MAMMA ROMA.
Con motivo del 60
aniversario del estreno (31/08/1962) de este film me lo he visto, encontrándome
un sugestivo melodrama italiano escrito y dirigido por el controvertido Pier
Paolo Pasolini (en su segundo largometraje), teniendo como gran protagonista a
Anna Magnani, lo que es algo extraño en el cine del boloñés, pues no solía
utilizar estrellas. En su desarrollo el director hace uso de sus mantras,
desde el marco de una Roma marginal, poblada de personajes outsiders, todo un
despliegue del lumpen (ladrones, prostitutas, proxenetas, puteros, niñatos,…), todos
antipáticos (solo se salva la Mamma Roma), pero nunca los vemos como víctimas,
son supervivientes darwinistas, llevándonos por el extrarradio de la urbe, lares
sombríos, por solares, lugares derruidos, calles desoladas, mercadillos
humildes, edificios miseros. Con ello pretende atacar a las clases burguesas
(que tan bien conocía Pasolini de provenir de ellas), y guardando dardos contra
la Iglesia Católica (como buen ateo el realizador), haciendo paralelismos entre
la vida de esta madre e hijo con la vida de la Virgen María y su hijo, expuesto
en el tramo final cual mártir crucificado.
Película que se puede ver como especie de secuela de la ópera prima de Pasolini, “Accatone”, donde
el protagonista era un macarra encarnado por Franco Citti, aquí también aparece
este actor haciendo un rol similar, pero de secundario, mientras aquí es una
meretriz la encabeza el reparto, ahondando en sus miserias y como tiene la
esperanza de escapar de este sub mundo, en este caso para ser tendera en un
puesto del mercado, y paradójicamente, por un chantaje, debe volver a ejercer
para que su hijo no se entere lo es. Auscultando a través de este personaje la
hipocresía puritana de nuestra sociedad. Mamma Roma es el alias de la
protagonista, de la que nunca conoceremos su nombre real, ella viene a ser por
mor del enfoque ‘pasoliniano’ una alegoría de las madres coraje romanas,
mediante sus desventuras para dar una buena y honrada vida a su retoño, pero el
entorno, las ‘junteras’ y los picores sexuales serán un gran obstáculo en las
pretensiones de respetabilidad de la Mamma. Es un film que baja cada vez que la
Magnani no está en escena, la sub trama del hijo Ettore de 16 años con la joven
promiscua y con sus ‘amigos’, resulta poco estimulante, sobre todo en
comparación con el volcán que es la actriz romana, magnética y carismática en grado
superlativo.
El inicio resulta una
declaración de intenciones. Vemos en la primera escena en un entorno rural, Mamma
Roma lleva varios cerdos amarrados de
correas a una celebración de boda de un proxeneta, Carmine (Franco Citti), los
presenta como "los hermanos de Italia", participa borracha en una
batalla de canciones de llamada y respuesta con la novia y el novio, riendo con
voz ronca, dando una serenata a su rival toscamente simple con "O flor de
mierda..." antes de deslizar su velo. Mamma Roma está radiante y feliz por
haber quedado liberada de su proxeneta (el que se ha casado), y tener ahora
nuevo trabajo vendiendo frutas en un mercado callejero. Tras la boda Mamma Roma
viaja a Roma con su hijo de 16 baños, Ettore (Ettore Garofolo), a residir en un
humilde piso de los suburbios, cuando entran de modo alegre, ella pone un disco
de tango y brinda por su esperanzador futuro bailando con su filio. Su ilusión,
que deposita entusiastamente en su vástago, es poder tener éxito en su nuevo (y
respetable) curro como verdulera. Pero…
Anna Magnani está
sensacional como la Mamma Roma, un torbellino que arrolla en su carisma Y
‘Bigger Than Life’ personalidad, en cada escena anula a los demás, su pasión,
esperanza, e intensidad dramática son radiantes. Madre ultra protectora, y ese
termina siendo su pecado. Ejemplo la escena en que sigue a su retoño por la
calle en la distancia, cuando se da cuenta que lo siguen Mamma se sienta a
horcajadas en un a roca a dar su cátedra maternal; Ettore Garofolo como el hijo
resulta pésimo, sin expresividad alguna, sin aportar carácter; Franco Citti si
aporta dureza a su agrio rol de villano.
