viernes, 4 de noviembre de 2022

 


El profesor Aníbal

Epaminondas amaba tanto la verdad que no podía mentir ni en broma.

Maravillosa dramedia húngaro, todo un descubrimiento por mi parte del director Zoltán Fábri, del que no hace mucho comencé a ver su filmografía con las estupendas “Match en el Infierno”, tras ello “Carrusel” y “El Bruto” (No confundir con la de Buñuel). Y he llegado a esta mordaz crítica a los totalitarismos, que con un ingenioso tono de comedia arremete contra lo fácil que es manipular a las masas con unos cuantos slogans manidos, ataca los abusos y opresión para hacer torcerse la verdad, la dignidad, la integridad, ello tenido en el centro a un pobre hombre manoseado por unos y por otros, y que intenta ser firme en sus convicciones, un Don Nadie profesor de latín de la escuela secundaria, Béla Nyúl, ‘preso’ de los vientos de ultraderecha patriotera, un personaje gris invisible que por un ensayo sobre la historia del general Hannibal y las Guerras Púnicas, es tomado en sus conclusiones como un enemigo de la pureza magiar, y pasa de héroe (por salvar de la quema a un pavo real disecado) a villano por mor de los caprichos de aspirantes a reyezuelos fascistas, la Batalla libertad de Expresión vs . Pre-Nazismo. Encarnado de forma magistral por Ernö Szabó, ejemplifica la inanidad y como su quixotesca personalidad puede crea grietas en la sociedad, tiene una evolución formidable, pasando por varios estados de ánimo. Además de dirigir, Fábri guioniza junto a István Gyenes, adaptan la novela satírica “La resurrección de Aníbal” de Ferenc Móra.

 

‘Fábri resucita a Hannibal después de su film “Carrusel”, estrenado ese mismo año 1956, porque, según dice, "a raíz de las convulsiones históricas que viví, me entusiasmó cada vez más el tema de la violencia contra las personas, lo insoportable de la humillación y la vulnerabilidad, y la necesidad de protestar contra ella casi se convirtió en una compulsión en mí". Quizás sea por esta protesta que el director, junto con el periodista István Gyenes y el dramaturgo Péter Szász, reescribieron significativamente la novela corta de Móra y crearon así la figura icónica de Béla Nyúl. El protagonista de Móra era un joven recién casado que miraba el mundo con confiada ironía y tenía en sus manos su destino. Fábri, en cambio, lo torna en profesor de latín, de mediana edad, que se ve atravesado por la política cuando “enfrenta la historia mundial, que la ministra de Cultura ha permitido para el cuarto grado de secundaria”. La película, estrenada en 1956, el mismo año en que tuvo lugar la fallida Revolución Húngara (en la que más de 2 000 civiles perdieron la vida a manos de las autoridades soviéticas y húngaras), podría interpretarse como una representación del creciente descontento de los húngaros con el Régimen comunista. El sistema educativo centralizado, la realidad de un solo partido…*spoiler.

 

La película está ambientada en Budapest durante la década de 1930, cuando Hungría estaba bajo el gobierno fascista del almirante Miklós Horthy. La historia sigue al profesor Nyul, que se traduce como Conejo, un manso e insignificante profesor de latín de secundaria cuyo apodo, el profesor Hannibal, proviene de su obsesión con la leyenda del gran general de Cartago. A través de una extraña secuencia de eventos, Nyul se convierte en el centro de atención del público como un héroe, pero las cosas rápidamente se salen de control de manera incontrolable y pronto los poderes políticos lo ven como una amenaza.

