NAPOLEÓN. (1927)
El 7 de
abril de 1927 en el Palacio Garnier se estrenó uno de los grandes films épicos
del cine mudo, si no el mayor, una muy influyente obra, el galo Abel Gance
realiza una película con multitud de innovaciones, experimentando con
diferentes elementos, todo en pos de recrear una biografía cercana a la
hagiografía en la que retrata a Napoleón como un Elegido, un Mesías, un
Salvador, predestinado a convertirse en leyenda. Del film hay unas 19 versiones
diferentes, la que comento es una restaurada por el afamado historiador de cine
silente Kevin Brownlow en 1983, de 313 minutos, le llevó 20 años de trabajo. Es
un proyecto inacabado de Abel Gance, la plata se le acabó y no pudo completar
su visión, quedándose a medio camino del final, fuera se quedan del relato la
batalla mítica de Austerlitz (en 1960 Gance retomaría la idea para un film
homónimo), la retirada en Borodino, su exilio en
la isla de Elba, la batalla de Waterloo, hasta su muerte en la isla de santa Elena, aún así su
versión original duraba nueve horas y 22 minutos, al final Abel vendió la parte
final al director rumano Lupu Pick, este la plasmaría en 1929 en una cinta, “Napoleón en Santa Elena”.
Gance pretendía fueran seis films sobre Napoleón, toda su trayectoria, su auge
y caída, hasta su fallecimiento.
La narración sigue la vida
del corso Napoleón Bonaparte desde su niñez (Vladimir Roudenko) con 10n años en el Brieen College (escuela militar) a cargo de los religiosos Mínimos en Brienne-le-Château, pasando
cronológicamente por episodios cruciales en su vida ya de mayor (Albert Dieudonné), desde su
hostigamiento en Córcega, sus primeros pasos militares, su liderazgo en la toma
de Toulon a los ingleses, su relación tormentosa con los gurús de la Revolución
francesa, su romance con Josephine de Beauharnais (Gina Manès), hasta llegar al mando de un ejército italiano en Montezemolo en una
gran batalla final. Entre medias se intercalan episodios claves en la
Revolución gala, los llamados años del Terror, con cientos de guillotinados,
protagonistas en las asambleas Georges
Danton (Alexandre Koubitzky), Jean-Paul
Marat (Antonin Artaud) y Maximilien Robespierre (Edmond Van Daele), también tiene
importancia Joaquín Murat (Genica Missirio). También
tienen importancia personajes como la familia de Napoleón, su madre, Letizia Buonaparte (Eugénie Buffet ), su hermana, Élisa (Yvette Dieudonné), sus hermanos, Lucien (Sylvio Cavicchia ) y José (Georges Lampin).
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Abel Gance |
Con guión del propio Abel Gance,
realiza una megalomaniaca obra, estructurada en modo episódico, con continuas
elipsis temporales, pudiendo partirse el relato en dos partes, en la primera se
narra cómo se gesta la ascética e hierática personalidad del héroe, desde su
niñez, sus primeras audacias militares, hasta que toma relevancia, esta parte
resulta trepidante, se nos muestra como un tipo con un enfoque cuasi-divino,
autoconsciente de su homérico destino, salpicado este bloque por las intrigas y
purgas revolucionarias. En el segundo sector ya es un tipo reconocido, con
muchos seguidores y otros mandamases celosos de su aura de salvapatrias, aquí
el enemigo son los tejemanejes en la
trastienda revolucionaria, asimismo asistimos a su prácticamente único rasgo
humanizable, su romance con Josephine, se denota frágil ante este amor con
tintes juveniles. La figura de napoleón se exalta hasta niveles Divinos, como
si él desde niño supiera de su futuro Imperial, a esto se añade su taciturna
personalidad, no tiene amigos, solo fieles, mucha gente que lo ve queda en
trance ante su presencia, como si vieran su aura santa, en este sentido que
nadie espere fisuras o un análisis crítico mínimo de Napoleón, es una
hagiografía, con todo lo que esto conlleva,incluso
vemos a gente que tiene iconografía suya en un altar al que rezan. . Asimismo Gance sabe gotear su
obra con desengrasantes notas de humor, ejemplo el fortachón en la Asmablea de Cordeliers
que no sabe cómo poner el papel del himno para leerlo, principalmente porque es
analfabeto, o el niño que sigue a la tropa francesa.

