TRUMBO.
Merecido y
buen homenaje a uno de los guionistas mejores y más combativos que hayan
trabajado en Hollywood, obra que se convierte en un canto a la libertad de
expresión, a la individualidad, a la dignidad, a los principios morales,
atacando la intolerancia, los prejuicios sociales, el sectarismo, la
marginación social, reflejada en uno de los comités más nefastos creados por el
hombre, el del Senador McCarthy, con su Caza de Brujas, un organismo salido de
las entrañas de lo peor de la inquisición, les separa que los estadounidenses
no llegaban a quemar a sus “criminales”,
ellos “solo” los “lapidaban” en vida, negándoles en plan mafioso a trabajar en
lo que mejor hacían. El especialista en comedias Jay Roach (director de la
popular saga “Austin Powers”) cambia de registro para desarrollar uno de esos
films en que la Meca del Cine se mira el ombligo, lo hace con estupendos picos
dramáticos, con un humor sutil (algo de negro), con personajes notablemente
construidos, con un Bryan Cranston cumbre, no es una cinta redonda, pero te
atrapa por lo que cuenta, y por el carisma de este singular “héroe” americano.
Dalton Trumbo (Bryan
Cranston), un afamado y combativo por defender sus ideas guionista de
Hollywood, que plena Guerra Fría fue incluido por mor del execrable Comité de
Actividades Antiamericanas (presidido por el despreciable senador McCarthy, en
su vicepresidencia Richard Nixon) en la Lista Negra de Hollywood (Los 10 de Hollywood,
los que se acogieron a la Primera Enmienda de la Constitución USA) , por
negarse a delatar a gente que estuviera en el partido comunista estadounidense,
esto primero le llevó a la cárcel por desacato y después al ostracismo del
gremio, pues no se lo dio trabajo en la Meca del Cine, pero su ingenio no tenía
límites. En el relato tendrá gran relevancia su familia, Cleo (Diane Lane) es
su esposa, y sus tres hijos, la mayor Nikola (Madison Wolfe de
niña, de adolescente Elle Fanning), también gente como
su amigo guionista Arlen Hird (Louis CK), la poderosa columnista anti-comunista Hedda Hopper (Helen Mirren), el
ultraconservador John Wayne (David James Elliott), el actor Edward G. Robinson
(Michael Stuhlbarg), los productores de serie b Frank (John Goodman) y Herman
King (Stephen Root), el actor Kirk Douglas (Dean O’Gorman), y el director Otto
Preminger (Christian Berkel).
El realizador adapta el guión
de John McNamara, se basa en el libro biográfico de Bruce Cook sobre el
guionista Dalton Trumbo, uno de los más famosos de Hollywood que en el
mejor momento de su carrera fue “vejado” por sus ideas políticas, pasando a ser
el más popular de los 10 de la Black List, fueron muchos más los apartados por
lustros de poder laborar en el cine, me extiendo un poco más sobre el tema en
spoiler. El film recuerda notoriamente almagnífico documental homónimo de Peter
Askin del 2007, sale perdiendo el film a favor de la frescura y autenticidad
que manaba del documental, pero aún así es un film apreciable, con una historia
sugestiva que nos habla de temas de calado, el honor, la nobleza, el orgullo de
ser lo que quieras ser sin ser juzgado por ello, algo paradójico, pues se supone
Trumbo era comunista, y lo que yo veo en la historia es un ensalzamiento de la
individualidad, lo que nos hace diferentes, lo contrario de lo que predica esta
política, el colectivismo y la unificación de ideas a la búlgara, algo que por
el contrario es lo que pretendía la Caza de Brujas, el mundo al revés.
