SED DE MAL.
Infravalorada propuesta de
cine negro del genial Orson Welles, una barroca obra con la que el realizador
demostró su maestría en la creación de ambientes opresivos y asfixiantes, con
in crescendo dramático sofocante, formando parte de la historia por derecho
propio su Apoteósico prólogo del plano-secuencia, en un relato con temas
propios de Welles, como la ambigüedad moral, la difusa línea entre el bien y el
mal, el carisma de la maldad, la amistad o la integridad. Tras diez sin rodar
en USA, la última fue “MacBeth” (1948), tras lo que se fue para no volver
jamás, debido a lo que hicieron con su montaje.
El escenario está a
caballo entre dos localidades fronterizas entre México y USA, la historia
arranca con un atentado bomba contra un vehículo con dos personas dentro que
mueren, el auto partió de territorio mexicano y explotó en USA. El caso lo
llevará el carismático y veterano capitán de la policía Quinlan (gran Orson
Welles), hombre de métodos más que discutibles, también se involucra un agente
policial mexicano, “Mike” Vargas (buen Charlton Heston), este acaba de casarse
en México con la estadounidense Susie (ambigua Janet Leigh), han cruzado la
frontera de vacaciones. En la historia también tienen importancia otros
personajes, el jefe de policía Pete Gould (Harry Shannon), el Fiscal de
Distrito Adair (Ray Collins), el socio de Quinlan Pete Menzies (buen Joseph
Calleia), el ayudante del Fiscal Al Schwartz (Mort Mills), el mafiosillo tío
JoeGrandi (buen AkimTamiroff), el sospechoso del crimen Sánchez (Víctor Millan),
la hija de uno de los muertos (Joanna Moore), el encargado de un motel
(sobreactuado Dennis Weaver), y la dueña de un burdel Tanya (Marlene Dietrich).
OW nos regala un espléndido film-noir, una fascinante
obra que te magnetiza desde su portentoso plano-secuencia inicial, un áspero
retrato de la corrupción moral, de los abusos del poder, del endiosamiento y
creerse por encima del bien y del mal, compone una historia con varias capas de
interpretación, radiografía la vaga frontera entre lo justo y lo injusto,
aborda temas clásicos como si el fin justifica los medios, si da igual todo
para conseguir un objetivo noble, si alguien debe erigirse en adalid de lo
correcto y para ello pisotear los derechos de la gente, para ello enfrenta a
dos polis de métodos contrapuestos, uno carismático pero de formas bruscas y
que retuerce la justicia a su antojo, y contra él un agente honesto, que cree
en los derechos. Un muy hábil estudio de personajes, donde como casi siempre
gana la complejidad moral cercana a la maldad, un Hank Quinlan poderoso,
imperfecto, contundente pero con grietas, muy humano. El ritmo que imprime OW
es muy ágil, constante, sin apenas remansos, todo sucede prácticamente en 24
horas, con varios giros de relato inesperados, con recursos ingeniosos para
imantar al espectador. Construye un universo poblado de seres grises, donde la
maldad se presenta en diferentes niveles, enclavado todo en una atmósfera
claustrofóbico-densa, de tintes góticos, lúgubres, de latente perversidad,
extrayéndose momentos de una tremenda fuerza visual, flotando en el ambiente
drogas, violaciones, asesinatos, prostitución, alcoholismo, por donde el bien
es un elemento disfuncional.

Orson Welles encarna con un
atronador carisma al ambiguo poli Quinlan, tipo de fuerte personalidad, al que
se le atisban fantasmas en el armario, de aspecto desaliñado y obeso, lo vemos
comiendo un bocadillo, tipo que retuerce la justicia a su antojo-intuición,
dota a su complejo rol de profundidad psicológica, tipo que está de vuelta,
atormentado (alegoría su cojera), cínico, sardónico, arrogante, soberbio,
intolerante, racista, con un lenguaje gestual y físico tremendo en emitir
emociones, con un gran arco de desarrollo, al principio lo vemos seguro de sí
mismo y a medida que avanza el metraje va perdiendo el norte, desborda la
pantalla, tanto que cuando no está él en pantalla lo anhelamos, Apoteósico, me
recuerda al Harry Lime de “El tercer hombre”. Charlton Heston en un papel extraño, hace de mexicano con un maquillaje bronceado, aporta nervio, energía,
vigor, integridad, pero no escapa de cierto tono cliché plano, sin matices.
