MARTE. (THE
MARTIAN)
Sobrevalorado
film de Ridley Scott, obra de ciencia ficción más en el aire de cine de
aventuras que en el plano de cine trascendental, esto no es malo, pero es que
esto es afrontado de modo trivial, con enorme previsibilidad, con personajes
más planos que los senos de Calistha Flochart, con un guión que se empeña en
subrayarlo todo, haciendo de los protagonistas meros bustos parlantes que nos
mastican su siguiente objetivo. Si no fuera por el tropel de críticas loatorias
que ha recibido igual la hubiera visto con mejores ojos, y hubiera sido más
benévolo en mi crítica, pero es que mis expectativas eran enormes y me he
encontrado con un producto a ratos entretenido, que se le va al realizador el
metraje de las manos, con algunas dosis de humor, con escenas de acción
aceptables, pero desaprovechando todo el caudal de posibilidades que ostentaba
el argumento. El guión de Drew Goddard (“Guerra Mundial Z”) se basa en el
best-seller homónimo del 2011 de Andy Weir, que al parecer es aún con más
lenguaje técnico que el film, esto se ha suavizado. El protagonista Matt Damon
dijo que él y Ridley se inspiraron en el excelente documental “Touching the
void” (2003) de Kevin Macdonald, sobre la odisea de dos alpinistas accidentados
y aislados en una cumbre de los Alpes. El realizador vuelve al género tras su
apoteósica “Alien”, su grandiosa “Blade Runner” y reciente bluff “Prometheus”,
pues bien, Ridley parece haber perdido el mojo (Austin Powers dixit), pueden
haber mejorado los efectos especiales, pero no las ideas, más bien se han
acomodado y quedado estancadas.
La historia arranca en el 2035 en el
planeta Marte, allí una misión de la NASA, la Ares III realiza trabajos de
investigación, una gran tormenta de polvo les obliga a tener que evacuar la
expedición, pero hay un accidente y el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es
arrollado por un escombro, en medio de la confusión es dado por muerto y por
peligro de perder más vidas la comandante Melissa Lewis (Jessica Chastain)
decide dejar el cuerpo allí y salir del Planeta Rojo a bordo de la Hermes. Pero
entonces vemos a Mark que se despierta por la alarma de estar con poco oxígeno,
está abandonado a millones de km de la Tierra, lo primero que hace es dirigirse
al campamento “Hab”, base de operaciones de la Ares III.
Se supone la historia va a reflejar la lucha por la supervivencia,
esto en la onda de la famosa obra literario de Daniel Defoe, “Robinson Crusoe”
(1719), y en los más recientes films “Naufrago” (2000), “127 horas” (2010) , “Cuando todo está perdido”(2013) o “Gravity”
(2013), pues esto queda difuminado en una estructura cual circo de tres pistas
en el que se alternan el astronaufrago, las maniobras de la NASA en la Tierra
por intentar rescatarlo, y entrando algo más tarde la nave Hermes con “el
dilema” de qué pueden hacer por su compañero dejado en Marte, y entre medias lo
más atractivo del relato, la epopeya que sufre en soledad absoluta Mark queda
en una nebulosa, no llegándole jamás al espectador angustia, tormento, dudas,
ni la más mínima depresión, el existencialismo de la situación es algo que ni
está, ni se le espera, en este deambular por “las tres pistas” se pierde el
foco, se dispersa la cinta al querer abarcar lo que no puede. Es una cinta que
huye de simbolismos, metáforas visuales, o misticismo, como por ejemplo la
reciente “Interstellar” (2014), o la más antigua “2001”, no hay atisbo de metafísica, enfoca la
narración hacia la más trivial de las aventuras, un problema tiene el
astronaufrago, pues tiene una solución, siempre hacia adelante con la ciencia,
la supervivencia no se pone en entredicho, siempre se puede plantar un huerto
de papas, y todo contándonoslo, haciendo del espectador un ser pasivo al que no
se le da la posibilidad de pensar, se la da todo masticado. El film está hecho
con un molde manido con lo del recurso del esfuerzo en grupo del puesto de
control en Tierra, sumándose una chirriante ayuda de los chinos, metida
notoriamente para ganarse el favor de la taquilla del país comunista.
