EX MACHINA.
Turbador
debut en la dirección del londinense Alex Garland, hasta ahora novelista y
guionista apegado sobre todo a Danny
Boyle con “Sunshine”, “28 días después” y “28 semanas después”, curiosamente su
novela “La playa” la llevó al cine Boyle, pero no fue guionizada por él. En su
ópera prima en la realización nos
adentra en un ejercicio de estilo de ciencia ficción minimalista, con aires
teatrales, solo cuatro personajes centrados en un lugar concreto. El libreto
también es de Garland, con pretenciosidad manifiesta nos sumerge en el clásico
y ya muy tratado en el cine y la literatura complejo del ser humano por ser un
Dios, por crear vida de la nada, por concebir Inteligencia Artificial, Prometeo
enfrentado a su Creador, de los peligros de jugar con el Fuego (la AI), nos
habla con inteligencia de los peligros de experimentar con esta inteligencia,
como se nos puede ir de las manos, de cómo es una amenaza para la Humanidad,
nos presenta un debate ético y moral sobre los riesgos latentes que acercarnos
a esta obsesión ancestral puede conllevar. Thriller psicológico sereno y de
degustación tranquila, con buenas ideas, con diálogos reflexivos y muy
sugerentes, con una ambientación brillante, y con unos actores en estado de
gracia, con la tara de cierta sensación de deja vú, no arriesga el
director-guionista en exceso, cayendo en algunos momentos en la redundancia y
en otros en lo previsible, a lo que se suman algunos agujeros que dan cierta
impresión de artificiosidad.
En un futuro indeterminado un
brillante informático de 24 años, Caleb (Domhnall
Gleeson), trabaja para una gran compañía de internet, gana un concurso para
pasar un fin de semana en el refugio en Alaska del millonario dueño de la
compañía, Nathan (Oscar Isaac). Caleb llega en helicóptero a un lugar en medio
de las montañas, hay una casa modernista dominada por la alta tecnología donde
solo reside Nathan con una lacónica sirvienta asiática, Kyoko (Sonoya
Mizuno). Nathan le propone a Caleb acepte bajo
contrato de confidencialidad una prueba a la última de sus creaciones, un robot
humaniforme con figura de joven esbelta, Ava (Alicia Vikander), debe hacer le
el test de Turing para comprobar si tiene Inteligencia Artificial.
Film que juega con habilidad
sus cartas, compone un triángulo perverso, donde la realidad, la fantasía, la
idealización de nuestros sueños, la manipulación, la sexualidad, se convierten
en los ases, derivando en una batalla de inteligencias, donde cada cual creerá
estar por encima del otro, con algunos giros de guión mordaces que dan matices
y recovecos complejos al relato. Deja un su desarrollo diálogos ricos en
reflexión sobre lo que somos realmente, sobre hasta dónde llega nuestro libre
albedrio y como todos hemos sido en cierto modo manipulados para moldear
nuestra personalidad, sobre nuestras emociones, nuestra empatía, la sexualidad,
el afecto, es una guerra con diferentes batallas donde el espectador se siente
un títere movido por los sutiles hilos del realizador, no sabemos dónde está el
bien y el mal, en realidad todo es gris. Y es que el realizador compone un
universo lleno de alegorías visuales, de simbolismos, de sugerencias, de
engaños, de medias-verdades, con lo que el espectador llega a sentirse confuso
y perdido, forzándolo a pensar, y esto es muy de agradecer, y es que Garland
más que ofrecer respuestas nos ensarta preguntas. Un film sobre la megalomanía
intrínseca a la Condición Humana, ello enfrentado a la inocencia, la impostada
y la real, y en medio la manipulación de unos y de otros. También se hace
mención sobre lo tóxico que puede llegar a ser la sobreexposición a las redes
sociales, a las entradas en la red, y de cómo el rastro que vamos dejando puede
ser pernicioso para nosotros mismos, migas de pan que componen nuestra íntima
personalidad y que pude ser aprovechada por otros en su beneficio.
