martes, 1 de noviembre de 2022

 


Elvis


353/30(29/10/22) Aparatoso y caótico biopic dedicado a la figura del Rey del Rock, Elvis Presley. Tenía puestas muchas esperanzas en esta película, pues el mundo de los cinéfilos se dividen entre los que gustan del cine del aussie Baz Luhrmann y los que lo detestan, yo me cuento entre los primeros pues me ha gustado todo su cine, desde su primera película hace 30 años con “El Amor está en el aire”, su electrizante versión pop-moderna de Romeo & Julieta, su vigoroso musical “Moulin Rouge”, su muy entusiasta homenaje a su país “Australia”, o su jubilosa recreación de “El Gran Gatsby”, su despliegue visual y auditivo me resultaban muy bien engarzadas con las historias, al servicio de la narración. Pero aquí todo este tsunami sensorial me han sido un desbarajuste que ha lastrado la historia, hasta serme una fallida propuesta que nunca llega a rascar en la superficie del mito Elvis.

 

Dirige este drama musical el mencionado Luhrmann, coescribió el guión con Sam Bromell, Craig Pearce y Jeremy Doner, sigue la vida del ícono del rock and roll, cantante y actor Elvis Presley, abarca a lo largo de su vida poniendo el foco en dos etapas clave: el inicio de su carrera en 1955, su escalada al éxito, sus problemas con el puritanismo (debido a sus espasmódicos movimientos de pelvis), hasta su partida al servicio militar en Alemania en 1960 (se dice empujado por el Coronel, para se calme la opinión pública conservadora) y su regreso con gloria, en 1968, gracias a un clásico especial para televisión y su posterior estadía –más larga que la planeada– haciendo su show en vivo en Las Vegas.

 

Pero de forma incomprensible se hace desde la perspectiva de su manager (mientras se encuentra en su lecho de muerte en 1997 tras sufrir un derrame cerebral), el controvertido coronel Tom Parker (“Soy el legendario coronel Tom Parker”, comienza diciendo, que ni era coronel, ni se llamaba Tom Parker), esto hace flaco favor al vampirizado cantante, que en vida fue vampirizado por su representante, y ahora, en la mayor superproducción fílmica que se ha hecho sobre él, también es opacado por este artero tipo. Con esto ya empezamos mal, pero es que encima este rol es encarnado por un caricaturesco Tom Hanks, que seguramente, queriendo hacer un papel alejado de sus clásicos papeles de hombre bueno, aquí resulta penoso, guiñolesco, e incluso irritante, especie de parodia del villano Zidler de “Moulin Rouge”, un bufón que parece maquillado por su peor enemigo, con una nariz protésica que le hace parecer un cruce entre Pingüino y Cyrano, con una barriga que le asoma el cojín por la cintura, una recreación grotesca y tosca. Tiene más éxito Austin Butler en el papel principal (Butler ganó el papel, después de impresionar a Luhrmann con una cinta de audición de sí mismo cantando "Unchained Melody", que precisamente es la coda de la película), da lustre mimetizando al legendario artista de Tupelo, le embiste con sus movimientos, sus bailes, su pose, su expresividad, lástima que sea para un guion que le hace parecer un bosquejo sin hondura dramática. 

 

Como Elvis, Butler es bastante fenomenal; interpretando al cantante desde su adolescencia hasta sus últimos días, cantando, bailando, engordando (brevemente) y todo lo demás, no hay grietas en su interpretación (no sé cuántas de las interpretaciones vocales fueron suyas, y no t especialmente cuidado). Si como actor exuda un poco más de peligro, al menos según los estándares de la estética contemporánea, que el verdadero Elvis, se siente como la elección correcta para un cineasta incapaz de sutileza. Pero en términos de profundidad e identidad del personaje, Butler navega por una delgada línea de telaraña entre la ruidosa maquinaria de Luhrmann. Luhrmann reveló que cuando Elvis canta en la película, es la voz de Butler la que se usa cuando es joven, mientras que la voz real de Elvis se usa cuando es mayor. Sin embargo, más tarde se reveló que la voz de Butler se mezcló con la de Elvis cuando era mayor.

