TIBURÓN.

El 20 de junio de este 2015
se cumplen el 40 aniversario del estreno de uno de los hitos fílmicos de la
Historia del Cine, un punto y aparte en la Industria del Cine, obra que
cambiaría desde entonces el modo de publicitar y proyectar una película. Cinta
de la que han bebido tantos y tantos, con multitud de secuelas y pseudo, una
trabajo de encargo para un cuasi-imberbe Steven Spielberg de 26 años, con un
torrente de vicisitudes en su rodaje, con muchas dudas de su éxito, pero que
revolucionó el marketing y promoción de un film, hasta entonces no se creían
buenas fechas el verano para estrenar una superproducción, pues esta arrasó,
convirtiéndose entonces en el film más taquillero hasta entonces, solo superado
dos años después por “Star Wars”. El cineasta de Ohio construye un ingenioso
thriller, con sabrosas dosis de aventura, tensión, drama, terror, acción y
sugestivas dosis de humor, ello en un hábil increscendo dramático que hace te
atrape con geniales recursos que hace que se potencie la intensidad, como que
no se vea el escualo hasta más de la mitad del metraje, acrecentando el horror
con una formidable cámara subjetiva, sumándose una magnífica construcción de
protagonistas, en una espléndida puesta en escena, sobresaliendo la apabullante
música de John Williams, por derecho propio en el Olimpo de las Mejores de la
Historia. Ganó tres Oscars, mejor montaje, mejor música y mejor sonido, fue
nominada sin éxito a mejor film (ganó “Alguien voló sobre el nido del cuco”) y
mejor director. AFI (American Film Institute) la sitúa en 1998 en el puesto 48
de las mejores películas USA de todos los tiempos, coloca a el Tiburón en el
lugar 18 de los mejores villanos, la frase de Brody <Vas a necesitar un
barco más grande> en el puesto 35 de las mejores citas de un film USA, la
escalofriante música de John Williams en el sexto lugar de las mejores, y
asciende al segundo en la lista de más emocionantes (tras “Psycho”), en 2008 la
revista Empire la clasificó como la quinta película más grande de la historia,
y a al personaje Quint en el puesto 50 de los mejores personajes de película.
El escenario es la isla de
Nueva Inglaterra (USA) Amity, localidad turística por su playa. El paraíso
veraniego se tuerce cuando varios bañistas sufren el ataque de un gran tiburón
blanco. Comienza una cacería del animal, tras varios avatares será llevada a
cabo por el jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider), que tiene miedo al
mar, el oceanógrafo Matt Hopper (Richard Dreyfuss) y el veterano cazatiburones
Quint (Robert Shaw). También tiene importancia en la historia Larry Vaughan (Murray Hamilton), el avaricioso alcalde, y la esposa de
Martin, Ellen (Lorraine Gary, esposa del entonces
presidente de la Universal, Sid Sheinberg).

El film combina con ingenio
varios géneros como el terror, el thriller, aventuras, acción, suspense, drama
y con desengrasantes dosis de humor, tocando temas como el poder omnímodo de la
naturaleza, el miedo a lo desconocido, el capitalismo manejado de modo
codicioso, el individualismo, el egoísmo, el trabajo en equipo o los traumas
del pasado, ello desarrollado de modo vibrante, enérgico, turbador. Se puede
partir en dos su metraje, en la primera se dedican a crear el aura del
monstruo, bestia invisible, se sugiere con la hábil cámara subjetiva, vemos los
efectos de sus “fechorías” se presentan a los personajes, los delinean con
esmero, en este segmento el verdadero enemigo no es el escualo, es la ambición
desmedida, la que hace que se piense primero en la cartera que los posibles
heridos y muertos, en la segunda parte nos vamos al mar abierto a la caza del
“enemigo”, los tres protagonistas embarcados en la “Orca”, la lucha del hombre
contra los elementos, den donde se confunden quien es el cazador y quien la
presa, un duelo épico con tintes de aventura y de buddy-movie, con un
increscendo dramático sofocante, que tiene un broche final magnífico. Destacan
dos recursos que hace ya patentes desde su potente inicio, la cámara en primera
persona del tiburón por el agua, creando zozobra en el espectador, lo
aterroriza más que su visión, y esto atomizado por la inquietante música de
John Williams, dos estresantes notas que hacen que el espectador quede
atrapado. Spielberg demuestra un tremendo sentido del ritmo, sabe construir la
tensión latente en el ambiente, ello alrededor de una amenaza que no vemos, con
la cámara a modo de escualo moviéndose siniestra y juguetonamente entre los
bañistas, con el acongojante enfoque de su aleta, esto provoca que cuando vemos
al tiburón más allá de la mitad del metraje resulta impactante su presencia.
