EL PLACER.
La felicidad No es alegre.
.Con motivo del 70 aniversario del estreno de este film (14/02/1952), me lo he visto, que era (tras lo visto) un lunar en mi cinefilia. Y me he encontrado una deliciosa dramedia francesa, muy adelantada a su tiempo, y muy valiente en el tratamiento de los adultos temas, una exploración incisiva sobre el título. Fue la antepenúltima dirección y guión del germano Max Ophüls, que adapta de modo estupendo tres cuentos del normando Guy de Maupassant: "Le Masque" (1889), "La Maison Tellier" (1881), y "Le Modèle" (1883), siendo la segunda la que se lleva la mayor parte del metraje, y las restantes son especie de ‘sujetalibros’ (hubo un cuarto relato, “La Femme de Paul”, pero primero por falta de presupuesto, y al cambiar los productores, estos la censuraron, pues traba el tema tabú del lesbianismo). Pertenece a un grupo de películas que fueron filmadas por Ophüls tras la WWII y su regreso a Francia, entre las que se encontraban además “La Ronde”, “Madame de...” y “Lola Montes”, siendo sus últimas obras como director. Obra imbuida de un sentido poético epicúreo, apoyado en una labor de cámara (hubo dos DP, Philippe Agostini & Christian Matras) sensacional en sus juegos dramáticos de filmación, con una composición de personajes muy humanos y cercanos, enfrascados en situaciones que se mueven con gran equilibrio entre el lirismo, el humor y el drama. Expone la debilidad de la carne, la difusa línea que separan los deseos sexuales del amor de corazón, nos habla de que no siempre la felicidad es alegre. Todo ello con un narrador omnisciente (y testigo ocular) nos guía por los tres relatos, que auscultan nuestra condición natural de buscar el placer, y como puede ser al fugaz.
Tres historias de las que dejan huella por su fuerza,
por los sentimientos que proyectan, en la primera nos hablan de aquello del
paso lapidario del tiempo y cómo afecta a un antaño galán mujeriego y adúltero
consentido; en la segunda confronta el placer de la carne con el de la pureza
religiosa, ello con enormes dosis de reflejar el choque entre lo rural como
algo puro y las muchachas de ciudad como algo con vicios; y la tercera ahonda
en el amor y sus veleidades, lo complicado que es amar y la frágil línea que se
cruza cuando el tiempo pasa y caemos en el tedio que desgarra parejas.
Tres historias colocadas no al azar su cronología, puyes
se puede ver una progresión clara de la mujer en cada segmento. Desde la primera esposa sumisa e infeliz
pareja de un lujurioso tipo, que acepta de buen grado que sea u n promiscuo
adúltero; la segunda exposición de la mujer es como un grupo de ellas que son
un bien social para contener la testosterona de los machos del pueblo, donde la
sororidad es la nota predominante, y donde el hombre está a merced de ellas; Y
en la tercera es alguien que por amor es capaz de ir lo hasta el final en su
demostración de que nada le importa más que ser amada.
Obra de una brillantez visual sibarita gracias sobre
todo a la maestría de los encargados de la cinematografía en glorioso b/n de Philippe
Agostini (“Rififi”) & Christian Matras (“La Gran Ilusión”), creando
sensaciones emocionales en el espectador con su infinidad de recursos de
movimientos de cámara desde planos-secuencia virtuosos, travellings
prodigiosos, filmaciones voyeur a través de ventanas, tras columnas, tras árboles,
sobre reflejos rotos, giros danzando cual los personajes, con acciones en
segundo plano, y todo con un sentido orgánico para hacer sentir.
El film se inicia con un fundido a negro, y oímos la
voz de Jean Servais dirigiéndose al público, ejerciendo de alter ego de Maupassant.
Narrador en off que dará prólogo a los bloques, así como servirá de coda.
Él primer segmento es “La Máscara”: Un aparente joven
dandi (Jean Galland) enmascarado va a un salón de baile adornado, donde
encuentra a una mujer joven para que sea su pareja de baile. Cuando se desmaya
por el esfuerzo, se llama a un médico (Claude Dauphin), y lo llevan a su casa,
un humilde piso donde está su esposa (Gaby Morland); Este relato se inicia de
modo electrizante con la llegada de un tipo al baile, su energía y vitalidad
sin contagiosos, sus movimientos, incluso frenesí al bailar son apoteósicos, la
cámara se funde con él hasta hacer al espectador el propio danzarín, con esos
giros de cámara al compás del protagonista, emitiendo un éxtasis cuasi-sexual, es
la visión del Placer de la vida, del disfrute de la fiesta. Ello hasta que
llega el colapso y nos enteramos de la historia tras la máscara. Este tránsito
de la idealización de la Felicidad en el baile al contraste de la realidad en
el apartamentucho modesto es simbolizado con esa carreta que lo lleva a través
de la niebla, cual viaje lóbrego de los Sueños a la cruda realidad. Y nos enteramos
que el danzarín es alguien mayor que intenta recuperar lo imposible, volver a
la juventud. Tras la tersa piel (falsa) de la máscara, las arrugas de los
lapidarios años. Y todo esto nos es narrado por su abnegada esposa de modo
comprensivo.
