EL RENACIDO. (THE REVENANT)
Hay films donde las palabras
se quedaran escasas para expresar lo que se siente, esta “The Revenant” es
prueba de ello, y es que el mexicano Alejandro González Iñárritu la ha vuelto a
hacer, después de la extraordinaria “Birdman” de hace un año demuestra estar en
comunión con las musas, pues con esta grita a los 4 vientos que es uno de los
mejores realizadores en la actualidad,
cambiando totalmente de registro, de un teatro de la urbanita Manhattan salta a
los vastos escenarios de la naturaleza salvaje e infinita, exponiendo una
turbadora odisea donde mezcla con maestría lo existencial con las ansias de
supervivencia, el drama Humano se refleja en toda su inclemencia, coloca al ser
humano en su justa medida, un nimio ser frágil a expensas de las fuerzas
naturales, esto expuesto de una forma colosalmente bella, gracias a una
ambientación superlativa. El guión del propio director y de Mark L. Smith
(“Habitación sin salida”) se basa libremente en el libro homónimo (2.002) de
Michael Punke, inspirado en hechos reales acaecidos entre 1823 y 1824 en los territorios que hoy conforman las Dakotas, Montana, Wyoming y
Nebraska, aunque en el film no se aclara nunca ni el año ni el lugar, relata la
aventura de Hugh Glass, hombre de la montaña de Wyoming atacado por un oso
sobreviviendo para ir a por los dos hombres que lo abandonaron. Una
superproducción con un presupuesto inicial de 60 millones $, que al final del
rodaje se disparó a los 95 y en la post-producción se elevó a los 135. Una Obra
Maestra que Iñárritu no quiso prostituir con
imágenes generadas por ordenador, tenía que rodarse in situ para
transmitir la el poder Omnímodo de la Naturaleza.
Ambientada en 1823, estamos
las gélidas e inhóspitas montañas Rocosas de USA, un grupo de cazadores y
tramperos del ejército USA buscan pieles en un territorio hostil a causa de una
tribu nativa indio local, los Pawnee, el grupo es atacado por los indios,
muriendo varios, y huyendo el resto como puede en una balsa río abajo
perseguidos por los indígenas. El grupo de cazadores y tramperos es liderado
por el capitán Andrew Henry (Domhnall
Gleeson), está entre ellos el experto
Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), su hijo medio indio, Hawk (Forrest Goodluck), el racista cazador John Fitzgerald
(Tom Hardy), y el joven Jim Bridger (Will Poulter). También tendrá importancia
en la historia un indígena errante, Hikuc (actor navajo, RedCloud), jefe de una
tribu india, Perro (Duane Howard), y Powaqa (Melaw Nakehk'o),
india secuestrada por un grupo de tramperos franceses.



Es una Antológica Aventura, un
Hito en la Historia del Cine, uno de esos pocos films que me han provocado el
Síndrome de Stendhal, quedarme obnubilado por la Imperial Fuerza de las
Imágenes, la fascinación de verme abducido por el escenario, hacerme sentir
frío, miedo, tensión, hambre, ansias de sobrevivir. Un relato crudo, seco,
adusto, visceral, desarrollado con una abrumadora intensidad, tan realista que
te sobrecoge, sintes el zumbido de las flechas, las garras del oso, la sangre
brotar de tu cuerpo, la gelidez del agua, una formidable narración que habla de
temas universales como la supervivencia en terreno hostil, sobre el poder del
amor, sobre la venganza, sobre la redención, sobre el racismo, lo hace de modo
magnífico, a partir de una epicúrea miscelánea entre el dibujo de los humanos
defectuosos y el Titánico influjo de la naturaleza en todo su Devastador
Esplendor. Con personajes perfectamente definidos en pequeños pero intensos
trazos, personajes que no hablan mucho (a diferencia de “Birdman”), se expresan
a través de las imágenes, imágenes rebosantes de belleza, con epicúreas dosis de
lirismo sensorial, con tramos oníricos de calado. Iñárritu ha compuesto una
perturbadora fábula de una estremecedora poesía imaginativa, emparentando al
ser humano con el animal, con alegorías en las que se ve nítidamente que no
somos tan diferentes puestos en situaciones extremas, ejemplo el oso que ataca
a Glass, lo ataca por que cree defender a sus oseznos, justo lo que intenta
hacer Glass con su hijo, asimismo es el choque entre los hermosos paisajes y el
patetismo humano, el darwinismo, donde en las más radicales situaciones sobrevive el más fuerte, el que se impone, los instintos básicos priman. Los
Colosales parajes son una especie de
lugar entre el Cielo y el Infierno que selecciona a los más fuertes. El corazón
del film está en la odisea desgarradora
de Hugh Glass por seguir con vida, primero con el ataque del oso, luego
cuando lo abandonan, cuando debe arrastrarse angustiado por el dolor para
encontrar comida, debe hacer fuego para no morir helado, debe huir de los