Uno de los guionistas, Gottlieb dijo haber sido influido por el film de ciencia ficción “El enigma de otro mundo” (1951), por el
manejo que hacen del monstruo extraterrestre fuera de cámara, también dijo que
su fuente fue en parte la novela de Ernest
Hemingway “El viejo y el mar”. Aunque
realmente las ascendencia es más clara y notoria de la obra de Herman Melville
“Moby Dick” (1851), donde los paralelismos son innegables, el tiburón es el
cachalote blanco, y donde el duro cazatiburones Quint guarda muchos puntos en común
con el capitán Ahab, su obsesión enfermiza por matar a su némesis acuática, con
el guiño alegórico de que el barco en que salen a pescar el escualo se llama
“Orca, el enemigo natural del tiburón, esto se acentúa en la novela “Jaws” y en
el guión original, Quint muere al ser arrastrado bajo el océano por un arpón
(clavado en el tiburón) liado a su pierna, igual a la muerte del capitán Ahab
en la “melvilleana” novela. Esto se remarcaba en la idea de Spielberg de cómo
presentar a Quint, lo veríamos por vez primera en un cine sonriendo
macabramente mientras admiraba el film “Moby Dick” de John Huston, los
espectadores se marcharían aterrados (formulaba copiada en 1991 por “Cape Fear”
de Scorsese), se descartó esto por problemas con la licencia del film.
El origen del film: Los
productores de la Universal Pictures Richard D.
Zanuck y David Brown, supieron de
la novela de Peter Benchley “Jaws” (1974), antes de publicarse, a través de la
esposa de Brown, editora de la novela (Helen Gurley Brown), teniendo de
ella grandes referencias. Los productores leyeron el libro en el transcurso de
una sola noche y a la mañana siguiente comentaron <Era lo más emocionante
que habían leído nunca>, y decidieron hacer un film adaptando el libro,
compraron los derechos en 1973, antes de publicarse, por 175.000 $ apx., tiempo
después Brown afirmó de haber leído el libro otra vez nunca no la habría
producido, por lo complicado del rodaje de algunas secuencias.
Para la dirección Zanuck y
Brown barajaron al veterano John Sturges, que años atrás realizó la adaptación
de la novela de Ernest Hemingway “El
viejo y el mar” (1958), con bastantes similitudes con esta historia, también
sondearon a Dick Richards, pero desistieron al estar este empeñado en que el
tiburón fuera una ballena, al final se decidieron por jovenzuelo de 26 años,
Steven Spielberg, con dos films en su haber “Duel” (1971) y otra todavía en ese
momento sin estrenar, “The sugarland express” (1974), producida por ellos, pero
Spielberg en principio era renuente al encontrar muchas semejanzas entre “Duel”
y “Jaws”, temía quedar encasillado, quiso desvincularse de la Universal para
pasar a la 20th Century Fox, pero la
Universal haciendo valer su contrato lo impidió, Brown convenció al director
con la promesa que después de filmarla podría la película que quisiera.
El presupuesto inicial era de
3,5 millones $ y un rodaje previsto de 55 días, comenzaría en mayo de 1974 y
debía acabarse a finales de junio, antes de que expirara el convenio de los
grandes estudios con el Gremio de Actores de Cine, y de este modo evitar una
posible huelga. Al final el presupuesto se disparó a 9 millones, 3 de ellos fueron a los f/x, en gran parte debido
a los continuos problemas de los tiburones mecánicos, se añaden incesantes
contrariedades por el rodaje en alta mar, Gottlieb casi fue decapitado por las
hélices de la embarcación, y Dreyfuss fue casi encerrado en la jaula de acero,
actores frecuentes mareo, Shaw huía a Canadá siempre que podía, debido a problemas
fiscales, bebía en exceso, y tenía una gran tensión entre él y Dreyfuss
por lo crecido que estaba el segundo con las buenas críticas recibidas por
“Duddy Kravitz”, todo esto provocó retrasos, tanto que por cada 12 horas de
media de trabajo al día, solo cuatro eran de rodaje, de los 55 días previstos
se pasaron a 159, acabándose el 6 de octubre (Spielberg no estuvo presente en el
rodaje de la escena final en la que explota el tiburón, por el miedo a que el
equipo lo lanzara a al agua, hecho este que se ha convertido en tradición del
director, ausentarse el último día de filmación), la sensación del realizador
era de bajón, afirmando <Creo que mi carrera como cineasta ha terminado . He
oído rumores, que nunca volvería a
trabajar en el cine, nunca nadie se había excedido en 100 más de lo
previsto>. Escenas suplementarias submarinas se rodaron en un tanque de
agua en Culver City, en los Estudios MGM, con los especialistas Dick Warlock y
Frank James Sparks como dobles de Dreyfuss en la escena en que el tiburón ataca
a la jaula, así como cerca de Santa Catalina Island, California.