La Maison Tellier: Julia Tellier (Madeleine Renaud), la
señora muy respetada de un burdel de un pueblo pequeño, lleva a sus ‘niñas’ de viaje
al pueblo de su hermano Joseph (Jean Gabin) para asistir a la Primera Comunión
de su sobrina Constance (Jocelyne Jany). Sus clientes habituales se sorprenden
cuando descubren que el burdel está cerrado sin explicación ese sábado por la
noche; La introducción en la historia es de una sutilidad sibarita en como la
cámara se hace la ‘mirona’ y ‘espía’ la casa de lenocinio, ello a través de
puertas que se abren, por las ventanas, ascendiendo a otras plantas de modo
fluido para seguir mironeando por los cristales, ello con gran sentido
armónico, exponiendo un submundo de hombres necesitados de lo que no les dan en
sus casas. Necesitados de soltar testosterona y adrenalina sexual, si no, puede
pasar lo que ocurre cuando falta esta labor social del burdel y los ‘machos’ caen
en la pendencia violenta ante su ausencia, ello en divertidísima escena del
encuentro de estos hombres reunidos ante el cierre de la casa. Esto es la
primera parte dedicada a los varones; En la segunda, nos acercamos a conocer a
estas mujeres que se dedican a esta profesión, ello en una ‘vacaciones’,
primero las vemos en un jocoso tramo en un vagón de tren con la irrupción de un
pícaro vendedor de ligas, serán meretrices, pero tienen su orgullo; Y las vemos
llegar al pueblo rural (lo hacen en un bucólico viaje en carroza campestre),
reflejo de la pureza espiritual, el placer de la Carne vs Placer del Alma.
Donde se podrá en contraste la vida disoluta de estas mujeres en su trabajo de
índole carnal, frente al centro de lo que allí sucederá, una celebración de
Primera Comunión. Las mujeres se sentirán en un viaje a su niñez, a la candidez
de un mundo por descubrir, ello maravillosamente reflejado en la ceremonia en
la Iglesia, filmada la secuencia con un gusto místico epidérmico, con barridos
sentidos sobre los rostros de las emocionadas (hasta las lágrimas) mujeres; Y
luego tenemos la sub trama de Joseph, inmerso en un matrimonio (con el rol
encarnado por Héléna Manson) ajado, macilento, infeliz, y se encapricha de la
hermosa meretriz Rosa (Danielle Darrieux), se siente atraído por su simpatía, y
tras haber bebido en la fiesta caen las máscaras auto impuestas; En el rush
final tenemos una ya referida escena de un encanto exquisito cuando vemos a las
mujeres desplegadas por el campo recogiendo flores en un plano que es un cuadro
precioso; Y tenemos la vuelta de las chicas a su ‘curro’ y con ello de la
normalidad al pueblo portuario, reflejado en ese mensaje nocturno que le llega
a un empresario naviero a su hogar familiar, y este deja la cena ipso facto con
excusa de trabajo. Y en realidad lo seguimos y va al burdel, siempre con la
cámara fuera, lo vemos saludar a las mujeres y a los hombres que frecuentan el
lugar; Una exuberante humanización de las prostitutas, otorgándoles corazón y
sentimientos, así como el sentido de la sororidad.
Le Modèle: Un pintor se enamora de su modelo. Las cosas
son idílicas al principio, pero después de vivir juntos por un tiempo,
comienzan a pelearse constantemente. Finalmente, se muda con su amigo.
Eventualmente lo encuentra, pero él no quiere tener más nada con ella.
