La muerte de un presidente.
Curioso spaguetti
western dirigido por Tonino Valerii, en su tercera película y su tercer film
del oeste, alumno de Sergio Leone,
se erige como uno de los adalides del sub género, aquí con guion de Massimo
Patrizi (“La Bohème”) Ernesto Gastaldi (“Mi nombre es ninguno”), y del
propio director, basado en una historia de Patrizi, que tiene valentía al hacer
una extraña mezcla entre el verdadero magnicidio del vigésimo presidente estadounidense
James A. Garfield (único miembro en activo de la Cámara de Representantes USA
elegido para la presidencia) el 2 de julio de 1881, muriendo el 19 de
septiembre tras dos meses de agonía (más por mala praxis quirúrgica que por las
heridas de las dos balas que lo hirieron ningún órgano vital), esto se
paralelaliza al reciente otro magnicidio presidencial norteamericano en la
figura del acontecido en Dallas el 22 de noviembre de 1963, el trigésimo quinto
POTUS con JFK (aunque el atentado contra Garfield fue en un tren en Washingtron
DC, aquí se traslada el evento Dallas y los disparos son en la cabeza y le acontece
sobre un carro descapotable junto a su esposa durante un desfile, como le
sucede a JFK),desarrollando teorías muy en boga en ese tiempo sobre
conspiraciones que involucraban al vicepresidente (aquí encarnado por el
español José Suárez, haciendo como era Lyndon B. Johnson, de texano) y a
poderes fácticos de poderosos en las sombras. Incluso escudriñando más se puede
ser un exégeta y extraer paralelismos con la situación convulsa del momento en
Italia. Dallas aquí es en realidad un escenario creado para “Hasta que llegó su
hora” (1968) del gran Sergio Leone, en Tabernas-Almería-España, siendo muy
precario en este sentido que la gran ciudad texana sea aquí un lugar pequeño y
misero, cuando la urbe petrolera en 1881 ya era una metrópolis bulliciosa con
calles pavimentadas, edificios de ladrillo de varios pisos, farolas y
transporte público, algo que aquí brilla por su ausencia. El marco español da
pie a tener muchos secundarios hispanos como Manuel Zarzo (único que parece
tomarse medio en serio su labor, hace de activista periodista tullido, que al
final destapa un sagaz gadget), María Cuadra (sin más que ser alter ego claro
de Jackie Kennedy, copiando sus movimientos en el momento del atentado, hasta regala
rosas rojas, al igual que la viuda de JFK), o el gran Fernando Rey (como el
villano poderoso Pinkerton, en un actuación de cumplir trámite y a otra cosa),
quien amenaza con hacer públicos unos documentos incriminatorios contra el
Vicepresidente si no le sigue el juego.
Es una cinta que tras su
intrépida premisa solo se haya un andamiaje liviano para encadenar secuencias
de tiroteos y peleas, todo discurriendo con pretendida complejidad en los
intereses de unos y otros un tanto difusos, pero en realidad está claro desde
el inicio quienes son los Buenos y quienes los Malos, la pretendida ambigüedad
es una entelequia inexistente aquí, que deja sin aparecer cualquier tipo de
sutilidad o estudio de personajes, todos son clichés, actuados de modo rutinario,
cumpliendo el trámite. Protagonizando la historia el reputado romano Giuliano
Gemma (antiguo doble de escenas de acción), habitual del spaguetti western (17
hizo) como el héroe Bill Willer que intenta vengarse de los asesinos de su
padre y al tiempo quiere evitar el (tosco) plan de asesinato contra el POTUS,
aporta su gran agilidad, acrobacias, saltos, caídas, todo con espíritu vitalista,
aunque en lo que ha expresividad de refiere es escaso (siendo benévolo), le quieren
aportar un pasado profundo con su intrahistoria (vista en flash back), que expone
la lucha fratricida en las Guerras Civiles entre familias partidas, pero esto
no pasa de una nota a pie de página.
