jueves, 23 de noviembre de 2023

 


LA TERMINAL.


Fallida dramedia que aspira a más de lo que da, sobre todo en el nivel que se le exige a Steven Spielberg. Producida y dirigida por el llamado Rey Midas de Hollywood, que adapta un guion de Sacha Gervasi (“Anvil. El sueño de una banda de rock” o “Mi cena con Hervé”), basado en una historia propia y de Andrew Niccol (“El Show de Truman” o “Gattaca”), trata sobre un hombre de Europa del Este que queda atarpado en un limbo burocrático en la terminal del aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York cuando se le niega la entrada a USA y al mismo tiempo no puede regresar a su país natal debido a un golpe militar.

 

Protagonizada por un funcional Tom Hanks, con un rol cargante en su buenista rallando en lo pueril, no se entiende no siga las indicaciones de Frank para salir de la Terminal, no se entiende no diga se siente en peligro volviendo a su país para pedir asilo temporal, es burlesca la situación, la mentalidad de niño que nos cuelan, para después parecer un tipo despierto en como desenvuelve por la Terminal;  una penosa Catherine Zeta-Jones como metido con fórceps interés amoroso del prota; y el único que saca jugo a su papel Stanley Tucci como el sibilino ‘villano’, lástima que sea en un rol de malo porque sí. Precisamente este rol tiene mucho que ver con Andrew Niccol, del que proviene la historia, pues su personaje es especie de deidad de la Terminal, él lo controla todo, es amo y señor de su mundo, in vigilando de su Universo por como espía con  las cámaras, siendo un cuasi clon del Cristo (Ed Harris) de su guion de “El Show de Truman”; También destacaré por la simpatía que desprende a Kumar Pallana como friegasuelos que disfruta viendo resbalar ay caer a los transeúntes (“Es la única diversión que tengo"), así como jocoso en su sub trama de paranoico con Viktor.

 

Este Spielberg es uno menor, jugando a ser Frank Capra (esto sobre todo evidente en su rush final) y la cosa le queda regulera tirando a floja, donde lo que más sobresale es su capacidad para sacar plata con la publicidad ‘encubierta’ remanente de todas las marcas que aparecen en la terminal aeroportuaria como Burger King, Borders, o novelas de Stephen King. De hecho para remarcar la cultura del consumismo más absoluto (quizás como siil de lo que es USA) cuando dejan ‘recluido a Viktor en la Terminal, ante la pregunta de qué hará allí le dicen: "Aquí sólo puede hacer una cosa, señor Navorski: comprar". Exponiendo aquello de que las grandes terminales de aeropuertos han tornado en Centros Comerciales.

 

Pero en lo mollar de la historia la cinta es muy facilona y complaciente, donde el ingenio solo aparece en escasas ocasiones, donde el humor son pequeños chispazos muy aislados, donde la emoción dramática me ha resultado manufacturada a manipularte, y donde hay dos romances en la trama a cuál más chusco y grimante. Su tema remanente de especie de homenaje a la espera como algo bueno me ha resultado hediondo. Spielberg parece sentirse muy a gusto consigo mismo siendo muy políticamente correcto al crear un sub mundo en esta terminal con personajes multiétnicos, como un hindú, un negro un hispano, me han faltado chinos y nativos cherokees, tipos d ellos que el prota Viktor se hace amigo de modo rápido, creando con ellos una camaradilla por imperativo del guion. Todos ellos encarnado a seres estereotípicos, sin más definición que el buenismo absoluto, seres sin carácter alguno, en un microuniverso sin matices, sin sutilidad. Donde son innumerables las situaciones inverosímiles (por no decir ridículas).

 

El romance entre Hanks y la Jones resulta chirriante (siendo benévolo), como es tan ridícula la relación les meten de rondón una especie de fondo poético con los diálogos sobre la relación Napoleón-Josefina. Este apósito de sub trama romántica llega a su apoteosis de almíbar (también lo es la fuente que hace Viktor dentro de una terminal como si nada) en una cena fachosa dentro de la terminal, apoyada en su camaradilla de amigos de Viktor, y donde Amelia (la Jones) no parece extrañarse de que la inviten dentro de la Terminal y no fuera (todavía no sabe que Viktor está ‘preso’ en la Terminal), es todo en este caso de un infantiloide supremo. Por si fuera poco, nos cuelan otra sub trama pastelosa amorosa estúpida con Diego Luna ejerciendo de tímido que soborna a Viktor con comida pare que sonsaque a una oficial de aduanas (una bella Zoe Saldana) que le guste modo tener pista el enamorado, me ha sido idiotesca no, lo siguiente, el colmo es como tiene su zenit penosamente bufo.

