OLIMPIADA. (1938)
Leni Riefenstahl |
Con motivo de las Olimpiadas
de Rio de Janeiro 2016 he decidido ver el documental más famoso que se ha
realizado sobre este universal y deportivo evento, me refiero a “Olimpiada”
(1938), escrito, dirigido y producido por la cineasta germana Leni Riefenstahl, sobre los Juegos
Olímpicos de Berlín de 1936 desarrollados en, en la Alemania nazi, celebrados
entre el 1 al 16 de agosto de 1936. Fue el primer documental creado para unas
olimpiadas, resultando un tremendo hito por los avances tecnológicos, copiadas
por tantos, y por las emociones que se desprenden de su vigoroso montaje. Producida
en dos partes: Olympia 1. Fest
der Völker (Festival de las
naciones), de 118 minutos, con el prólogo en el Acrópolis griego, centrado en
las disciplinas de atletismo acontecidas en el Estadio
Olímpico de Berlín; y Olympia 2. Fest der
Schönheit (Festival de la
belleza), de 107 minutos, con prólogo en medio de la naturaleza, centrado en
las demás disciplinas fuera del estadio olímpico (se incluye el Decatlón,
supongo no cogió en la primera parte), hípica, futbol, gimnasia, vela, esgrima,
ciclismo, hockey sobre hierba, remo, natación, polo, etc. Un trabajo
controvertido pues ha habido quien lo ha tildado despectivamente de propaganda
nazi, los que lo contradicen aluden a que Leni no se abstuvo de mostrar la
decepción de Hitler (también de Goebbels y Goering) ante las derrotas alemanas
contra un negro, el mítico Jesse Owens, esto durante el salto de longitud, o su
frustración ante la descalificación de las alemanas en la carrera de relevos
4x100. Pero el tiempo, ese juez incorruptible, la ha ido colocando en el lugar
del Olimpo (y nunca mejor dicho), que se merece, en 2005 la revista Time (el susodicho juez) ha colocado “Olympia” entre las 100 mejores películas de los últimos
80 años. Ejemplo de la fuerza de
este film es que la ceremonia de la antorcha olímpica, ahora se
considera una antigua tradición, se concibió por primera vez en Berlín
impulsado por la idea del oficial nazi Carl Diem que gustó e incorporó al film
Riefenstahl. La megalomanía y medios sin fin de los que dispuso la realizadora
(presupuesto de 1,5 millón de dólares Reichsmark) lo demuestran las 34 cámaras
de las que dispuso, contando con más de 300 operarios, rodando cerca de 400.000
m de película, o sea casi 250 horas de filmación, para impactar visualmente se
rodó desde torres de acero, desde raíles para travellings y captar la emoción
de las carreras, la post-producción tardó dos años, el ministro de propaganda
Goebbels dijo que la produjo el estado germano a través de la compañía Olympia-Film
GmbH, Leni afirmó haberla filmado en nombre de la COI y no del régimen nazi. El estreno de la película fue 20 de abril
1938 con motivo del 49 cumpleaños de Hitler en el Berlín Ufa Palace.
Leni Riefenstahl dirigiendo |
Es un documental con un tremendo sentido estético, un elogio sentido al deporte, al esfuerzo
humano, a la competitividad, al espíritu de superación, a la indómita
naturaleza humana, al triunfo, y sobre todo a las olimpiadas, ello reflejado
con imágenes de una subyugadora belleza, que consigue atraparte ya desde su
epicúreo prólogo con el homenaje al origen de los Juegos Olímpicos en la
antigua Grecia, que de modo lírico se
funde en un alarde epicúreo con la modernidad de las Olimpiadas de 1936, en un
purista homenaje a la beldad del cuerpo humano, algo que muchos exégetas han
querido retorcer para ver una demostración de la superioridad de la raza aria,
pues los cuerpos que se ven son de facciones nórdicas. Leni Riefenstahl rinde
un obsesivo tributo al físico, a la plasticidad del cuerpo, a su coreografía
muscular en pos de la victoria, demostrado esto en las competiciones de
atletismo, en la natación, en la gimnasia o en su hipnótico final con los
saltadores de trampolín que en unos fantasiosos movimientos, gracias a la
ingeniosa cámara en contrapicado y en slow parecen salir lanzados en pos del
infinito donde la gravedad no existe. Leni consigue una Obra de Arte que en el
campo de los documentales es Icono, influenciando por su valentía en
experimentar en técnicas nuevas compuso lienzos de una brillante preciosidad,
rozando en algunos momentos lo mágico.