Janet Leigh compone a una vivaracha mujer, poco creíble su comportamiento de
valiente que se mete en la boca del lobo con aire de sabelotodo, su modus
operandi resulta incoherente en muchos momentos, muy guapa pero poco
convincente, resulta curioso su tramo en el motel, pues tiene claras
reminiscencias al hitchcockiano film “Psycho” que dos años después
protagonizaría. Joseph Calleia como socio de Quinlan da humanidad y
lealtad, muy buena su actuación. Singular ver a Marlene Dietrich encarnando a
una gitana, con peluca morena, en un rol de poco metraje pero de calado por el
fondo que aporta, detentando además frases de peso en la trama, de hecho es la
que da el epílogo al film, trabajo por una tarifa mínima, los productores no
supieron de su presencia en el film hasta ver el montaje de OW. Akim Tamiroff da vida a al
mafiosillo Joe Grandi, de apariencia inquietante, le imprime una
mezcla de terror y toque grotesco por su pinta extravagante (lleva peluquín y
bigotito ridículo), quedando una presencia siniestra, me recuerda bastante al
Johnny Caspar de “Miller’s crossing” (1990) de los Coen. Llama la atención el
personaje de Dennis Weaver, encargado del motel, claro antecedente del Norman
Bates, el actor lo interpreta de modo supe histriónico, sobreactuado no, lo
siguiente, un cuasi-guiñol.
Pero el film tiene algunas lagunas defectuosas, no
todo es oro, hay momentos que chirrían. Cuando Susie sola tras la explosión, es
abordada de noche por un desconocido de dudosa apariencia, este le pide la siga
a un lugar apartado donde tiene un mensaje para su marido, ella responde de
modo pueril <Que tengo que perder?>, mi sobrina de tres años demuestra
más luces que ella, la pueden violar, la pueden robar, la pueden secuestrar o
la pueden matar, y sin que nadie lo sepa, bochornoso tramo. El encargado del
motel resulta una insoportable presencia, no se puede estar más horroroso y
forzado, nada creíble, su hipergesticulación da grima. También me ha quedado
poco valiente y demasiado políticamente correcto que cuando Susie es
secuestrada, parece va a ser violada, no se entienden los buenistas remilgos de
estos malhechores por tocarla, luego parece la van a drogar, pero siguen con
los remilgos, en vez de ello le meten una sustancia que lo aparenta, poco
coraje por ser transgresor.
La puesta en escena es un deleite visual, bebiendo del
más exacerbado expresionismo alemán, con una notable dirección artística de
Robert Clatworthy (“Psycho”) y Alexander Golitzen (“Spartacus”), se rodó en
Venice (California), en lugares deprimentes y decadentes, con un hosco motel,
calles desabridas, y esto atomizado por la magna fotografía en glorioso b/n de
Russell Metty (“Spartacus”), elevándose en coprotagonista del film, desde su
colosal plano-secuencia, sumado a picados, contrapicados, vertiginosas grúas,
tomas asimétricas, jugando con sombras, claroscuros, con haces de luz, con los
claroscuros, con planos torcidos, oblicuos, sinuosos, proyectando una turbadora
profundidad de campo, con la mayor parte de la acción de noche, por momentos
emitiendo sensaciones alucinógenas, con toques bizarros, con grandes angulares, todo al servicio de
transmitirnos la podredumbre moral de los personajes, un imperial sentido del
cine negro que provoca tensión y desasosiego, edificando un clima pesado,
sórdido y muy sudoroso, extraordinario. A estos formidables elementos se suma
la fenomenal música de Henry Mancini (“Desayuno con diamantes”), con la
particularidad que no suena en off, es diegética, propia de los escenarios,
suena de radios, altavoces o clubs, ritmos latinos, jazz, rock, o la singular
melodía de la pianola de Tanya. Todos estos recursos sumados crean un hito en
la arquitectura ambiental del Séptimo Arte.


Momentos recordables: Su
Mítico plano-secuencia inicial, tras el logo de la Universal, todo un alarde de
virtuosismo y maestría, tres minutos y doce segundos Icono en el Séptimo Arte, con
una coreografía de cámara (una grúa mágica) y de personajes Antológica, roto
por una catárquica explosión, Sublime clase de cine que les llevó 15 días rodar,
esto de iniciar con plano-secuencia ha sido homenajeado-copiado por varios
realizadores, ahora mismo me acuerdo de “El juego de Hollywood” (1992) de
Robert Altman y “Snake eyes” (1998) de Brian de Palma; La turbadora
presentación de Hank Quinlan, un plano contrapicado que da majestuosidad al personaje;
El enigmático primer encuentro entre Tanya y Quinlan, revestido de nostalgia y
melancolía; El inquietante tramo en que a Susie la espían con una linterna
desde una ventana; Todo el bloque en el motel, perturbador, un notorio
antecedente del Motel Bates de “Psycho”, con el acoso en increscendo a Susie,
primero psicológico y termina por el físico; El tramo del interrogatorio a
Sánchez en su vivienda, partido en dos plano-secuencias
asfixiantes, el primer bloque moviéndose la cámara por las habitaciones, con
gran profundidad de campo, con contrapicado, cinco minutos vibrantes, en el
segundo otros cinco minutos, está vez con primeros y abrasantes primeros
planos, produciéndose acción fuera de campo, con diálogos vigorosos; El bestial
asesinato de Joe Grandi por Hank Quinlan, un extraordinario juego de luces de
neón, sombras iluminación, una cuasi-pesadilla febril, donde Hank se asemeja a
un gran oso, ayudado por un montaje febril, con Susie sudorosa dormida; El
clímax final, Vargas y Menzies le tienden una trampa a Quinlan, el segundo se
pondrá un micro oculto para grabar a Hank, el problema es que la grabadora de
ondas no puede estar muy alejada, se produce en un lugar desolado, sombrío, con
una torre petrolífera, Menzies y Hank hablan por el lugar, mientras Vargas les
sigue escondiéndose con la grabadora, tras ellos por esquinas, por montones de
basura o por debajo de un puente, una muy inteligente coreografía, con el final
fratricida. <Hank, un buen detective... un mal policía>.