 

Resulta un insulto a la inteligencia que tengamos que creernos que dejan a un tipo recluido sin poder salir de la Terminal del aeropuerto sin siquiera ponerle un traductor, sabemos no se entera de nada (en el colmo de la tontería vemos a Viktor queriendo dar volumen a los televisores de la Terminal para oír las noticias de su país, pero si no sabe inglés!), y sin embargo no contactan con su embajada, el no contacta con la embajada, no llama a la prensa para denunciar su situación, es todo nada creíble. Y e que este personaje me resulta irritante en su carácter bufo, no empatizo con él, Spielberg no facilita las cosas al no darle hondura dramática alguna, no sabemos nada de su pasado, es un zero.

 

Como es que tengamos que creer que en uno de los aeropuertos más concurridos del mundo pueden tener a empleados ilegales como al hindú limpiasuelos, o posteriormente a Naborski de albañil. Tenemos a un personaje que decide sacrificarse para ir a prisión por no se sabe bien que, una desproporción que insulta al raciocinio, no tiene ni pies ni cabeza. Tenemos el tramo en que el guion quiere entronizar como héroe a Viktor cuando lo ponen de traductor ante un tipo que quiere dañarse si no le dejan entrar en USA unas medicinas para su padre, está bien el tramo, pero la forma en que nos lo quieren vender como alguien venerado por la Terminal en base al ‘icono’ de la fotocopia de sus manos resulta empalagosamente no apto para diabéticos; El rush final en que primero se rebela el misterio de lo que hay en el interior de la lata de Planters Peanuts que lleva y con ello la montaña ha parido un ratón (¿?), luego tenemos el estilo Capra del paseíllo por la Terminal me ha sido ya demasiado azúcar (lo del jefe de guardias con lo que hace con su gabardina me ha sido grotesco). Aunque casi lo cuadran con un final ingenioso, al final se tuercen (spoiler).

 

Spoiler:

 

O sea que el jefe de seguridad del JFK Airport sabe que tiene a un trabajador ilegal buscado en la India y lo ha tolerado años? O sea que este empleado hindú se entera que Viktor decide volver a su país por que él siga allí y este decide ‘enfrentarse’ fregona en mano a un Boeing, pero que gilipollez (con perdón) es esto!!!

 

Lo de Viktor avanzando a la salida del aeropuerto mientras la tripulación de la Terminal se la va uniendo en su ‘heroicidad’ es muy de Capra. Llega frente a la puerta y los guardias le cierran el paso, el jefe de estos desde el control le da ordenes de que no le dejen pasar, de hecho, su ‘salvoconducto’ para ser efectivo debe ser firmado por él, pero de buenas a primeras el oficial de los guardias le pone su gabardina y le guía a la puerta, desobedeciendo las ordenes de su superior, y con ello poniendo en riesgo su empleo, no tiene sentido alguno. El jefe Frank corre a impedir que salga de allí, pero llega cuando ya ha cogido un taxi, y no hay reprimenda alguna al oficial que le hadado vía libre. Viktor visita un club de jazz donde tocará el saxofonista Benny Golson (ya es casualidad no libre este día), quiere le de su autógrafo para que la colección de firmas de su padre se complete, y esto se supone muy romántico (¿?). Aquí viene lo que podría haber sido un final ingenioso, pues el músico le dice que espere, que tiene que tocar, y Viktor se sienta, debería haber concluido así, con Viktor de nuevo esperando. Pero Spielberg decide alargar la coda y vemos que el prota sale del club y coge otro taxi y le dice al conductor que ‘Vuelvo a casa’, como si esto hiciera estremecer a alguien, pues nunca hemos sentido sentimiento alguno de nostalgia por estar lejos de su tierra, nunca hace comentario alguno sobre su tierra natal.

