FUERZA MAYOR. (Force Majeure 2014)
Sugestivo
film sueco con guión y dirección de Ruben Östlund, muy hábil en su proyección de un dilema moral para
hacer al espectador partícipe de él, para involucrarnos en su introspectiva
historia, para sacarle punta a las situaciones que se derivan de una reacción
primaria, un relato incisivo que pone en entredicho con mordacidad y saña la
ancestral faceta patriarcal del Hombre como guardián y protector de su familia,
lo hace rozando multitud de aristas para hacer una obra viva para el debate,
asimismo con una puesta en escena prodigiosa. Östlund atribuye
inspiración para escenas clave a algunos videos YouTube virales que se sentía
corroboró situación plausible y emociones de los personajes. El director razonó que
"... si alguien captura un evento, acción o punzada de emoción ante la
cámara y lo sube a Internet, entonces sucedió en la vida real, y podría suceder
en “Fuerza mayor".
El escenario
es una estación de esquí en los Alpes franceses, allí llega una familia sueca a
pasar una semana de vacaciones, Tomás (Johannes
Bah Kuhnke) es el
marido, un desahogado hombre de negocios, su esposa es Ebba (Lisa Loven Kongsli), y tienen dos hijos pequeños, Vera (Clara Wettergren)
y Harry (Vincent Wettergren). Son una aparente familia feliz, hasta que el
segundo día sucede algo que lo cambia todo, mientras la familia está almorzando
en una terraza del hotel hay una avalancha controlada, pero la nieve llega al
restaurant causando el pánico, Tomás que comienza grabando con su móvil termina
huyendo ante el peligro, dejando a Ebba con sus dos hijos allí, la niebla de
nieve se disipa rápidamente y Tomas vuelve a la mesa, y se mantienen todos en
silencio como si nada hubiera sucedido. Pero a la noche en una cena con amigos
Ebba estalla y cuenta lo sucedido, dice que Tomas los abandonó ante un inminente
riesgo, él lo niega, comenzando una odisea psicológica asfixiante. Asimismo
tienen importancia los personajes Mats (Kristofer
Hivju) y Fanni (Fanni Metelius), amigos del matrimonio, una amiga liberal de
Ebba, Charlotte (Karin Myrenberg), y un
enigmático limpiador del hotel (Johannes
Moustos), especie de ojo
inerte del espectador.


Una caústica e
inquietante historia que deconstruye con acidez un prototipo de matrimonio
feliz, lo hace con una premisa muy
inteligente con la que empatizaremos por su simplicidad, sabe manejar los
tiempos presentándonos a esta típica familia, para en un momento de placidez
hacerles crack, y para después sumir en una avalancha de emociones a la pareja
e hijos, manteniendo en tensión permanente al espectador, intuyendo que algo
gordo va a pasar. Un potente drama familiar que se va enrareciendo en un
increscendo asfixiante, para lo que es básico el escenario, un idílico paisaje,
que se torno poco a poco en claustrofóbico, la aséptica estación de esquí y su
impersonal hotel, todo muy frío, enredándonos en una telaraña malsana de
sentimientos enfrentados. El director juega con el espectador lo coloca ante
una familia idílica en su rutina, y de pronto le coloca ante un abismo
existencial, agrieta la foto de la feliz familia, la coloca en una crisis de
identidad, pone contra el paredón la clásica estructura patriarcal, una
retorcida radiografía que explora temas como la felicidad, el amor, la
cobardía, los instintos básicos de supervivencia, los sentimientos de culpa, la
duda existencial, el egoísmo, el perdón, ello desde una compleja óptica donde
se cruzan el machismo y la misoginia. El denso relato está salpicado de dosis
de humor entre lo áspero y lo desengrasante, pero que a la vez sirve de motor a
la narración, ejemplo es satirizar nuestra manía moderna de grabarlo todo con
los móviles, nuestro afán voyeurista, que hace del celular casi una
prolongación física de nosotros mismos. Contado ello con un ritmo sereno, pero
que no se hace lento gracias a la fascinante puesta en escena, sazonada con
conversaciones profundas, en las que el arco de evolución resulta notable. Östlund
sabe construir personajes muy humanos, que por un hecho puntual se encuentran a
la deriva, perdidos, desorientados, todos con defectos, con taras, los sumerge
en un punzante debate sobre el primario instinto de conservación del ser
humano, de las reacciones viscerales que todos tenemos, en las que no pensamos.

