domingo, 2 de octubre de 2022

 


Regreso a Howards End

 

Notable drama de época que he revisionado con motivo del 30 aniversario de su estreno. Dirigido por James Ivory, adaptando un libreto de su guionista habitual Ruth Prawer Jhabvala (escribió 21 guiones para Ivory), basándose en la novela homónima de 1910 de EM Forster, tercera adaptación de Merchant Ivory Productions de una novela de Forster (después de “A Room with a View” de 1985 y “Maurice” de 1987). La narrativa de la película explora las relaciones de clase en la Gran Bretaña eduardiana de principios del siglo XX, a través de eventos en la vida de las hermanas Schlegel y los Wilcox. Ambas familias representantes de una forma de ser en la sociedad británica, los Wilcox son clase alta, hedonista, arrogante, condescendiente, fríos, flemáticos, que les cuesta expresar sus emociones, epítome el patriarca que encarna de forma formidable Anthony Hopkins, guardianes conservadores, la matriarca a la que da vida una sensacional Vanessa Redgrave está en contra del sufragio para las mujeres, del clasismo victoriano; y luego están las hermanas Wilcox (también está un hermano Tibby, pero este con escaso peso), mujeres modernas, progresistas, simpáticas, extrovertidas, sin miedo a expresar emociones, altruistas en su trato con las clases bajas. Aunque la que da vida Emma Thompson es más pragmática, sabe moverse entre dos aguas, mientras la que embiste Helena Bonham Carter es todo sentimiento y pasión, romanticismo e idealismo puro. La propiedad que da título al film (y al libro) es una alegoría de la entonces cambiante Inglaterra, con sus vaivenes constantes, siendo también un juego mordaz sobre los juegos del destino, viéndolo desde los deseos de una moribunda. Un análisis de los rígidos y clasistas códigos de conducta en la decadente sociedad británica de entonces. Obra no apta a todos los paladares por su ritmo lento, aunque fluido, donde no paran de suceder acontecimientos que hacen avanzar la acción, pero todo a un nivel sereno. Destapando el micro universo pomposo de las clases altas, su fatuidad snobista, su hipocresía, su egoísmo, su demagogia, su codicia, y su falta de empatía.

 

La cinta ya marca su nivel de lirismo visual desde el inicio, desarrollado de modo trepidante. Vemos en el crepúsculo a Ruth deambular por el jardín de Howards End, propiedad de los Wilcox, mientras espía nerviosa el interior de la residencia como cenan los allí residentes. Tras ello hay un encuentro romántico a media luz entre ella y un joven, Charles (James Wilby). Hay una carta que manda por la mañana Ruth a su hermana contando su romance. La familia manda a la tía Juley (buena Prunella Scales) para averiguar más sobre el pretendiente. Pero entre medias el joven Wilcox le dice Ruth que no pueden seguir, pues él no tiene nada que ofrecer, Ruth lo acepta estoica, pero cae en la cuenta de la carta enviada. Llega la tía con la ilusión rota de Ruth.

 

Una de las escenas que marca el carácter de los protagonistas y el tono del film, es cuando Henry muestra a Margaret su casa con (falsas) intenciones de alquilársela, una suntuosa residencia plagada de ornamentos y cuadros antiguos (de antepasados de Charles) que maravillan a ella, y a él lo dejan cusi-bostezando. Pero en las escaleras Henry comienza a balbucear que su motivación no es la mencionada, y con medias e incómodas palabras le pide matrimonio, Margaret no le responde, pero le da un casto beso antes de marcharse, con lo que sucintamente el ‘sí’. Dejándonos la duda de si se aman o el compromiso es por otros motivos.

 

Tenemos momentos claves que dan vigor al film, protagonizados por Margaret y Henry. Como es la fiesta de compromiso de Henry y Margaret en que aparece Ruth con Leonard y su esposa Jacky (notable en su zafiedad Nicola Duffett), sin pretenderlo se monta una riña, por el azar del pasado de Henry. Una maravillosa escena de charla entre Henry y Margaret, sublime como la desarrolla en base a elipsis maravillosamente manejadas para provocar emociones, cortes en fundidos a negro que desconciertan, pero a la vez quedan muy bien en la reacción de ambos; Otro momento crucial se da en la petición que Margaret hace a Henry sobre que deje a su hermana dormir una noche en Howards End, derivando en una discusión donde salen a relucir las  ‘facturas’ del pasado, saliendo a relucir la hipocresía machista de la época, Margaret lo explica bastante bien sobre el doble rasero; Y hay una tercera que se da en el tramo final entre ambos, donde la personalidad segura de sí misma de Margaret colisiona con que el parapeto de Henry colapsa. Para derivar en un final satisfactorio a tono con la película, donde se manejan de modo virtuoso las *elipsis.