Peter Benchley (cameo como reportero) se inspiró para escribir su
libro en la historia del pescador deportivo Frank Mundus en la captura de un
gran tiburón en 1964, de hecho Quint es alter ego de Mundus, el escritor afirmó que de haber sabido la
imagen de monstruos que emitiría su novela hacia los tiburones no la habría
escrito, postulándose desde entonces en un activista a favor de la protección
de los tiburones. Benchley fue el que hizo el
primer borrador del guión, eliminó la relación adúltera de la novela entre
Ellen Brody y Matt Hooper, a sugerencia de Spielberg, temía pondría en peligro
la camaradería entre los hombres de la Orca. A Spielberg no le
contentó el guión y contrató para la reescritura al dramaturgo premio Pulitzer Howard
Sackler, este añadió por indicación
de Spielberg que a Brody le daba miedo el agua. Pero el director echaba en
falta algo de humor en la cinta y para ello fichó a su amigo Carl Gottlieb (“Saturday Night Live” o “The jerk”), un comediante y escritor,
convirtiéndose este en guionista principal, reescribiendo todo el guión,
terminando muchas escenas la noche antes del rodaje. Muchas diálogos o frases
fueron obra de los actores, ejemplo es la mítica <Vas a necesitar un barco
más grande> de Roy Scheider, asimismo hay contribuciones al libreto sin
acreditar de John Milius,
Matthew Robbins y Hal Barwood. Spielberg estimó había en
el guión final 27 escenas que no estaban en el libro. Uno de los cambios más
importantes con respecto al libro es el final, que el realizador consideraba
poca cosa y decidió hacerlo más épico. No se menciona
en el film que el Alcalde, es un político corrupto que ha comprado y
recalificado unos terrenos para venderlos a los turistas con intención de
enriquecerse, este proyecto se ve saboteado por la aparición del tiburón y el
posible cierre de las playas, derivando en el fin del turismo, ello da más
sentido al afán por impedir que la realidad no le tape una buena operación
económica.
Howard Sackler fue el que
añadió que Quint era un veterano de la WWII, superviviente del naufragio de USS Indianapolis, el monólogo era solo un párrafo, Spielberg por consejo de su amigo
George Lucas recurre a John Millius para dar más aire crepuscular al
soliloquio, pero sobre el monólogo existe debate sobre la autoría, Spielberg
dijo fue una colaboración entre Sackler, Milius, y el actor Robert Shaw, aunque
Gottlieb da la mayor parte del crédito a Robert Shaw.
La Universal se gastó en la
promoción de “Jaws” 1,8 millones $, incluidos la cifra record de 700.000 $ en
spots en tv en prime time, el 20 de junio se estrenó en 464 salas (409 en USA y
55 en Canadá), esto iba en contra de lo que pensaba el presidente de la
Universal Sid Sheinberg, pensaba que
un film se amortizaba mejor en escalonando gradualmente el número de salas de
proyección, un zas a este en toda la boca, ante el éxito, el 25 de julio, se
amplió el número de salas a 700, y el 15 de agosto a más de 950, en UK continuo
el tsunami “Jaws”, se estrenó en más de 100 salas. El primer fin de semana recaudó
7 millones $, en dos semanas recuperó los costos, en 78 días superó a “El
padrino” (145 millones) como film más taquillero en Norteamérica, siendo el
primer film que supero los 100 millones $ en recaudación, en 1979 ya había
ingresado 193 millones en todo el mundo, ajustada la inflación en 2013 era el
séptimo film más taquillero en Norteamérica, con 128.078.800 entradas vendidas.
