VENCEDORES O
VENCIDOS.


Más que notable film, valiente obra que radiografía con
equilibrio la Alemania nazi por dentro, sobre todo pone su aguijón sobre los
que consintieron por seguidistas u omisión las primeras atrocidades del régimen
hitleriano, lo cual dio pie a la barbarie que siguió, creyéndose impune ante el
tsunami de monstruosidades que llegarían con la WWII, siendo una mancha
imborrable para nuestra historia, con una Guerra que provocó 60 millones de muertos, por primer vez en la Historia una Guerra provocaba más víctimas
civiles que militares, entre ellas la
infamia del Holocausto que se llevó a más de seis millones de judíos por
delante sin más motivo que profesar una religión. La historia se había emitido
como un episodio de la serie televisiva “Playhouse 90” de la CBS, en 90 minutos
dramatizaba historias en formato teatral, el productor y director Stanley
Kramer creyó sería una sugestiva película, al que añadiría un fabuloso elenco
actoral, Maximilian Schell y Werner Klemperer representaban mismos personajes que en la
versión televisión. La historia se centra en los famoso Juicios de Nuremberg,
pero no en el de los gerifaltes nazis (con Goering a la cabeza), se detiene en
los que hubo posteriormente que juzgaba a estratos inferiores que sostuvieron
este Reino del Terror, en este caso se basa libremente en el Juicio a los
Jueces que ajusticiaron bajo las tóxicas leyes nazis. El hábil guión de Abby
Mann (“Kojak”) da argumentos a todas las partes para poder defender y atacar,
plantea dilemas profundos sobre el sentido del deber y sobre la moralidad final
de nuestros actos, sobre si somos dueños de lo que hacemos, se hace con la
objetiva perspectiva de realizarse 15 años después de acabado el conflicto, lo
cual da distancia y mesura sin entrar en caricaturas. Fue nominada a 11 Oscar, Maximilian
Schell ganó a Mejor Actor, y Abby Mann ganó Guión Adaptado, nominaciones restantes, a director
(Stanley Kramer), Spencer Tracy como Actor, Montgomery Clift para secundario, Judy Garland para secundaria, Dirección de Arte, Negro y Blanco, fotografía b/n, vestuario b/n, y montaje. Un film con
un perfil tan humanista que muchos de los actores de renombre que aparecen lo hacen
por salario mínimo. En junio 2008, el American Film Institute nombró por votación a la
cinta como el décima mejor drama judicial.
El escenario es Nuremberg
durante la post-guerra, en los Juicios de Nuremberg, allí el veterano juez Dan
Haywood (Spencer Tracy) preside una corte internacional
de tres que va a juzgar por crímenes contra la humanidad a varios jueces
alemanes que ejercieron durante el nazismo, entre ellos a Ernst Jannings (Burt
Lancaster), este se muestra distante y pesaroso durante el juicio. El fiscal es
Tad Lawson (Richard Widmark), el defensor es Hans Rolfe (Maximilian Schell),
testigos claves serán, Irene Hoffman (Judy Garland) y Rudolph Petersen (Montgomery Clift). Durante
los meses en la ciudad el juez Haywood intentará comprender como pudieron los
alemanes comunes convivir con el horror nazi, importante en esta tarea será su
relación con la Sra. Bertholt (Marlen Dietrich), el juez tiene de asistente al
capitán Byers (William Shatner).