El realizador te atrapa ya
desde su potente inicio con la alegórica batalla de bolas de nieve, Napoleón en
el patio del colegio parapetado junto a unos pocos chicos en un hoyo mientras
es atacado por un muy superior número de enemigos-chicos que les bombardean con
bolas de nieve, todo un alarde visual y de imaginación puesto al servicio del
simbolismo de lo que vamos a ver, aumentado por el recurso de que varias bolas
impactan en la pantalla, efecto muy copiado en el cine moderno (cuantas
salpicaduras de sangre no hemos visto en una cámara?), en pocos minutos y con
una agilidad soberbia queda patente la personalidad del protagonista, frío,
calculador, inteligente, valiente, teniendo que luchar en inferioridad y
sobreponiéndose a las dificultades. Tras esto vemos su clara identidad de corso
defendiendo su patria chica en clase, dejando nítido su orgullo rebelde corso,
y tras esto una trifulca con gamberros del colegio, visualizado en otra
alegórica batalla de almohadas, que le llevan a que veamos su reflejo en un
águila, impresionante esa imagen de napoleón tumbado sobre un cañón y el águila
posándose junto a él. Con esto ya tiene ganado al espectador más exigente.
Gance demuestra maestría dando equilibrio entre los tramos intimistas y los
grandilocuentes, sabiendo dosificar la cinta entre la acción y la serenidad,
quedando marchamo de elegancia, con esta hagiografía en la que denota una gran
reverencia por Napoleón, exhibiéndolo como el Mesías, ser serio, adusto,
taciturno, y con clara vocación de líder. El protagonista es presentado como un
genio de la estrategia, capaz de insuflar
a sus tropas que lo imposible no existe, es un Elegido que sabe navegar
entre las aguas turbulentas de la Revolución para erigirse en el símbolo de la
República, el único capaz de aunar a toda la nación, es un personaje plano, sin
dobleces, sin dilemas morales, seguro de sí mismo, una cuasi-Deidad.


A esto
sigue una elipsis de nueve años, llegamos a uno de los momentos cumbres del
cine mudo, 12 minutos Antológicos, la escena en que el himno de “La Marsellesa”
eclosiona como símbolo de la Revolución, estamos en el abarrotado Club de los
Revolucionarios de los Cordeliers (Convento Franciscano de los corderos en
parís), lugar con grandes vidrieras, en medio de la algarabía llega un joven
capitán del ejército galo, Claude Joseph Rouget de Lisle (Harry Krimer), este lleva
una canción escrita por él, se la muestra al secretario de Danton, Camille Desmoulins (Robert Vidalin), este alterado
por lo que ha leído irrumpe en la sala donde están reunidos “Los 3 Dioses de la
Revolución”, sublime presentación de estos iconos, Danton enérgico, Marat
iracundo, Robespierre sibilino. El secretario le muestra a Danton la canción, este
queda turbado ante la letra y sale de la habitación a la muchedumbre, la gente
se pone en pie y le vitorea, Danton les observa (cámara subjetiva), tras lo que
pide se sienten y callen, llama a Claude Joseph Rouget de Lisle, lo mira con admiración y pide a la plebe escuche lo que va a cantar,
Danton lo lleva al púlpito, tras él una bandera ondeante de Francia, que se
nota tapa un crucifijo, tras unos segundos de silencio, Rouget comienza su
enfervorecido himno <Allons, enfants de la patrie (Vamos hijos de la patria!)!>,
intuimos lo que canta en sus labios ayudado por la música, la gente oye en
trance, vemos una señal divina cuando la luz entra mística por una vidriera,
clara señal de la importancia de lo que sucede, termina y la gente aplaude
extasiada, incluso algún rostro se ve lagrimeante, Danton y Rouget se abrazan,
sube un tipo con un saco al púlpito y lanza cientos de hojas con el himno, la
gente se agolpa para cogerlo, tras lo que Rouget comienza a hacer de director
de orfeón y el gentío a coro y enfervorecido entona “LA MARSELLESA”, hay un
momento en que vemos en la trastienda a Marat comentando sibilinamente a
Robespierre, que <Rebuznan como
burros>, Robespierre en su pose pensativa sabe de la importancia de lo que
ocurre, terminan de cantar y Rouget es aclamado mientras vemos las caras
emocionadas de la gente, entonces vemos a un tipo de espaldas con un tricornio,
