EL ASESINO. (2023)
Seguir el plan; planificar con antelación, no improvisar; no dar ventajas; sólo pelear si te pagan; la empatía es una debilidad.
Fascinante thriller en
el que el realizador David Fincher es capaz de hacer de lo simple un arte,
adornando una sencilla trama con una solidez impresionante, dando una lección
de maestría con unos pocos mimbres sobre una historia mil veces vista, impregnando
los fotogramas de una clima asfixiante-claustrofóbico, demostrando que es sin
duda uno de los mejores directores de la actualidad, generando una experiencia
intensamente inmersiva. Sigue la colaboración de Fincher con Netflix desde que
en 2017 distribuyera la serie "Mindhunter", le siguió el largo
"Monk" en 2020, la serie de "Love Deat Robots"en 2021 y
ahora este nuevo film estrenado en la plataforma después de pasar por
Festivales como Venecia y San Sebastián. Un film tenso y cortante, en el que
Fincher cautiva mediante insertarnos en la mente del asesino, es más
procedimental que de acción, aunque tiene una de las mejores peleas que se han
visto en los últimos años en cine, el director está más preocupado de hacernos
sentir a este sociópata en su piel, apoyado en soliloquios fascinantes, y donde
los escasos diálogos resultan subyugantes.
Para esta ocasión cuenta
con Michael Fassbender como un asesino metódico, que después de fallar en una
misión se vuelve todo contra él. Guión de Andrew Kevin Walker (el oscarizado
por la también de Fincher “Seven”), basándose en la serie de novelas gráficas
francesas "The Killer" escrita por Alexis "Matz" Nolent e
ilustrada por Luc Jacamon, recordando en su trama sobre mercenarios metódicos
psicópatas a films como “Le Samourai” (1967) de Jean-Pierre Melville, “Chacal”
(1973) de Zinnemann, “Leon” (1994) de Luc Neson, “Ghost Dog"(1999) de Jim
Jarmusch, “Collateral” (2004) de Michael Mann, o “El Americano” (2010) de Anton
Corbijn. Sin embargo, con la cinta que le he encontrado mayores similitudes es
con una infravalorada película española, “Sicarivs” (2025) de Javier Muñoz,
donde la trama es casi un calco, donde un sicario también sin nombre, tras no
cumplir la misión encomendada se embarca en una carrera contrarreloj para
acabar con la gente involucrada en el ‘contrato’ antes de que estos lo maten a
él, y donde también hay muchísima voz en off de los pensamientos del asesino
describiendo su estoico modus operandi.
Es un retrato de
personalidad de alguien perfeccionista en lo suyo, se dedica en cuerpo y alma a
seguir sus propios códigos, intentando no salirse de su plan preestablecido,
esto podría ser en realidad una alegoría del propio director Fincher, alguien
al que todos tildan de stajanovista en la dirección, un asceta en su labor,
metódico, purista hasta lo obsesivo, este asesino es un claro reflejo del
cineasta de “El Club de la Lucha”. Este tipo sin nombre es alguien ataráxico,
amoral, psicópata, frio, que para disparar se toma las pulsaciones mientras
escucha a The Smiths en su iPod, un retrato cuasi existencialista de la
profesionalidad, donde tiene mucho que ver la paciencia, como bien se describe
al inicio. Donde los pensamientos descriptivos los oímos en voz en off del
protagonista, relatando su filosofía de trabajo (“Siempre me visto como un
turista alemán ¿?. Nadie quiere interactuar con uno de ellos”) a la vez que
narran cómo ve el mundo con incisivos monólogos interiores (“La suerte no es
real, ni el karma, ni la justicia… No sirvo a ningún dios, ni a ningún país. No
Dar A Joder”. Donde suelta estadísticas
divertidas sobre nuestro mundo (cuánta gente nace en el mundo, cuantas
hamburguesas hace McDonalds en Francia). Todo ello enarbolado por el magnífico
actor irlandés Michael Fassbender (llevaba cuatro años sin actuar en cine), rol
para el que parece haber nacida, se transmuta en ese ser cuasi robótico, practica
yoga, mastica analgésicos, sin sentimientos, sin empatía, lacónico,
imperturbable al dolor ajeno, a las muertes que provoca, tipo que se repite
cual mantra una y otra vez que debe atenerse al plan (“Cíñete al plan... La
debilidad es vulnerabilidad… anticípate, no improvises, no cambies de plan, no
empatices”), no debe improvisar, y no fiarse de nadie, utiliza infinitos móviles
de usar y tirar. Casi no pestañea, siempre deja que sean los demás que hablen
ante su miedo, y cuando se trata de la acción en una pelea es sensacional,
cargada de fisicidad, donde los golpes y el dolor te llega. Es paranoico como
modo de defensa, abandona un vuelo por sospechar de algún pasajero, en su
habitación de hotel, coloca un vaso en el pomo de la puerta y coloca una
cubierta de aluminio debajo (para escuchar el choque si lo hacen caer), agarra
el cuchillo para carne y se acomoda para pasar la noche sentado. Lo vemos que
en nel mundo moderno se mueve libremente, se aprovecha de la globalidad, compra
productos de Amazon, se mueve por Google Maps, come de McDonalds, gusta de
engullir Egg McMuffins, dice que no le gusta Airnb (por las cámaras de bebes).
