ARGENTINA 1985.
Nunca más!
Interesante drama judicial argentino, pero no es (para mí) la gran película que muchos dicen. Me ha resultado un film académico, sin sorpresas, eso sí, muy loable en su reivindicación de recordatorio de los hechos y que no caigan en el olvido los acontecimientos reales centrales. Producido y dirigido por Santiago Mitre y escrita por Mitre y Mariano Llinás (“Historias extraordinarias” o “La Flor”), se basan en las transcripciones judiciales existentes y dan altavoz a la enardecedora declaración final de Strassera, con su frase inicial de "Nunca más". Siendo protagonizada por un gran Ricardo Darín como el carismático fiscal Strassera (me sobra la escena en que le hace gestos obscenos a los acusados, banaliza y caricaturiza al héroe, aunque sean verdad que fue así), se muestra expresivo, íntegro, con naturalidad demuestra humanidad en sus defectos, en sus discusiones, en su trato familiar, en su renuencia a ser un héroe (en los que dice no creer), desembocando todo en el clímax de su discurso final en la corte; y un excelente Peter Lanzani como su adjunto Luis Moreno Ocampo, demostrando elk actor fuerza y garra en los ententes con el gran Darín; junto a ellos en roles secundarios Alejandra Flechner y Norman Briski. Relata el caso real del del fiscal Julio César Strassera y su equipo, en el célebre Juicio a las Juntas que habían instalado un régimen de terrorismo de Estado con miles de desaparecidos y torturados durante la última dictadura que gobernó Argentina desde 1976 hasta 1983, proceso a los nueve militares que lideraron la dictadura entre 1976 y 1983, con secuestros, torturas sistemáticas, barbarie contra inocentes, más de 30.000 desaparecidos, “El mayor genocidio” en la trayectoria de Argentina, como afirmó ante los jueces el fiscal Julio Strassera, que lideró la acusación. He de separar el objetivo ensalzable de la película como ataque a estos execrables hechos que se juzgaron y que no deben caer en el olvido, de la calidad de la cinta, y es que, siendo una producción sugerente con algunos buenos picos, termina por serme muy aséptica, visualmente neutra, parece hecha con un manual de clichés, no pido giros sorpresa, pero si que lo que me cuenten me sea de forma original para que se salga lo que veo de lo que me sea ofrecido en un molde.
Al querer abarcar tanto
se ha perdido el factor drama humano, al polarizar tanto los testimonios se
pierde la emoción en un tsunami de microhistorias de sufrimiento, solo queda la
(desgarradora) declaración de una mujer, Adriana Calvo de Laborde (gran Laura
Paredes), secuestrada el 4 de febrero de 1977, humillada y torturada, cuando
estaba embarazada de seis meses y medio, parió, vendada y esposada, en la parte
trasera de un coche, mientras se reían de ella. Ni siquiera el bebé caído al
suelo, todavía atado al cordón umbilical, removió la conciencia de sus
carniceros, por suerte Calvo de Laborde y su hija sobrevivieron. Resto me ha
sido monocorde, pero plano en su devenir, tan liso que se hace una caricatura
de los acusados, villanos sin carácter alguno que nos de dimensión de humanos
que los haría más terroríficos, nunca se dan las motivaciones de estos tiranos,
nunca se dice el porqué del golpe de estado, ni el poque volvió la democracia,
nunca se dice que fue el presidente Raúl Alfonsín el que impulsó los juicios, que
este era anti peronista (esto posiblemente molestaría al kirchnerismo imperante
a hora en Argentina). En definitiva, una peli recomendable, pero no lo
atractiva que debería.
Mitre adorna su cruda
historia con toques de humor, sobre todo en lo concerniente a la vida familiar
del protagonista, ya acentuado esto desde su inicio en que vemos como Julio ha
puesto a su hijo pequeño Javier a espiar y seguir a su hermana adolescente Verónica
(Gina Mastronicola), que ha comenzado a salir con un muchacho hijo de un
militar que le da mala espina al padre, chocando esto con la esposa de Julio, Silvia
(Alejandra Flechner). En esto es particularmente bueno Santiago Armas
Estevarena como Javier, destilando mucha frescura en sus apariciones. Este tono
de humor sirve para el director para humanizar al héroe fiscal. También hay
humor en la forma en que Julio y un compañero hacen un casting para elegir al
fiscal adjunto, donde los ‘auditores’ espetan entre ellos para eliminar a los
candidatos como "fascista", "muy fascista" o
"muerto... y era súper fascista", pero sin embargo no hablan de
peronistas, que eran conniventes con los militares dictadores, de hecho Carlos
Menem (peronista) fue el que indultó a los condenados en este juicio, pero lo
políticamente correcto parece ser no molestar a los peronistas hoy en el poder
argentino con Alberto Fernández (marioneta de Cristina Kirchner).
