EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE
Drama con elementos
históricos y románticos, al que el tiempo no ha hecho bien, dejando entrever
sus grietas. Aun así, film entretenido con buenos elementos que la hacen una
peli recomendable. Dirige el australiano Peter Weir en su última producción
aussie antes de emigrar a Hollywood, con libreto propio y de David Williamson
(“Gallipoli”), adaptando la novela homónima de Christopher Koch de 1978, también
acreditado en el guion, se inspira en la experiencia como periodista en Yakarta
de Michael Koch, hermano del novelista, durante el período al que se refiere el
relato. Con ramificaciones a una historia de amor durante el derrocamiento del
presidente Sukarno. Sigue a un grupo de corresponsales extranjeros encabezados
por Guy encarnado con simpatía por Mel Gibson, estando en la capital durante
las semanas previas al intento de golpe de Estado del Movimiento 30 de septiembre
en 1965.
Teniendo uno de sus grandes aciertos en la recreación ambiental del lar y momento en que acontece la narración, con el apoyo del DP Russell Boyd (“Gallipoli”) en miscelánea con la labor de director artístico Herbert Pinter (“Gallipoli”), con este reportero de radio australiano recién llegado a Yakarta, que alterna entre el mundillo de los corresponsales extranjeros, que claramente son un reflejo de los rescoldos colonialistas europeos en la nación antes perteneciente a Holanda. Y relacionándose con la atmósfera febril de la sociedad indonesia, el exotismo del lugar, el sudor, las lluvias, el clima de violencia latente que se respira por la irrupción de una probable revolución comunista. Este es el mirlo blanco que todos los corresponsales buscan, pistas sobre el estallido de la rebelión. Muy bueno el ambiente que se crea en la ‘camaradería’ entre estos ´apátridas’ periodistas, con continuas borracheras en clubs, bares, yendo de meretrices.
Esto se entrelaza con un
romance bien delineado, realista en su desenvoltura, pero errado en la elección
de Sigourney Weaver, buena actriz, pero nula en transmitir sensualidad, no
transmite la pasión y calor sexual que debiera azuzarme, imaginémonos en su
papel a Kathleen Turner, Kim Bassinger o Michelle Pfeiffer, es una mujer con
una fisonomía poco erótica, larguirucha, sin pecho, de hombros muy anchos, y
con rostro de mandíbula cuadrada. Imaginemos el poético tramo en que Jill bajo
la copiosa lluvia va en busca de Guy, esa aparición mojada (alegoría sexual? No
creo!) frente a la puerta de la oficina de este, si en vez de la andrógina
Sigourney hubiese estado alguna de estas tres. Imaginemos la escena de la huida en auto de los dos amantes
adornados por la música de Vangelis, que en vez de estar abrazado Mel a ella
está cualquiera de las tres mencionadas. Pues eso; Ah, en este caso último, me
sobra por chirriante la banalización en un film serio de como saltarse un
control militar, siendo tiroteados por esto y ellos responden con risas, sobra
esto.
Al final me queda un
film que ha bajado con respecto cuando la vi en los 80, pues ahora se nota esa
visión de turista que se da de lo que vemos, queriendo jugar a ser una denuncia
social se acerca a lo hechos sin dar contexto alguno, aquí hay que venir aprendido
de casa, estamos in media res, vemos la pobreza y los ánimos revueltos, pero no
sabemos bien de que viene esto realmente. Es una visión etnocéntrica de lo
sucedido, dejando migas de pan sobre como los occidentales nos tenemos que
sentir culpables de la herencia dejada (puaj!). Si ellos se gobiernan desde
hacía dos décadas, porque su desdicha es por mi culpa (y más si los ocupadores
fueron los holandeses)? Me recuerda a esas vacaciones que se han puesto de moda
de ir con ONGs para estar una semana ayudando en países con problemas, y
vuelves a tu casa satisfecho de creerte parte de la solución, cuando en
realidad estas alimentando la engrasada máquina de estas organizaciones que
viven de la tragedia.
Es una cinta correcta,
pero la tensión e intensidad me resultan impostadas, no siento este romance me
sobrelleve, no siento esta atmósfera me sobrecoja. En realidad, el único atisbo
de precariedad y drama humano es la familia que sustenta el fotógrafo Billy,
pero sigue sin haber contexto para yo me involucre emocionalmente.