El último cuento es un colofón tan crudo que casi
provoca temblores. Esa pareja de enamorados que degenera tristemente es tan
actual como los vecinos de nuestra casa de enfrente. El placer inicial se
convierte en rayos y demonios, y en un grillete tan aparatoso como un peso
muerto;
Es una exposición de la travesía del amor, de la pasión
y flechazo inicial, al cansancio vital y grietas del roce diario como va
minando el antaño amor puro, ello magníficamente exhibido en esa toma fuera de
plano en que vemos que tras una discusión el espejo se rompe y el reflejo de la
pareja es cuarteado por los pedazos de cristal; Ello narrado con enorme fluidez
narrativa, emitiendo ese amor descarnado, donde el siguiente paso para
demostrarlo es el sacrificio. Esto mostrado en una vigorosa secuencia
subjetiva, acabando con un epílogo donde al sacrificio de ella se suma el de
él, quedando ese punzante comentario final, ‘La Felicidad no es alegre’; Cuenta
como el Placer del Amor puede llegar a esclavizarnos; Jean Servais, aún actúa
como la voz de Guy de Maupassant, dice prestará esa voz a un personaje dentro
de la historia, amigo de Jean testigo de la relación enfermiza del pintor.
Servais en la pantalla por primera vez, como este personaje, contando su
historia para otro amigo. narrador se convierte en participante.
Spoiler:
“La máscara”, final: ‘Descubrimos la máscara de dandy
oculta su apariencia envejecida. El médico lleva al anciano a casa de su
paciente esposa. Ella explica que su esposo Ambroise solía atraer a las damas
que frecuentaban la peluquería donde trabajaba, pero en el espacio de dos años
perdió su apariencia. Sale disfrazado en un intento de recuperar su juventud. El anciano
enmascarado del primer cuento persigue patéticamente una juventud que ya se le
escapó, resistiéndose a los zarpazos de la vejez que le arrebatan su planta y
sus energías de petimetre seductor.’
“La Maison Tellier”, final: ‘Antes de marcharse, el
travieso Joseph se encariña con Rosa, pero su hermana rápidamente le advierte
que no puede permitirse enamorarse de ella. Finalmente, la vida en la ciudad de
provincias vuelve a la normalidad cuando, para deleite de todos, la señora
Tellier reabre su popular burdel.
“La modele”, final: El pintor ignora la amenaza de la
modelo de saltar por una ventana, incluso cínicamente le indica de donde puede lanzarse,
entonces la cámara se coloca en primer apersona de ella y la seguimos en
subjetivo subiendo con brío y decisión las escaleras, abre la ventana y se
lanza, mientras de fondo escuchamos al pintor gritar, la cámara (o sea, ella)
revienta contra una cristalera-techo. Lo siguiente que vemos es al pintor
empujar una silla de ruedas con la modelo en ella, lo hace por una playa
desierta con varias sillas vacías colocadas en un claro simbolismo (que cada
cual saque sus conclusiones).
Historia descartada, “La Femme de Paul”: Originalmente,
la tercera historia considerada para el rodaje fue la Femme de Paul, la cual
obtuvo la aprobación de la compañía de producción. Para esta historia se
contrató a Daniel Gélin y Simone Simon, y se construyó un escenario de rodaje
en la orilla de un río. Sin embargo, por razones financieras, la compañía
productora se quedó sin dinero y canceló la producción. Más adelante una nueva
compañía intervino en la producción, la cual vetó rápidamente esta historia, ya
que nunca habría superado a los censores estadounidenses. Por ello, Ophuls tuvo
que reescribir el guion de tal forma que no alterase la estructura de la obra,
y en la que tuviesen cabida Gélin y Simon, que estaban bajo contrato, eligiendo
finalmente adaptar el relato de Le Modèle.
El componente central de la película, La Maison
Tellier, filmada en su mayor parte en el bocage Virois, región natural de
Francia. En 1951, Jean Valère, asistente de Ophüls, contactó con Eugène
Lengliné, recién elegido alcalde de Pontécoulant, buscando varios lugares para
filmar las escenas dentro de esta región, los cuales serían una granja, un
campo en pendiente, una estación de tren y una iglesia en el pueblo. El alcalde
se encargó de buscar las localizaciones para la película y facilitó a Ophüls
las comunas de Pontécoulant, La Chapelle-Engerbold, Saint-Germain-du-Crioult y
Cahan. Para el rodaje de la comunión, no se permitió que se rodase dentro de la
iglesia de La Chapelle-Engerbold, cuyo interior tuvo que ser reconstruido
posteriormente en un estudio; En cuanto a los segmentos de La masque y La
modèle, fueron rodados en Paris, concretamente en la Escuela de Bellas Artes y
en platós de Franstudio (Joinville-le-Pont), Studios Eclair (Épinay-sur-Seine)
y Studios Boulogne-Billancourt.6
Todo un hallazgo para mi cinefilia
este lunar que tenía. Gloria Ucrania!!!
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