indios tirándose al río, lanzándose por tajos, meterse dentro de un caballo
muerto, y más, en un narración visual con la que te mimetizas. Cinta que es una
ODA MAJESTUOSA a la NATURALEZA, y el realizador lo plasma de modo
cuasi-hipnótico, con cuadros donde conviven el terror y la belleza, una epopeya
con connotaciones metafísicas, de punzante espiritualidad, en la que se nos habla de que siempre hay
algo por lo que seguir adelante, nos habla de la soledad, nos habla del egoísmo
natural en el ser humano, de un mundo sin corazón, desposeído de amor, ello
enclavado el Humano en un entorno que lo empequeñece como a una mota de polvo
frente a la TODOPODEROSA FURIA de la NATURALEZA. Aunque el tema de anclaje
pueda parecer la venganza, el describirla de este modo sería no hacerle
justicia, es mucho más, es un estudio sobre la resistencia del humano, sobre el
umbral del dolor, sobre lo que nos hace continuar y no desfallecer, sobre la
grandeza del ser humano.
Asimismo nos habla sutilmente
del racismo hacia los indígenas, el trato vejatorio que les infringían estos
“invasores” pioneros, de la lucha descarnada entre los indios y los primeros
colonos, lo hace de modo sin juzgar, sin haber buenos o malos, trata al
espectador de inteligente,
Aunque no lo parezca este sexto
largometraje de Iñárritu tiene mucho en común con su anterior “Birdman”, las
dos nos hablan de protagonistas oprimidos, traumatizados, desesperados y esto
para el director mexicano es el leit-motive de su escasa filmografía desde que
arrancó con su sobresaliente “Amores perros” (2000), sus protagonistas son
puestos al borde del abismo y allí discurren como funambulistas durante sus
historias. Asimismo se pueden atisbar referencias cinéfilas que han
influenciado al realizador, como el Sydney pollack de “Jeremiah Johnson”
(1972), del Akira Kurosawa de “Dersu Uzala” (1975), Coppola y su “Apocalyse
Now” (1979), y del que más destila es del cine del germano Werner Herzog en su
faceta naturalista como en “Fitzcarraldo”, “Aguirre, la cólera de Dios”, y
sobre todo su documental “Grizzly man” (2005), e incluso hay mucho del Mel
Gibson de “Apocalypto”. También posee efluvios de la cinta de otro mexicano, la
reciente “Gravity” (2013) de Alfonso Cuarón, en lo de su argumento que gira en
torno a la supervivencia de un ser humano en un terreno hostil, a lo que se
suma la fulgurante fotografía del también mexicano Emmanuel Lubezki.
Hay quien ha criticado los flash-backs
que se mezclan con los delirios de Hugh Glass, para mí son fundamentales para
darle fondo al protagonista, sintamos cual es su razón de vivir, también sirven
para entendamos el mundo interior místico de Hugh, su hermanamiento con la
cultura india, y su cultura de los antepasados como algo siempre presente que
nos rodea y alienta en los más bajos momentos.



La puesta en escena es
descomunal, una de las cimas del Séptimo Arte, con un excelso diseño de
producción de Jack Fisk, rodándose en tres países, en Montana (USA), en la
Columbia Británica, Alberta y los Mammoth Studios en Burnay (Canadá), y
teniendo que dejar Canadá cuando la nieve empezó a derretirse, para viajar a
Ushuaia en la Tierra del Fuego (Argentina), evocando estos lares aventura,
épica, hostilidad y enorme beldad, esta sensación acrecentada por el hiperveraz
vestuario creado por Jacqueline West (“El Nuevo
Mundo”, “El curioso caso de Benjamin Button” o “El Árbol de la Vida”), pero el co-protagonista del film es la MAGNA fotografía de Emmanuel
Lubezki (“Sleepy Hollow”, “El Árbol de la Vida”, “Gravity” o “Birdman”),
filmada con la cámara flamante 6.5k ARRI 65, en una labor que desborda la pantalla, rodada con luz natural, con su con
los tremebundos bosques nevados, los ríos helados, esa luz mortecina grisácea
transmitida por esos cielos eternamente nublados, ese deleite con el rocío de
la humedad, con la lluvia, con las mágicas chispas del fuego, con la nieve, con
el viento, nos transporta a un mundo virginal varado en el tiempo, un lugar
atávico, donde la sangre nos salpica, el frío nos hiela, lo hace con lentes
especiales para emitir profundidad una campo que da impresión de infinidad, la
composición de lienzos de una belleza subyugante inspirados en la pintura del
alemán Albert Bierstadt (1830-1902), un canto a la Naturaleza que nos da la
vida y nos la quita, con ultraexpresivos primeros planos con gran angular, con
grandiosos planos-secuencias deliciosamente coreografiados, con tomas subjetivas
fenomenales, con giros prodigiosos de 360 grados para transmitirnos las
sensaciones del protagonista, jugando con la cámara a modo de ventana en la que
la sangre, el agua o el aliento se queda impregnado para crearnos la sacudida
de que solo un nimio cristal nos separa de lo que vemos, una labor Memorable.