Se rueda en la Acrópolis
(Atenas, Grecia), el Estadio Olímpico de Berlín, Berlín y en los platós de los
estudios de Olympia Film. La realización de la germana Leni Riefenstahl es portentosa, la labor
de cámara dirigida por Walter Frentz es sublime, acercándonos de modo fenomenal
al expresionismo gótico en sus encuadres cargados de expresividad, primeros
planos conmovedores, travellings impetuosos sobre raíles, ágil cámara en mano, filmando
incluso desde globos zeppelín para excelsas
tomas panorámicas, jugando con lindos reflejos (en el agua), con cuasi-místicos
contrapicados (con tomas a ras de suelo, e incluso incrustando en hoyos la
cámara agrandar aún más a los protagonistas) ensalzadores de la figura humana, manejando
de modo emocionante la cámara lenta (y la rápida) en el momento adecuado para
emitir sensaciones al espectador, angulaciones opresivas, tomas de grúas,
cortes abruptos que descolocan, cuerpos recortados en el cielo cual siluetas
cuasi-oníricas, maravilloso cuando muestra a los deportistas en planos aislados
del bullicio de la gente, desprovistos de animación o de patriotismos
banderísticas, solo el ser humano enfrentado a sus límites, secuencias en
paralelo, se añaden en post-producción tomas subacuáticas y subjetivas. Es
fundamental el trabajo de edición para atomizar la épica sensorial del
documental, proporcionando un ritmo fluido notable, intercalando de modo
(artificial) las competiciones con las reacciones del público, acentuando la
comunión entre las gradas y los deportistas, aportando de este modo tensión e
intensidad dramática. A esto se suma una miscelánea prodigiosa con la música de
Herbert Weidt (“El triunfo de la voluntad”),
produciendo excelentes vibraciones por la fuerza sugestiva del esfuerzo humano
con el acunamiento emotico con un score
de tintes homéricos, que potencia la atmósfera de lo que vemos,
exaltando el espíritu de superación, añade varios cortes de Richard Wagner (“La
cabalgata de las Valkirias” al paso del pelotón ciclista, “El ocaso de los
dioses” hacia el final…), himnos nacionales y melodías populares germanas.
Momentos recordables: El
famoso y bello prólogo de la primera parte (Festival de las Naciones), la cámara se pasea por las
ruinas de la antigua Grecia, llegando a la Acrópolis de Atenas, vemos en
contrapicados las columnas del Partenón, entonces comenzamos a ver hermosas
esculturas griegas en una trémula superposición de figuras griegas, captura la magnificencia de cada cuerpo, hasta llegar al Discóbolo que ante nuestros ojos toma vida y lanza el
disco, hay un juego imágenes de lanzadores de peso y disco, tras lo cual vemos
una danza de manos al aire con el cielo nublado, tras ello una mujer (Leni
Riefenstahl) danza desnuda con un aro a orillas del mar, entonces se suman
algunas mujeres más abriendo y cerrando sus brazos al cielo, formando una
especie de llama, que es lo que se convierte, la llama de los Juegos Olímpicos
en lo que es una memorable elipsis, de este fuego un hombre desnudo enciende la
antorcha, se abre el plano y el fuego vemos sale de una columna griega rota, el
hombre corre con la antorcha en alto, corre por el estadio griego, hace el
relevo de antorcha a otro hombre, este corre a orillas del mar, hace otro
relevo a otro hombre, esta vez rodeado por gente que los vitorea, (tramo en
Grecia rodado no por Riefenstahl, lo filmó Willy Zielke,
un sugerente homenaje a como la naturaleza humana en su belleza se
interrelaciona con la belleza de la naturaleza y de la arquitectura), este hombre
lo vemos en un montaje de sobreimpresiones cruzar diferentes países de Europa,
Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Austria, Checoslovaquia (todos invadidos por los
nazis pocos años después), y al fin Alemania, con la sobreimpresión de la
bandera esvástica nazi, en una gran panorámica aérea se ve el Estadio Olímpico
de Berlín, con un sobreimpresionado de campanas (con un águila labrada en ellas
y al pie los anillos olímpicos) tocando cual señal de Buena Nueva; Tras ello
una toma aérea en que se ve el recinto a reventar de público, el izado de
banderas de los participantes, la última de los anillos olímpicos, tras ello la
masa del público hace el saludo nazi al unísono, luego el desfile de las
diferentes delegaciones tras sus abanderados, el primero Grecia que
genuflexamente hacen el saludo nazi, correspondiendo desde su palco Hitler,
Suecia, Gran Bretaña, Japón, USA, Canadá, Italia haciendo el saludo nazi