Tiene un comienzo
definitorio del lugar y tiempo, primero sobre los créditos vemos un mapa sepia
de Texas, ello adornado por la neurálgica música, cortamos a ver arder retratos
de Lincoln, la bandera de barras y estrellas es escupida antes de lanzarla
también a la lumbre, hay carteles con la cara del presidente (se supone, pues
nunca lo nombran) Garfield (un idealista izquierdista en sus soflamas encarnado
por Van Johnson), con el pie de texto "buscado por traición" pegados
en las paredes de los edificios cercanos (famoso anuncio con la foto de Kennedy
debajo de esas palabras que apareció en un periódico de Dallas la mañana del
asesinato de JFK). Tras ello hay una tortura a un negro (lo vemos
ensangrentado), Jack Donovan (alter ego notorio de Lee Harvey Oswald encarnado
por Ray Saunders), en la comisaría local, donde el alguacil Jefferson (plano Benito
Stefanelli), lo interroga por intervenir en contra del complot para asesinar el
gobernador, la novia de Donovan, Annie (correctita Norma Jordan), intenta parar
la violencia y la sacan a la fuerza de la oficina, la maltratan y arrojan al
suelo de la calle. Con este ágil arranque tenemos el clima en contra de la
presidencia de los yankis, en clara reflejo del odio sudista contra las autoridades
de Washington DC, ello en la post guerra civil ganada por el norte. Y tenemos a
una ‘hidra’ operando desde dentro de las autoridades contra el poder
establecido, ello con un claro substrato racista.
La película tiene una
primera parte en la que vemos los prolegómenos al atentado fatal, primero con varios
asesinatos que lo preceden de modo un tanto difuso, hay una fuga de una celda
ingeniosa, hay persecuciones a caballo, una balacera sobre un puente de
ferrocarril. Tenemos el idealismo purista del POTUS, su valentía al no querer
claudicar a las potenciales amenazas contra su persona, y hay un discurso
bastante populista sobre su política donde hace algo tan (valga la redundancia)
populista como proclamar que los ricos deben pagar más impuestos (y que se
acabe el hambre, el cáncer y las guerras en el mundo! Puaj!), habla de que hay
pagar más a los (negros) que trabajan en las plantaciones (hablando esto de su
visión igualitaria entre razas), los empresarios se quejan por que esto hará
que marchen a las fábricas del norte, y le espetan al POTUS que eso es lo que
quiere, enfrentamiento este que es una de las causas de lo que vendrá después. La escenificación del magnicidio de JFK filtrada por el tiempo al oeste, con la
mítica Elm St. como escenario, amén de ser una recreación pasada por el enfoque
de la conspiración, con tiradores no en el lugar oficial del francotirador. Con
el frenesí postrero con el traslado del malherido presidente.
No hay lugar para el
misterio, pues todo es diáfano en quien lo ha hecho, nadie juega a ser alguien
que no es, sabemos que el negro es un chivo expiatorio (que además sirve paras
exhibir el racismo aun imperante, que por cierto, nada tuvo que ver con el
asesinato de JFK, y tampoco con el de Garfield, pero aquí todo es bueno para el
convento, Totum Revolutum), y que los culpables son otros, que son peones de
unos poderosos que operan en las sombras con espurias motivaciones asidas al MacGuffin
de unos documentos que harían temblar la República USA. Todo ello con el telón de
fondo de una posible vuelta a la Guerra Civil. Todo esto que sobre el papel
puede sonar ingenioso y con calado dramático, resulta abordado de forma burda,
en medio de situaciones rocambolescas, donde el simplismo más liso lo puebla
todo, con comportamientos inverosímiles de los malos en sus bastos procederes. Dejando
relucir que tras su escaparate original esconde una sencilla propuesta de
acción, pero donde ninguna escena tiene el poder suficiente para ser recordada:
Lo más parecido es la repetida escena de un sin sentido duelo de pistoleros a
oscuras, alumbrado por una cerilla a modo de juego retorcido metido con
calzador donde el ‘bueno’ da oportunidades una y otra vez al malo de sobrevivir
(¿?); Todo para desembocar en un final que no deja huella.
Como curiosidad está una
escena musical en un saloon de Dallas, donde vemos una gran bandera de barras y
estrellas, y de las estrellas surge una cantante ataviada con un tul azul con
las estrellas blancas, es Annie (la novia de Donovan encarnada por Norma
Jordan), en claro simbolismo (e ingenioso) de la integración racial en USA.
Es de una precariedad
enorme ver que todo un POTUS viaja sin apenas séquito y sin guardaespaldas, su
único asistente es McDonald (especie hombre de confianza, un podríamos llamar ‘fontanero’
encarnado por un correctito Warren Vanders)
y ello tenido en cuenta que entonces ya existía
el Servicio Secreto, del que se habla, pero no se existen, como tampoco existe
el ejército USA; Hay un traslado del ‘sospechoso’ del magnicidio que se supone
es custodiado por gente de los malos, pero sin embargo tiene un enfrentamiento violento
contra los malos que quieren matar al ‘sospechoso’. Pero si en realidad ambos
bandos pretendían los mismo!
Destacar la en lo referente
a la puesta en escena la música del maestro argentino Luis Bacalov, que aunque
algo intrusiva, resulta exquisita en sus composiciones melancólicas.