Jay Roach describe al
verdadero héroe americano, un tipo “Solo ante el peligro”, film este del oeste
precisamente escrito por uno de la Lista Negra. El director dijo <Lo
realmente admirable es que él nunca se rindió. Pese al acoso, pese a ver que
algunos de sus compañeros se suicidaban, él siguió confiando en sus
posibilidades y en las de su país. Creía en su derecho a ser comunista en un
país libre. Y lo llevó hasta el extremo. Con humor incluso>. Una cinta que
sirve para denunciar los fanatismos ideológicos que llevaban a la marginación
social, al escarnio público, arremete contra las olas de paranoia ciego, y como
los radicalismos políticos se tocan en un efecto circular, los que pomposamente
decían defender la libertad de los USA, los que se vanagloriaban de ello son
unos fascistas intolerantes, y el acusado es el mayor defensor de los valores
de la libertad, la de expresión o la de callarse, no está de más recordarnos
los errores de nuestro pasado, a ver si pueden evitarse, aunque el hombre es el
único animal que no es que tropiece dos veces en la misma piedra, lo hace
cíclicamente sin fin.
Es un estudio de personaje en que el director
huye de la hagiografía facilona, le busca aristas, le encuentra contradicciones
a un tipo que predica ideas socialistas desde su vida acomodada de guionista
muy bien pagado que le da para vivir en un rancho con su familia, muestra
sombras en su comportamiento arrogante con algunas persona, creyendo poseer la
superioridad moral, para ello está muy bien su relación dual, una con Edward G.
Robinson, en la que peca de soberbio y displicente con el sufrimiento interno
del actor, lo arrolla con su superioridad moral sin darle mínimo cuartel, y por
otro lado está su amistad con Arlen Hird, más radical que Trumbo. El relato
aborda el desarrollo personal de Trumbo desde su placidez burguesa, de reclamo
hollywoodiense a pasar a ser un apestado, llega a estar en prisión, y tras
salir la marginación profesional, a través de estos años de travesía, y como
nunca se doblegará ante sus inquebrantables principios éticos, esta faceta rígida dejará aflorar como su
carácter individualista cae en el egoísmo, y la condescendencia. Jay Roach
imprime un ritmo discontinuo, a veces se atasca, con buenos y sabrosos diálogos
sobre temas de hondura ideológica, salpicada de dosis de humor, alejado del
sentido trágico, propio de lo divertido que era realmente Trumbo. Reseña la
importancia el film de una anómala situación que provocó y propulsó esta Caza
de Brujas, como fue la sustitución de un juez liberal del Tribunal Supremo por
otro de corte conservador, esto acentúa lo arbitraria que es la justicia, no importa lo que sea, si
no quien lo decida y como se puede pervertir la justicia.
Arlen Hird no existió, el
libreto hace una mezcla entre cinco guionistas comunistas que estaban en la
hedionda Lista Negra, Samuel Ornitz (“Imitación a la vida, este es el en el que
se inspiran para el cáncer), Alvah Bessie (“Objetivo Birmania”), Albert Maltz
(“La ciudad desnuda”), Lester Cole (“Sangre sobre el sol”), y John Howard
Lawson, que tenían relación con Trumbo, se comprimió en este personaje a los
guionistas para ofrecer síntesis y no dispersarse entre tantos roles.
En el debe del relato es de
mencionar además de su ritmo un tanto a trompicones, que prefiere el realizador
ahondar en la vida familiar del guionista, que recrear con más saña este
síndrome de paranoia que asoló Hollywood, acrecentar los dardos sobre los
cómplices de esta ignominia, se toca, pero de modo tangencial, tampoco reflejan
de modo diáfano el clima que reinaba en Hollywood antes de comenzar la Caza, se
marcan unos cuantos trazos gruesos, sin que nos llegue muy bien el porqué se
originó esta demencia que huracanó el cine, no se nos habla del origen de que
tatos artistas se apuntaran al Partido Comunista. Tampoco Roach deja marca
alguna original, llega a parecer uno de esos buenos films producidos en USA
para la tele por cable, ojo, hay buenos telefilms en la tele por cable. Su
puesta en escena resulta únicamente correcta, con buena ambientación, pero sin
dejar marca.