Se intenta dar un
reflejo del estado general de la sociedad argentina pidiendo y anhelando
justicia, pero sin embargo no saben (o no quieren darnos) por qué se llegó a la
dictadura, no se generó por combustión espontánea. Quieren crear un clima de
tensión donde una asonada este pendiente del país andino cual Espada de
Damocles, pero esto nunca me llega, esto se da en alguna reunión con algún mandatario
en elipsis que cuentan, pero nunca es una amenaza que se palpe ambientalmente.
Sentimos el temor a ser ‘topedeada’ la investigación y por ello deben fichar a
becarios jóvenes para hacer el cuantioso sumario de actividades delictivas que
cometieron estos tiranos. Tenemos las ya muy manidas amenazas telefónicas
(menudo cliché ajado!), hay una carta que llega al hogar del prota con una bala
encima, todo ello en pos de hacernos ver a Julio Strassera cual Don Quixote
luchando contra los Molinos, cuando en realidad el fiscal estaba sólidamente
apoyado por el impulsor del juicio que era el gobierno encabezad por el
presidente Alfonsín. Todo ello potenciando el gran desfile de tópicos desde ese
gran hombre que al principio es reticente a coger la (cuasi sagrada) misión y
que al final la acepta y se convierte en un héroe, tenemos los roces con su
segundo, tenemos villanos cartón piedra malísimos, tenemos al mentor que sigue
en la sombra aconsejando al héroe, y tenemos al final un discurso neurálgico en
la corte, nada se sale de lo previsible.
Es valiente Mitre al no
introducir flash backs manipuladores sentimentalmente, pero no sabe conectar al
espectador (ósea, yo) con el drama personal, solo el mencionado testimonio Calvo
de Laborde, esto es un oasis entre tanta asepsia, no hay contrapesos con
argumentos de la parte acusada, el defensor letrado (Héctor Díaz) es un guiñol
sin personalidad alguna, no los vemos defenderse, no vemos las diferencias
entre lo que representaban unos u otros entre los del banquillo, terminan por
ser un ente sin carácter alguno, simplemente son el Mal, con ello todo te lo
dan masticado, anulan la complejidad, y aunque no hay dudas que son psicópatas,
el no dales matices cercena la posibilidad de ser profunda la película. No
plantea dilemas o reflexiones morales, llanamente es ver un juicio contra un
criminal con el cuchillo ensangrentado en la mano riéndose sádicamente de su
víctima a sus pies, no hay capacidad de sutilidad alguna.
Luis Moreno Ocampo como
el fiscal adjunto representa el vínculo entre el pasado régimen
militar-dictatorial representado por la familia de este, donde su madre iba a
misa con el gerifalte Videla (el Líder de la Junta Militar), pero Luis es el
presente y futuro que quiere justicia y democracia. Esto me ha resultado muy
acomodaticio como se resuelve con una llamada de teléfono donde la madre por un
testimonio cambia de visión de la dictadura, y debemos emocionarnos, pues si
ella es capaz de rectificar, argentina entera puede hacerlo, me ha resultado
muy condescendiente y simplista.
Tiene un clímax muy
académico con el discurso del fiscal enardecedor, con su ya famoso ‘nunca más’,
a lo que le siguen los aplausos enfervorecidos de todo el público allí
asistente, lo cual debería, pues eso pretende Mitre, pero ver a Hebe De
Bonafini (supongo que es ella a quien representa la actriz) colocarse el
pañuelo orgullosa, como líder de las Madres de Plaza de Mayo, me despierta
urticaria, pues esta tipa apoyaba a los etarras, se alegró públicamente de los
atentados del 11 septiembre en USA, felicitó a los terroristas que secuestraron
y se sacrificaron en los atentados, y como guinda es una antisemita (como buena
izquierdista fundamentalista): Es llamativo en este tramo como Mitre alterna
filmación dramatizada de los hechos con breves cambios estéticos al desplegar
fragmentos de imágenes reales filmadas durante los juicios granuladas, uniendo
pasado y presente de forma cuasi meta ficticia. En este final hay un epílogo
con un tema musical totalmente chirriante con la historia, da grima escucharlo,
te descoloca dramáticamente.