En el film tiene gran
importancia el elemento género femenino, el poder de seducción de la mujer, de
su sensualidad, del manejo sutil de sus armas para manipular, la feminidad
baile embrujador que desconcierta y nubla la vista de la realidad, de este
concepto de sexualidad mana un muy sugerente diálogo entre Nathan y Caleb, este
pregunta por qué darle sexo a un robot, Nathan lo justifica de modo punzante y
locuaz, y es que si le damos inteligencia artificial, va con ello el sexo, algo
que motiva y da vibraciones e impulsos a nuestra mentalidad, nuestro
comportamiento se mueve en gran parte por la sexualidad, una argumentación
brillante. Como asesor científico Garland tuvo a Murray Shanahan, profesor de
robótica cognitiva ayudó.
La historia está surtida de
múltiples influencias literarias, cinéfilas y televisivas, desde ser una
especie de versión moderna del “Dr. Frankenstein”, donde Nathan se puede
reflejar en la arrogancia de alguien que se cree un nuevo Dios, en “2001” de
Kubrick, por la relación de los astronautas con Hal 9000, con “Her” y la
seducción de un software preparado con tus preferencias, con la obra teatral
llevada al cine “La huella”, por el duelo de inteligencias en un lugar cerrado,
con “AI” de Spielberg, por lo de la reflexión sobre lo que es la Inteligencia
Artificial y como esta anhelará ser humana, con el episodio “Vuelvo enseguida” (2x01) de la
fascinante serie “Black Mirror”, tratando un tema similar, y curiosamente
también co-protagonizado por Domhnall Gleeson, asimismo Garland dijo haber
bebido de los escritos del filósofo existencialista austriaco del SXX Ludwig Wittgenstein y del escritor informático,
inventor y estudioso de la Inteligencia artificial, el estadounidense Ray Kurzweil.
Y por supuesto tiene mucho de “Blade Runner” de Ridley Scott el film (de un
relato del escritor de ciencias ficción Philip K. Dick), donde los humanos
deben hacer un test a los sospechosos de ser humanoides, para discernir si son
máquinas o humanos, solo que en vez del test de Turing, que depende de la subjetividad
del interrogador, en la cinta de Scott es el test de Voight-Kampff que se centra en el elemento empatía para saber si es el
interpelado humano.
En el apartado de taras
estaría cierta sensación de estancamiento en algunos tramos, que provoca se
alargue demasiado, alguna incoherencia orgánica (spoiler), asimismo algunos
giros de guión no son tan sorpresa como se pretende, se ven venir de
lejos. Se suma lo ya dicho de que le
falta arrojo en el desarrollo y la conclusión.
Oscar Isaac borda su rol de millonario
excéntrico, de científico disfuncional, seguro de sí mismo, petulante,
inquietante, misterioso, excelente en su lenguaje corporal, apoteósico en el
momento baile. La actriz sueca Alicia Vikander está radiante, con mesura,
contención, dulzura, seductora, se mueve por la pantalla flotando, emitiendo
melancolía, ternura, de mirada cristalina, fascinante actuación. Domhnall
Gleeson resulta muy apropiado, transmite desorientación, turbación, miedo,
amor, y lo hace con veracidad y mucha naturalidad. Sonoya Mizuno
es una bailarina japonesa que en su escasa participación deja huella, sobre
todo en el susodicho baile.