Bryan Cranston está
sensacional, transmite a un tipo con carácter, cínico, humano, verdadero, leal,
íntegro, con mesura, contención, maravilloso en su encarnación, en su fuerza
oratoria, en sus ataques de visceralidad, en su emoción, muy bueno,
extraordinario en su discurso final. Diane Lane es un buen complemento para la
odisea de Trumbo, su brújula con el mundo familiar, despliega sentimiento y
cariño. Louis C.K. compone la visión más frentista de la Lista Negra, sus
fuertes ideales no le dejan ver una realidad que se podía combatir con inteligencia
estratégica, tiene buena química Cranston, aunque plano en su aro de
desarrollo, muy áspero. Michael Stuhlbarg refleja con
alma y tormento interior su complejo rol de actor que no podía hacer como
Trumbo, elegar su trabajo en otro, muy creíble y sentida su actuación. Helen Mirren realiza un brillante
trabajo con su sibilino y mefistofélico rol, con mucha elegancia parece flotar
sobre la pantalla, una inquisidora con mucho vigor. David James Elliott con su
papel de John Wayne deja buena estela de buen actor. Dean O'Gorman como el gran Kirk Douglas le aporta mucha energía y
vitalidad. Christian Berkel como el
director Otto Preminger da aura de tipo fuerte de carácter con idealismo. Elle
Fanning da vida a la hija de Trumbo, con un arco de desarrollo un tanto manido,
el de mostrar como Trumbo se centraba en su trabajo alejándose de su familia,
un tanto ajado, rol un tanto impostado.
Spoiler:

Momentos para el recuerdo: Las estampas icónicas del guionista Trumbo
escribiendo en la bañera de agua caliente, con su máquina y u un cigarrillo con
boquilla; El delicioso modo en que Trumbo le explica a su hija lo que es para
él el comunismo, o por lo menos su idealización, curioso por paradójico que
hable de las miserias de la gente en un rancho con caballos; La curiosa visión
(real de archivo) de Ronald Reagan declarando orgulloso ante el Gran Jurado, el
que décadas después sería presidente USA, como también lo fue el vicepresidente
del infausto comité, Richard Nixon; La tempestuosa y racial intervención ante
el comité de Trumbo; El escalofriante encuentro que tiene Trumbo con John
Wayne, como lo deja ko con el Don de la palabra, atacando el patriotismo del
Duque, de lo que más se vanagloriaba el actor; Los encuentros de Trumbo con
Edward G. Robinson, lo que fue dos modos de afrontar estos tiempos, uno
afrontando a pecho descubierto, sin doblegarse, el otro es el actor, no
soportando la presión social; La reunión de guionistas de la Lista Negra en la
que con guiones de serie B pretendían colar sus ideales, en historias
esperpénticas por ejemplo de extraterrestres; El visceral tramo en que el
dueño, Frank, de la compañía de films serie B es abordado por un tipo que
intenta presionarle para despida a los guionistas de la Black List que tiene en
nómina, la reacción de Frank con un bate de beisbol es impresionante por su
escenificación y por la carga de profundidad que conlleva de la defensa de la
dignidad; El para mí el mejor plano del film, Trumbo asiste a la premier de
“Spartacus”, vemos una trémula toma en que sobre sus gafas se reflejan los
créditos del film en se ve screenplay (guión) of Dalton Trumbo, y tras los
cristales se atisba la emoción lagrimal
del guionista; Tras la premier en la habitación de Trumbo y su esposa se
acerca emocionada al escritor y le dice a flor d piel <Ya se ha acabado>;
Trumbo <Nací en un pueblo de Colorado y aún recuerdo el primer coche que
pasó por mi calle. Hoy acabo de volar en un 747. Para una sola
vida, no está mal>.

En marzo de
1947, al calor de la Guerra Fría surgida tras terminar la Segunda Guerra
Mundial, nació (seguro en las cloacas del averno moral) la Comisión de
Actividades Antiamericanas (HUAC), dando comienzo la Caza de Brujas en sintonía
con el furor anticomunista desarrollado por del FBI de su mandamás Edgar J.