(romano en su caso), correspondido en el palco por el Rey transalpino Humberto
II de Saboya, luego Francia que lastimeramente hace también el saludo nazi,
Suiza, y por último el país organizador, Alemania; Y llega el discurso de
apertura de los juegos por parte del primer mandatario teutón, Hitler; El tramo en que vemos la Imperial gesta de un negro, el estadounidense
Jesse Owens, ante el racista de Hitler, sus cuatro atronadoras victorias que
resuenan en la eternidad de los triunfos que trascienden lo deportivo, y la
realizadora Leni no se acobarda para exponerlo en su plenitud. Por cierto,
llama la atención que la frugal narración en off, cuando nombra a los atletas
que participan en alguna prueba cuando llega a uno de color negro remarca su
raza, no sé si es un rasgo de racismo o simplemente algo sin mala intención,
cuando este apelativo aún no era ofensivo; La competición de salto de altura,
curioso como era el estilo de entonces, rarísimo visto desde nuestra óptica del
SXXI; La competición de salto de pértiga espectacular el increscendo de la
misma, llegando a la noche, pareciendo que los saltadores están solos en el
mundo en cuasi-oscuridad, quedando epopéyico; El tramo de la competición de
maratón, rodada con un mimo especial, deleitándose en la cámara lenta para
imbuir al espectador en el sufrimiento sobrehumano de los corredores; El
desfile de clausura, con los abanderados en la noche haciendo girar sus
banderas mientras la cámara se aleja del Estadio Olímpico El lindo prólogo de
la segunda parte (Festival de la Belleza), en este caso es el ser humano fundido
con la naturaleza representada en un bosque cuasi-nocturno, las siluetas
esbeltas de los deportistas se nos muestras en su esplendor, emergiendo sus
figuras corriendo por un lago, metiéndose en la sauna, entrenándose para su
deporte entre sonrisas; La competición de gimnasia, mostrando varios ejercicios
a cámara lenta para enfatizar su belleza coreográfica, con contrapicados
esbeltos de ejercicios de anillas de barras y de paralelas, pareciendo estar
solo los atletas en el infinito cielo; La vela, filmada con grandes medios que
parecemos incrustados en los veloces veleros, propias las imágenes de films de
aventuras; La curiosa disciplina de pentatlón (equitación, esgrima, tiro con
pistola, natación y carrera campo a través), competición que ya no existe en
las Olimpiadas, y que es ejercida por militares únicamente; El hipnótico
interludio de decenas de mujeres en una explanada a las afueras del Estadio
Olímpico; Le sigue el decatlón, el
hockey sobre hierba, curioso ver como el polo era un deporte olímpico, luego el
fútbol, el ciclismo...; La doma hípica, en realidad una carrera campo a través
con algunos obstáculos (vallas, ríos, fosas,...) que hacen que algunos equinos
renieguen y lancen al suelo a sus jockeys; La competición de piragüismo, con
los artificios visuales de cámaras subjetivas; la natación, y por supuesto los
cuasi-místicos saltos de trampolín, filmados con un epicúreo gusto estético, en
fascinantes contrapicados, con el cielo nublado de fondo que crea arrolladores
lienzos con los cuerpos a cámara lenta danzando sostenidos mágicamente en el
infinito; Y el epílogo, las campanas Olímpicas vuelve a sonar, en un zoom la imagen
se acerca al ardiente pebetero olímpico, en un poético sobreimpresionado
aparecen las banderas de las naciones participantes que bajan en señal de fin
de fiesta, tras lo que se ve la bandera olímpica de los 5 anillos, tras ello
volvemos al pebetero que eleva el humo al cielo iluminado por decenas de focos,
formando en el firmamento nocturno una especie de sol divino...
Alemania fue el país que más
medallas en estas Olimpiadas obtuvo, 88 medallas (33 de oro), el segundo país
más laureado a mucha distancia fue USA, con 56 (24 de oro).
En los Estados Unidos fue un
fracaso comercial, pues coincidió su estreno con la fatídica “Noche de los
Cristales rotos” (Kristallnacht), el 9 de noviembre de 1938, noche en que numerosas
propiedades judías fueran asaltadas, sinagogas destruidas, matando a cerca de
400 judíos y 30.000 más fueron llevados a campos de concentración. En el periódico The New Yorker la "Anti-Nazi
League" junto al popular alcalde de Nueva York Fiorello LaGuardia, cuya madre era italiana-judía
y el Comité Artistas Picture Motion llamaron con éxito al boicot del film.
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