmantelada
contra una banda criminal implacable, junto con Darwin Joston como asesino
convicto que lo ayuda, encarnando este a otro de los mantras del director, el
anti héroe criminal que ayuda a los ‘buenos’. Laurie Zimmer dando vida al
típico personaje hawksiano de mujer dura y bsegura de sí misma, también están Tony
Burton, Martin West y Nancy Kyes como otros defensores del recinto. El
productor J. Stein Kaplan se acercó a Carpenter para hacer una película de
explotación de bajo presupuesto por menos de $ 100,000, con la condición de que
Carpenter tuviera el control creativo total. El guión de Carpenter,
originalmente titulado The Anderson Alamo, se inspiró en la película occidental
de Howard Hawks Rio Bravo y en la película de terror de George A. Romero Night
of the Living Dead. A pesar de la controversia con la MPAA sobre una escena que
involucra el asesinato violento de una niña, la película recibió una
calificación R.
Aquí los villanos son
representados como una masa pétrea de amalgama de todas las etnias posibles,
tenemos a un afroamericano es Pantera Negra, el latino es un remedo del Che, el
asiático parece un vestigio del Viet Cong, mientras el blanco es un rubio ario,
ósea, los peores miedos de la sociedad USA en los 70. La banda de infinitos
secuaces se mueven como atenticos horcos, solo para el mal, son el mal y punto,
aquí no busques sub textos raciales, pues huye de ello Carpenter al hacer el
mejunje, no tiene diálogos (solo hay una frase en el pacto de sangre, ‘Por los
seis!’), no tiene ideología, no son materialistas, pues no los vemos pretender
dinero alguno, solo matan y punto, ese cual vampiros, zombis, tiburones,
hombres lobo es su meta. Y frente a ellos un exiguo grupo de seres atrapados en
una comisaría a punto de ser desmantelada, allí sufren en realidad dos ataques
y no es que duren demasiado uno y otro, no hay imaginación alguna en estos,
desarrollados de modo arcaico, repitiéndose una y otra vez entran por una
ventana y les disparan, entran por una puerta y les disparan, y vuelta a
repetirse, no hay dilemas morales, no hay dudas en lo que hacer, hay muchos
muertos, pero esto nunca afecta a nadie. En los remansos de paz no hay
desarrollo alguno de los personajes, que se desenvuelven en medio de diálogos
forzados, con un humor de tipos duros nihilistas (idiotesco el momento que
juegan como niños a las ‘papas’). De lo mejor es cuando aparece el palabro
‘Cholo’, en la jerga es una ataque sin cuartel, a degüello, sin esperar hacer
prisioneros, solo con el objetivo final en mente.
El suspense es sustentado
realmente por lo mejor de la cinta, que es la música, que eleva artificialmente
lo que en realidad es muy plano en su modo de evolucionar. Es una película que
carece de giros que te empujen, todo muy liso, personajes clichés de tipos
duros, enfrentados a malos sin alma, no sabiendo/no queriendo hacer algo tan
bueno para el cine de acción como es poner a un villano caracterizado que de
vigor a la eterna batalla Bien vs Mal. Llegamos al final, un supuesto clímax
que te deja (me deja) frío, amén de lo chusco que de pronto los malos con armas
ya no las tengan contra los buenos frente al cartelón de escudo (ridículo).
Pretende Carpenter
acercarse a tener una atmósfera de terror, ello mediante recursos muy ajados.