El
guión de Abby (judío) se basa libremente en llamado Juicio de los Jueces (más
información en spoiler), formaba parte de los llamados Juicios de Nuremberg,
hubo doce y este es uno de ellos. Se centra en si un juez por el hecho de ser
un supuesto instrumento al servicio del estado, se debe convertir en una
máquina sin sentimientos, o por el contrario debe resistirse a hacer cumplir
las leyes por injustas, por más que sean leyes, para ello ponen el foco en dos
casos que manan de las Leyes de Núremberg de 1935, en ellas se hacía hincapié
en la esterilización de los indeseables, y en otro apartado se castigaba a las
parejas de judíos y gentiles que mantuvieran relaciones sexuales. A partir de
esta base se juzga a los jueces que impartieron justicia e hicieron acatar
estas deleznables leyes, se analiza con rigor y mesura el contexto político en
que se promulgaron, se da cancha al fiscal y al defensor, se navega con
ambigüedad por la fina línea que separaba el patriotismo y el sentido del
deber, se versa sobre si el hombre pueden hacer valer su individualidad y
negarse en pos de una justicia Universal y Humanista, o es parte de una cadena
que se debe aguantar, y a través de esto se maximiza con ponderación sobre si
un país es responsable total de las salvajadas que cometen sus autoridades,
sobre si se puede hacer culpable a toda una nación del Infierno que allí se
instaló. El guión está salpicado de algunos soliloquios turbadores, que hacen
el espectador se quede atrapado por su intensidad y su fuerza dramática, y esto
el director lo hace con un ritmo tan fluido que sus tres horas se pasan sin que
te enteres.
Se
analiza la conciencia individual maximizada a la colectiva, el tema de si se
puede llegar a perdonar a un país por sus brutalidades cometidas, y si es
posible, cuánto tiempo hace falta? Un año, cinco, un siglo? Nos habla de los
sentimientos de culpa de toda una nación, se hacen juicios individuales que se difuminan con el que sufre el pueblo,
los dos son en realidad juzgados, hasta dónde deben llegar para expiar sus
pecados, chocan en un ring nebuloso la dignidad frente a la fría legalidad. Nos
habla con coraje de la superioridad moral que tuvieron algunos en un momento
dado, se creían por encima del bien y del mal, esto en paralelo a años
posteriores, en estos juicios está la otra superioridad moral, en este caso la
de los vencedores, que no solo han vencido, además necesitan la justicia legal
que debe fundirse con la moral por las bestialidades cometidas.
Se nos presenta
un dilema moral de gran profundidad, se enfrentan la legalidad y la moralidad,
la legalidad es un bloque de piedra sin sentimientos, pero tallado por hombres,
la moralidad es algo que una persona en su individualidad debe calibrar hasta
donde llega, esto la hace compleja y con vértices. Todo narrado con ecuanimidad,
sin caer en la caricatura de buenos y malísimos, se hace un valiente juego de
réplicas y contrarréplicas, da pie al defensor a manejar evidencias de enorme
peso para contrarrestar las acusaciones: Para equilibrar el tema de las
esterilizaciones se da el dato sangrante de que en la Corte Suprema de Justicia, un juez impulsó algo parecido, más elementos, como el
concordato Alemania-Vaticano, que los nazis utilizaron internacionalmente como acto
de reconocimiento a su régimen, o el pacto de 1939 nazi-soviético, que propicio
la invasión alemana al oeste de Polonia (el este lo invadió la URSS), o los más
que discutibles bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945,yo pondría de
mi cosecha, con respecto al racismo, que en
esos años en USA, en varios estados del sur, se mantenía la segregación racial
de los negros, o los salvajes bombardeos sinsentido americano-británico a
Dresden, con miles de muertos civiles, cuando el signo de la Guerra estaba
decidido, o la masacre soviética en Katyn, donde los invasores de la URSS
ejecutaron sumariamente apx. a 21000 polacos en la primavera de 1940, aunque
claro todo esto queda aplastado por la película (real) que pone el fiscal sobre
al Holocausto en los campos de concentración.
El film reflexiona sobre los
orígenes de la Barbarie, como el Genocidio comenzó con pequeñas injusticias,
con muertes individuales, para dar paso a las acciones en masa, nos dice que
para llegar los millones de asesinatos se empieza por unos pocos, se empezó en
actos dentro de sus fronteras, para después explotarlo en sus invasiones, y se
necesita de los actores pasivos tanto como a los fanáticos para que esto
arraigue como algo banal.
