BEN-HUR. (2016)
La crítica especializada esperaba con el cuchillo
en los dientes esta nueva versión de la famosa novela de 1880 del juez
estadounidense Lew Wallace, contaba con legión de curiosos y “haters”
predispuestos a machacarla cual herejía cinematográfica, como si fuera algo
sagrado e intocable, la mayoría con el argumento de que no había necesidad de
hacer un remake de la obra homónima y multi-oscarizada (11) de William Wyler de
1959, la sombra de esta se cierne asfixiante sobre ella, como si esta no fuera
a su vez un remake de la versión muda de 1925 de Fred Niblo (que a su vez tiene
una versión en cortometraje anterior
apócrifa de 1907), para mí esto no es lo importante, de hecho esto no tendría
porque ser visto como un remake, sino como un enfoque de la novela, lo clave es aportar algo nuevo, una visión
que entroncará con nuestro tiempo, ejemplo de remake de “Luna Nueva” (1940) con
la maravillosa “Primera plana”. Una película hay que verla sin prejuicios (lo
reconozco, difícil), darle una oportunidad, y entonces, con todo lo dicho debo
decir “PERO QUE ES ESTO QUE HABEIS HECHO?”. El ruso de origen kazajo Timur
Bekmambetov ha convertido una historia exuberante de elementos místicos, una
excelsa reflexión sobre la amistad, el odio, la venganza, la redención, la fe
religiosa, y lo ha transformado en un pastiche blandengue, débil de contenido,
sin alma, desprovisto de mínima fuerza emocional, donde intentando sintetizar
recortando a la mitad el metraje se ha pegado un tiro en el pie, pues el
comportamiento de los personajes se transforma en arbitrario, sin sentido y
precipitado no se desarrollan orgánicamente las relaciones entre los
protagonistas, restando solidez a los caracteres, que se sienten artificiosos, con
cambios de guión que son un lastre penoso, donde todo parece estar encaminado a
los dos clímax de acción del film, la batalla naval y la carrera de cuadrigas,
donde los avances técnicos sobre las versiones pretéritas brillaran, pero esto
siendo bueno, no es suficiente para tapar sus agujeros. La aventura épica que
la MGM y la Paramount creyeron poder revitalizar, quedándoles algo fallido, guionizada
por Keith R. Clarke (“Camino a La Libertad”) y John Ridley (“12 Años De Esclavitud”, “Red Tails”), se convierte en algo
plúmbeo, anulado de la mística religiosa que las otras detentaban, donde lo
mejor que se puede decir es que entretiene, no aburre, tiene una fenomenal
ambientación, con decorados reales, exteriores cuidados con mimo, pero adolece
de garra para cautivar, no ayuda un Ben-Hur en la figura de Jack Huston,
cercenado de la majestuosidad de un imperial Charlton Heston.
Estamos en la Jerusalem del Siglo I, Judá Ben-Hur (Jack Huston) es un hijo de nobles viviendo una vida despreocupada en una ciudad ocupada por los romanos junto a su familia, hasta que tras un incidente es apresado por su hermano adoptivo, Messala Severo (Toby Kebbell), un comandante de las legiones romanas, ello por estar implicdo en un atentado contra el procurador Poncio Pilatos (Pilou Asbæk). Su madre Naomi (Ayelet Zurer) y hermana Tirsa (Sofia Negro D'Elia), son encarceladas, y él es condenado a remar en galeras hasta su muerte, siendo su único pensamiento escapar para poder vengarse. Tendrá importancia en la historia un jeque, Ilderim (Morgan Freeman), que lleva un negocio de carreras de cuadrigas, Esther (Nazanin Boniadi), esclava de la que se enamora Ben-Hur, el padre de esta, Simónides (Haluk Bilginer), un zelote filoterroristaen Dimas (Moises Arias), y Jesús (Rodrigo Santoro), un carpintero pacifista.
La historia se siente un
resumen de la que debiera ser, donde solo parece importar la acción en claro
detrimento del desarrollo de los personajes, queriendo imprimir ritmo han
sesgado multitud de metraje (ejemplo toda la subtrama referente a cuando
Ben-Hur rescata al senador Quinto Arrio de la batalla naval), y con ello
personajes y subtramas que enriquecían a los protagonistas y daban dimensión
dramática a los mismos, ahondaba en sus personalidades y motivaciones, aquí es
algo trufado, que discurre a empujones, atropellándose a sí misma en una cuesta
abajo en la que no hay tiempo para dar vida a estos personajes acartonados, sin
evolución lógica de los mismos, y como el realizador parece consciente de sus
desatinos intenta cubrir estas lagunas (u océanos) con la narración en off de
Ilderim (Freeman), sintiéndose esto un parche grimante, adolece de cohesión
narrativa. Se quieren aportar algunos resortes modernos, como el hablarnos de
la “resistencia” judía en los zelotes
frente al invasor y ocupante romano, queriendo quizás hacer alguna alegoría a la
Israel actual, pero esto queda un tanto plano y metido con calzador. El colmo
de los desatinos es su final políticamente correcto, primero por lo apresurado,
tras la notable competición de cuadrigas parece se hubieran dado cuenta se les
hiciera tarde y tuvieran que tomar el avión, hay un desenlace tanto o más chirriante
que el tren que se despeña en el río Kwai, un pegote que descoloca por lo
pasteloso y edulcorado, dan arcadas su conclusión (spoiler), luego para rematar
la faena vienen sus créditos finales con una canción pop “The only way out”, de
Andra Day, que te saca (si ya no lo estuvieras) del tiempo del film.
