LA NUEVA LEYENDA
DEL GRAN JUDO.
Tercer film del maestro
japonés Akira Kurosawa, un encargo estatal como propaganda patriótica, para
intentar levantar la moral de la nación nipona que se descomponía en los
estertores de la WWII, frente a unos Estados Unidos a las puertas del Imperio
del Sol Naciente. Tras el éxito de la primera parte (“La gran leyenda del judo”,
1943) de las aventuras del héroe judoca Sanshiro Sugata se le conminó a dirigir
la segunda parte (con el mismo reparto), donde debía incluir más elementos de
ensalzamiento del orgullo y dignidad japonesa, siendo el buque insignia el protagonista,
guardián de las esencias japonesas, de sus ancestrales tradiciones, de la
pureza de la cultura, frente a él los antiestadounidenses, siendo reflejados
estos como superficiales bravucones, hedonistas y arrogantes, caricaturescos, notándose
que a Kurosawa esto le estorba, lo referente a tener que meter con calzador el
panfleto antiyanki, y lo demuestra en las peleas del boxeador estadounidense
frente a los judocas nipones, un esperpento ridículo. Escrita y dirigida por
él, basándose en la novela de Tsuneo Tomita, se le nota poco incisivo en la
historia, declaró que no se sentía comprometido con el film, no estaba
interesado en realizarla, pero a la vez denota que está en ciernes el gran
genio que es, con detalles estilísticos notables, con momentos muy apreciables,
como algunos intensos diálogos, algunas hermosas elipsis, o la bella pelea
final sobre el monte nevado.
Yokohama 1887, Sugata
Sanshiro (Susumu Fujita) continúa siendo un hombre de grandes principios, sigue militando en el
dojo capitaneado por Shogoro Yano (Denjiro
Ookouchi). No tolera la injusticia, no
acepta que el fuerte abuse del débil, cree que las artes marciales deben
preservarse para servir, únicamente al deporte y a la defensa personal, y se
opone a que, el mercenario boxeo americano liderado por el campeón William
Lister (Roy James), penetre en su patria porque considera que esto lesiona la
ética deportiva. Entre medias Sugata se verá envuelto en una disputa con los
hermanos, Tesshin (Ryunosuke Tsukigata) y el desequilibrado mental Genzaburo
(Akitake Kono), de su gran enemigo
Gennosuke Higaki (Ryunosuke Tsukigata,
haciendo el doble papel, en este con peinado diferente), al que derrotó y deja malherido en la primera parte, estos son los
representantes de la kárate frente al judo que defiende Sugata.
Entretenido film, que además
sirve como ejercicio antropológico para entrar en los inicios de uno de los
grandes realizadores del séptimo arte, uno de los que está en el Olimpo de los
elegidos, dista de ser notable, pero deja destellos de su finura y elegancia,
en lo que es un delicioso canto a la dignidad, a la amistad, a la lealtad, a la
conservación de las tradiciones para no olvidar nuestro pasado, ello como bastión
brújula moral, dejando poso de sensibilidad en muchos momentos, aunque lastrado
por una subtrama simplona y aguiñolada, tanto que parece una parodia
desprovista de gracia, coronada esta por los bufos combates. La cinta está
partida en dos paralelas subtramas, la que concierne a las tensiones con los
estadounidenses, simbolizada en el altanero púgil William Lister, especie de
alegoría de todo lo tóxico y decadente de los USA, mancillador salvaje del
espiritual arte del judo, esta parte es el susodicho folletín propagandístico;
La otra es donde AK pone más empeño en dar vida e intensidad emocional, es la
referente a la prole del enemigo derrotado en la primera parte, Gennosuke, cuando
es desafiado por Tesshin a duelo a muerte, ello en un increscendo planteado de
modo emocional, con la rabia de este expuesta en la locura de su hermano Genzaburo,
esta demencia por la humillación causada por el derrotado.