En primer lugar: la realización del juicio (y toda la
investigación de los crimenes de lesa humanidad que se llevó a cabo para poder
enjuiciar a los genocidas) fue producto de la valiente (y casi solitaria)
decisión del recien electo presidente Alfonsín: de hecho, la decisión de llevar
a juicio a las juntas militares y la creación de la Comisión Nacional sobre la
Desparición de Personas (CONADEP) fueron las primeras medidas que adoptó ni
bien asumió el cargo, mientras que el Peronismo (la otra fuerza política
mayoritaria que, justamente, fue derrotada por Alfonsín en las elecciones de
1983) no sólo no tenía la voluntad de investigar nada sino que además sus
representantes fueron los únicos que se negaron a tomar parte de la mencionada
CONADEP (integrada por destacadas personalidades como el escritor Ernesto
Sábato, periodistas de larga trayectoria y prestigio y representantes de las
fuerzas políticas - menos el peronismo - y las distintas órdenes religiosas).
Nada de esto aparece en la película. No se menciona ni a Alfonsín ni a la
CONADEP ni la negativa de los peronistas a investigar (y enjuiciar) a los
genocidas./Segundo: tampoco se dice nada acerca de los motivos que impulsaron
la adopción del plan de exterminio impulsado por los militares que tomaron el
poder en 1976. No se menciona que Argentina vivió en los años previos en una auténtica
atmósfera de terror por los cotidianos atentados y crímenes cometidos por
fuerzas insurgentes, extremistas de izquierda y peronistas (vaya casualidad que
después se negaran a investigar). Desde ya que nada justifica un crimen, y
mucho menos un crimen cometido por quienes deben mantener el orden e impartir
justicia, como las autoridades, pero al borrar el pasado inmediato, alquien que
desconoce la historia argentina pensará (tras ver esta película) que Argentina
vivía en paz y tranquilidad hasta que de repente, sin causa que lo explique, un
grupo de desquisiados psicópatas sedientos de sangre toman el poder y empiezan
a matar a la gente.
Durante la madrugada del
24 de marzo de 1976, una transmisión de radio y televisión informó al pueblo
argentino que su país ahora estaba bajo el mando del Estado Mayor Conjunto de
las Fuerzas Armadas, que había derrocado al gobierno de Isabel Perón. Menos de
una semana después, Jorge Rafael Videla se autoproclamó presidente, anunciando
el comienzo de una de las dictaduras militares más mortíferas de la historia.
Cuando se restableció la democracia y se celebraron nuevamente las elecciones,
era 1983; más de 30.000 personas habían desaparecido. El retorno a la
democracia, supuso el reinado de la violencia y el miedo que vivieron los
argentinos durante casi una década había sido un gobierno más. Se esperaba
normalidad cuando asumió el presidente Raúl Alfonsín. Pero, ¿se puede curar un
país si no se hace justicia?
Film ganador ganadora en
los Premios Globos de Oro en categoría de Mejor Película en lengua no inglesa y
a su vez, fue nominada en la categoría mejor película en los Oscar.