El guion le da algunos ingeniosos toques de humor, ejemplo son los nombres que
va utilizando durante su odisea, como el de Reuben Kincaid (el gerente de la
televisión Partridge Family), Archibald Bunker (Todos en la familia), Felix
Unger y Oscar Madison (los nombres de los protas de The Odd Couple), Lou Grant
(de la serie periodística homónima). Pero también hay humor en la selección de
temas del mencionado grupo inglés The Smiths, dodne alguna letra resulta
paradójicamente divertida en el contexto, ‘How Can Anybody Possibly Know How I
Feel?’ dice una de las letras, sobre un
tipo que no es capaz de sentir, o “I am human and i need to be loved like eveveryoneelse”,
cuando este asesino se parece más a un robot que aun humano. El protagonista no se sabe bien (hasta el
final) si su gymkana asesina de huida hacia adelante, que cual tiburón
pareciera que si se para muere, es por vengarse o por protección.
La cinta está
estructurada en seis capítulos, más un epílogo, todo ello con su
correspondiente leyenda sobreimpresionada para encabezar los segmentos. El
comienzo es magnético y ya te atrapa al asiento. Estamos en Paris, en el barrio
de lujo del Panteón, con el protagonista que hace una vigilancia desde una
ofician WeWork sin habitar, observa un apartamento de enfrente esperando que su
objetivo a eliminar como francotirador aparezca, actuando este asesino cual
James Stewart en la hitchcockiana “La Ventana Indiscreta”, cual voyeur
husmeando por las ventanas de enfrente, como cuando observa (en nota de humor)
a una pareja fornicando. Oímos en off sus pensamientos metódicos (‘Preparación,
atención al detalle, repetición, repetición, repetición…’; ‘La empatía es una
señal de debilidad’; ‘No soy excepcional, sólo sé mantenerme al margen’),
comenta las estadísticas de muertes y nacimientos en el mundo para justificar
que su trabajo no tiene importancia, comparándolo con una alegoría de baseball;
para este asesino el mundo se divide entre los pocos que domina a los muchos, y
él prefiere ser de los primeros), lo vemos solitario, hace yoga, estiramientos,
duerme, mira la calle, come de McDonalds, se pone gotas en los ojos, oye por
sus auriculares a The Smiths, el tedio (él mismo dice que su mayor desafío en
su particular trabajo es el aburrimiento)de la espera la amenizamos sintiendo
su forma profesional y mecánica de comportarse. Hasta que la espera llega a su
fin y vemos su ritual para el disparo, como se pone la música, como se toma las
pulsaciones (tiene que tenerla a menos de 60), y como finalmente golpea el
gatillo y gatillazo. Comenzando otro ritual frio de huida por las calles
nocturnas de París en moto, donde una de las preguntas que se hace es: ‘Qué
haría John Wilkes Booth?’. El asesino de Lyncoln que huyó de la escena del
crimen.
Segundo capítulo es
‘Sorpresa en el Caribe: Nos trasladamos a la caribeña ciudad de Santo Domingo
(República Dominicana). La ‘guarida’ de este lobo solitario, y allí deja
destellos de que tiene corazón al enterarnos de que allí tiene un interés que
por su trabajo fallido ha sido dañado (no quiero spoilear demasiado). Por lo
que el Asesino emprende una investigación que le lleve a todos los que ponen en
riesgo su vida, su gelidez y amoralidad son su motor.
Tercero es ‘La ley y el
orden’: El asesino viajar a Nueva Orleans para investigar a su contratador, El
Abogado (buen Charles Parnell) para dar con los nombres de sus ‘acosadores’.