Este film supuso una
ruptura con el viejo Hollywood dominado por las grandes compañías, a partir de
entonces y con la posterior irrupción de George Lucas y su “Star Wars”, el
poder pasaría a los cineastas, el historiador de cine Peter Biskind lo resumió
así <Spielberg fue el caballo de Troya a través del cual los estudios comenzaron a perder su poder>.
“Jaws” derivó en tres
secuelas, ninguna se acercó al éxito de taquilla y de crítica de la original,
tampoco estuvo vinculado Spielberg ni Benchley, este declaró <Hacer una
secuela de todo es sólo un truco de feriante barato (“Indiana Jones” y
“Jurassic Park”???)>. Pues aún con esto el director estuvo a punto de
realizar la primera secuela (1978) cuando John D. Hancock, fue despedido unos pocos días en el rodaje, pero el proyecto de
“Encuentros en la tercera fase” se lo impidió, al final la dirigió Jeannot
Szwarc. La tercera parte (1983) fue dirigida por Joe Alves, director de arte y
diseñador de producción de la original, la cuarta (1987) realizada por Joseph Sargent.
Además de las secuelas directas puso de moda el fenómeno animales monstruosos
marítimos, con producciones la mayoría serie B, con escasa calidad, de pirañas,
orcas, pulpos, o mutaciones.



La puesta en escena resulta
memorable, con un notable diseño de producción de Joe Alves (“Encuentros en la
tercera fase”, “Scape from Nueva York” o “Gerónimo”), rodando en la isla
Martha’s Vineyard y la ciudad de Falmouth (Masachusets), con escenas
adicionales en la Isla Santa Mónica (California), y el pacífico australiano,
recreando una bucólica ciudad costera, un barquito (Orca” que deja entrever la
fragilidad humana ante la poderosa naturaleza, y sobre todo el tiburón “Bruce”
(creado por el propio Alves), puesto este nombre en honor al abogado de
Spielberg (Bruce Reimer), hubo tres tiburones artificiales, cada uno para un
tipo de escena, fueron necesarios 40 técnicos para su construcción, supervisado
el “monstruo” por el experto en efectos mecánicos Bob Mattey (“20.000 leguas de
viaje submarino” o “Mary Poppins”), haciendo falta hasta 14 operarios para
manejar a la “bestia”, además material adicional fue rodado por Ron y Valerie Taylor en las aguas de Australia , con un actor más pequeño enmarcado en una jaula de tiburones en
miniatura para crear la ilusión de que los tiburones eran enormes. Durante
el rodaje de los Taylor, un gran tiburón blanco atacó el barco y la jaula, esto
se potencia con la fabulosa fotografía Bill Butler (“La conversación”,
“Capricornio uno” o “Grease”), sabiendo dotar de alma a los fotogramas,
sabiendo plasmar bellos los amaneceres, cielos ocasísticos, penumbras, con
planos generales, con esa cámara juguetona en plan subjetivo haciendo de
tiburón, asimismo reseñable fue la idea de Spielberg de excluir elementos rojos
en exteriores, interiores o vestuario, para golpear al espectador más ferozmente
con el rojo sangre de las víctimas, acrecentado esto por la fenomenal edición
de Verna Fields (“EL Cid”, “Luna de papel” o “American Graffiti”), que imprime
tremendo ritmo. Pero sobre todo el elemento que atomiza todo esto es la la
fascinante y perturbadora música del maestro John Williams (“Star Wars”,
“Superman” o “Indiana Jones”), Spielberg dijo que sin la
melodía de Williams la película habría sido la mitad del éxito, tras terminar la primera edición del film se hizo un pase de prueba en
Austin, este no acabó de convencer al público asistente, faltaba un elemento
fundamental: la música. Williams creó un leitmotiv para sugerir la aproximación
del bicho sin que se viera, nunca más simpleza fue más genial, solo dos notas
repetidas en progresión acelerada (identificado como "E y F" o
"F y fa sostenido"), tema realizado por el músico de tuba Tommy Johnson, provocando en
el espectador pavor, inquietud, miedo, quedándote el sonido enroscado por
siempre en tu psique, creando una sensación subliminal del acercamiento del
escualo, Williams se inspiró en Stravinsky Stravinsky (“La consagración de la
primavera”), Bernhard Herrmann (“Psicosis”) y Bela Bartok. Lo curioso es que
cuando Williams le expuso al realizador el tema, solo dos notas, este río,
creía era una broma, existen teorías sobre que refleja la música, dicen que es
el corazón del tiburón acelerándose por la adrenalina del combate (me adhiero a
ella). El manejo de la música es utilizado por Spielberg de modo
artero-magistral, todo el tiempo sugiere a la Bestia, pero cuando la vemos
físicamente no hay melodía, con lo que el bombazo visual es escalofriante. Spielberg
era un gran admirador de John Williams, su colaboración empezó en su anterior
film, “Loca evasión”, donde trabaron gran amistad y continuó por siempre,
excepto en “Amistad”, todas las direcciones de Rey Midas de Hollywood. Además la banda sonora
incorpora dos temas ajenos a Williams, “Show Me TheWay To Go Home” (Irving
King), “I Honestly LoveYou” (Peter Allen) y “Spanish Ladies” (tradicional).