con el himno en sus manos, Rouget pasa a su lado, y el tipo lo coge del brazo,
y la cámara hace un egregio primer plano del perfil napoleónico, y le dice al
compositor <Os lo agradezco en nombre de Francia (Napoleón erigiéndose en la
nación) Señor, vuestro himno salvará a muchos>, a lo que Rouget responde
<Gracias lugarteniente. Dime tu nombre para que pueda recordarlo>,
responde <Napoleón Bonaparte>, presentación fascinante del adulto héroe
galo. Tras esto vemos a Danton en el púlpito cantar el himno con la gente
siguiéndolo, la bandera tras él ondea violentamente, dejando ver el Cristo tras
ella (confundiéndose lo pagano con lo religioso), hay un febril encadenado de
rostros cantando, Danton enardecido corea, la imagen lo mimetiza con la bandera
en un metafórico juego, entonces hay un lírico broche al tramo, con la luz del
sol entrando elegiacamente por las vidrieras, la gente cantando y sobre ellos
aparece sobreimpresionada la figura de la libertad sobre unas llamas
enarbolando una espada, Colosal tramo. Gance pidió a Alexandre Koubitzky (hace de Danton, además era un cantante famoso) que cantara en vivo el
himno para servir de inspiración a los actores durante el rodaje de la escena.
El historiador de cine Kevin
Brownlow dijo en 1983 <Era audacia de Gance hacer de una canción el punto
culminante de un cine mudo!>.
Asimismo hay tiempo para hacer
un vivaz fresco de la Revolución de Francia, no de cómo se originó, esto se
obvia, se sobreentiende, sino de cómo se desarrolló, de cómo se gestó “La
Marsellesa” como himno nacional, de sus luchas intestinas, el Terror, en que la
Guillotina en la Plaza de la Concordia no daba abasto para rebanar cuellos, las
muertes arbitrarias, las paranoias, la demagogia en la Asamblea, los celos y
resquemores entre los ideólogos, Robespierre, Danton o Marat y de cómo estos
fueron devorados por la Bestia incontrolable que habían creado.
El film fue precursor y
pionero en múltiples experimentos técnicos que derivan en atrapar al espectador
por su potente simbolismo, juega con sobreimpresiones para simbolizar sueños o
anhelos, en una escena coloca una cámara en un caballo (antecedente de la
steady cam que popularizó Kubrick), el de Napoleón, para emitirnos su ímpetu y
energía, hay varios fundidos para enfatizar la importancia de lo que ocurre,
cortes abruptos (algo anteriormente tocado por Gance en “La rueda”), vibrantes
planos subjetivos para meternos en la piel del protagonista, se introduce la
cámara bajo agua, hay tomas caleidoscópicas, cuelga la cámara para que cuál
péndulo oscile entre una masa de gente, incluso juega con teñir las escenas de
diferente color con el fin de transmitir estados de ánimo.

Aunque lo más impactante sucede
en el tramo final, en el clímax, una espectacular innovación, el crítico de cine francés Émile Vuillermoz lo llamó Polyvision. El realizador quería dar un broche espectacular y perenne en el
espectador, pensaba que al filmar batalla muchos detalles quedaban fuera de
campo por culpa del estrecho margen de pantalla estándar, ideó para dar
magnificencia a las imágenes rodar con tres cámaras a la vez, uno junto a la
otra (cada una con un sector distinto), luego en la mesa de montaje se unirían,
ampliando el marco de visión horizontal en un tríptico, aspecto total de 4: 1 (3 x 1.33: 1), en un formato panorámico para
dar esplendor al enardecido discurso de Napoleón, y a los movimientos de masas
de la soldadesca, para dar relevancia mística a los nublados cielos, no se manejó este elemento durante todo el film por ser poco práctico y
caro. Desgraciadamente cuando por mor de los distribuidores se recortó, la nueva versión sólo conservó la franja central con fin de permitir a
la proyección en salas de cine de un solo proyector estándar. Abel Gance
no pudo evitar el problema de que se vieran las dos costuras entre los tres
paneles, utiliza la imaginación y hace que cada uno sea teñido de un color, los
de la bandera de Francia. Siendo este elemento
precursor del cinemascope que no nació hasta 1953. Una lástima esta Polyvision
se pierde en la pantalla de tv.