La historia tiene en su
núcleo el canto a las Madres que se desviven por sus hijos, a las Madres que se
sacrifican pro darles todo lo posible, a las Madres solteras que deben superar
las adversidades, a las Madres orgullosas y dignas. Ello frente al
individualismo egoísta de la adolescencia, frente a la rebeldía de la
adolescencia, frente la sexualidad latente de la adolescencia, frente ese
primer amor de la adolescencia, frente a la perdida de la inocencia en la
adolescencia, frente a la ociosidad adolescente. Y entre Madre e Hijo se
establece una cuasi relación edípica (esa que luego retrataría marcadamente
Pasolini en “Edipo Rey”), socavada esta por la aparición de Bruna (notable
Silvana Corsini), joven promiscua que embelesa al núbil Ettore, manipulándolo a
su antojo. Mamma Roma ataca esta relación desde el proteccionismo retrógrado,
diciendo de ella ‘Son todas unas putas’, queriendo ella determinar la hoja de
ruta de su ´niño’, pergeñando un plan para ‘desflorarlo’ con una colega suya
meretriz, Biancofiore (simpática Luisa Loiano), también urde un chantaje con la
ayuda de la misma Biancafiore, para que ‘niño’ obtenga un trabajo (tramo
horriblemente filmado, un teatrillo bochornoso). En realidad, conforme escribo
me doy cuenta de lo misógina que es Pasolini, pues para él todas las mujeres
son unas putas o unas aprovechadas sin sentimientos, menos la Madre; Todo para
desembocar en un rush final muy melodramático y un tanto forzado para dar
cabida estética a la imagen sacra que Pasolini quiere, amen de exponer el
torrente emocional del que es capaz la Magnani.
La puesta en escena
destaca en la transmisión de un estado de ánimo pesaroso adecuado, gracias a
los escenarios deprimentes por los que nos movemos. Todo esto ensalzado por la
formidable cinematografía en glorioso b/n de Tonino Delli Colli (“El verdugo” o
“El nombre la rosa”), con fuertes contraste de grises, influida por el
neorrealismo italiano en la luminosidad diurna de exteriores, jugando con
travellings prodigiosos como es el sigue a Mamma Roma en la noche romana
mientras esta avanza y la cámara retrocede, vamos viendo a la Magnani en una
conversación sobre el amor y el destino, mientras van cambiando los
interlocutores de modo fluido (prostitutas o aspirantes a clientes),
desapareciendo unos y cogiendo el relevo otros, sirviendo esto a modo de
alegoría de una mujer intentando huir de algo que no puede, y a la vez presa
del mundo sin rostro definido. También son sugestivos los homenajes a la
pintura sacra, ya desde el inicio donde en la boda se recrea con la mesa
nupcial de invitados a “La última cena” de Da Vinci, y en el tramo final
tenemos la recreación de "Lamentación sobre Cristo muerto" de Andrea Mantegna,
con la cámara siguiendo a un personaje de la misma manera Mantegna representa a
Jesús en la pintura; Asimismo destaca el manejo de la música clásica, con
predominio del veneciano Antonio Vivaldi (Concerto in D Minor y Concerto for
Piccolo, Strings & Continuo in C Major), como contrapunto elegante a la
sordidez de la historia. También está el tema ‘Violino tzigano’ Entonado por la
Magnani, y también cantado este por nuestro Joselito
Falla en lo orgánico, en
la forma de evolucionar, es como si Pasiolini tuviera las escenas en la cabeza,
pero le ha faltado ingenio para saber unirlas, para saber cohesionarlas, esto
repercute en cortes abruptos, donde no sabes
el tiempo que ha pasado entre elipsis.
Spoiler:
Momentos recordables
(aparte de los ya mencionados): La cruda secuencia en que Ettore pasea por el
descampado con Bruna y sus ‘amigos’ se la quitan para ‘estar con ella’ (sexualmente
hablando hoy día sería ‘una manada’), ella se resiste en principio, Ettore se revuelve
contra los cuatro o cinco (no recuerdo bien), uno de ellos se pelea con él y lo
deja malherido en el suelo entonces se van con bruna y ahora la vemos complacida
de irse con ellos, dejando entrever lo pendón que es ella; En el rush final
Ettore con su colega van a robar (como muestra de rebeldía al enterarse del
pasado de su amdre) a ingresados en el hospital, a uno Ettore le roba una
radio, el enfermo se da cuenta y detiene al muchacho, y lo meten en un hospital
penitenciario, no se sabe porque. primero que solo era una radio, y era un
hurto, pues la había cogido sin violencia, me es poco creíble lo enchironen por
esto. Pero luego no entiendo por qué lo meten en un hospital-prisión, me falta información.