Roy Scheider da muy bien con el tipo normal, con gran empatía, sabe emitir miedo, desazón, sentido del deber, estupendo, rol ofrecido a Robert Duval, pero este solo quería hacer de Quint, Charlton heston quiso hacerlo, pero Spielberg pensó sería desviar la atención hacia una estrella en vez de hacia el tiburón, al final fue Scheider, aunque con dudas por parte de el director, no quería al tipo duro de “The French Connection”. Richard Dreyfuss queda muy bien en su papel, muy simpático, humano, intrépido, valiente, el rol en el libro era distinto, se reescribió para adaptarse al actor, Spielberg dijo que Hooper <Era su otro yo>, aunque el realizador originalmente barajó a Jon Voight, Timothy Bottoms , Joel Grey , y Jeff Bridges, pero el amigo del de Ohio, George Lucas le recomendó a Dreyfuss al que había dirigido en “American Graffiti”, el actor se negó, pero cambió cuando vio el preestreno de su último film “El aprendizaje de Duddy Kravitz” (1974), pensó lo hizo horrible y nadie le volvería a dar trabajo, así que llamó a Spielberg y aceptó, por cierto, luego el film referido tuvo excelentes críticas al actor. Pero el auténtico rey de la función es un Colosal Robert Shaw, un extraordinario lobo de mar, cínico, bronco, borracho, duro, atormentado, carismático, sublime, construyendo un icono del cine ya desde su presentación rasgadora, Shaw dijo basar su interpretación en un compañero del reparto, Craig Kingsbury, pescador local, un legendario excéntrico lugareño, hizo el rol de Ben Gardner (pescador que aparece muerto en un barco), incluso algunas frases de este las incorporó Shaw a su Quint, fascinante, trémulo cuando cuenta su padecimiento en el Indianápolis, papel ofrecido a Lee Marvin y Sterling Hayden, al final los productores Zanuck y Brown recomendaron a Shaw con el que acaban de trabajar en “El golpe”, pero el actor fue reacio, no le gustaba la novela, aceptó por presiones de su esposa, la actriz Mary Ure , y su secretario <La última vez que fue tan entusiasta era Desde Rusia con amor . Y tenían razón>. También es reseñable Murray Hamilton en su papel de alcalde codicioso.