 

Tiene un lastre, quizás por culpa de la edición, pero el personaje de Charles (el hijo de Henry, encarna do por un correctito James Wilby) me resulta difuso en su comportamiento, parece tener ‘celos’ de Margaret y su influencia sobre su padre, pero en el tramo final lo vemos reunido amistosamente con Margaret y Meg, y de hecho cuando aparece Leonard se comporta como si le hubieran traicionado y le desborda la ira, no me creo este rol, me falta información.

 

Maravillosa es la puesta en escena, un reflejo suntuoso de un tiempo y lugar. Ya desde el formidable diseño de producción de la brasileña Luciana Arrighi (“Sentido y Sensibilidad” o “El Rey y Yo”), llevándonos por viviendas, casa de campo ("Peppard Cottage" en Oxfordshire), mobiliario, calles, carruajes, campos, bancos, todo huele a realismo, entrelazado al fenomenal diseño de vestuario de la tri-oscarizada (11 nominaciones al Oscar, los ganó por “Una habitación con vistas, “Mad Max: Fury on the road” y “Cruella”), deslumbrandno en la elegancia de los atuendos, en su pompa decadente emperifollada; Todo esto atomizado por la sensacional cinematografía de Tony Pierce-Roberts (“Una habitación con vistas” o “Lo que queda del día”), creando unos cuadros claramente inspirados en el impresionismo de finales del SXIX y principios del SXX, composiciones naturalistas prodigiosas, con esos cálidos El verdes y color de los ladrillos conforman algunas estampas de una beldad epicúrea, con gran detallismo lírico (como cuando el objetivo se fija en el filo del vestido de Ruth se desliza sobre la hierba), con cuadros con efluvios a Monet o August Renoir, siendo fascinante en este sentido el paseo en bote de Helen y Leonard, como parecen flotar sobre las aguas del bucólico rio, como se abrazan, como pasan entre se acercan a la orilla entre las ramas de árboles, de una beldad sibarita). También primorosa en las recargadas tomas interiores, no rueda, pinta sobre los fotogramas; Y envolviendo las imágenes está la estimulante música de Richard Robbins (“Una habitación con vistas” o “Lo que queda del día”), poseyendo elementos de la partitura basados ​​en las obras de Percy Grainger "Bridal Lullaby" y "Mock Morris", las piezas para piano interpretadas por el concertista inglés Martin Jones. Las obras orquestales fueron dirigidas por Harry Rabinowitz e interpretadas por la Orquesta de Cámara Inglesa, amoldándose al relato de modo evocador.

 

Las actuaciones son uno de los grandes pilares de este elegante film. Empezando por una maravillosa Emma Thompson como Margaret, hasta este film era la esposa de Kenneth Branagh, a partir de aquí era ella y punto, a lo que ayudó el Osca conseguido por su gran interpretación. Ello en un rol que el corazón de la película, la que hace avanzar las piezas, la que evoluciona, la que tiene arco de desarrollo, demostrando ternura, con una sonrisa contagiosa, espíritu vitalista. Mantiene una extraña química con Hopkins, apoyada en sus marcados contrastes de carácter. Chocando su buenismo con la personalidad impulsiva de su hermana Meg; Anthony Hopkins está prodigioso como sofisticado y disciplinado Henry Wilcox, en realidad el villano de la función, ejemplo del colonialismo clasista british con el hecho de que su fortuna sea por explotar minas en Nigeria (jefe de la Imperial and West African Rubber Company). Es un reprimido de sus sentimientos, pero lo hace con sutilidad, con matices, con fragilidades, con solemnidad (no recuerdo que riera en momento alguno), tan impávido como su forma de pedir el matrimonio, con cortantes momentos en que su inflexible figura se rompe con ese gesto de vergüenza en que lo vena llorar, brillante. Podría haber caído en la caricatura fácil, pero el actor le dota de alma y fondo, con un arrogancia moral punzante (Los pobres son pobres; uno lo siente por ellos, pero ahí está”, comenta); Buena Helena de Helena Bonham Carter, con esa cabellera enorme, es una rebelde que está en el extremo que Henry, es la bondad, la justiciera social, las ansias de mezclarse con la gente de abajo, da vigor a su combativo y problemático (sobre todo para Margaret) personaje; Vanessa Redgrave como Ruth, en un papel breve en minutaje, pero que demuestra que en cine no hay papeles pequeños, si no intérpretes buenos o malos, ella es de los muy primeros; Sam West como Leonard Bast es el reflejo de la clase baja, resulta un personaje un tanto inverosímil en el modo en que lo mangonea Helen, le falta alma a su apocado rol. Tipo tímido definido por la escena en que corre en medio de un aguacero tras Helen por que esta se le ha llevado su paraguas, no le grita, ni es capaz de alcanzarla, parece pecado correr, hasta que la alcanza cuando llega a su casa y allí vemos a las extrovertidas hermanas divertirse con el soso Leonard. Teniendo este una poco creíble relación con su esposa Jacky, parecen de películas diferentes, chirrían.