Un film al que le falta
frescura, chispa, emoción, le sobra frialdad, unos protagonistas que ofrezcan
carisma, todos tan planos como una mesa (a excepción de Morgan Freeman), no hay
secundarios que den soporte, me refiero a la madre de Ben-Hur, la hermana, Esther
y Simónides, meros figuras clichés, de personalidad indefinida, con el acabose
del final (spoiler), no hay espacio
temporal para profundizar en el drama personal.
Otro error es el modo en que
se encara el tema religioso del film, crucial en la novela, con la elegancia
elegiaca que ingeniosamente William Wyler daba a Jesús, mostrando solo su mano
y su voz, creando un halo de misterio mágico a su alrededor en cada una de sus
apariciones, viéndose su rostro se anula el arcano de su imagen, pero es que
además es interpretado por un actor tan soso y carente majestuosidad que puede
hacer que porque anulaciones del carnet de cristiano, sus diálogos y frases del
todo a cien del buenismo dan escozor, la liviandad con que es tratado su
personaje denota como si les estorbara y hubiera que meterlo a empellones, su crucifixión
(no puede ser spoiler) es probablemente la más anticlimática de las representadas
en cine, hecha con el acelerador puesto, sin agonía, sin mística, derivando en
la des-emoción.
De los actores es una lástima
que los protagonistas ninguno aproveche la oportunidad. Jack Huston resulta
desprovisto de fuerza, de solidez, de presencia, para sostener un rol encarnado
por mitos como Ramon Novarro y Charlton Heston, el traje le queda muy grande y
patina en un mar de insustancialidad, siempre con la misma inexpresividad,
parece siempre estreñido, solo cambia en la carrera de cuadrigas, el resto nadería.
Toby Kebbell se encuentra perdido en papel mal escrito, mal delineado y
lastimeramente desarrollado, con el culmen de su final estridente. Solo se
salva del estropicio un Morgan Freeman siempre competente para saber dar vigor
una piedra, dotando de regio carácter a su rol, aunque es torpedeado por las
rastas aparatosas que le colocan.
La puesta en escena es propia
de una superproducción, en esto no hay queja (lástima del guión atrompicado), con
un extraordinario diseño de producción de Naomi Shohan (“American beauty” o
“Soy leyenda”), eligiendo Matera (Italia) para recrear Jerusalén, lugar donde se han rodado cintas bíblica como “El Evangelio según San
Mateo” (1964), “Rey David2 (1985), “La pasión de Cristo” (2004), “María” (2005), para interiores y la carrera de cuadrigas la producción se trasladó a los estudios de
Cinecittà , se utilizaron más de 2000 extras, asimismo se rodaron algunas escenas
en Painted Canyon en Billings County (Dakota del Norte-USA). La fotografía de Oliver Wood (“Bourne
identity” o “Face-off”) inunda de colorido la pantalla, con patinado de
tonalidades terrosas, aporta agilidad en la acción, con algunas tomas
simbólicas (la cenital de Ben-Hur naufrago sobre las velas rotas de un barco a
modo de crucificado). Marco Beltrami (“Terminator 3” o “The shallows”) es el
que pone el score sin dejar especial huella, lejos de crear el aura
espiritual-epopéyica que el relato requiere.
La popular carrera de
cuadrigas originalmente iba a ser filmada
en el Circo Máximo Arena en Roma, pero el permiso fue denegado debido a que las autoridades temían se
podría dañar el luigar, la secuencia de carros, se
extiende unos 10 minutos, casi mismo que en películas anteriores. Los diseños de la arena fueron compilados
a partir de registros arqueológicos de los circos en los territorios romanos, una
sexta parte de la arena fue construido físicamente y el resto se añadió a la
película en gráficos por ordenador. Carros únicos fueron construidos en base a las referencias originales.