El núcleo del relato es la travesía
existencial que debe continuar Sanshiro en pos de alcanzar la sabiduría plena, en este
caso con el hilo conductor del judo, para ello deberá combatir sus dudas, sus
fantasmas internos, deberá torces (que no romper) las reglas por las que se
ciñe, los dilemas morales sobre cómo afrontar los remordimientos por la
violencia causada, los nuevos retos y provocaciones, y como para impulsarse a un nivel superior primero
debe caer al fondo (romper las reglas del dojo), a partir de aquí y con la
ayuda de su mentor remontar el vuelo, encontrar las respuestas a sus
divagaciones, y en su odisea seguir siendo digno y honorable.
En esta secuela el humor presente en la primera queda
anulado, no hay personajes divertidos, todo con anhelos más intensos, pero no resintiéndose
el ritmo, bastante fluido, con apenas 80 minutos, no hay lugar para el tedio.
Tampoco en esta parte se dedica mucho tiempo al romance al romance entre
nuestro héroe Sanshiro y la señorita Sayo, apenas un esbozo de lo bien que se
expuso en la primera.
Susumu Fujita exhibe más
tablas que en la primera, se encuentra más en simbiosis con el rol, desplegando
carisma como el héroe en coinstante crecimiento, exhibiendo dudas y a la vez
determinación en sus decisiones, sabe mostrar buena gama de sentimientos, con
ese toque tan de los protagonistas de Kurosawa de rascarse la cabeza, buena
labor. Denjiro Okochi como el maestro Yano, sabe del potencial de Sanshiro y le
alienta y muestra el rumbo en sus dubitaciones, un gurú con aura regia, muy
bueno, basado su rol en el fundador del judo (en 1882) Jigorō Kanō, que fusionó varias escuelas
antiguas de combate cuerpo a cuerpo japonés. Ryunosuke
Tsukigata está en un doble papel, el enfermo Gennosuke, a quien cuidado Sanshiro,
da muy bien con la mirada de ternura hacia el hombre que le humilló, y también encarna
a su hermano Tesshin Higaki, expone ira
contenida y latente a punto de estallar, correcto. Akitake Kono encarna al
demente Genzaburo, rol salido del teatro tradicional japonés Noh (donde reina
el histrionismo), lleva rama de bambú, símbolo
tradicional de locura, pelo largo lacio que le cubre los ojos, de movimientos cuasi-zombies,
con ataques de rabia incontenida, epiléptico que sufre ataques violentos. Yukiko Todoroki como Sayo, chica que ama sin exigir nada a Sanshiro,
cumple en su escaso tiempo en pantalla, con una mirada dulce y enternecedora.
La puesta en escena resulta
buena, recreando el diseño de producción de Kazuo kubo (“Humanidad y globos de
papel” o “Un domingo maravilloso”), en los Estudios Toho en Tokio con realismo
el Yokohama de finales del SXIX, como el espectáculo de combate de boxeo en la
embajada USA, aunque lo más destacado es el escenario para el duelo final en la
ladera cubierta de nieve y coincide con tremenda belleza
natural, filmado con nieve real con
los pies descalzos, esto enaltecido por la notable fotografía de Takeo Itô (“Los hombres que caminan sobre la
cola del tigre” o “El ángel ebrio”), que con los consejos de Kurosawa completa
una labor destacable que sobresale en la brillante pelea final en la montaña.