Entre sus logros está su oda a la camaradería, a la
lealtad, a la fe, al positivismo, a la alegría de vivir, a saber sobreponerse a
las dificultades de la vida, a la solidaridad, a la ciencia. Esto lo hace con
un revestimiento de buen rollo apreciable, utiliza el sentido del Mark humor
para huir del derrotismo, lo hace con ironía vis cómica. Su cariz naif queda
patente con el recurso ingenioso de la utilización diegética de música disco de
los 70, otorgando a la atmósfera del film desdramatización, quedando
desprovista un mínimo halo elegiaco. Hay un recurso para saber lo que piensa y
va a hacer Mark que es el de su cuaderno de bitácora filmado, queda bien
utilizado, embistiendo de enorme simpatía al protagonista, aunque me es un
plagio de cómo Aaron usaba su cámara en “127 horas”.


El dibujo del protagonista es tan exiguo, tan lineal,
tan superficial que parece “marciano” de nacimiento, no pasa por una travesía
de estados de ánimo, solo tiene el de buen humor, se entendería algo mejor si
en vez de papas hubiese cultivado marihuana, pues solo fumando porros daría algo
de verosimilitud a su plúmbea personalidad, resta cualquier empatía con el
personaje, no hay dramatismo posible, se ve venir el final de más lejos que
Marte, se le cercenan emociones de tristeza, melancolía, ira, la desesperación,
o la cuasi-demencia de la situación. El constante cambio de escenarios dota de
ritmo sugestivo al film, pero va en perjuicio de darle hondura emocional a la
supuesta tragedia de Mark, no permite darle sentido reflexivo a la historia,
todo lo porfían a darle fluidez narrativa, obviando provocarnos y
sensibilizarnos con el protagonista, aunque tiene el buen gusto de no intentar
manipularnos con del forzados recursos
sentimentaloides, o romances estridentes, o con musiquitas maniqueas, juega a
ser un pasatiempo sin más. Scott o no quiere o no sabe mostrarnos la angustia
ante la soledad del astronaufrago, no saca partido del vasto escenario, no
rasca en la introspección de un protagonista abocado a una muerte casi segura,
esto no se plante en momento alguno, no hay reflexión sobre la insignificancia
humana frete a la infinitud del Universo, no se explora la condición Humana
puesta al límite. Está la tripulación del Hermes, totalmente monocorde, sin
personalidades, meros clichés de personajes, sin alma, primero pierden a Mark,
y no parecen mínimamente afectados, y después deciden volver a Marte, y tardar
año y medio más en volver a sus casas, si es que vuelven, pues la misión se
supone hiper peligrosa, sin pensárselo, no hay dilemas morales, ni conflictos
entre ellos, ni alguien que ponga en mínima duda retornar, meros autómatas con
rostro humano, ejemplo el videoconferencia de uno de los personajes con su
mujer e hija, donde se justifica por decidir volver al Planeta Rojo, con el
manido <...él también lo haría>, y ya está, a hacer bromitas, a esto se
suma la torpeza de que no se da tiempo a la relación de Mark con la tripulación
antes del accidente, no se ha visto clima de colegueo. Quedando un producto
lineal, sin apenas sobresaltos o giros sorprendentes, sin tensión por el tono
distendido de la acción, produciendo en varios tramos redundancia, con mucho de
ir contándonos antes de que suceda lo que se va a hacer, haciendo de los
personajes meros transmisores de lo que vamos a continuación a ver, vaciando de
contenido a los personajes al convertirlos en simples narradores. Anécdota de
lo acomodaticio del relato es ver el nefasto montaje del doble de cuerpo de
Matt Damon, a la altura de bebe-muñeco de “American sniper” de Eastwood, como
chirriante es que Mark se deje barba de buenas a primeras para dar al
espectador sensación de naufrago en una isla sin nada de elementos higiénicos,
cuando en realidad si los tiene. Y lo que acontece en la Tierra, es un mejunje
de situaciones mil veces vistas, todo suena a deja vú, con otro conjunto de
personajes sin personalidad, ejemplo de esta despersonalización es la aparición
de la nada del chico negro que le dice a toda una NASA como pueden salvar a
mark, pero que tienen en la NASA, repartidores, de pizza? No se supone que son
grandes astrofísicos con soluciones para todo? El colmo es la forma a lo
“Barrio Sésamo” que tiene el chaval negro de explicárselo a los mandamases de
la agencia, risible, por cierto, el negro desaparece y no se vuelve a saber más
de él, ni se le echa de menos.