La edición de sonido es otro de sus valores, sumergiéndonos con los sonidos de
la naturaleza en el ambiente, sus ríos, el viento, los jadeos de los
personajes, la acción con el zumbido de las flechas, la caída de cuerpos, la
lucha de Hugh contra el oso, excelente.
Otro elemento vital es la música de compuesta por el
músico japonés Ryuichi Sakamoto (“Feliz navidad, Mr.
Lawrence!”, “El último emperador” o “Babel”) en colaboración con El Nacional's Bryce Dessner (“The Company Men” o
“Ganamos todos”) y el músico electrónico alemán Alva Noto (nombre real Carsten Nicolai), creando melodías sombrías, lúgubres,
siniestras, con un turbador juego de sonidos de sintetizador, desprendiendo un
desasosiego y zozobre inquietante. También reseñables son los efectos visuales,
amoldados a la acción de modo extraordinario, en momentos como la lucha con el
oso o la caída de Hugh por el tajo, o como también es clamoroso el trabajo de
maquillaje, alentando un realismo raras veces alcanzado en cine.
Leonardo DiCaprio realiza una
actuación física y psicológica abrumadora, sentida, profunda, encarna con
intensidad honda el espíritu de resistencia, de supervivencia, de fortaleza, de
mantener el hilo con la vida, en una interpretación alejada de su última, la
del motor-mouth Jordfan Belfort, aquí habla poco, y a partir de que le ataca el
oso menos, expresándose por medio de cuasi-susurros, todo lo expresa con un lenguaje
gestual y físico fascinante, emitiendo todo una galería de emociones de modo
diáfano, ejemplo la espectacular escena del ataque del oso, que nos hace sentir
su padecimiento, o cuando se cauteriza con pólvora ardiendo una herida, o
cuando debe quitar la es entrañas a un caballo para meterse desnudo en él, un
vigoroso retrato naturalista de la fe del ser humano en sobrevivir. Tom Hardy
resulta un deslumbrante villano, con un acento marcadamente hill-billy, con su
contención, con el mundo interior de fantasmas que le persiguen, mesurado,
racial, punzante, su fuerte personalidad inunda la pantalla. Domhnall Gleeson
deja una grata impresión como el capitán Andrew Henry. Will Poulter da
emocionalidad a su Jim Bridger.
Spoiler:
Frases y diálogos del film; Anderson <Quieres quedarte con las pieles o tu vida?>, John
Fitzgerald: Vida? De qué vida habla? No
tengo vida. Sólo tengo libertad y como lo consigo es con esas pieles; Hawk <Puedes oír el viento, padre? Recuerdas lo que mi
madre solía decir del viento? El viento no puede vencer a un árbol con fuertes
raíces. Aún respiras... La extraño mucho. Estaré, justo aquí... Estoy justo
aquí. Mientras aún puedas sostener un aliento, sigue peleando. Respira. Sigue
respirando. Cuando hay una tormenta... Y estás parado frente a un árbol... Si
ves a las ramas, jurarías que se van a caer... Pero si ves el tronco, notarás
su estabilidad>; Hugh Glass <Te dije que fueras
invisible, hijo. Al menos... Si quieres sobrevivir mantén cerrada...>, Hawk <Al menos él me escuchó...>, Hugh Glass <Ellos no oyen tu voz! Sólo ven el color de
tu piel>; Indígena <Perdí a mi familia. Los Sioux mataron a mi
gente. Voy al Sur a hallar más Pawnee. Mi corazón sangra... Pero la venganza
está en las manos del creador...>; Soldado <Es verdad
que mataste a un Oficial?, Hugh Glass <Sólo maté
a un hombre que trató de matar a mi hijo>;
John Fitzgerald <Viniste todo este camino sólo para tu
venganza. La disfrutas Glass? Porque nada te devolverá a tu hijo>; Hugh Glass <Ya no tengo miedo de morir más. Ya lo
hice>; Hugh Glass
<La venganza está en las manos de Dios... no en las mías>.