 

Entre lo bueno, no todo es regulero, está la grácil partitura musical creada por el maestro John Williams, un delicia las melodías jazzísticas , un goce melómano cada acorde.

 

Spielberg viajó por todo el mundo para encontrar un aeropuerto real que le permitiera filmar durante la producción, pero no pudo encontrar ninguno. El conjunto de la Terminal se construyó en un enorme hangar en el Aeropuerto Regional de Los Ángeles/Palmdale. El hangar, que forma parte del complejo de la Planta 42 de la Fuerza Aérea de EE. UU., se utilizó para construir el bombardero Rockwell International B-1B. El set se construyó cumpliendo todos los códigos de construcción contra terremotos y tenía su base en el aeropuerto de Düsseldorf. La forma tanto de la terminal real como del conjunto visto de lado es una sección transversal del ala de un avión. Debido a este diseño, la película fue una de las primeras en utilizar Spidercam para la producción cinematográfica. La cámara, utilizada con mayor frecuencia para deportes televisados, le permitió a Spielberg crear tomas amplias en todo el set.

 

Tom Hanks basó su caracterización de Viktor Navorski en su suegro Allan Wilson, un inmigrante búlgaro, quien según Hanks puede hablar "ruso, turco, polaco, griego, un poquito de italiano, un poquito de francés", además a su búlgaro natal. Hanks también contó con la ayuda de un traductor de búlgaro. Krakozhia es país ficticio, creado para la película, se parece a una ex república soviética o un estado del Bloque del Este. La ubicación exacta de se mantiene intencionalmente vaga en la película, apegándose a la idea de que Viktor es simplemente de Europa del Este o de una ex república soviética. Sin embargo, en una escena, se muestra brevemente un mapa de Krakozhia en una de las pantallas de televisión del aeropuerto durante un informe de noticias sobre el conflicto en curso y sus fronteras son las de la actual Macedonia del Norte (entonces conocida como la Antigua República Yugoslava de Macedonia en el momento de la producción de la película). Sin embargo, en otra escena, el protagonista muestra su permiso de conducir, que resulta ser un permiso bielorruso expedido a una mujer de nombre uzbeko. La película presenta una imagen razonablemente precisa del proceso de adquisición naturalista de una segunda lengua, según la lingüista Martha Young-Scholten. John Williams, el compositor de la película, también escribió un himno nacional para Krakozhia. El personaje de Hanks habla búlgaro como su krakozhian nativo, pero en una escena en la que ayuda a un pasajero de habla rusa con un problema relacionado con las aduanas, habla una lengua eslava construida que se parece al búlgaro y al ruso. Cuando Viktor compra una guía de Nueva York tanto en inglés como en su lengua materna para comparar las dos versiones y mejorar su inglés, el libro que estudia está escrito en ruso.

 

Emily Bernstein tocó el clarinete para la partitura, incluidos varios solos destacados, y su nombre aparece en los créditos finales de la película.  Normalmente, los músicos individuales en las orquestas de estudio actúan de forma anónima, pero Spielberg insistió en resaltar el trabajo de Bernstein; estaba siendo tratada por cáncer en el momento de la grabación y murió menos de un año después.


Algunos han notado que la película parece estar inspirada en la historia de Mehran Karimi Nasseri, también conocido como Sir Alfred, un refugiado iraní que vivió en la Terminal Uno del aeropuerto Charles de Gaulle de París desde 1988, cuando le robaron sus documentos de refugiado, hasta 2006. cuando fue hospitalizado por dolencias no especificadas. En septiembre de 2003, The New York Times señaló que Spielberg compró los derechos de la historia de vida de Nasseri como base para la película; y en septiembre de 2004, The Guardian señaló que Nasseri recibió miles de dólares de los realizadores. Sin embargo, ninguno de los materiales publicitarios del estudio menciona la historia de Nasseri como inspiración para la película. La película francesa de 1993 “Tombés du ciel” de Philippe Loiret ya se basó en la misma historia.

 

Film de los del montón de abajo (que tiene algunos más) del director de “Jaws”. Gloria Ucrania!!!

 

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