Es esta además una de las
primeras cintas en exponer crudamente imágenes reales de las masacres que se
produjeron en los campos de exterminio, películas por americanos y británicos
en su liberación, montones de cadáveres desnudos amontonados y arrastrados por
tractores a fosas, cuerpos tan delgados que no parecen humanos, ponen la piel
de gallina pensar que ha habido personas capaces de infringir tanto dolor,
secuencia polémica en su momento por su crudeza gráfica.

Spencer Tracy realiza una
actuación muy sentida, tranquila serena, introspectiva, emitiendo dignidad y
sabiduría, veteranía, se nota un observador que absorbe lo que ve, ponderando
con rigor, con expresivas miradas, excelente. Maximilliam Schell está
extraordinario como el defensor, sublime en su oratoria, desgarrador en sus
argumentaciones, vibrante en su defensa atacante, se sabe no solo defendiendo a
unos acusados si no a todo un país, y lo hace con pasión y una vehemencia
magnífica, consiguió el Oscar al mejor actor, siendo el quinto en los créditos
del film es el que más bajo ha estado alcanzando el premio. Lancaster grande en
su rol de carismático ex juez, habla poco, pero cuando lo hace la pantalla
arde, un acusado que se expresa en su sus lapidarios silencios, en sus
punzantes miradas, y sobre todo en sus explosiones de ira, convincente en papel
tipo bueno arrastrado al mal, colosal cuando el abogado defensor está acosando
a Judy Garland y se pone de pie y estalla <Es que vamos a empezar de nuevo?>,
la elección original era Laurence Olivier. Montgomery Clift en un secundario
que deja huella por su capacidad de emocionar, de sensibilizarnos, solo aparece
en una escena-interrogatorio y logra conmover, rebosante de autenticidad su
inquietud y nerviosismo, al parecer gran parte de su interpretación fue
improvisada, tras su famoso accidente de tráfico estaba enganchado al alcohol y
las drogas, sus facultades físicas y mentales estaban seriamente mermadas y no podía recordar sus líneas, Spencer Tracy le instó a mirarle a los ojos e improvisar con él, reglándonos
una encarnación sobre la caída mental memorable. Judy Garland realiza una
actuación entrañable y muy emotiva, emite la angustia existencial de su
personaje de modo auténtico. Richard Widmark borda con vehemencia y una gran
energía a su fiscal, tipo dolido por lo visto durante la guerra, sobre todo en
los campos de exterminio, espléndido cuando al juez Haywood, en un restaurant,
le espeta que en Alemania no ha habido nazis, que fueron invadidos por
esquimales que si lo eran, muy mordaz comentario. Marlene Dietrich excelsa
dando vida con rabia, fortaleza y mucho orgullo a la resentida viuda de un
militar alemán de abolengo, intenta hacer ver a Haywood que Alemania no era
nazi, que ellos también fueron víctimas, lo hace con una pose regia, adusta, de
nobleza, estupenda.
La puesta en escena rezuma
sobriedad, pulcritud, enfocada a dejar a las emociones fluyan de modo natural,
con estupendo diseño de producción de Rudolph Sternad (“Solo ante el peligro”),
rodándose en exteriores en Núremberg (RFA), en el Reichsparteitag area, donde los nazis celebraban sus
fastos, también en Berlín Occidental, y en interiores en los Estudios Universal
City plaza (California), consigue gran realismo y veracidad, esto realzado por
la magnífica fotografía en glorioso b/n del húngaro Ernest Laszlo (“Traidor en
el infierno”), dorando a los fotogramas de autenticidad cuasi-documental, capta
la esencia expresiva de sus extraordinarios actores, con suaves zooms para
remarcar el dramatismo, con sugestiva gama de grises que imprimen emociones,
con prodigiosos primeros planos, gran elegancia, todo adornado por la sensible
y nada intrusiva música del austriaco Ernest Gold (“La Cruz de Hierro”),
ayudando a canalizar sensaciones, turbadoras las marchas militares con las que
abre y cierra el film.