 

Comienza con un incendio en un colegio de secundaria provocado por unos torpes alumnos en clase de química. Para ir dando vueltas y giros constantes, en como el hombre gris es elevado a la fama por su ensayo sobre la muerte del cartaginés Hannibal (afirma no murió de envenenamiento, como se creía, fue víctima de un levantamiento en Cartago), descrita en la primera parte de modo jubiloso con la gente saludándole febrilmente por la calle, mientras vemos al profesor henchirse cual palomo, un orgulloso hombre que tiene su zenit en un delirante tramo cuando sueña con un encuentro en su apartamento con nada menos que con Hannibal. Pero a la mañana siguiente la corriente ha cambiado y lo que era fama ha vira a infamia, cuando unos aprovechados ‘politicuchos’ han querido hacer los paralelismos entre Hungría y Cartago, y ahora su idea sobre el fallecimiento del general cartaginés es vista como propia de un enemigo del pueblo.

 

Fábri compone con cincel puntiagudo un crisol de personajes extremos, como esa historia tangencial de la mujer del tabernero (adorable Noemi Apor) algo ligera de cascos a la que su marido no puede reprimir su sed sexual, mujer esta que siente respeto y afecto por nuestro profesor. Sobre todo, un panorama de seres donde reina la hipocresía y culto a la demagogia. Teniendo puntos álgidos dramáticos intensos, como es el encuentro que tiene con un comité que lo intenta presionar par ase doblegue y cambie su teoría, y como el profesor se mantiene firme ante el hostigamiento, reflejando con fuerza como el totalitarismo quiere homogenizar las opiniones y que ninguna se salga de lo prestablecido por las autoridades, todos borregos sin personalidad propia combativa; Esto mencionado es a las malas, pero luego tenemos el ir a por él a las buenas, o sea intentándole hacer ver los parabienes de rectificar, tendrá un buen y bien remunerado trabajo e incluso mujeres si cojea de esa pata, ello durante una noche ‘húngara’ de fiesta, por mor de su ‘amigo’ Muray (notable Zoltán Greguss), que lo mangonea cual títere; Y tenemos el muy simbólico rush final, sensacional en toda su escenificación en unas ruinas de castillo-fortaleza, como alegoría de las raíces magiares, antes tendremos al profesor yendo allí, donde hay un mitin político fascista donde él es chivo expiatorio, todos los totalitarismos necesitan de enemigos a los que echar las culpas de sus males. El profesor se dirige al lugar cual Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’ con orgullo y seguridad en sí mismo, a pesar de saber que es pim pam pum del ‘akelarre’ fascista. Allí se le acusa de ser agitador comunista, "El maestro está incitando una revolución! El ex prisionero de guerra ruso Béla Nyúl es un agente de Moscú". Lo vemos adentrarse en el mitin por una plaza sin nadie (gran plano gracias a la notable cinematografía de [también edita] Ferenc Szécsényi, con el que Fabri ya había trabajado ese mismo año en “Carrusel”) mostrando su soledad frente a la multitud a la que se aproxima, la intensidad se rasga con un cuchillo, la masa enfervorecida desea lincharlo (spoiler).  Para tener un clímax estremecedor y muy de calado emocional.

 

 

Spoiler:

 

Clímax final: Nyúl asiste al mitin del movimiento gobernante “Töhötöm”, donde Muray, su representante local, pronuncia un discurso en el que fulmina apasionadamente al profesor. Muray había prometido apoyo a Nyúl, pero termina siendo una fuerza líder en difamarlo. La masa lo persigue por las ruinas del lugar de forma que parece un homenaje al cine al slapstick del cine mudo clásico de los Chaplin o Keaton, hasta que Nyúl llega a donde están los líderes con el micro. Muray le recuerda que tiene hijos, lo invita a retractarse. Nyúl coge el micro y retuerce su estudio sobre Anibal para cuadrarlo con el fervor nacionalista concluye con la declaración del turbio líder de que el "Dios de los húngaros aún vive". Tras ello la gente lo rodea y vitorea, Nyúl parece asustado e intenta rehuirlos subiendo por las ruinas, hasta que cae por un alto muro y muriendo. Entiendo en clara metáfora de que al traicionarse a sí mismo el profesor ya es un ser vacío de vida, yendo contra la filosofía de su venerado Epaminondas: ‘Epaminondas amaba tanto la verdad que no podía mentir ni en broma’, dice al principio el profesor a sus alumnos, alumnos que lo observan en este rush final como por miedo cambia sus principios.