Da la sensación de que esto está para que Ettore tenga un encuentro con otros
presos le citan a Dante, dando a entender la caída del muchacho en el Infierno,
ello oyéndose de fondo la balada “Violino Tzigano” (cantada por nuestro
Joselito), acaba por enajenado inmovilizado sobre una cama. La cámara lo filma
de arriba abajo, cual figura de Jesucristo Crucificado, reflejando la (mencionada)
pintura de ‘Lamentación sobre Cristo muerto’ de Mantegna. Dejando como coda a
Mamma Roma que se entera (suponemos pro la rabia de ella que ha muerto, nunca
se dice), su rabia e ira contra el mundo, despedazando su puesto del mercado,
yendo a su piso donde lo destroza, para luego ir a tirarse por la ventana, pero
los amigos que la han seguido se lo impiden, ello mientras tenemos la imagen de
la ventana, un erial urbano, terreno baldío rodeado de edificios mugrientos y
una iglesia.
Film denunciado como
inmoral cuando se estrenó en el Festival de Cine de Venecia en 1962
("Basta de apóstoles del barro", gritaba un cartel), y Pasolini fue
agredido físicamente por un joven neofascista en el estreno de Roma un mes
después. La policía la declaró obscena y eliminó cinco minutos.
Hacia 1962, Pier Paolo
Pasolini –por entonces de apenas 40 años- no sólo era reconocido como uno de
los mejores poetas y novelistas italianos de posguerra sino también como un
realizador consumado, que con su opera prima Accattone, estrenada el año
anterior, había venido a renovar desde los cimientos –como ya lo había hecho
con la literatura- al cine de su país. Pasolini también era por entonces una
piedra de escándalo, vapuleado en los tribunales, víctima de todo tipo de acusaciones
(incluso de robo a mano armada), que apenas si escondían el profundo rechazo
que provocaba su obra no sólo entre la pequeña burguesía romana a la que él
abiertamente detestaba sino también entre los cuadros más ortodoxos y
reaccionarios del Partido Comunista Italiano, del que había sido expulsado “por
indignidad moral y política”, a causa de su homosexualidad. En 1975, el cineasta de 53 años fue asesinado
brutalmente en los suburbios de Roma por un joven de 17 años.
Según apunta el biógrafo
Nico Naldini, Mamma Roma nació de una noticia en las páginas de policiales de
los periódicos romanos de la época que llamó la atención de Pasolini: el caso
de Marcello Elisei, un chico de 18 años muerto en una cama de contención en una
celda de la prisión de Regina Coeli (“Reina del cielo”), en el Trastevere, que
antes había sido un convento. Luego, surgió el encuentro fortuito con quien lo
encarnaría, Ettore Garofolo, un camarero adolescente de una trattoria romana:
“Lo descubrí la otra noche y ha sido tan bello como encontrar el último verso,
el más importante, de una poesía, como encontrar una rima perfecta”, escribió entonces
Pasolini. Y después del rodaje confirmaría esa primera impresión: “Lo vi
exactamente como lo he representado en la película, con una bandeja de fruta en
las manos, como la figura de un cuadro de Caravaggio”.
Ettore Garofolo, el
chico que hace de hijo de la Magnani, era un mozo de bar. Pasolini lo convirtió
en actor, y así lo vimos más adelante haciendo de lumpen en “Feos, sucios y
malos”, “Un burgués pequeño, pequeño” y otros dramas. También un hallazgo de
Pasolini, Franco Citti protagonizó “Accatone”, fue el Carmine de “Mamma Roma” y
terminó haciendo de mafioso en “El padrino” y “El padrino III”. Su hermano
Sergio empezó como asesor de diálogos de Pasolini, siguió como su asistente de
dirección y terminó escribiendo y dirigiendo sus propias obras.
Me queda un buen film
homenaje a las madres, con una Totémica Anna Magnani. Gloria Ucrania!!!
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