 

Spoiler:

 

Charles con las hermanas en Howards End me ha chirriado en el clímax, no pega allí alguien que no lo habíamos visto antes confraternizar con ellas, para cuando aparece Leonard ser preso de una rabia incomprensible, cual si Helen tuviera algo que ver con él.

 

*Me ha encantado como Margaret, en el jardín, va a decir a Henry que abandona a este, y este se rompe anímicamente, se tapa el rostro y extiende el brazo con vergüenza, a la siguiente escena que los vemos juntos, ha pasado tiempo, y entendemos que la fragilidad de él la conmovió a ella. Además, vemos que en la casa está también Helen con su bebe ya nacido. Allí hacen el reparto de propiedades de Henry con los hijos y la esposa, y al final Howards End le es cedida por el marido a Margaret, justo como quería Ruth antes de morir, y que los hijos y marido pasaron de ella.  

 

Peppard Cottage en Rotherfield Peppard se utilizó como lugar de rodaje de "Howards End"; Los lugares de rodaje en Londres incluyeron una casa en Victoria Square, sustituyó a la casa de Schlegel, Fortnum & Mason en Piccadilly, el restaurante Simpson's-in-the-Strand y la estación de tren de St Pancras. Las áreas alrededor del Arco del Almirantazgo y frente al Royal Exchange en la ciudad de Londres se decoraron para filmar escenas de tráfico de 1910 en Londres. La escena en la que Margaret y Helen pasean con Henry por la noche se filmó en Chiswick Mall en Chiswick, Londres. El banco donde Leonard se encuentra con Helen es el vestíbulo del Baltic Exchange ,30 St. Mary Axe, Londres. Poco después de filmar el edificio fue bombardeado y destruido por el IRA. El Rosewood London en High Holborn, que entonces era el edificio Pearl Assurance, representaba a Porphyrion Fire Insurance Company. El cuadrilátero del Founder's Building en Royal Holloway, Universidad de Londres, reemplazó al hospital donde Margaret visita a la Sra. Wilcox. La casa "Howards End" en el campo es Peppard Cottage en Rotherfield Peppard, Oxfordshire. En ese momento era propiedad de un anticuario de plata que conocía a la diseñadora de producción Luciana Arrighi. El bosque de campanillas donde Leonard pasea en su sueño, así como la casa de Dolly y Charles, se filmaron cerca. La casa de campo de Henry, Honiton, era en realidad Brampton Bryan Hall en Herefordshire, cerca de la frontera con Gales.  Estación de tren de Bewdley en el histórico Severn Valley Railway aparece como estación Hilton.

 

Film que tuvo nueve nominaciones a los Oscar, incluida la de Mejor Película, y ganó tres; Mejor Actriz (para Emma Thompson), Mejor Guión Basado en Material Previamente Producido o Publicado y Mejor Dirección de Arte. En los BAFTA, obtuvo once nominaciones principales, ganando dos premios; Mejor Película y Mejor Actriz (para Thompson).

 

Pese a no ser mi tipo de cine preferido, ha conseguido este film engancharme, eso que debe ser notable. Gloria Ucrania!!!

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