CUANDO PASAN LAS CIGÜEÑAS.
Muy
atractivo film soviético del director Mijaíl Kalatozov,
una sugestiva oda a las gentes que se quedan en la retaguardia en las guerras,
a las mujeres que sufren la ausencia de su amado por alistarse en el ejército,
es una hermosa historia de amor, en la que se da una conmovedora visión de la
WWII, pero no en el frente bélico, si no entre los civiles que sostienen el día
a día de la nación, se aleja del heroísmo en batalla para centrarse en la
angustia existencial de los que están tras las líneas de guerra. Pone el foco
sobre una mujer que enamorada, que sobrelleva
como puede la marcha a la contienda de su novio, y como la ausencia de
noticias de él la sume en la desesperanza, esto se mezcla con tino con el día a
día civil, con una ciudad acorazada ante una supuesta invasión, con los
bombardeos, con el traslado a los
Urales, con la corrupción moral de los que no han ido a luchar, derivando en un
sugerente fresco de los tiempos de guerra entre la gente que no va a la guerra.
Todo esto contado con un estilo visual de una belleza sibarita, con una sabrosa
miscelánea entre el expresionismo alemán y el neorrealismo italiano, un trabajo
de puesta en escena prodigioso. Al triunfar revolución soviética, Lenin señaló
al cine como el arte del futuro, Stalin ahogó a los cineastas que se salían de
los renglones marcados de la propaganda stalinista, a su muerte hubo una ola de
cierto aperturismo en el cine, prueba de ello es este film, que nos habla de
temas espinosos para los soviéticos, donde todos los rusos no son patriotas
radicales, donde hay corrupción, cobardía, traiciones, lo que se llama la
Condición Humana, cinta que en plena ebullición de la Guerra Fría consiguió
distribución, y éxito de público y crítica en USA y Europa, alcanzando la palma
de Oro en Cannes, segundo film ruso en conseguirlo, y una mención especial a la
actriz Tatyana Samojlova. El título
en español (francés e italiano) habla de cigüeñas, en realidad hace referencia
en ruso a grullas, aves que cruzan el cielo de Moscú en abril/mayo de cada año,
para volver a emigrar a la llegada del otoño (octubre/noviembre). El guión de Viktor
Rostov se basa en una obra de teatro propia, “Vyechno Zhivye” (Eternamente
vivos) (1954), que escribe durante la WWII, no la puede estrenar hasta 1954 (tras
la muerte Stalin en 1953) por problemas de censura.
El escenario principal es
Moscú, arranca con la invasión nazi de la URSS en la primavera de 1941.La
protagonista es Veronika (Tatyana Samojlova), su novio es Boris
(Aleksey Batalov), son dos jóvenes profundamente enamorados,
Boris es llamado a filas para combatir en el frente y la pareja se separa, ella
espera tiempo desesperada noticias de su amado, noticias que no terminan de
llegar. También tiene importancia en la historia el primo de Boris, Mark (Aleksandr Shvorin), un pianista
enamorado de Veronika, el padre de Boris, el doctor Fyodor (Vasiliy Merkurev), un amigo de Boris, Stepan (Valentin Zubkov), la
hermana de Boris, Irina (Svetlana Kharitonova), y la abuela de Boris (Antonina
Bogdanova).
Tormentosa historia de amor
de una enamoradísima pareja rusa separados por uno de los Cuatro jinetes del
apocalipsis, la Guerra, expone la soledad física y psíquica en la que cae ella,
la presión de la sociedad, sus dudas, sus anhelos, su estado de ánimo se mueve
bipolarmente entre la depresión y la esperanza, esto expuesto notablemente con
un gran estudio del personaje, un lienzo sobre el amor verdadero, el paso del
tiempo, la dignidad, la amargura, el honor. En realidad el gran mérito del realizador
es hacer de un relato muy simple algo fascinante, envuelto en una estremecedora
estética visual, con un desarrollo absorbente, que tras este tortuoso romance
deja traslucir con inteligencia el fondo de una sociedad colapsada, dañada,
temerosa, doliente. Kalatozov en el primer tramo
del film exhibe con maestría el amor de estos amantes, con tomas obsesivas que
capturan su unión, su amor, su pasión, ello en una evolución de asfixia
psicológica. Una narración sólida sobre los horrores de la Guerra, sobre las
miserias que deja, sobre las heridas incurables y a las que hay que
sobreponerse. Esto es contado por el director con pulso valiente, con
utilización de elementos llamativos, como elipsis maravillosamente enlazadas,
como la exposición de horrores como una elíptica violación, o las miserias
inherentes a los conflictos bélicos,
como la corrupción política o el mercado negro.
Hace una radiografía en la que
cada personaje enarbola una característica determinada frente a la guerra,
Boris es el adalid de la solidaridad patriótica, el hombre idealista que a
pesar de ser un joven enamorado se pone al servicio de su país para defenderlo,
se sacrifica por el bien de la comunidad de su nación. Veronika es el símbolo
de la mujer que espera en la retaguardia, la que duda, la que sufre pérdidas
familiares y de hogar. Mark es el reflejo de todo lómalo interior, una figura
popular en la URSS, la del artista egoísta, la del bohemio cobarde, traidor e
inmoral, que con arteras maniobras se ha librado de ir al frente y luchar por
su país, además acosa a la novia de su primo que no puede estar allí por estar
en la Guerra. Fyodor es la voz de la veteranía,
la sabiduría, la rectitud, el Doctor que atiende a los lisiados en batalla, es
la comprensión.
La puesta en escena es
deslumbrante, llena de imaginación visual puesta al servicio de las emociones,
con un estupendo diseño de producción de
Evgeniy Svidetelev (“Yo Cuba”), rodándose en Moscú y estudio, hace de la
capital rusa un escenario donde late tensión de guerra, lugar poblado de erizos
de hierro, sacos de arena, sirenas de alerta o estallido de bombas. Esto
atomizado por la Magna fotografía de Sergei Urusevsky (“Yo Cuba”), en glorioso
B/N, jugando con planos opresivos, angulaciones obsesivas, grúas, travellings
memorables, picados y contrapicados, planos-secuencia sensacionales, excelsas
profundidades de campo, una cámara ágil, danzante, con coreografías de
movimiento que recuerdan a “Ciudadano Kane”, experimentando con las sombras,
los claroscuros, planos torcidos, aportando una magnífica expresividad a las
imágenes y a los actores con primeros planos sublimes, de enorme sensibilidad y
elegancia expositiva, brillante el inserto de ensoñación pre-muerte de uno de
los personajes, con simbolismos visuales de gran riqueza, como las grullas
volando en formación de V que vemos al comienzo (con el arranque de la invasión
nazi) premonitorio, y cerrándose circularmente con el final otra formación de
grullas en V, ya con la Victoria, una labor estética que se considera
precursora de la Nouvelle Vague gala. La música del compositor Moisei Vainberg
imprime sentimiento y evoca melancolía, envolviendo en un halo trémulo por
momentos las imágenes con sus melodías orquestales en las que sobresalen los
vibrantes solo de piano.
Quizás se le puede achacar
cierto tufillo ideológico, tendenciosa propaganda que loa el colectivismo en
contra del individualismo, arremete contra los que cobardes que no quieren
defender su patria, demasiado políticamente correcta en este aspecto, con
personajes secundarios un tanto planos en su delineación con discursos
moldeados (aunque vibrantes) panfletariamente.
Tatyana Samojlova realiza una
actuación soberbia, cargada de emoción, de nostalgia, de melancolía, de
frustración anímica, de pesar, de remordimientos, con un lenguaje gestual y
físico sublime, con momentos de una enorme visceralidad, un maná de emitir
sentimientos. Aleksandr Shvorin como Mark borda su ambiguo rol, un vividor enamorado de
Veronika. Aleksey Batalov da muy bien con el carácter idealista de Boris. Vasiliy Merkurev hace un carismático y regio papel de hombre curtido.

Momentos recordables: El
turbador paseo de los dos novios por una ciudad vacía, donde solo parecen estar
ellos dos, con picados angustiosos; La subida por la escalera de Veronika
perseguida por Boris en el interior del edificio de pisos, con la cámara
girando desde en espiral; El plano secuencia con grúa en que la cámara sigue a
Veronika entre la multitud, la visión se eleva cuando ella cruza por en medio
de los tanques, la fragilidad de la mujer frente a la bestia de la guerra; El
estremecedor travelling en que la cámara sigue a Boris entre la multitud en la
despedida de las tropas que van al frente, él busca a su amada y la cámara
serpentea entre el gentío que se despiden angustiosamente unos de otros; La
carrera de Veronika entre el casos de la gente, doliente despedida de ella en
falso de su amado, con una desesperada carrera nula por hablar con Boris, este
marcha con los voluntario mirando en busca de su amor, pero sin éxito, descorazonador; Cuando Veronika sale del refugio y marcha a su casa, viéndola
derruida corre desesperada, sus padres se quedaron allí, sube al piso por una
escalera destruida, moviéndose entre las llamas, abre la puerta del piso y ante
ella el vacío, su mirada refleja su desolación; El perturbador tramo en que
Mark y Veronika están el piso de los padres de él, Mark toca el piano, suena la
alarma antiaérea, Mark le pide a ella bajar al refugio, en su melancolía ella rehúsa,
entonces él de modo poético, para combatir el sonido de la caída de bombas toca
enardecido un tema al piano, entonces una bomba cae cerca de allí, la onda
expansiva
rompe abre y rompe los cristales de la vivienda, dejando el lugar a
oscuras, y con el parpadeo incesante del fuego exterior, Veronika se abarca
temerosa a Mark este, enamorado de ella él se excita, Veronika decide retirarse
de él, este la persigue por el hogar, ella le abofetea, y él responde con
<Te amo>, él ante sus guantazos queda inerme, ella se rinde y parece
desvanecerse, a lo que él la coge en brazos, y se produce una elipsis, se
supone la ha violado; El conmovedor tramo de la muerte de Boris, le disparan en
medio del bosque, y en su vuelo-caída, a las puertas de morir, la cámara es sus
ojos y mente, primero la visión del sol entrando por las copas de los brezos dando
vueltas a su alrededor, a esto se suceden flashes bucólicos de lo que el
querría hubiera sido su futuro, vemos su anhelada boda con Veronika, con el
velo de ella ondeando a modo onírico, con la los invitados y los novios
sonriendo felices;, y al final termina de caer y ...; Cuando un herido de
guerra se pone histérico en el hospital (donde trabaja Veronika a las órdenes
del Dr. Fyodor) porque su novia le ha dejado por un tipo de la retaguardia,
Fyodor realiza un palpitante discurso "Que horror, la novia huyó! Debe
alegrarse. Si ella cambió a este buen mozo, por un verdadero héroe por una rata
de la retaguardia, no vale ni un kopek!>, Veronika se da por aludía por haberse
casado con Mark, dejando solo a Boris en la guerra, se va del hospital pesarosa
y con ganas de suicidarse tirándose a un tren desde un puente, entonces una
señal cuasi-divina, ve a un jiño de tres años cruzar la calle con camiones de
frente, ella lo salva del atropello, le pregunta al chico su nombre y dice
Boricito, el modo en que ella llamaba a su novio Boris; Su conmovedor tramo
final, la llegada victoriosa en tren de los soldados rusos a casa tras la
victoria, Veronika surca entre la multitud con flores esperanzada en que Boris
no haya muerto y este de vuelta, en plano secuencia se mueve por la estación,
mientras vemos el jolgorio y la
alegría, ella ve al amigo de Boris, Stepan,
ella se abraza a él, y este le responde dándole la foto que Boris le dio antes de
morir, ella rompe a llorar, y se aleja entre la multitud, entonces Stepan
realiza un enfervorecido discurso al gentío, loando a los caídos y dando bríos
sobre un mejor mañana <No hemos vencido ni dado la vida en nombre de la
destrucción, sino de la creación de la nueva vida>, ella tras lo escuchado
comienza a regalar las flores a los allí congregados, hasta que un soldado
advierte del paso de las grullas, y todos miran al cielo, con la formación en V
(Victoria) de las aves.
En conjunto queda una notable
obra sobre las mujeres que quedan en la retaguardia mientras sus amados van a
la guerra. Fuerza y honor!!!
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