Momentos recordables, algunos
ya comentados: La apertura onírica donde en pocos segundos se refleja el
genocidio blanco contra los indios, tras esto hay un hermoso plano-secuencia
siguiendo el cauce del aguan entre árboles hasta llegar a unos cazadores de
alces, enclavándonos en este territorio en el fin del mundo, con Hugh con su
rifle apuntando a un alce, algo tan simple es mostrado de modo muy bello; El
descomunal ataque de los indios pawnee al campamento de los tramperos, diez
minutos sublimes, con tomas largas, con
un tramo final en plano-secuencia siguiendo a Hugh entre la brutal violencia
escalofriante, con una toma de 360 grados excelsa, con sadismo, con cráneos destrozados, con sangre que te salpica, sumergiéndonos en el agua, con flechas
que te rozan, transmitiéndote el caos de la batalla, el pavor, el terror, una
abracadabrante coreografía, electrizante; La Apoteósica batalla entre Hugh y el
enorme oso, filmada en un solo y antológico plano-secuencia, doliente, trémula,
sanguinolenta, sentimos las garras y los colmillos de la bestia en nosotros,
sentimos el aliento y la saliva del animal en nosotros, de una tensión
visceral, una escena devastadora, desgarradora, un enfrentamiento darwinista,
la Naturaleza y lo que produce frente al Humano, ello gracias a unos f/x
majestuosos que hacen no veas el truco por lado alguno, ejemplo de cómo los f/x
se ponen al servicio de una historia; El estremecedor tramo en que Fitzgerald
le pide a Glass acceda a matarlo por el bien de los demás, este accede en un
acto de sacrificio, el hijo de Hugh, Hawk lo ve y aparta a Fitzgerald y este
reacciona apuñalándolo letalmente ante la mirada atormentada y furibunda de
Hugh, emitiendo rabia y desesperación; La cuasi-onírica imagen de la manada de
bisontes siendo atacado unos de ellos por lobos, alegoría del darwinismo de la
naturaleza, lo que sea por sobrevivir; Cuando Hugh huyendo de indios hostiles
se tira al helado río, mientras los nativos le lanzan flechas, tras lo cual
Hugh es vapuleado por los rápidos; Cuando
Hugh es atacado por indios, le lanzan flechas y salta despavorido a su caballo,
galopa veloz esquivándolas y de pronto cae por un elevado tajo, siendo
amortiguado por las ramas de un árbol, impactante, rodado esto en un solo
plano; El emocionante momento en medio de la noche en que los soldados del
fuerte con antorchas y en medio el bosque encuentran a un exhausto Hugh; La
intensa lucha final entre Hugh y Fitzgerald, una pelea atávica, filmada en un
solo plano, sientes los golpes, la asfixia, la mutilación de dedos, salvaje,
coronado por la frase que le espeta Hugh a Fitzgerald <La venganza está en las manos de Dios... no
en las mías>, y lo suelta río abajo para que los indios que lo observan al
otro lado le rebanen el cuello; Su críptico y ambiguo final, Hugh malherido
viendo a su mujer muerta, es que quizás el le va acompañar?
Historia basada en hechos reales descritos en la novela
de Michale Punke, pero como bien dice sobreimpresionado el film al inicio es "basado en parte", y es que
aporta algunas diferencias entre la novela y el film, ejemplo es que en
el libro Glass es ayudado a moverse por las montañas con un mapa, por el cual
sabe donde están los ríos, montañas y el fuerte al que se dirige, pero la
alteración más notoria es la invención del hijo medio-indio de Glass, Hawk,
elemento creado para dar más trascendencia a las ansias de supervivencia para
la vendetta.
En 1971 el director Richard
C. Sarafian se inspiró en esta historia para su film “Man in the wilderness”
(en España “El hombre de una tierra salvaje”), con Richard Harris en el papel
de Leo DiCaprio, aunque su nombre es cambiado al de Zacchary Bass, el ataque
del oso es mostrado fuera de campo.
Obra Maestra que se
convertirá en un referente para generaciones cinéfilas. Fuerza y honor!!!
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