Spoiler:



Momentos recordables: El
frenético arranque, en la noche una chica se baña alegremente en el mar, la
cámara subjetiva bajo el agua, la trémula música, y el primer ataque letal del
escualo, y ya nos tiene Spielberg imantados; La increscente y tensa escena de
Martin sentado en una playa concurrida de gente mirando aviesamente el mar,
Spielberg juega con la imagen, con diferentes filtros, con diferentes lentes
que dan profundidad, con el zoom, con primeros planos de Brody, intercalando el
jolgorio feliz de los bañistas con la preocupación del rostro de Martin,
creando desasosiego en el espectador, para al final explotar la acción
desesperada, el terror se apodera de la gente; La primera aparición en escena
de Quint, impresionante, en medio de una reunión caótica del vecindario, se oye un desagradable ruido, todos callan y miran a su procedencia, alguien está
rasgando con sus uñas una pizarra, es Quint, Magno, ya tiene toda nuestra
atención; Cuando Martin y Matt salen de paseo nocturno con un barco, ven otro a
medio hundir, Matt con traje de buceo se sumerge con un foco a investigar lo
que habrá pasado, en el casco hundido ve un agujero, y en una astilla hay un
colmillo de tiburón, cuando de pronto del agujero sale una cabeza humana
muerta, pavoroso momento; Uno de los grandes momentos del film, estamos en el
tramo de la caza, con los tres en el barco (“Orca”), aún no hemos visto al
escualo, Martin está echando carnaza al agua despreocupadamente, quejándose de
que Quint le dé ordenes, y de pronto, sin previo aviso (sin el leitmotiv
musical) emerge del mar el tiburón con sus fauces abiertas en su inmensidad,
desaparece de nuevo bajo el mar, Martin que lo ha visto queda en estado de
shock, se levanta y camina hacia atrás horrorizado y pronuncia una frase mítica
en el cine <You’re gonna need a bigger boat (Vas
a necesitar un barco más grande)>, frase improvisada por Roy
Scheider; El duelo de cicatrices que hacen Quint y Matt, a ver quién tiene más,
acabando Matt con la que peor la tiene en el lado izquierdo de su pecho, se la
hizo en el corazón una expareja; El mejor momento par a Spielberg es cuando
Quint relata de modo estremecedor su odisea en la WWII, cuando era marino en el
USS Indianápolis fue hundió por los japos el
29-6-1945 tras entregar la bomba atómica, una historia
contada de modo escalofriante, con detalles espantosos y desgarradores, como
incontables tiburones fueron acabando con los supervivientes náufragos, como en
una semana fueron devorados más de mil, historia que retumbará en nuestra mente
por siempre, la fuerza de la palabra; Cuando para olvidar penas Quint y Matt se
ponen a cantar un tema marinero, “Spanish Ladies”; Todo el tramo en que el
tiburón ha mordido el anzuelo, no lo vemos, se vuelve a jugar con la
sugerencia, apoyado en unos barriles amarrillos que se le enganchan; Cuando
Matt se mete en una jaula para arponear al escualo bajo el mar cuando se le
tire, allí es atacado brutalmente por el tiburón, esto rodado en Australia por
un doble pequeñito, y con un escualo no de 8 metros, si no de 4; La brutal y
abracadabrante muerte de Quint, momento cumbre, el escualo ha destrozado el
Orca, lo ha inclinado hacia sus mandíbulas, Quint se desliza hacia la boca del
bicho sin poder impedirlo, siendo devorado sanguinariamente por el animal, en
medio de gritos dolorosos; El duelo final entre Martin y el Tiburón, el barco
casi todo hundido, solo queda el mástil, en el que está Brody con un rifle, el
escualo tiene en su boca en barril de gas, entonces se dirige hacia Martin,
este le apunta y dice <Sonríe, hijo de puta!>, y tras un certero disparo
explota el Tiburón, gran colofón.

A Spielberg no le gustó el
final que Benchley escribió en el guión, lo cual los enfrentó, pues el
realizador le parecía poco contundente, llegó a decir <he tenido al público pegado a la pantalla
durante dos horas. Los voy a tener en mis manos y aceptarán cualquier cosa que
les ofrezca aunque sea poco plausible. La audiencia se está preparando para ver
algo aún más fuerte al final y, si no lo obtienen, el film no triunfará>, se
impuso el realizador, aunque el novelista no quedó satisfecho, como experto en
tiburones decía que ningún escualo se traga una bombona y después
estalla por los aires.
Llama la atención el uso de
las estrellas fugaces surcando el infinito cielo, Spielberg lo utilizó después
en “ET” y en “Indiana Jones”, esto es manejado por el realizador para
indicarnos subliminalmente que cruzamos místicamente una puerta sin retorno,
una entrada a lo desconocido, llegamos al clímax. Curiosamente Spielberg dijo
que no fue un efecto visual, según él fue real.
Le pongo el lunar del modo
chusco en que Matt Hopper sobrevive, me parece algo forzado, los iento, pero
hubiera quedado mejor muerto, y no apareciendo del fondo del mar como si nada,
estridente.
Clásico imperecedero del Séptimo
Arte, un muy ameno film, no hay demasiada profundidad, pero tampoco lo
pretende, lo que quiere es dejarte pegado a la butaca dos horas, y esto a fe lo
consigue. Fuerza y honor!!!
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