Sobre
todo Östlund analiza con aguijón envenenado el tradicional y arcaico rol del
Hombre en la familia, de lo que se espera de él como reflejo del sexo fuerte,
el omniprotector de la familia, el paraguas que debe salvaguardarlos de todo
mal, esto puede colapsar por un mínimo detalle y entonces el núcleo familiar se
hunde, el fracaso de lo que se espera de un Hombre, la pesadumbre en el macho
se hace desmoronarse ante el fracaso como Hombre, la vergüenza le hace
desmoronarse, y la Mujer se siente desvaída ante la eclosionada fragilidad del
que se supone el ángel guardián familiar, no le ha respondido como Hombre, ya
no le vale como hombre, y este debate hace que el espectador se identifique con
los personajes, que tome partido, poniendo además a otra pareja como testigo,
haciendo ellos depositarios de diferentes generaciones de cómo afrontarían los
hechos. El film viene a contarnos que el ser humano es una pluma vulnerable a
los más bajos instintos, da igual lo que se espere de él, sus reacciones
espontáneas denotan nuestro carácter visceral, se reflexiona sobre la expiación
de culpa, sobre la importancia de reconocer nuestros errores, incluso por
encima de haberlo cometido, sobre la pérdida, sobre la pérdida de valores, de confianza, se reflexiona sobre la vital
importancia de la comprensión, sobre perdonar, sobre el orgullos, sobre la
dignidad, sobre nuestros miedos, sobre la autoestima. Todo contado desde la
objetividad, no hay buenos y malos, solo personas, presenta la situación, la
desarrolla y que el espectador juzgue, desembocando en un final ambiguo,
abierto a sublecturas (spoiler).
Sobre la
cinta sobrevuela la influencia de dos directores europeos de culto, el también
sueco (como el director) Ingmar Bergman, y del austriaco Michael Haneke, esto
en la suave y sosegada introspección de personajes, en el mundo interior que
les confiere, y sobre todo en Haneke en el uso de la cámara fija, en el manejo
de la música clásica, y en lo abrupto de los cambios de escena.
La cinta
tiene sus defectos en cierta sensación de reiteración, en sensación de
estancamiento, de demasiado come-come, en quizás demasiados tiempos muertos,
demasiados impases. Lo peor quizás es su idiosincrasia geosocial, se siente
recubierta por la coraza del carácter nórdico, lo cual puede provocar distancia
con el espectador latino, con una personalidad más extrovertida y menos
interiorizada, la hace por momentos exasperante por el modo en que uno
afrontaría la situación, pero esto seguro es por su lugar de procedencia.
La prodigiosa
puesta en escena es uno de su pilares más sólidos a la hora de forjar su
intensa historia, con espléndido diseño de
producción de Josefin Asberg (“Lilya 4 ever”), filmada en Les Arcs, estación esquí de Saboya (Francia), con los insertos a modo de elipsis temporales, bellas postales de las
pistas de nieve o de las luces en la nocturnidad, con hermosas siluetas de los
montes, con magníficas nevadas, con
nieblas, ventiscas, avalanchas, brumas, o ese hotel invernal enorme, pero
vacío, aséptico, la impersonal habitación en contraposición a la tormenta de
sentimientos que se respira, esto atomizado por la formidable fotografía de
Fredrik Wenzel , salpicando la trama con interludios de los bellos paisajes
blancos impolutos que potencian la impresión de estar encerrados en medio de la
nada, con tensos planos a cámara fija que dan sensación de estar espiando por
la cerradura, con ingeniosas tomas en
las que la cámara se fija en el que escucha, en sus reacciones y estando fuera
de foco el que habla, y para aumentar está enrarecida ambientación está el
trémulo uso del sonido, en muchos casos el turbador silencio, y en otros
rompedor sonido como el sonido del cepillo de dientes eléctrico, la aspiradora
del de mantenimiento del hotel o el dron, o la enervadora irrupción de la
música clásica de Vivaldi (“El verano”) con sus melodiosos violines para
adornar las lindas estampas invernales, y realzar el dramatismo imperante,
sirviendo además esto como tramos para reflexionar sobre lo visto, música que
te envuelve en un halo de zozobra.
Johannes Bah Kuhnke como el
atormentado padre que se ve castrado realiza una actuación muy sentida, con un
comportamiento muy humano, luchando contra la realidad, contra su lugar en el
mundo establecido, muy bueno. Lisa
Loven Kongsli hace de la esposa, dota a su rol de complejidad, de aristas
incómodas, sabe emitir la angustia existencial que soporta, entre el amor al
marido y dolor por lo sucedido, maravillosa. Kristofer Hivju
como el amigo Mats borda su personaje revestido de amabilidad y mucha
comprensión, el colega que todos querríamos tener en las peores situaciones.
Fanni Metelius hace un papel algo más irritante, arisco, con dualidad de
sentimientos que transpire, Buena.
Spoiler:
Momentos recordables: Esa
inicial e idílica visión de la familia que lo hace todo unida, duermen los
padres con los hijos, incluso sus
necesidades en el baño; La espoleta que hace estallar todo en la terraza del
restaurant; Como Ebba a pesar de que Thomas le ha pedido olvide lo sucedido y
no lo cuente más, lo cuenta a todo el que se le acerca; La charla que tienen
las dos parejas, el matrimonio protagonista con la de amigos, Mats y Fanni, en
la que Ebba destapa sus angustiosos pensamientos sobre lo acaecido, Tomas lo ve
de otro modo, hasta que ella le hace poner las imágenes grabadas con su móvil y Tomás se derrumba, Mats
intenta con argumentos brillantes aminorar los daños emocionales del
matrimonio; Ebba yendo a esquiar en solitario, diáfanas sus emociones; Cuando
el matrimonio está en el baño, él se lava los dientes mientras ve a Ebba en
braguitas, se nota la observa con deseo, pero ella pasa de él, hay el dolor
traspasa la pantalla; La salida a esquiar de Tomas y Mats, el primero está
derrotado, hundido, Mats alienta a exorcizar sus demonios con un grito
liberador; Cuando Tomas y Mats están tomando una cerveza tumbados en una hamaca
con más gente, y unas chicas juegan con sus sentimientos, casi provocando una
pelea; Su ambiguo tramo final (spoiler).