Hoover. Una ola negra sacudió al cine, cercenando a Hollywood de una generación
de grandes mentes, entre ellos Robert Rossen, Edward Dmytryk, John Huston,
Jules Dassin, Elia Kazan (gran arrepentido) o Dalton Trumbo, gente que además
de entretener con sus trabajos pretendían embestir de contenido social sus
obras, esto se topó con un nuevo emulo de “Torquemada”, el Senador McCarthy, un
Tsunami del Mal que arrasó la industria del cine, una persecución de fantasmas
que solo certificaban su propia su propia enfermedad. El Gran Jurado de
“inquisidores” realizó un carrusel de sesiones que solo producen vergüenza
ajena, con declaraciones tan infantiles como las del actor Adolphe Menjou definía
a los comunistas como a personas "con ideas no americanas", o la madre de Ginger Rogers era saludada como "una autoridad en
comunismo en USA". Este aciago comité se propuso en su cruzada perseguir,
a los responsables de películas en que se criticase a los ricos o
que mostrasen soldados desengañados de experiencia bélica. Sólo 10 (Dmytryk y Trumbo entre ellos) se
negaron a responder a la citada comisión cuando interrogados sobre sus ideas y
filiación política, acogiéndose a la primera enmienda de la Constitución
redactada en 1791. Esto dio con estos que se negaron a declarar les valió una condena
por desacato, un año de cárcel, despido y al ostracismo social. De nada
sirvieron actos como la marcha a Washington del Comité por la Primera Enmienda
el 27 de octubre de 1947, con Bogart a la cabeza. Los que no huyeron (Dassin,
Rossen o Chaplin) optaron por el arrepentimiento (Dmytryk) o, peor, la denuncia
(Sterling Hayden, Elia Kazan, Budd Schulberg o Martin Berkeley, que delató a
162 compañeros). En la película, un inocente cartel no ajeno al complejo de
culpa, razona que la crisis de los años 30 "empujó" a muchos hacia
ideas socialistas. [dixit]
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Dalton Trumbo |
Dalton Trumbo,
empezó como panadero a razón de 75 dólares a la semana antes de convertirse en
el guionista mejor pagado con sueldo de 4.000 dólares a la semana, siempre tuvo
claro su origen y compromiso, y nunca lo ocultó en sus libretos. Entre 1943 y 1948 formó parte
del Partido Comunista, cuando la Unión Soviética
aliada de USA y de que los horrores del estalinismo salieran a la luz. En 1946, 'empujado' o no por
las circunstancias, escribió un artículo titulado 'La amenaza rusa', ponía voz al temor de un soviético a ser masacrado por la primera
potencia mundial imaginando por primera vez, y quizá última, alguien
conjeturaba sobre la paranoia del revés. Este fue uno de los elementos que le condujo a 11 meses a prisión y
su posterior exilio en México. Pasó de las loas por sus guiones a ser repudiado
tras su comparecencia ante el comité, su “venganza” fue propia de su genio, no
conseguirían apartarle de lo que mejor hacía, como bien he leído pasó de estar
en La Lista Negra a ser el Negro más productivo de Hollywood, multiplicando sus
guiones, estuvo apartado de los créditos de los films que él había escrito de
1947 a 1960 (“Spartacus” y “Exodus”), tiempo en el que ganó dos Oscars, el
primero por “Vacaciones en Roma” (1953), de William Wyler, lo recogió el que oficialmente lo había
escrito (al que se lo pasó Trumbo), el guionista y amigo Ian McLellan Hunter,
el segundo 3 años después con “El bravo” (1956), de Irving Rapper, esta
vez firmado por el ficticio de
Robert Rich, de los pseudónimos más
célebres y celebrados historia del cine.
En conjunto me queda un buen film, que sobre todo me
ha enganchado por lo sugestivo de lo que cuenta, y por un Bryan Cranston
impresionante. Recomendable a los que gusten de intrahistorias de un Hollywood
Dorado donde no todo era glamur. Fuerza y honor
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