Existen dos versiones
sobre el origen del film: Una es que la Universal quería a Charlton Heston como
protagonista, pero Heston deseaba saber quién la realizaría antes de firmar, y
al enterarse este de que Welles actuaría en la cinta exigió la dirigiera; La
otra versión es que Welles acababa de trabajar de actor con el productor Albert
Zugsmith (conocido como el “Rey de la serie B”) en el film “El hombre de la
sombra”, y quería dirigir, y tras Zugsmith entregarle varios guiones, Welles le
retó a le diera el peor de todos y haría una gran película, demostrando Welles
lo gran director que era, sería una novela pulp de Whit Masterson, OW hizo el
guión y la produjo, aceptando para dirigirla solo el sueldo de actor.



Orson Welles entregó un
primer montaje de 108 minutos, OW estaba convencido haber hecho una obra que le
abriría de nuevo la puerta grande de Hollywood, tras lo que OW se marchó a
España a intentar poner en pie su sueño de realizar su versión de “Don
Quixote”,pero la Universal desestimó la primeraversión por confusa, estrenando
una reedición con 93 minutos, se le dio poca publicidad y se distribuyó como
serie B, en una doble sesión junto a la que se consideraba la A, “The female
animal” de Harry Keller, protagonizada por Hedy Lamarr, a pesar de su gran
elenco de intérpretes, tuvo poco éxito económico, aunque con muy buenas
críticas en Europa, en esta versión proyectada había cambios, como que en el
mítico plano-secuencia del comienzo se superponían los créditos iniciales y la
música en off, desviando la atención del espectador de lo importante, incluso
se añadieron escenas filmadas por otro director (Harry Keller, el de “La
hembra”),sin el consentimiento de OW, aunque la Universal afirmó que pidió al
director fuera el él que las rodara. Tras ver OW el nuevo montaje se sintió
frustrado y envió un memorándum de 58 páginas al jefe de producción de la
Universal, Edward Muhl, en el que daba las directrices a seguir para hacer los
cambios oportunos en el film para respetar su autoría, no se atendieron sus
demandas hasta 40 años después, 15 tras su muerte. La copia original de Welles
no existe, con lo que el memorándum era vital para recuperar el film según OW, se
creía desaparecido, pero Charlton Heston tenía una copia en su poder, con la
que en 1998 se realizó un último montaje que siguió este documento, ejemplo es
que se anularon los molestoso créditos iniciales y la música (queda la
cinética), esto gracias al montaje de Walter Murch (“El padrino II”,
“Apocalipsis Now” o “El paciente inglés”), y ala restauración del sonido de Bill
Varney (“El Imperio Contraataca”, “La cosa” o “En busca del arca perdida”)
supervisado por director de restauración de la Universal, Bob O’Neill, y
producida por Rick Schmidlin, se omiten algunas escenas
rodadas por Harry Keller (algunas se mantuvieron,
porque se habían reemplazado escenas originales y eran necesarios para la
trama, o porque Welles había aprobado su inclusión). Esta versión programada para
estrenarse en el Festival de Cine de Cannes 1998, con la asistencia de Janet
Leigh, proyección cancelada a última
hora tras las amenazas de litigios de la hija de Welles, Beatrice Welles, razón de la queja era que
Beatrice no fue consultada para la restauración.
Como curiosidad decir que
aparecen dos cameos importantes, su amigo y colega del Mercury Theatre Joseph
Cotten sin acreditar como un oficial de policía casi irreconocible, y Zsa Zsa Gabor, como empresaria de un club
striptease, era amiga del productor,
En conjunto sumado lo bueno y
restado lo poco malo me da un notable film de cine negro. Fuerza y honor!!!
ine negro. Fuerza y honor!!!
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