La puesta en escena resulta
un gran acierto, aportando con su ambientación el minimalismo requerido, con
elegancia nos sugieren escenarios asépticos desprovistos de vida, gracias al
espléndido diseño de producción de Mark Digby (“Slumdog Millionaire”, “Rush”
o”Dredd”), filmándose en exteriores de Noruega, en el Juvet Landscape Hotel (el
refugio de Natahan), en el Sognefjord, y en Jostedalsbreen National Park (para
la cascada), en Londres en la sede de Bloomberg en Finsbury Square
(la oficina donde trabaja Caleb), los interiores se rodaron en los Pinewood
Studios, todo ello transmitiendo frialdad en su diáfana decoración, abundancia
de paredes de cristal, mucha luminosidad artificial y nula decoración, evocando
con los grandes espacios, pero sin luz solar, falta de vitalidad,
deshumanización, soledad, y a la vez claustrofobia anímica, a esta sensación
ayuda la notable fotografía de Rob Hardy (“Blitz” o “Broken”), aportando luz
tenue artificial, tonos apagados, colores suaves, enmarcando las tomas con
expresividad, con encuadres opresivos, con simbolismos, contrastando la
naturaleza del exterior con el vacío de vida en el interior. Se suma la música
de Geoff Barrow (“El señor de la Guerra” o “Alma salvaje”), y Ben Salisbury
provocan inquietud con su melodía corta de escasas notas que se van repitiendo.
Los efectos visuales están al servicio de la historia y son de un realismo
prodigioso (aunque para llevarse un Oscar por encima de “Mad Max 4” me parece
demasiado).
El título “Ex Machina” proviene
del término latín “Deus ex Machina”, que quiere decir “Dios desde la máquina”,
se ha cercenado el “Deux”, entiendo para decirnos que no creamos Dioses si no
especie de semejantes que compiten en inteligencia, hemos sido creados por un
Dios, y estamos capacitados para crear más vida de la nada.
Spoiler:
Momentos para el recuerdo: Las
charlas existencialistas entre Nathan y Caleb sobre el ser humano contrapuesto
a la Inteligencia Artificial; El perturbador baile que se marca Kyoko con
Nathan al ritmo de “Get Down Saturday Night”,
con una rítmica y trepidante coreografía donde los dos bailarines se mimetizan
de modo sincronizado en una danza extraña por el contexto; El sensual modo en
que Ava se viste de mujer; Cuando Caleb duda de si mismo y se hace un corte en
un brazo para comprobar si es humano o un robot, desconcertante; En el final el
momento en que Ava abre los armarios de los robots y se ve reflejada en los
rostros tristes de las máquinas humaniformes pero sin vida.
Frases para el recuerdo:
“…Crear una máquina consciente
no es parte de la historia del hombre. Es la historia de los dioses…”
“El reto es no actuar de
forma automática. Encontrar una acción que no sea automática, sea pintar,
hablar, respirar, fornicar o incluso enamorarse.”
“Tú no lo harías si pudieras?
Yo no veo a Ava como una decisión, sino como una evolución.”
“Uno de estos días, la
Inteligencia Artificial va a mirarnos de la misma forma en que nosotros
vemos a los esqueletos fósiles que encontramos en las llanuras de África.
Simios erguidos viviendo en el polvo, con un lenguaje y herramientas burdas,
listos para la extinción.”
No se entiende que alguien
que se supone tan listo como Nathan tolere los cortes de energía sin más, sobre
todo teniendo en cuenta que juega a que Caleb intente engañarle con Ava para
escapar de allí, sabiendo esto no pone cámaras de baterías hasta muy avanzada
la semana, inconcebible. Tampoco entiendo que en medio de una investigación
crucial sobre la Inteligencia artificial Nathan se dedique a emborracharse cada
día, sobre todo sabiendo (repito) que su juego es que le intenten engañar su
conejillo de indias (Caleb) por connivencia con Ava, no va con la personalidad
perfeccionista que nos enseñan de Nathan. Añado que en Ava dice que recarga las
baterías con una placa de inducción en el interior de la casa y que por tanto
no puede subsistir en el exterior, pero al final escapa y está cientos de
kilómetros de la casa sin problema, error. Tampoco se entiende el piloto del
helicóptero vaya a recoger a Caleb, se encuentre a Ava y se la lleve como si
nada.
Me queda un buen film de
ciencia ficción, de los que te hace reflexionar sobre los límites que la
ciencia puede o no rebasar, nos hace pensar en sobre que es la vida realmente,
y reflexionar siempre está bien. Fuerza y honor!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario