LA DAMA DE SHAGHAI.

Film controvertido,
como toda la obra americana de Orson Welles tras su “Ciudadano Kane”, todas
fueron mutiladas, mangoneadas, prostituidas por los productores, esta es buena
prueba de ello, aún con todo lo bueno, queda la sensación de que pudo haber
sido una de las cumbres del género “cine negro”, quedan muchas marcas de la
genialidad vanguardista del multifacético artista, pero es que arrogante dueño
de la Columbia, Harry Cohn le cercenó una hora de metraje, de ahí algunas de
sus lagunas narrativas e incoherencias. Es el quinto largometraje de OW,
guionista, productor, actor y director, se
cuenta que en 1946 OW estaba dirigiendo una versión musical de “La vuelta al
mundo en 80 días”, una reescritura de OW en tono de comedia, con canciones de
Cole Porter, el productor era Mike Todd, este dejó la obra, y OW puso su dinero
para continuar, pero se le acabó el dinero y le hacían falta 55.000 $ para los
trajes, y la leyenda se mezcla con la realidad, se dice que OW telefoneó a
Harry Cohn (presidente de la Columbia) para contarle un guión buenísimo que
tenía entre manos sobre una novela negra, y que si quería dirigiera el proyecto
para él le enviara 55.000 $, entonces Cohn le preguntó por la novela, OW se
asomó fuera de la cabina y vio a la taquillera del teatro leyendo una novela
(que él no sabía de su existencia) y le dijo el título, "If I Die Before I
Wake" [Si yo muero antes de despertar] (1938), de Sherwood King. Otra
versión dice que el director William Castle compró los derechos del libro para
el cine y este pidió ayuda a OW para contactara con Cohn para realizarla él con
OW de ayudante de dirección, pero Cohn prefirió a Welles al frente del proyecto
(en su guión Welles apenas conserva frases de la novela). El rodaje finalizó el
27 de febrero, con el presupuesto respetado por OW, pero a Cohn no le agradó el
montaje original de OW, decía que era confusa y falta de primeros planos
(Welles los evitó como recurso estilístico), tampoco le gustó el humor
salpicado por la cinta. El mandamás ordenó una reedición (La haría Vila
Lawrence) que masacraría la idea de OW, sesgando de una hora el montaje original,
tardando un año en finalizar esta nueva versión estrenada el 9 de junio de
1948. Con todo lo que más le dolió a OW fue la masacre que perpetraron es su
clímax final, culmen surrealista en la casa de la risa del parque de
atracciones, el director había editado 20 minutos de frenesí pesadillesco, con
una desbordante creación de decorados imaginativos, y Cohn lo dejó en tres,
menudo delito, el material desechado nunca se ha encontrado y se supone
destruido. Puede que esta situación fuera parte de una vendetta del magnate,
Cohn se creyó que OW había reflejado a él en la figura de Arthur Bannister,
poderoso hombre que había “creado” a Rita Hayworth (él la tiñó de morena a
pelirroja), la hizo un sex-simbol en la mítica “Gilda”, y OW se la “robó”, se
casó con ella y para el film cambió su icónica imagen de pelirroja por un rubio
platino, poco después del final del rodaje Hayworth y OW se divorciaron. Tras
este film OW no volvió a trabajar en Hollywood, marchándose a Europa, volvió 10
años después para “Sed De Mal” (1958).
La historia arranca en el Central
Park de Nueva York, allí se conocen el marinero irlandés Michael O’Hara (Orson
Welles) y la bella Elsa Bannister (Rita Hayworth), ella le ofrece trabajo como
capitán de yate para un viaje de placer a través del Canal de Panamá a San
Francisco, al final acepta atraído por la sensualidad de la mujer, viajaran con
el marido de Elsa, Arthur Bannister (Everett Sloane), un abogado criminalista
de éxito discapacitado de sus piernas. También viaja en el yate el socio de
Arthur, George Grisby (Glenn Anders), en
el relato tendrá importancia el criado de los Bannister, Sydney Broome (Ted de
Corsia).
Como en la
obra fílmica de OW de la historia fluye ambigüedad y complejidad moral, puebla
sus universos de personajes grises, rebosantes de aristas, donde la línea entre
el bien y el mal se torna en difusa, se suma un relato cogido por los pelos
(probablemente “gracias” al montaje del productor), pero al que OW consigue
dotar de un tremendo alma y de sentido del cine negro puro, con un antihéroe de
protagonista, con una femme fatale espectacular, con personajes carroñeros
amorales, con mentiras, traiciones, asesinatos, misterio, intriga, donde nada
es lo que parece, asimismo relatado voz en off por el protagonista. OW edifica
un film noir de atmósfera malsana, sombría, turbia, fatalista, donde el peligro
y la inquietud está siempre latente, con una prodigiosa ambientación
expresionista, sumado a diálogos brillantes, producen una absorbente narración
con momentos de gran simbolismo visual (el oleaje del mar, acantilados o
espejos), de sentido lírico, entremezclando con ingenio los instintos básicos
del ser humano, la pasión, el amor, el deseo, la codicia y sobre todo el
instinto de supervivencia, todo ello tejido en una telaraña de gran vigor, con
giros inesperados.
Relato
narrado voz en off por el protagonista Michael O´Hara, que nos imbuye de sus
perversos y contradictorios pensamientos, que se nos va presentando como una
pluma llevada por el viento del inexorable destino, se arrastrado por sus bajas
pasiones hacia un trágico final, se sabe envuelto en una perniciosa trama, pero
no puede escapar al influjo de la mujer fatal. Una fascinante Elsa, vértice
retorcido de todos los males, como todo cine negro transpira una enorme
misoginia, todos los hombres de la historia se ven magnetizados y manipulados
por esta sensual mujer, se ven atrapados en un círculo vicioso, un nido de
tiburones que aspiran a devorarse unos a otros, un clima en que el deseo sexual
es manejado sutilmente por ella.
La cinta está
partida en dos, en la primera parte se da la presentación de personajes, algo
brusca (vuelvo a echarle la culpa a la eliminación de escenas), todo el tramo
bucólico-enfermizo-erótico en el barco y sus paradas en playas paradisiacas de
Centroamérica, con las tórridas imágenes de Elsa en bikini, con juegos de
insinuaciones, con diálogos con dobles sentidos, con la formidable historia de
O’Hara sobre los tiburones, donde ya ha quedado atrapado el protagonista en el
cebo sexual de ella. La segunda parte es urbanita, acontece en San Francisco,
un tramo más de thriller, con un juicio dantesco, delirante de humor negro
fruto de un Everett Sloane cumbre (en lo que es una mordaz crítica al sistema
judicial USA), y concluyendo en un clímax final Apoteósico, una de las escenas
Iconos del Séptimo Arte, la de los espejos.
Orson Welles realiza
un papel que quizás no le sienta del todo bien, quizás a su amigo Joseph Cotten
le habría encajado mejor, no termino de creérmelo como fiero lobo de mar
enamorado hasta perder la razón de una mujer, aún así deja momentos soberbios,
como cuando cuenta la historia de los tiburones. Rita Hayworth está
espectacular, realiza una muy sensual y deliciosa interpretación, una
arrolladora mujer fatal, de mirada profunda, de pose sexy, imposible no
enamorarse de ella, no caer rendido a su tímida sonrisa, electrizante, OW
decidió romper con su imagen de melena pelirroja de “Gilda”, para ello le corta
el cabello y se lo tiñe de rubia platino, sublime. Everett Sloane bordea a su pérfido
abogado, lo dota de carisma, de fuerte personalidad, de fina labia, aprovechando
la tara física de su personaje para darle un toque siniestro, con un gran
momento estelar en la cínica escena del juicio.
La puesta en
escena es propia del genio OW, con una extraordinaria dirección
artística de Sturges Carne (“Todos los hombres del Rey”) y Stephen Goosson
(“Juan Nadie”), rodándose en locaciones de San Francisco, en su barrio chino,
en el Acuario Steinhart en Golden
Gate Park, en para la escena culminante en el
Whitney Playland, en México en Sausalito y Acapulco, interiores se rodaron en los Columbia Pictures Studios, como curiosidad el
yate Zaca de los Bannister era en realidad propiedad del famoso actor Errol
Flynn, que lo patroneaba entre toma y toma, el intérprete se puede ver al fondo
en una escena en la cantina de Acapulco. Todo enaltecido por la fenomenal
fotografía de Charles Lawton Jr. (“3:10 to Yuma”), en glorioso b/n, haciendo de
los paisajes mexicanos espacios bucólicos, imprimiendo en estos lares
paradisiacos un halo de sombriedad, con encuadres muy expresivos, jugando con
los picados y contrapicados, con las sombras, los claroscuros, los travellings
circulares, experimentando con las imágenes metafóricas, resaltando con genio
la profundidad de campo, en una labor de un gran dominio emocional. Adornado
esto por la deliciosa música de Heinz Roemheld (“El gato Negro”), añadiendo a
la banda sonora tres sugestivos temas, "Please Don't Kiss Me",
interpretada de modo sensual por Elsa, y los latinos "Na Baixa do
Sapatoiro (Bahia)" y “Amado mío”.

Spoiler:

Momentos recordables: La
llegada de Mike al yate con Arthur borracho, en el barco espera una sexy Elsa
vestida de capitana; El catalejo en primer plano viéndose en su lente reflejada
la sombra chinesca de Elsa lanzándose al mar desde un risco; La canción que
canta en la noche Elsa, "Please Don't Kiss Me", enfocada en primer
plano cenital tumbada en el barco mientras fuma lánguidamente, trémulo; La
historia de tiburones que cuenta Michael a Elsa, Arthur y George, en claro
símil a su comportamiento carroñero; El diálogo entre Grisby y Michael, el
primero <Crees que el mundo durará eternamente>, Michael responde <Supongo
que no. Si tuvo un comienzo también tendrá un final>; La cuasi-surrealista
escena del acuario, de un lirismo visual exacerbado, los amantes envueltos en
contraluz, contándose sus amores y planes de futuro, enmarcados de modo onírico
por las enormes peceras con los peces buceando, trémulo tramo; Me ha gustado el
modo en que Arthur Bannister deja como un tonto a Michael, tras contarle este al
abogado el plan que le había propuesto Grisby sobre fingir el asesinato para
cobrar el seguro, Arthur le comenta que no tenía sentido alguno, pues como iba
a cobrar el seguro si le suponía muerto?; Los jocosos ocho minutos del juicio a Michael,
una parodia en la que el abogado defensor, Arthur Bannister realiza un auto
interrogatorio delirante de humor, haciendo de algo tan solemne como un juicio
por asesinato una mordaz crítica al sistema judicial americano, repleto de
abogados estrella; La Mítica escena del clímax final en la sala de espejos, alegoría
de las personalidades deformadas de los protagonistas, un alarde visual
apoteósico; El grácil epílogo con Michael alejándose de donde “los tiburones”
se han devorado unos a otros hasta morir, escuchamos su voz en off hablando de
que en vez de declararlo inocente lo deberían declarar tonto.

Muy recomendable muestra de
cine negro, realizada por uno de los grandes directores de la historia del
Cine. Fuerza y honor!!!
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