La mayoría de la música es
incidental, la original fue compuesta por Arthur Honegger en 1927 en Francia, Kevin Bronlow en su versión de 1980 coloca dos
diferentes músicas una para UK de Carl Davis, la que yo he escuchado,
apoteósica, con emotivos tonos épicos, puntuación basada en selecciones de
música clásica; especialmente de la Sinfonía Heroica de Beethoven, admirador el compositor de Napoleón, al que veía como
libertador, y que había dedicado la sinfonía a Napoleón, también agrega la
melodía favorita de Napoleón, “Nina por Giovanni Paisiello”, “La
Marsellesa” también suena en otros tramos exaltados como en la onírica escena
de la Asamblea a la que va Napoleón, está vacía de gente, pero el héroe ve
sobreimpresionados a los ideólogos, y suena el himno como exaltación
patriótica, Davis fue asistido por David Gill y Liz Sutherland. La versión USA es obra de Carmine Coppola, este incorporando temas de Ludwig van Beethoven , Hector Berlioz , Bedrich
Smetana , Felix
Mendelssohn y Georg Friedrich Händel, asimismo compuso 3 temas originales, una
heroica para Napoleón, un tema de amor para escenas con Josefina, y tema de
familia Bonaparte, asimismo en el final añade “La Marsellesa, las dos (Davis y
Coppola) incorporan temas revolucionarios franceses, fueron " Ah! ça ira" y "La Carmagnole".
Vladimir Roudenko como
Napoleón de niño emite una increíble majestuosidad, derrocha carácter y fuerte
personalidad apoyada en una pose introspectiva de gran mundo interior. Albert
Dieudonné (fue director y escritor de cine, además de poeta) encarna con formas
divinas al héroe corso, impertérrito,
lacónico, seguro de sí mismo, carismático, orgulloso, soberbio, sin aristas,
sin vacilaciones, sin dudas morales, recto, inquebrantable, serio, adusto, de
mirada penetrante, frío, el poder de su actuación es cuasi-hipnótico, me
chirría el tramo de su romance con Josephine, seabre una grieta en su figura,
me queda forzado su enamoramiento juvenil en alguien tan duro, se dice llegó a
creerse tanto el papel que llegó a bordear la locura. Gina Manes como Josephine,
resulta muy bella, pero me resulta estridente su presencia, su relación con
Napoleón. Alexandre Koubitzky como Georges Danton resulta impresionante
derrochando una fuerza inusitada, con un enrome vigor y energía. Edmond Van
Daele como Robespierre es una presencia turbadora que desborda astucia,
inteligencia, maquiavelismo, maravilloso. Antonin
Artaud como marat es reflejado como
un ser traicionero, vil, despiadado, muy bien encarnado por el actor. Abel
Gance se reserva un pqueño papel como Louis de Saint-Just, uno de los líderes
revolucionarios llamado “El Arcángel del Terror”, este personaje fue fiel a
Robespierre y fue gillotinado junto a él el 28 de julio de 1794, acabando con
ellos el llamado “Terror”.