Spoiler:

Momentos recordables: Las primeras
palabras que se escuchan están en Inglés, un marinero americano enojado le
reclama a su desafortunado conductor de rickshaw por ir demasiado rápido, y
parece que el niño lo entiende mal diciendo que no va lo suficientemente rápido,
el conductor se agota rápidamente, los ánimos se caldean y el marinero sufre la
violencia de un cruento americano (propaganda sobre el salvajismo yanki), de
repente aparece una fuerte mano se extiende y agarra el puño del agresor antes
de que pueda atacar de nuevo, es Sanshiro, dispuesto a poner fin a esta
crueldad sin sentido, descripción de la personalidad de nuestro héroe
defendiendo a los débiles frente a los abusones; El fenomenal trabajo de
montaje elíptico (de un sin acreditar Akira Kurosawa), cuando un alumno de
Sanshiro vemos como toma experiencia a través de cómo se inclina continuamente delante de su maestro, testigos de la transición de novato
ingenuo estudiante, como cada vez se le ve más suelto y menos nervioso,
maravilloso, en cierto modo similar a como Kurosawa muestra el romance de
Sanshiro con Sayo en la primera parte, en una escalera a un templo; El combate
entre un judoca y el campeón de boxeo americano, espectáculo que observa horrorizado
Sanshiro por la carga de humillación de las tradiciones niponas; La aparición en
el dojo de los hermanos, Tesshin y el desequilibrado
mental Genzaburo, este a modo de reflejo mental desatado de la mente del
primero se pone a romper las maderas de las paredes del dojo, perturbador; La
conversación esclarecedora que Sanshiro con su maestro Yano, con habilidad Kurosawa
filma con una columna separando a los dos, a modo simbólico, este le abre los
ojos ante su frustración por haber roto las reglas del dojo, le dice"La
lucha es un camino hacia la consolidación... no se trata del judo derrotar al
karate, se trata de la supervivencia de las artes marciales japonesas",
sin duda alegrí de cómo Japón peligra y ante la amenaza yanki en la WWII; Por
supuesto el bello y hermoso duelo final entre Tesshin y Sanshiro, rodado con
teleobjetivo para captar la grandeza del entorno, los dos contendientes
descalzos, con una buena coreografía.
Me despertó la curiosidad saber
quiénes hacían de estadounidenses en plena Segunda Guerra Mundial, las
facciones no engañan, son occidentales, así que investigué, pues pensé fueran
prisioneros de guerra forzados a actuar: Todas las personas de raza blanca
(masculino y femenino) en las secuencias de la Embajada de Estados Unidos.
Consultando las memorias de Kurosawa, confirmó que esta película fue hecha antes
de que la guerra terminara. Kurosawa no dice una palabra de nada de estos extras y actores, una
nota en el Foro de IMDb para esta película indica que
todos ellos eran extranjeros que vivian en Japón en el momento: De acuerdo con el folleto del DVD Toho, eran residentes
extranjeros legales en Japón. Una agencia conocida como "Uehara-gumi" (basada en
Yoyogi-Uehara, Tokio) suministra tales extranjeros como "actores" en
aquel entonces. Entre ellos, eran la mayoría turcos, pero también había noruegos y
suecos. Lo cual plantea la cuestión de
lo que estos turcos, noruegos y suecos estaban haciendo en Japón durante la
guerra. El actor que interpreta al
marinero al principio, Yusuf Osman (turco que vivió en Japón), es de hecho una
figura reconocible para aquellos que siguen películas de género japonesas, aparece
en MOTHRA, King Kong VS. Godzilla, Atragon, contra Godzilla MOTHRA, LATITUD CERO y Sonny Chiba del STREETFIGHTER, entre otros muchos,
por lo general como un occidental siniestro. El actor que interpreta al boxeador Lister, aparece como Roy
James, identificado por IMDB de la siguiente manera: Él nació en una familia del Volga tártaro que se refugió en Japón. Su padre Muhammad Safa era un
imán (clérigo musulmán) que luchó en el lado de los blancos durante la guerra
civil rusa. Su familia llegó a tener la ciudadanía turca y se crió en el
barrio pobre de Tokio Shitamachi. Después de que Turquía se puso del lado de los aliados en febrero
de 1945, fue detenido para realizar el trabajo duro junto con otros extranjeros
enemigos. Termino siendo una figura popular en los medios de la década de 1960, adoptó la
nacionalidad japonesa en 1971. Murió de cáncer de laringe y está enterrado en
el cementerio musulmán de Extranjeros de Tokio. Su padre murió dos años más tarde en 1984.
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AKIRA KUROSAWA |
En conjunto, me queda una obra
superior a la primera parte, pues además en aquella la censura la trituró, aquí
hay más coherencia orgánica, con lo que el héroe es mejor desarrollado, aunque
algo reiterativo con respecto a la primera, con ello una entretenida propuesta
que hará las delicias de los seguidores del maestro japonés Akira Kurosawa,
entre los que me cuento en avanzadilla. Fuerza y honor!!!
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