Spoiler:
Del mayor interés
resultan los testimonios de los médicos que atienden a Garfield tras el
atentado. El Dr. Strells de la ciudad informa de dos heridas graves de bala en
la garganta. El Dr. Huntter que acude urgentemente desde el Hospital y que al
principio había ratificado el testimonio de su colega, más tarde oficialmente
estimará que los proyectiles entraron por la base del cráneo. Dos opiniones
completamente dispares, que reproducen aquí el debate balístico sobre el lugar
real desde donde se hicieron los disparos que acabaron con la vida de Kennedy,
que constituyen la base de las sospechas sobre los auténticos inductores del
crimen.
Hay algunos paralelos
menores interesantes entre la historia real y el contenido de “A Bullet for the
President”. En la película, Garfield es asesinado porque un variopinto
colectivo de conspiradores sureños liderados por Pinkerton (Fernando Rey) están
enojados con su agenda a favor de la emancipación y los derechos civiles y
quieren al vicepresidente Chester A. Arthur (José Suárez), a quien podrá
controlar vía chantaje, para tomar su lugar. En realidad, Garfield estaba a
favor de los derechos civiles de los afroamericanos liberados y su asesino en
la vida real, Charles J. Guiteau, quería que el vicepresidente Arthur asumiera
el poder porque creía que Arthur daría posiciones de poder a los miembros de la
minoría del Partido Republicano, y en su mayoría Basado en los estados del sur:
facción incondicional.
Cuando la película se
estrenó a nivel nacional el 18 de diciembre de 1969, Italia ya había
experimentado dos años de protestas políticas en las que los manifestantes
entraron en conflicto con una fuerza policial italiana cada vez más dura.
Además, el atentado de Piazza Fontana en Milán el 12 de diciembre de 1969 marcó
el comienzo de los turbulentos "años de plomo" que durarían hasta
principios de los años ochenta. Con el país acosado por actos terroristas y
paranoia política, una ola de películas policiacas/criminales italianas de principios
de la década de 1970 pronto presentaría escenarios puntiagudos que
repetidamente abordaron una serie de preocupaciones públicas relacionadas con
conspiraciones políticas de alto nivel, actividad terrorista, policías
corruptos, el prensa partidista y su capacidad para difundir información
errónea, complots golpistas de extremistas políticos y agentes del gobierno que
efectuaron encubrimientos que mejor servían a sus propias agendas. A Bullet for
the President presenta proféticamente todos estos elementos y temas, aunque
alegóricamente transpuestos al Spaghetti West. Por lo tanto, la película
parecería tener más que decir sobre Italia en el momento de su estreno que
sobre la historia estadounidense o el asesinato de Kennedy. La película comienza
con el brutal interrogatorio de Donovan y su posterior muerte mientras estaba
bajo custodia es un punto narrativo clave de la trama. La idea de que las
fuerzas del orden podrían estar maltratando a quienes arrestaron fue un tema
candente en Italia en 1969 y se convirtió en un punto de atención especial tras
la muerte bajo custodia del principal sospechoso del atentado con bomba en
Piazza Fontana el 15 de diciembre de 1969. Además, la narrativa de A Bullet for
the President gira en torno a alusiones precisamente al tipo de teorías de
conspiración política que pronto envolverían las investigaciones sobre el
atentado de Piazza Fontana y otros actos terroristas. De hecho, se creía
popularmente que los patrocinadores que ocupaban cargos oficiales poderosos estaban
protegiendo a algunos de los terroristas de Italia usando su influencia para
asegurarse de que sus ataques terroristas fueran culpados por sus oponentes
políticos e ideológicos; Hay referencias a la importancia del periodismo como
elemento altavoz de ‘verdades’, tanto en un sentido de la pureza y en el otro
de la corrupción. En 1967 los periodistas de investigación habían revelado que
un golpe planeado por el general Giovanni de Lorenzo había sido frustrado pero
encubierto por el estado en 1964. Finalmente se dictaminó que el golpe planeado
por De Lorenzo había sido motivado por el deseo de salvaguardar la democracia
italiana, pero los rumores relacionados a más complots golpistas planeados por
partidos políticamente más extremistas que circularon por toda Italia a fines
de la década de 1960 y principios de la de 1970; La lucha fratricida que se
manifiesta en los escenarios de la guerra civil se había vivido en Italia en
varias ocasiones en el pasado del país y estaba presente en el momento
contemporáneo en que la derecha política y la izquierda política estaban
literalmente en guerra unos contra otros en el las calles del país.
Me queda una película
interesante, sobre todo por su idea de origen, que luego suelo es capaz de
desarrollar en modo acción, sin capacidad de ser de reflexión alguna al dártelo
todo masticado. Gloria Ucrania!!!
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