Spoiler:

Momentos recordables, algunos
ya comentados: Los fenomenales toma y daca entre el abogado defensor y el
fiscal, de una enorme intensidad; Los fieros interrogatorios del abogado
defensor a Rudolph primero y luego a Irene; Esta dureza cuestionando a Irene hace
que el hierático Janning estalle y se levante en defensa de la testigo y diga
<Es que vamos a empezar de nuevo?>; El trémulo discurso de Emil Janning,
intentando expiar la culpa que sabe tiene; El fiscal Lawson en su alegato final
<Ellos nunca tuvieron que tirar de las palancas ... pero estos acusados ejecutaron las leyes y sentencias enviando a millones de personas a sus nefastos destinos>; La
defensa de Rolfe en su alegato final <Un juez no hace la ley, hace cumplir la
ley de su país. Debería negarse, y convertirse en un traidor?>; El estremecedor discurso del
juez Haywood para dictar sentencia; En el tramo final el abogado Rolfe visita a
Haywood y le dice que la lógica dice que la gente que ha sentenciado a cadena
perpetua saldrá en poco tiempo fuera, el juez le responde lapidariamente <Ser lógico no significa ser justos. Y no hay nada en la Tierra que
pueda hacerlo justo>; Haywood visita a Jannig en su celda, el preso le ruega
le crea que él no sabía nada del Holocausto, Haywood le espeta <Herr Janning,
se llegó a eso la primera vez que sentenció a muerte a un hombre sabiéndolo
inocente.>; Al final vemos
sobreimpresionado que 99 sentenciados de Nuremberg a penas de prisión, ninguna estaba cumpliendo sus
condenas en el lanzamiento del film en 1961.
Durante el juicio uno de los
casos que se juzga es el modo en que se juzgó un caso de “corrupción de raza
aria”, se denomina "Caso Feldenstein", este nombre es ficticio, en
realidad se juzgó un caso similar “Caso Katzenberger” en el que se juzgó a un
hombre judío por mantener relaciones sexuales con una chica aria de 16 años,
que bajo las “Leyes de Núremberg” era un delito capital para el hebreo, siendo
encontrado culpable y sentenciado a muerte en 1935
Durante los primeros compases
del juicio oímos a los alemanes hablar en germano, utilizando traductores en la
sala, y el realizador utiliza un recurso inteligente y muy efectivo, en un
rápido zoom los teutones hablan en inglés (en castellano si la escuchamos
doblada), aunque para dar sentido seguimos viendo que llevan auriculares para
los traductores, esto para dar agilidad y ritmo a los ententes, esto acentuado
por el hecho de que el film es estadounidense y de todos es conocido el poco
gusto que tiene la masa en general (no solo la USA) por los subtítulos. A mí me
hubiera gustado más haberlos escuchado me su idioma matriz.
El guión se basa libremente en el llamado Juicio de los Jueces, tercero de los doce
juicios por crímenes de guerra, a diferencia del de los altos dirigentes nazis
este fue juzgado únicamente por los estadounidenses, aunque en el mismo Palacio
de Justicia de Núremberg, el juicio abarcó del 5 de marzo al 4 de diciembre de
1947, en este juicio fueron juzgados 14 jueces germanos, varios de ellos
absueltos (en el film todos son declarados culpables), y casi todo el resto
fueron excarcelados a principio de los 50, incluso obtuvieron pensiones de la
Alemania Occidental.
En 2001 se realizó una
adaptación teatral del film, se estrenó en Broadway, dirigida por John
Tillinger, protagonizada por George Grizzard, Michael Hayden y Maximilian
Schell, retoma la historia cuarenta años después, esta vez en el papel del juez
nazi Ernst Janning.
Una muy recomendable obra, de
las que deberían ser de visión obligatoria a los jóvenes, con el claro mensaje
de que el Atroz Holocausto comenzó por injusticias individuales, y de cómo el
sistema necesita de de personas asépticas que lo hagan cumplir. Fuerza y
honor!!!
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