El Juicio a las Juntas
Militares (o Juicio a las Juntas como se lo conoce históricamente) es un caso
excepcional en la historia mundial, en el que un tribunal civil apoyado por un
gobierno democrático recién establecido, enjuicia a los nueve de los diez
máximos mandos militares de las tres primeras juntas militares (no fueron
enjuiciados los miembros de la última junta que gobernó luego de la Guerra de
Malvinas de 1982) que habían dirigido la dictadura recién finalizada entre 1976
y 1982, pero que aún contaban con el apoyo del poder militar; Tres días después
de que asumiera el gobierno democrático sucediendo a la dictadura
cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, un régimen de
terrorismo de Estado con un saldo de miles de personas desaparecidas y
torturadas, el presidente Raúl Alfonsín firmó el 13 de diciembre de 1983 un
decreto ordenando someter a juicio a los militares que integraron las tres
primeras juntas militares, acusándolos de concebir e instrumentar «un plan de operaciones
contra la actividad subversiva y terrorista, basado en métodos y procedimientos
manifiestamente ilegales». Dos días después, Alfonsín creó la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (Conadep) para reunir testimonios y pruebas
sobre las violaciones de derechos humanos. Doce días después el Congreso aprobó
por unanimidad una ley desconociendo la legalidad de una norma de facto dictada
por la última Junta Militar amnistiando a quienes habían cometido delitos en su
transcurso; El proceso de enjuiciamiento de los jefes militares tramitó en la
célebre Causa 13/83 y contó con un amplio apoyo de la población, pero estuvo
también fuertemente tensionado por la negativa del poder militar a investigar
las violaciones de derechos humanos cometidas, razón por la cual el presidente
Alfonsín y el Congreso impulsaron el traslado del juicio al ámbito del Poder
Judicial de la Nación. Intervino entonces la Cámara Federal en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal integrada por los jueces León Arslanian,
Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco, Andrés D'Alessio, Guillermo Ledesma y
Jorge Valerga Aráoz, designados el año anterior por el presidente Alfonsín con
acuerdo del Senado. El fiscal de Cámara era Julio César Strassera y su adjunto
era Luis Gabriel Moreno Ocampo, designados el año anterior por el presidente
Alfonsín. La fiscalía, sin apoyo del resto de los funcionarios judiciales, un
clima de miedo por el poder de facto que mantenían las Fuerzas Armadas y la
posibilidad de un nuevo golpe de Estado, debió formar un equipo de estudiantes
muy jóvenes que investigó cientos de casos de violaciones de derechos humanos
en sólo dos meses, recurriendo también al informe Nunca más que había
finalizado la Conadep el año anterior; El juicio propiamente dicho se inició el
22 de abril de 1985 y las audiencias se prolongaron hasta agosto de ese año. En
unas 530 horas de audiencia declararon 839 testigos, la mayoría de ellos
sobrevivientes de los centros clandestinos de detención instalados para
torturar y exterminar, o sus familiares. También se presentaron pruebas
documentales y periciales; La Cámara Federal finalmente dictó sentencia el 9 de
diciembre de 1985, condenando a cinco de los militares acusados y absolviendo a
cuatro. Jorge Rafael Videla y Emilio Massera fueron condenados a reclusión
perpetua; Roberto Eduardo Viola fue condenado a 17 años de prisión; Armando
Lambruschini fue condenado a ocho años de prisión, y Orlando Ramón Agosti fue
condenado a cuatro años y seis meses de prisión; En años siguientes aumentaron
las presiones provenientes del poder militar y los sectores civiles ligados a
ellos, llegaron a concretar cuatro sublevaciones militares conocidas como
"carapintadas", obteniendo serie de leyes y decretos presidenciales
conocidos como leyes de impunidad, fueron eximiendo de responsabilidad penal a
autores de crímenes de lesa humanidad. La orden de la Cámara Federal (punto 30
de la sentencia} de llevar a juicio a todos los autores materiales de los
crímenes de lesa humanidad fue dejada sin efecto por la Ley de Obediencia
Debida enviada por el presidente Alfonsín, que estableció la impunidad para más
de 3600 represores. Luego de esa fecha se cerraron casi todos los casos -con
excepción de los robos de bebés que aún seguían secuestrados-. Los cinco condenados
en el Juicio a las Juntas y los pocos represores no alcanzados por la Ley de
Obediencia Debida fueron indultados por decisión del presidente Carlos Menem en
1989 y 1990; En 2003, bajo la presidencia de Néstor Kirchner se anularon las
leyes de impunidad, fueron detenidos los condenados en 1985 que aún se
encontraban vivos y se reabrieron las causas cerradas. Hasta 2022 habían sido
condenados por crímenes de lesa humanidad 1088 personas, 1072 personas se
encontraban acusados sin haber sido aún juzgadas y 1023 personas murieron sin
llegar a ser juzgadas.
Me queda una película recomendable,
pero nada arriesgada en querer hacer pensar al espectador. Gloria Ucrania!!!
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