Nos seguimos enterando de su metodología, como que tiene seis almacenes
alquilados por todo USA, donde guarda todo tipo de elementos para su trabajo,
desde armas, dinero o matrículas falsas. Como se vale el anonimato para
moverse, como utiliza todo tipo de armas poco convencionales, como una
clavadora de clavos, o como comentar de modo flemático sobre medir dos veces y
cortar una vez, que tiene pensado para El Abogado? Y es que a pesar de la
adustez del relato siempre hay espacio para el humor sutil, como cuando El
Asesino lleva un muerto en un cubo de basura en un ascensor y sube alguien que
le hace la broma de preguntarle que donde lleva el cadáver. También aparece la secretaria
de El Abogado Dolores (notable mostrando temor Kerry O'Malley).
Cuarto es ‘El malo’: Llegamos
a Florida. El Asesino comenta sobre este estado que es el único (exceptuando la
prisión) donde encuentras a hombres agrupados con las mismas afinidades. Ha
llegado allí en busca de su gira criminal en busca de un mastodonte con alias
‘Bruto’ (Bela Baker, Sauron en “El señor de los Anillos), vive en su residencia
custodiada por un fiero pitbull. Todo tendrá su clímax en una imponente Batalla
física espectacularmente coreografia en su realismo doliente.
El quinto es ‘New
York...New York’: El asesino acecha a la Experta (Tilda Swinton) en Nueva York.
Tendrá un sustancioso encuentro con ella en un restaurant. En una actuación de
la Swinton fenomenal (y cuando no), elegante, divertida, epicúrea, desplegando
locuacidad, ingenio e incluso sentido del humor cuando la cuenta un chiste alegórico
a la situación. Brillante el duelo interpretativo, apenas unos minutos y la
actriz deja impronta y huella en el metraje, en la mejor actuación secundario
del film.
El sexto es ‘Chicago’: Estamos
en la ciudad junto al Lago Michigan, ha llegado a lo alto de la pirámide para
enfrentarse con El Contratador (Arliss Howard), que vive en un edificio con
alta seguridad. El duelo entre ambos es desconcertante y habla mucho de la personalidad
de El Asesino. Par aun final-clímax potente en su mensaje.
Fincher imprime un ritmo
sereno pero pétreo al desarrollo. Apoyado en una puesta en escena excelente,
donde sobresale la fenomenal fotografía de Erik Messerschmidt (Oscar a
Fotografía con la película también de Fincher "Mank"), rodando
mayormente de noche, cual depredador en la penumbra se mueve este Lobo
Solitario de protagonista, ello bañando la cinematografía en tonos pálidos y azules,
con gusto por el detallismo, siendo estupenda por como se mueve en la secuencia
de la pelea, esto en miscelánea con la gran edición de Kirk Baxter (con Fincher
desde “El curioso caso de Benjamin Button”), haciendo que las dos horas de
metraje se pasen sin darte cuenta; Otro plato fuerte es la banda sonora, como
ya he mencionado regada de modo diegético con cortes abruptos, por la música
que oye El Asesino de Los Smith, con 11 temas se oyen por todo el metraje, todo
un deleite para los fans de la banda. Y también tenemos la música de
acompañamiento del tándem Trent Reznor y Atticus Ross (con Fincher desde “La Red
social”), aportando melodías techno adecuadas.
Spoiler:
Chicago: En un lujoso
apartamento sorprenderá al "Cliente", allí este toma al Asesino por
un atracador. Hasta que cae en la cuenta del contrato que hizo, y
posteriormente el ‘seguro’ de limpiar el rastro, ósea, acaba con el Asesino por
haber fallado. Y cuando todos esperamos que lo mate, El Asesino le dice si entiende
su situación y de como si va de alguna manera contra él lo matará de la forma
más inesperada, este por supuesto dice que no hará nada contra él, y el sicario
se marcha dejándolo allí sorprendido. Entonces nos damos cuenta que El Asesino
no ha actuado por venganza, lo ha hecho simplemente por seguridad y ahora se ve
seguro por como ha dejado los cabos sueltos, y sabiendo que El cliente no es
peligro para él.
Epílogo: El asesino
vuelve a su guarida en Santo Domingo, a estar con su pareja herida que está en
recuperación, los vemos a ambos junto a la piscina descansando en una hamaca.
Notable thriller, de los
que recuerdas por tiempo, y que seguramente volveré a ver y quizás gane aun más
en la revisión. Gloria Ucrania!!!
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