 

*… y la renuncia pública e involuntaria de Nyúl apuntan a las realidades de la Hungría anterior a 1945 tanto como funcionan en su colgante comunista: aunque hay algo de retórica explícitamente nacionalista en la película, son los denominadores comunes del extremismo político los más prominentes.’

 

Hay algo fatídico en la forma en que la novela corta de Ferenc Móra fue sofocada por los regímenes. En la década de 1920, a instancias del director del diario a Világ , Móra escribió La resurrección de Aníbal . Sostuvo un espejo torcido de la era Horthy, pero no ocultó su opinión mordaz sobre los prisioneros de guerra soviéticos y la revolución rusa. Satirizó la política nacionalista y la estupidez con tal éxito que el cliente ni siquiera se atrevió a publicar la novela en los años veinte. El editor Géza Feleky enterró el manuscrito tan profundamente en su ático que se pensó perdido durante años. Móra murió en 1934 creyendo que La resurrección de Aníbal nunca se publicaría. El manuscrito salió a la luz unos meses después de la muerte del escritor, por suerte sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, y en 1949 finalmente fue publicado por Magyar Nemzet, drásticamente censurado. Los comunistas estaban contentos con la caricatura del movimiento antirracista Ébredő Magyarok - Töhötöm Szövetség - en el libro, pero eliminaron de la obra los comentarios críticos y/o irónicos sobre los rusos. Este Aníbal mutilado fue adoptado por los editores de libros -la versión sin censura no se publicó hasta 2004 (!)- lo que creó la falsa impresión de que Móra sólo hablaba contra el fascismo y no contra toda opresión. Eso sí, Fábri no podía pasarse por alto: aunque el director de cine también es sólo el tacaño Hannibalt, pero aún veía en él la oportunidad de hablar de los abusos de la era Rákosi, los juicios conceptuales y las masas que se podían encauzar a través de la sátira del fascismo.

 

El maestro Hannibal se filmó en el verano de 1956, en el ambiente abrasador que precedió a la revolución, y se mostró el 18 de octubre de 1956, cinco días antes de su estallido. Por supuesto, el público no iba al cine en aquellos días, sino a derribar una estatua de Stalin en la Plaza de Armas, por lo que la película de Fábri se perdió. Fue solo después de que ganó el premio principal en el Festival de Cine de Karlovy Vary en el verano de 1957 que regresó a los cines, donde finalmente fue vista por un millón y medio de personas.

 

Decir la verdad era tan importante para Fábri que también cambió el final de la novela corta. El protagonista de Móra incluso pone astutamente a los matones enojados de su lado cuando habla en su reunión, pero Fábri se humilla para salvar su vida. "La raíz de Cartago era la pureza de la raza, y aferrándose a esta raíz, Aníbal escribió en el cielo de la historia con letras llameantes: el Dios de los húngaros aún vive!" - repite la consigna política Nyúl en la asamblea de rendición de cuentas, que sus alumnos observan con tristeza. En la escuela, les habló con entusiasmo sobre el estadista tebano Epameinóndas, quien "se tomaba la verdad tan en serio que ni siquiera mentía en broma". A los ojos de Fábri, esta es la razón por la que Nyúl debe morir: "La existencia intelectual se arruina si el intelectual ya no dice la verdad", escribe József Marx en su monografía sobre Fábri.

 

En 2000, fue elegida por la crítica como una de las 12 de Budapest, como una de las 12 mejores películas húngaras del siglo XX.

 

Me queda un muy notable film, de los que recordaré con una mueca de satisfacción. Gloria Ucrania!!!

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