 

Para algunos el villano de la película, para otros la verdadera mente maestra detrás del éxito, para algunos un explotador que se quedaba en con el 50% de los ingresos y culpable de su deterioro físico y artístico, para otros el creador del show-business moderno en cuanto a marketing, merchandising, organización de giras, etc,

Austin Butler captura de manera extraordinaria al Presley escénico, especialmente en su etapa de 1968 en adelante, imitando a la perfección lo que se puede ver en el Especial de NBC o en el excelente documental ELVIS: THAT’S THE WAY IT IS que aquí por momentos se muestra y se cita hasta en su estilo de montaje.

El destino y los genes hicieron que Austin Butler fuera perfecto para el trabajo de Elvis. Se ve, gruñe, golpea y muele como el verdadero negocio. El pelo, los ojos y la actitud están ahí, aunque Luhrmann, el Phil Spector de la industria del cine, parece utilizar a Butler más como modelo de GQ que como actor en su “muro de realización cinematográfica”.

 

Es una cinta que se queda en lo esquemático, en lo consabido, en lo manido, en situaciones rancias como la discusión entre Priscilla y Elvis cuando esta lo abandona, tirando de tópicos ajados. Dura 160 minutos, y sin embargo nunca sabremos nada del titular, solo tira de lo consabido, todo discurre a toda velocidad, y nunca hay tiempo para conocer a Elvis, que lo motivaba, cual era su proceso creativo, llegamos al tramo final y saltamos por lo conflictivo de forma apresurada, en lo que es una especie de hagiografía del mito frente al Demonio Coronel Parker, chivo expiatorio de todos sus males, Elvis era un ser de luz que ensombrecía este malo malísimo, y tampoco era eso, era un Tótem de la música, pero seguro no tenía sus falencias, como por ejemplo su miopía al dejarse mangonear por su manager, no entiendo por que esa sumisión a este tipo viscoso, y esto no se explica.

 

Es una película que discurre con brío, una ópera rock suntuosa, arrollando en su ritmo adrenalínico, con los clásicos recursos estéticos y musicales, con infinitos cortes, con movimientos de cámara trepidantes, con estilo videoclipero, con todo lo bueno y mucho malo (en este caso) que ello conlleva, una montaña rusa que no da descanso, acelera y nunca es capaz de serenarse un poquito, provocando confusión y desconcierto en las elipsis de saltos temporales, para dar algo más que apuntes a pie de página adornado por populares temas musicales.

 

Tenemos un arranque fulgurante homenajeando los comics Marvel que tanto adoraba en su juventud Elvis, narrando su niñez a modo de flash, y mostrando como de buenas a primeras queda fascinado en su nuevo barrio de Memphis en el que se instala con sus padres, por la música negra. Como el Coronel lo descubre tras escucharlo cantando "That's All Right", y viendo el fervor erótico del público ante sus movimientos el ‘trilero’ ve una mina de oro por explotar, aunque para ello deba marginar a su ‘estrella’ Hank Snow. Y con ello Elvis, sin querer vende su alma al Diablo, atándose por el retorcido Col. Parker.

 

Luego seguimos el meteórico ascenso al Olimpo de Elvis, sus fulgentes apariciones en programas tv, pero nunca seguimos esto como algo gradual, si no que se da de forma atropellada, lo vemos pasar de su casita en Memphis a la famosa mansión Graceland, sin sentirse de modo orgánico, más bien parecen viñetas donde nos han hurtado las intermedias. Tenemos su embrujo por la música afro rhythm & blues y el gospel, a través de su amistad con BB King. Sentimos la hostilidad puritana reflejada en el senador segregacionista demócrata del sur de Mississippi, James Eastland. Vemos sus problemas con la censura mojigata, saltamos a su servicio militar a Alemania (en 1958, no fue voluntario como se dice aquí, fue reclutado), esto visto a modo supersónico, solo visible por una charla juvenil con Priscilla (Olivia DeJonge) en su dormitorio, todo muy casto, pero se pasa por alto que ella tenía 14 núbiles añitos (hija de un militar también en Germania), frente a los 24 del artista, esto se obvia, pues iría contra el retrato cuasi-beatífico de Elvis. Volvemos a USA y todo continua similar, hay unos pinitos en Hollywood pasados en forma (de nuevo) flash, donde entierra sus esperanzas de ser un nuevo James Dean con películas bochornosas (eso lo digo yo), pues nie el nombre de una aparece en este biopic. Tiene su importancia minutal en un especial Comeback Special de 1968 que se relata de forma inverosímil, y muy bizarra, como muestra de la rebeldía de Elvis, esto se repite varias veces cual pataleta de un bebe que no quiere tomarse la papilla. Pasando incomprensiblemente por un apunte a pie de página sobre la primera retransmisión vía satélite de la historia de un concierto como fue el "Aloha from Hawaii" de 1973. Se nos dice las ansias de hacer una gira mundial de Elvis, y como el Col. Se lo chafa con la excusa de la seguridad, esto según cuentas, hace que Elvis se vuelva un paranoico de las armas. Parker consigue enjaularlo en una cárcel de oro en un hotel de las Vegas, donde la monotonía y el cansancio de estar todas las noches sobre el escenario hace que caiga en las pastillas para el dolor y el cansancio, y aquí volvemos a vere a Parker como una sanguijuela succionando la sangre de Elvis una y otra vez. Llegamos a su decadencia física y esto es abordado de forma sintética, no se le da la trascendencia dramática, se da en base unas pocas y rápidas set-pieces y ya estamos ante su trágica muerte a los 42 años. Demasiado metraje para lo escasamente (es decir mucho) que se profundiza en el titular.