Tiene el ‘ingenio’ de cada cierto tiempo colocar sobreimpresionada la hora que
es, a modo de dar estilo doc a la película (¿?). Teniendo la cinta una primera
parte en que compone con tensión el escenario central en que nos abocaremos en
la comisaria (no por casualidad llamada del Distrito 13), con ese arranque de
tensión entre la policía y una banda de inverosímil de los Street Thunder
coctel interracial, un burdo tiroteo con varios muertos, nos hacen saber que
han desaparecido armas automáticas policiales (que no veremos en el rush
final?), donde los líderes sellaran con su sangre, cual vampiros, solo les
falta beber el potaje de hemoglobina. Y tras ello el desenfreno psicópata con
ese rubio que ataca a un heladero (Peter Bruni) en su furgo, y luego a una niña
(Kim Richards), en lo que es probablemente la imagen más famosa del film,
cuando el ‘angelito rubiales’ dispara a bocajarro a la infante (por cierto, que
zafiedad de efectos visuales, cuando se ve que le es lanzado un pegote de
kétchup sobre su vestidito, no hay herida, que estúpido, en realidad como son
todas las muertes de esta cinta): entre medias asistimos a como un teniente
policial, teniente Bishop (Austin Stoker), es asignado a supervisar el traslado
final de una comisaría. Allí llega un furgón de traslado de presos (3 que
llevan al corredor de la muerte) con una emergencia, ello con el carismático y
cínico Napoleon Wilson (Darwin Joston). Para en la catarsis el padre vengador
de la niñita asesinada llegar a esconderse a la comisaría huyendo de los Street
Thunder y comienza la Batalla.
Tiene tramos de tensión,
como cuando uno de los protagonistas intenta llegar a un coche del parking a
escondidas para ir a pedir ayuda, y penosamente en la noche tenemos que
creernos que desde cientos de metros y de noche en el interior de la comisaria
observan todo (venga ya!). Se deja caer que podría haber un conflicto en la
comisaria por si deben entregar o no al objetivo de los Street Thunder, pero
esto es algo que apenas se aborda, nunca pasa del comentario a pie de página.
Tenemos tras el primer asedio violento una pausa que no se sabe porque dura
tanto. Hay una caja con armas cerrada con un candado antiguo que se podría
abrir de una patada y que sin embargo nos tenemos que creer es inexpugnable. Los
Malos malísimos lo son, sí, pero son muy limpios, pues recogen a sus cadáveres
(aquí no hay heridos, todo es ¡binario, o estas sano total o estas en el otro
barrio), y lo hacen de forma sobrenatural, sin que nadie los vea. Como nadie es
capaz de dar la alarma en los alrededores por el tiroteo.
Carpenter quiere dar
hondura a su cinta con la relación entre el teniente de policía Bishop y el
criminal Wilson (no se sabe porque, como no sabremos el porque de su apodo de
Napoleon), pero esta me resulta bastante metida con calzador, no hay elementos
dramáticos que nos los hagan cercanos, no se abren mínimamente el corazón uno a
otro, no se salvan la vida mutuamente, como no hay comentario alguno dramático
a que el viaje de Napoleon Wilson es a ser ejecutado, con el jugo que podría
haber dado esto.
Carpenter si tiene un
gran acierto en la creación e la música para el film, melodías de sintetizador
ominosas que se engarzan con la tensión de las escenas de forma estupenda,
potenciando sensaciones que en realidad no son visualmente para ello. Banda
sonora escrita en tres días por John Carpenter e interpretada por Carpenter y
Tommy Lee Wallace. Carpenter, asistido por Dan Wyman, tenía varios bancos de
sintetizadores que tendrían que reiniciarse cada uno cuando se tuviera que
crear otro sonido, lo que tomaba una gran cantidad de tiempo. "Cuando hice
mis temas originales para [Assault]... se hizo con tecnología muy
antigua", respondió Carpenter. "Fue muy difícil obtener los sonidos y
tomó mucho tiempo obtener algo simple". El tema del título principal,
parcialmente inspirado tanto en la partitura de Lalo Schifrin para Harry el
Sucio como en "Immigrant Song" de Led Zeppelin, está compuesto por un
riff de sintetizador pop con una caja de ritmos debajo que "construye solo
en textura, pero no temáticamente", según David Burnand y Miguel Mera. Una
nota de sintetizador alta y sostenida, sin otros cambios excepto las
modulaciones de frecuencia internas, se convierte en el motivo musical de los
pandilleros y vuelve a ocurrir durante ciertos actos violentos en la película.