La sustancia atractiva
del film, es la relación que se establece entre Guy y Billy Kwan, fotógrafo
indonesio que se asocia con este, tipo profundo en sus creencias de solidaridad
y altruismo, tipo culto que hace referencia a Tolstoi sobre que se debe hacer
ante la injustica, mientras Guy ve inútil el ayudar a una persona cuando hay
tantas necesitadas, Billy cree ‘debemos hacer algo’, y lo vemos lo hace con una
mujer pobre con su hijo, a la que le da dinero sin esperar nada a cambio. A
través de esta relación Guy-Billy los dos roles irán desarrollándose, en una
amistad que trasluce humanidad. Billy es una especie de titiritero (como llaman
al líder indonesio Sukarno), para reforzar esta idea Billy en su casa le
muestra a Guy sus marionetas de sombras Wajang, contándole una historia sobre
estas. Le habla de tres personajes, el Príncipe Arjuna, un hombre de luz,
caprichoso y egoísta cegado por la vanidad (Guy), que se enamora de la Princesa
Srikandi (Jill), noble, orgullosa y testaruda. Por último, el Enano Semar,
servidor del Príncipe (Billy), especie de monje Krishna, guía y castiga a
Arjuna cuando se desvía del camino de la luz.
Los hilos son los
informes que guarda de la gente que le importa para poder majearlos, para
sembrar la confianza hará posible una crucial entrevista que ansía Guy, en
realidad intentará jugar a ser maestro de marionetas con Guy y su amor
platónico Jill, una agregada británica a la que le quedan dos semanas para
dejar el lugar. Con una bonita escena picantona nos la presentan a ella,
saliendo en bañador de la piscina (pero como ya he comentado le falta sex apple
a la actriz neoyorkina), y ya se supone Guy queda prendado de la mujer, mujer
inteligente, segura de sí misma, autosuficiente. Y Billy se siente feliz de
estar moldeando este amor, en realidad el parece estar enamorado de ambos. Pero
llega el conflicto y el dilema moral, por un lado Guy se entera por Jill en
confidencia de una noticia crucial para la crisis del país, pero darle difusión
pública conllevaría el destapar la fuente, o callársela. Entonces entrará en
liza el sentido del deber vocacional de Guy. Apareciendo el verdadero rostro
del que es otro de sus ayudantes, un comunista que ve en su (hedionada)
ideología la salida a las penurias de la nación (que nación ha salido de la
pobreza con el comunismo? Más bien lo contrario: URSS, Corea del Norte, Cuba,
Vietnam o Venezuela son prueba de ello).
Está la muerte de un ser que afecta profundamente a Billy, le lleva a este replantearse su apoyo a Sukarno, esto me resulta cogido por los pelos, la pobreza y precariedad estaba hay antes de este fallecimiento, si no muere la cosa estaría bien en la nación? Catarsis muy artificiosa. Aunque la reacción de este, primero en el áspero enfrentamiento con los reporteros a los que disecciona con cruel saña en el club, para luego erigirse en contestario con un cartel contra Sukarno es de una potencia dramática incisiva.
La actriz de New Jersey
Linda Hunt es la estrella del film, siendo secundaria realiza una actuación con
carisma, con empatía, con magnetismo, su fragilidad física es sustituida por un
carácter valiente, fuerte e intrépido, se ve como un personaje de sus cuentos
(‘El enano que sirve al príncipe’). Personaje observador, locuaz, de sonrisa
cálida, es la brújula moral de la historia, es el Pepito Grillo de Guy, en
esencia misterioso por como pretende manipular a unos y a otros cual mini Dios,
pero que a la vez tiene su evolución de esperanzado en el líder Sukarno a
desilusionado, aunque este quiebre me ha resultado poco natural, más por
imperativo del guion. La particularidad que hace singular esta interpretación
es que Billy Kwan es interpretado por una mujer. Hunt ganó el Premio de la
Academia de 1983 a la Mejor Actriz de Reparto haciendo de hombre (nada de
transexual, nada de mujer disfrazada, es un hombre).
Mel Gibson cumple estando en la cima de su belleza, de su encanto, de su atractivo, pero poco más. Falta que Guy tenga hondura, algo de su pasado que nada sabemos. Tampoco es que su romance me emocione especialmente; Sigourney Weaver da una actuación correcta en un rol que no le encaja. Adoleciendo de fondo, no sabemos nada de ella.
Es una película que como denuncia social geopolítica es un esbozo, sentimos la ebullición de que algo va a estallar, con las manifesstraciones que vemos. Pero, por ejemplo, el intento de Revolución se nos ofrece fuera de plano, en elipsis, mientras Guy está convaleciente. Solo asistimos a una ejecución sumaria que Guy observa impactado desde su auto en el campo (que no me creo, con tanto testigo de la carretera abarrotada de autos); Quien quiera adentrarse en el horror que aconteció tras la represión de la revuelta que vea el estupendo documental danés “The Act of Killing” (2012); Como romance me resulta cumplidor (siendo benévolo); Ganando en la química entre Gibson y Hunt, sus ententes dan vigor a la trama, ejemplo la escena en que ambos filman in situ en medio de una manifestación comunista, la compenetración entre ambos es espléndida y electrizante; El final del film me ha resultado flojo, sin chicha, amén de complaciente.