86 caballos fueron suministrados por el maestro en equinos Steve Dent, entrenados
durante meses, para ser capaces correr a 40 millas por hora. Huston y Kebbell pasaron 2
meses y medio preparando y ensayando para aprender a conducir cuadrigas en
Italia, seis días a la
semana. Se tomó tiempo
para especialistas, coordinados por Phil Neilson (“Gladiator” o “Black Hawk
derribado) para aprender a manejarlas, sólo fueron llamados para trucos
extremadamente peligroso, en mayor parte fueron los actores los que estaban en
los carros, se utilizaron 20 carros. La mayor parte escenas se realizaron utilizando trucos prácticos
reales, sin ayuda CGI y modelos digitales solamente se utilizan cuando era demasiado
peligroso (apara los accidentes). Alrededor de 400 extras utilizados como
espectadores (se aumentaron a alrededor de 100.000 con efectos especiales). El objetivo de Bekmambetov era rodar
estas escenas de acción de manera tan realista que el público siéntese estaban
en el interior del carro manejándolo, inspirándose en YouTube videos, Instagram fotos, pero sobre todo en un
film ruso producido por él, “Hardcore
Henry” (2016), rodado íntegramente en subjetivo por cámaras go-pro.
Spoiler:
Momentos recordables: La
batalla naval vista desde el punto de vista de Ben-Hur resulta magnífica; La
que da sentido al film, la carrera de cuadrigas, fabulosa en toda su
grandilocuencia; Asimismo me ha gustado la entrada de la legión romana a Jerusalén,
atronadora con las fanfarrias aterradoras en su desplazamiento.
Par de anacronismo, hay más
pero detengo en dos sonados: Se inicia con una carrera de
caballos con estribos en el siglo I, inventados en la India en el siglo II a.
C., pero que no llegaron a Europa hasta el siglo V; Tambien podemos ver a Ben Hur y Esther montando a caballo con pantalones jeans y leggins
(¿?), la primer de finales del siglo XIX
y la segunda del siglo XIII.
Ridículo final: Muere Jesús,
y Ildarim compra la libertad de la madre y hermana de Ben-Hur, en paralelo
Ben-Hur visita la enfermería de la arena y allí se encuentra con Mesala este
tras un efímero ataque de rabia se reconcilia en un abrazo con Ben-Hur, en una
de los momentos más destemplados que recuerdo, todo huele a marchito, queriendo
meternos a cucharadas la doctrina católica del perdón y la redención, donde no
hay cabida para el odio y la venganza, almibarado hasta no ser recomendable
para diabéticos, pero no es suficiente, aún hay más. Ben-Hur y Mesala van por
un camino al encuentro de la madre e hija del primero, por cierto a Ben nadie
le había dicho que Ildarim las había liberado, se encuentran y Naomi y Tirsa
con el tipo que las encarceló de por vida en un a inmunda prisión donde
enfermaron de la peste, y que hacen? Reprenderle, insultarle, darle la espalda?
NO!!! Le abrazan emocionadamente, epílogo propio de un capítulo de los osos
amorosos, y venga, a cabalgar de nuevo los dos hermanastros, por cierto que no
se sabe donde van por el desierto hacia la nada, y qué más da, a nadie le
importa.
Queriendo dar puntos
originales se zancadillean a sí mismos: En la de Wyler Ben-Hur se autoinculpa
del intento de asesinato de Poncio Pilatos, para encubrir a su hermana Tirsa,
tiene su lógica, pero es que aquí es para encubrir a un zelote desagradecido,
al que Ben ha dado cobijo y curado, y este le paga metiendo una trágica espiral
a los Hur, y Ben en vez de entregar al desagradecido para salvar a tu familia,
decide protegerlo, dejando solo la salida a Mesala de apresarlo para darle una
lección, que debería hacer este, dejarlo marchar? Con lo que las ansias de
venganza de Ben-Hur están difusamente justificadas.
Qué gran casualidad!!! Naufragas
con la flota romana, que no se sabe porque eres el único superviviente (mención
aparte para las cadenas flotantes), y vas a parar a una playa donde te recoge
un empresario que va camino de tu ciudad Jerusalem, compra y billete de lotería
y le toca dos veces, pero es que además el negocio del empresario es el de las
cuadrigas, justo el que practica el enemigo de Ben-Hur, he dicho que le toca
dos veces, perdón, y además la quiniela y la loto.
Ildarim es criador de
caballos y no sabe de enfermedades de caballos, es que pasa el tiempo
cuidándose sus lujuriosas rastas.
Por haber atacado Ben-Hur a
Mesala, los romanos van a crucificar a 20 judíos, (esto es invención de esta
versión) y a Ben-Hur no parece importarle lo más mínimo, se lo dice Tirsa y a
él no parece provocarle pesar alguno, de hecho no sabremos más de estos
infelices condenados, abominable.
Nunca se hace mención a que
Ben-Hur sepa manejar una cuadriga, que importa, Ildarim en cuatro clases
intensivas le hace el mejor de los mejores, este Ildarim si que podría haber
hecho de Jesús, por sus dotes de pedagogía extraordinarias.
En conjunto, sumado lo bueno y
malo, queda un producto entretenido, pero al que la sombra de las anteriores
versiones aplasta. Fuerza y honor!!!
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