En la película, los sintetizadores y las cajas de ritmos representan la ciudad
y la pandilla. Carpenter también usa un tema lastimero de piano eléctrico
cuando el teniente Bishop ingresa por primera vez al recinto abandonado. Vuelve
a aparecer en la película durante los momentos de tranquilidad del asedio,
convirtiéndose en efecto en una articulación musical del ritmo del propio
asedio. Se escucha a Bishop silbar la melodía de este tema en particular al
principio y al final de la película, haciendo del tema del piano eléctrico
"una realización no diegética de una fuente diegética".
Carpenter montó la
película usando el seudónimo de John T. Chance, el nombre del personaje de John
Wayne en Rio Bravo; su frecuente colaboradora Debra Hill se desempeñó como
asistente de edición. Según Carpenter, el proceso de edición fue básico.
Carpenter esperaba hacer
un western al estilo de Howard Hawks como El Dorado o Rio Lobo, pero cuando el
presupuesto de $100,000 lo prohibió, Carpenter transformó el escenario básico
de Rio Bravo en un escenario moderno. Carpenter empleó el seudónimo " John
T. Chance " para su versión original del guión, titulada The Anderson
Alamo, pero usó su propio nombre para los créditos de escritura de la película
completa. El guión se escribió en ocho días. Carpenter bromeó: "El guión
salió rápido, algunos dirían que demasiado rápido".[9]
El guión de Carpenter
hace muchas alusiones a la historia del cine e inspiraciones para esta
película. Tiene muchas referencias a las películas de Howard Hawks. Por
ejemplo, el personaje de Leigh, interpretado por Laurie Zimmer, era una referencia
a la escritora de Rio Bravo, Leigh Brackett. El chiste recurrente de que
Napoleón Wilson preguntara constantemente: "Tienes un cigarrillo?",
se inspiró en los chistes sobre cigarrillos que se usan en muchos de los
westerns de Hawks. También, se hacen referencias sutiles a los directores
Sergio Leone y Alfred Hitchcock. Los títulos de día y hora se usaron para hacer
que la película se sintiera más como un documental.
Assault comenzó en
noviembre de 1975 y se filmó en solo 20 días, incluido el Día de Acción de
Gracias, con un presupuesto de $ 100,000. La película se rodó en Panavision de
35 mm con una relación de aspecto anamórfica de 2,39:1 en película Metrocolor,
y fue la primera experiencia de Carpenter con Panavision. cámaras y lentes.
Carpenter se ha referido a esta película como la más divertida que jamás haya
dirigido.
Los interiores de la
comisaría se rodaron en el ahora desaparecido plató de Producers Studios,
mientras las tomas exteriores y las celdas de la cárcel fueron de la antigua
comisaría de Venecia. El autobús que viajaba a Sonora fue filmado en una
sección cerrada del sistema de autopistas de Los Ángeles, con el elenco y el
equipo almorzando en la autopista. La filosofía de Carpenter para hacer Asalto,
que él cree que se puede aplicar a cualquier película de bajo presupuesto, era
filmar la menor cantidad de material posible y extender las escenas todo lo que
pudiera.
La primera escena, en la
que varios pandilleros de Street Thunder son asesinados a tiros por policías,
fue filmada en la USC. Los pandilleros fueron interpretados por estudiantes de
la USC, quienes, según Carpenter, se divirtieron mucho encontrando formas de
morir mientras se derramaban sangre sobre sí mismos.
En 2005 se estrenó una
nueva versión, dirigida por Jean-François Richet y protagonizada por Ethan
Hawke y Laurence Fishburne.
Película que no pasa el
filtro de thriller acartonado y ensalzado de forma increíble. Gloria Ucrania!!!
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