El tramo final resulta muy
ambiguo, complejo, abierto a diferentes lecturas, dividido en dos, primero
Thomas toca fondo, se derrumba ante su familia, llora desconsolado ante el
convencimiento que su “hombría” ha desaparecido, se siente castrado emocionalmente,
tras esto la familia sale a esquiar, los cuatro, entre la ventisca Ebba
desaparece, Thomas la llama y esta responde para vayan a rescatarla, él se
quita los esquíes, deja a los niños y sale en busca de su esposa, mantenemos el
punto de vista de los hijos, hasta que entre la brisa de nieve aparece Thomas
con Ebba en brazos, la impresión es que Ebba ha tramado una pantomima para que
Thomas recupere su autoestima genital, no terminamos de saber si Thomas ha
entrado en el juego de ella o no. Entonces la familia acaba sus vacaciones, van
el bus descendiendo la montaña por una sinuosa carreta, el conductor se muestra
torpe en cada curva, viéndose obligado a maniobrar una y otra vez marcha atrás,
entonces Ebba entra en pánico y fuerza al chófer a parar para bajarse, ella
baja rápida, mientras el resto del pasaje decide seguirla, Thomas es el que se
queda con los hijos, a los que baja con serenidad, vemos a todo los pasajeros
que caminan por la carretera camino abajo, alguien le ofrece un cigarro a
Thomas, en principio no lo coge, pero para pensar que ahora si ha recuperado su
orgullo masculino, ha sido el mismo el que ha mantenido la calma y ha estado
con los hijos en el momento malo, y ella la que ha sentido el innato instinto
de supervivencia por encima de su familia, y entonces si coge el cigarro a modo
de he recuperado mi lugar en el Mundo.
Un amigo me ha sugerido una
sublectura bastante apropiada al film, y es que rezuma del relato una tremenda
misoginia, y es que todas las mujeres que aparecen en el film son busca-problemas,
son manipuladoras y con una piel muy fina, Ebba hace explosionar una situación
que bien hablado con Tomas se podría haber quedado ahí si no fuera por lo que
deja entrever el director, que es la manía de las mujeres de agrandarlo todo, de
dar trascendencia a lo mínimo, además se encarga de contárselo a todo el mundo
para escarnio del marido, haciendo de este un guiñapo, capando su autoestima
hasta hacerme pensar que se iba a suicidar, y luego sibilinamente, cuando ya lo
ha machacado juega con él para hacerlo un “héroe”. Está Charlotte una mujer
liberal sexualmente que se acuesta con el que pilla, a pesar de que está
casada. Esta Fanni, la joven que achaca a su pareja Mats que él hubiera hecho
igual que Tomas, sin comerlo ni beberlo también pilla. Está un personaje mujer
con el que habla Ebba por móvil y al que ella le aconseja que lo mejor es que
deje a su esposo, contubernio femenino para dejar maridos. Están las chicas de
la terraza en que Mats y Tomas beben cerveza, que juegan con los hombres a su
antojo. No le falta razón a mi amigo que me ha hecho ver el film de un modo
diferente.
Me ha gustado mucho el manejo
que el realizador hace de la tensión, provocando una sensación latente de que
algo terrorífico pasará, cuando los vemos esquiar pensamos puede haber un
accidente, cuando Tomas está deprimido pensamos puede lanzarse al vacío, o que
en el bar se producirá una pelea, el
ejemplo más claro de esto es cuando Tomas y Ebba discuten en el pasillo del
hotel, frente a su habitación, los niños están dentro, y Clara sale a decirles
que hay un hombre dentro, los padres no le hacen caso, la niña insiste y entra,
de pronto se escucha jaleo dentro, y el espectador, por lo menos yo, pienso que
hay algún maniaco dentro que les está haciendo daño a los hijos, y que por el
déficit de atención en ellos, al centrarse en trifulcas estériles a sus hijos
les ha pasado algo grave, luego entran y si hay un hombre, pero solo está
limpiando, o cuando hacia el final salen la familia a esquiar y Ebba se queda atrás en medio de una ventisca, Tomas la llama y responde a lo lejos, Tomas se quita los esquies y va a por ella, dejando a los niños solos, esto rodado de modo que una tragedia pasará.
La escena en que exige Ebba
bajar del bus se basa en un vídeo viral de YouTube titulado "Idiota
conductor del autobús español casi mata a los estudiantes".
Un buen film sobre las
complicadas relaciones maritales, sobre el status quo preestablecido del macho
y de la hembra en nuestra sociedad, de las cintas que luego te da para pensar y
debatir. Fuerza y honor!!!
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