Curiosamente la banda
sonora es obra de Maurice Jarre, jugando con melodías étnicas, pero
paradójicamente lo que ha trascendido es el tema de amor “L'Enfant” creado por
Vangelis para la ‘Opera Sauvage’, todo un alarde piano y techno que se te
enrosca en el sub consciente de modo turbador. El personaje Billy Kwan tiene aprecio por la música
clásica, y por ello oímos una pieza de "Four Last Songs" de Richard
Strauss.
Spoiler:
El infiltrado comunista
Kumar (buen Bembol Roco) que trabaja para Guy en el tramo final le dice que
porque ellos no pueden tener una buena vida como los occidentales. Lo cual ya
es generalizar demasiado, no todos amarramos en esta parte del mundo los perros
con longanizas, esto es una visión torticera del mundo. Pero lo que deben es
pedir responsabilidad a sus lideres, y no echar las culpas a los demás. Que
pregunten a sus vecinos de Singapur que es lo que han hecho para ser la
economía del mundo con mayor renta per cápita, echar la culpa al extranjero es
simplista.
Rush final: Todavía persiguiendo
su primicia de la guerra civil, Guy intenta acceder al palacio presidencial
donde, al enterarse del envío comunista, los generales del ejército han tomado
el poder. Abatido por un oficial del ejército, Guy sufre una grave lesión en el
ojo. Kumar lo visita y le cuenta sobre el intento de golpe fallido. Arriesgando
la vida al sufrir daños permanentes en el ojo, Guy, vendado, le ruega a Kumar
que lo lleve al aeropuerto. Allí sucede una escena con clara influencia a la
del inicio de “El expreso de medianoche”, con
e sa tensión antes de subir al avión. Hasta que al fin elude la
vigilancia Guy y sube al avión, y allí en una casualidad más que estridente se
encuentra en la puerta a Jill. Demasiado acomodaticia esta conclusión.
El bailarín David Atkins
fue elegido originalmente para interpretar a Billy Kwan. Sin embargo, durante
los ensayos, Weir comenzó a sentir que la relación entre su personaje y el de
Mel Gibson no estaba funcionando, por lo que decidió buscar otro actor. Varios
actores hicieron la audición, incluidos Bob Balaban y Wallace Shawn, cuando
Weir vio una foto de Linda Hunt. Le pidió hiciera la audición y decidió
elegirla. Weir dijo sobre la elección de Hunt: "Nunca hubiera empezado a
buscar a una mujer, [...] Pero desde el momento en que la vi en la prueba, supe
que era apropiada". Para lograr el papel durante la producción, Hunt
"se acortó el pelo y lo tiñó de negro, usó relleno alrededor de su
cintura, se afeitó las cejas y llevaba algo en el bolsillo de la camisa".
La película se rodó
tanto en Australia como en Filipinas e incluye a los actores australianos Bill
Kerr como el coronel Henderson y Noel Ferrier como Wally O'Sullivan. Su
exhibición prohibida en Indonesia hasta el año 2000, después de la renuncia
forzada del líder del golpe y sucesor político Suharto en 1998. El título El
año de vivir peligrosamente es una cita hace referencia a una famosa frase
italiana utilizada por Sukarno: vivere pericolosamente, significa "vivir
peligrosamente". Sukarno utilizó la línea para el título de su discurso
del Día de la Independencia de Indonesia de 1964 .
Linda Hunt, que ganó el
premio a la mejor actriz de reparto, se convirtió en la primera y única actriz
en ganar un Oscar por interpretar a una persona del sexo opuesto. Cuando Hunt
dijo en su discurso de aceptación del Oscar que "el cielo es el
límite", lo decía en sentido literal. En 1983, Linda Hunt compitió por el
Oscar a la mejor actriz de reparto con Cher, interpretó a la compañera de
habitación lesbiana de Meryl Streep en "Silkwood", Glenn Close como
esposa moderna que anima a su marido (Kevin Kline) a dejar embarazada a su
mejor amiga en "Reencuentro", Amy Irving, como la chica que se
enamora de Streisand cuando era un chico en "Yentl", y Alfre Woodard
en lo que fue el único papel tradicional en "Cross Creek". El récord
de Hunt se rompió en 2007, cuando Cate Blanchett recibió una nominación a Mejor
Actriz de Reparto por encarnar una faceta de Bob Dylan en la innovadora
película biográfica deconstructiva de Todd Haynes, “I'm Not There”.
Me queda un interesante
melodrama con intento de ser denuncia social. Gloria Ucrania!!!
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