 

Hay una especie de ansia por hacernos ver a un Elvis comprometido con la política en su país, para ello salpican la película con tres magnicidios donde Elvis se siente muy apenado a cada crimen, los de JFK, su hermano RFK y MLK, cuando nunca se le vio comprometerse con ninguna causa de los Derechos Civiles, esto es tergiversar la verdad, cuando en realidad al único presidente que visitó fue Richard Nixon, al que admiraba el cantante, esto de pasarlo por alto es claramente para limar asperezas se elimina de la película.

 

Tenemos el apartado musical y hay Luhrmann juega en terreno propio, con una mano de póker sobre póker, tirando del repertorio Elvis, al que Auistin Butler mimetiza con soltura )incluso su mechón de pelo cae del mismo modo sobre su rostro), ayudado por la excelente ambientación (obra de la esposa de Luhrmann, Catherine Martin, en el diseño de producción y vestuario; la jubilosa cineamtografía de Mandy Walker; y los efectos visuales supervisados por Thomas Wood), escuchándose los mega-éxitos como "Hound Dog", mientras mueve las caderas de modo epilético volviendo locas a las féminas, baladas románticas como "Love Me Tender", rock del bueno con "Jailhouse Rock", sus ctuaciones en Las Vegas con “Suspiccious Minds” o “Polk Salad Annie”. Pero me sobran los excesos ‘luhrmannianos’ en sus ansias de meter mano y modernizarlo todo, en realidad en este caso lo canibaliza, si haces una película sobre Elvis es una herejía hacer remixes, mash-ups o meter hip hop, en “Moulin Rouge” quedaba bien, pues no era nada individualizada sobre alguien real músico, aquí es chirriante.

 

Spoiler:

 

La despedida "en directo" en Las Vegas de Elvis con el Coronel Parker jamás sucedió.

 

Los problemas de comportamiento y la adicción a los medicamentos recetados de Presley lo superan, y Priscilla, abatida, se divorcia de él en 1973 y se lleva a su hija Lisa Marie con ella. Presley continúa con un riguroso programa de espectáculos que lo deja cada vez más exhausto. Poco antes de su muerte en 1977, Presley le expresa su mayor temor a Priscilla: nadie lo recordará después de que se haya ido. En uno de sus últimos espectáculos, Presley, ahora hinchado y pálido, canta "Unchained Melody" y termina la actuación con un estruendoso aplauso. Al terminar su recolección, el coronel Tom Parker muere, empobrecido y solo, mientras que Elvis Presley es querido en todo el mundo y es el solista más vendido de la historia.

 

Film que ha sido éxito de taquilla, recaudó $ 286 millones en todo el mundo con su presupuesto de $ 85 millones y se convirtió en la segunda película biográfica musical más taquillera de todos los tiempos detrás de Bohemian Rhapsody (2018) y cuarta película más taquillera producida en Australia.

 

Me esperaré a la película, pues este producto me ha sido el tráiler más largo de la historia (ataque de cinismo). Elvis merece un buen film a la altura de su mítica figura, este no lo es. Gloria Ucrania!!!

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