Spoiler:
 |
Danton leyendo la letra de "La Marsellesa" |

Momentos recordables (algunas
ya comentados): En clase, de niño Napoleón, cuando hablan en clase de geografía
de la isla de santa Elena el chico queda meditabundo, como presagiando el
futuro que le depara allí; En su visita a Córcega a su familia Napoleón pasea
por la isla a caballo, en un momento dado para e los jardines Milelli, y queda pensativo ante el futuro que depara a
la isla, algo muy místico; En el ayuntamiento de Ajaccio (capital de Córcega),
un grupo de de mandamases declara la guerra a Francia, estando aún la bandera
tricolor en el balcón, Napoleón aparece de la nada allí para llevarse el blasón
gritando a los presentes <Es demasiado grande para
ustedes!>; El tramo en que Napoleón en
Córcega escapa de los pro-británicos en una barca, como no tiene remos enarbola
la bandera tricolor que lleva consigo a modo de vela, quedando una imagen muy
lirica y simbólica, Francia es el motor y Napoleón está al timón, a esto sigue
una feroz tormenta entrelazando imágenes de París en la Asamblea Nacional que debaten el rumbo a tomar
por la Revolución, vemos una ingeniosa cámara que se mueve por las cabezas de
los revolucionarios, fascinante; Napoleón es recogido del bote por un barco en
el que van una futura reina, tres futuros reyes, y el futuro emperador de
Francia, entonces un buque de guerra británico, el HMS Agamemnon, en el joven
oficial, Horatio Nelson (Olaf Fjord), lo divisa y solicita a su capitán permiso para hundir la nve
enemiga, el capitán lo deniega, piensa es muy poca cosa, un perverso guiño de
Abel Gance; La recreación intensa del asesinato en julio de 1793 de uno de los
ideólogos de la Revolución, Jean Marat, acuchillado en su bañera por la
girondina Charlotte Corday (Marguerite Gance); Las
trepidantes imágenes de la Batalla por Toulon comandada por un carismático
Napoleón, tras múltiples enfrentamientos y disputas, el corso echa a los
invasores de la ciudad mediterránea. A la mañana siguiente, Dugommier, busca a
Napoleón para ascenderlo al rango de general de brigada, lo encuentra dormido, agotado,
un águila bate sus alas, que se encarama en un árbol junto a Napoleón; Napoleón
es designado a dirigir el ejército italiano contra los monárquicos en los
Alpes, allí los oficiales al mando se ríen de Napoleón y dicen no le
obedecerán,pero cuando llega el corso y lo ven quedan rendidos ante su aura de
grandeza mística, otro toque divino; Napoleón desde lo alto de la montaña mira
el campo de batalla en los Alpes y ve sobreimpresionada la Batalla, otro rasgo
de deidad; Cuando en el extasis de la victoria final visualiza napoleón el globo
terráqueo dar vueltas y sobre él el rostro de Josephine.
Napoleón: Un soldado ante una
orden le dice este que es imposible acatarla, el corso responde <Imposible
no es una palabra francesa>; Cuando crecido ante la expectativa de su poder
pronuncia <A partir de este
momento, yo soy la Revolución>.
Hay muchas versiones con material recuperado, las mejores son de Kevin
Brownlow, este en 1980 reconstruyó el film, re-editado y lanzado en los Estados
Unidos por American Zoetrope (a través de Universal Pictures ) con una puntuación
por Carmine Coppola,
que realizó
en vivo en las proyecciones. La restauración se estrenó en Estados Unidos
en el Radio City Music Hall en Nueva York el 23-25 de enero de 1981. Gance no pudo asistir debido a su mala
salud. Al final de la proyección del 24 fue llevado al escenario y el
público estalló en una ovación de aplausos y vítores que duró varios
minutos. La aclamación que rodea el renacimiento de la película trajo para
Abel Gance el reconocimiento tardío como gran director, antes de su muerte sólo
11 meses después, en noviembre de 1981. Otra restauración fue hecha por
Brownlow en 1983, re-editó la película de nuevo en 2000, incluyendo material de
archivo con anterioridad redescubierto por la Cinemateca Francesa en París. En total, se
han añadido 35 minutos de película recuperada, por lo que la longitud de la
película total es de 5 horas y media.
Encuadrándola en su contexto, poniendo el modo antropológico cinéfilo
estamos ante una de las más grandes películas del cine mudo, con momentos
deslumbrantes, pionera en técnicas nunca antes vistas, un hito incomprendido en
su momento, un film adelantado a su tiempo. Fuerza y honor!!!
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