Los actores
son unos estereotipos con voz y sin sentimiento algo emitible. Matt Damon hace
una simpática interpretación, pero unidimensional, plana, sin auto reflexión
alguna, incluso conforme avanza el metraje sus bromas se convierten en algo
cercano a lo patético, es un gran actor, pero tanto halago de la crítica es
pedirle solo una sonrisa empática sin más, el ha hecho decenas de papeles
mejores. El resto del elenco sobrevive a base de fatuidad, dentro de una
inexpresividad propia de un día en la oficina, y eso que está repleta la cinta
de maravillosos actores, pero aquí no lo muestran.

La puesta en escena es propia
de un experimentado vetran y versado en las superproducciones como Ridley
Scott, con un gran diseño de producción de Arthur Max (“Gladiator”), Creándose
20 decorados en los Korda Studios de Budapest, de los más grandes del mundo,
cultivando patatas reales para diferentes etapas de crecimiento, lo más
espectacular es la recreación paisajística de Marte, fue filmado esto en el
turbador desierto de Wadi Rum (Patrimonio Mundial de la UNESCO) en Jordania,
lugar fetiche para otras producciones con Marte de protagonista, como “Misión a
Marte” (2000), “Red Planet” (2000) y “Los últimos días en Marte (2013). El
vehículo Rover con el que se mueve Mark por Mrte fue creado para el film, y fue
regalado a Jordania por la hospitalidad con la producción, está expuesto en el
Royal Automobile Museum de Jordania. La fotografía del polaco Dariusz Wolski
(“Prometheus”) resulta un evocador trabajo, haciéndonos creíble el Planeta Rojo,
a ello se suma un buen quehacer en los planos generales recogiendo el esplendor
del desierto singular de Wadi Rum, un cromatismo ocre alusivo, nos transporta
en sus tonalidades terrosas cálidas al lugar, hermosas panorámicas, centrándose
la labor más en la acción y el paisaje que en la actuación, jugando con tomas
subjetivas, travellings, y alguna vibrante cámara en mano. Harry Gregson-Williams pone la música en su
cuarta colaboración con el director (“El Reino de los Cielos”, “Exodus: Dioses
y Reyes” y “Prometheus”), no deja especial huella, quedando opacada por la
galería de música setentera discotequera que se oye como recurso diegético, la
que oye Mark (a su pesar), como: "Turn the Beat Around" por Vicki Sue Robinson, "Hot Stuff" de Donna Summer,
"Rock the Boat" de Hues Corporation, "No me
dejes esta manera" por Thelma Houston, "Waterloo", de ABBA, "Love Train", de The O'Jays, "I Will Survive" de Gloria Gaynor (durante los créditos finales), pero el mejor momento del film, a mí modesto entender, se produce
cuando se oye el “Starman” de David Bowie, ello durante una travesía en el
rover de Mark, hay una delicioa miscelánea entre las imágenes y la música, un
chute de vitalidad. Los efectos especiales son propios del pastizal gastado, o
sea muy buenos, lástima de que el guión no acompañe y sea tan pobre.
Spoiler:
Hay unos cuantos agujeros y
recursos difícilmente creíbles, como muestra y no extenderme, lo de que un muy
mermado físicamente (al menos su doble de cuerpo nos lo ha mostrado así) Mark
sea capaz con su espalda de mover una cúpula de 400 kg resulta cuando menos
chistoso. Hay más.
Se alteran elementos de la
novela de Andy Weir, el más notorio es que en el libro no es la comandante la
que sale al espacio exterior “cazar” a Mark, es otro miembro de la tripulación,
es de cajón que el jefe de la expedición no debería arriesgar su vida, se
supone el miembro más versado y valioso de la expedición, es una licencia dar más épica y relevancia a la actriz
Jessica Chastain. Pero lo más sangrante es que en la novela Mark menciona lo de
pincharse el traje para propulsarse con el aire que expela, al estilo “Iron
Man” como él define, pero esto es descartado por surrealista e inverosímil, en
el film en primera instancia también, pero luego lo retoman en un momento de
vergüenza ajena vemos a Mark cual cohete por el espacio, el espectáculo antes
que el mínimo atisbo de realismo.
Como producto de
entretenimiento cumple, pero si he arremetido contra ella es porque esta realizada
por Ridley Scott, autor de “Los Duelistas”, “Alien”, “Blade Runner” o “Thelma
& Louise”, mis expectativas eran muchas y me encuentro con esta cinta
escapista, que para cualquier mindundi sería aceptable, pero a Ridley se le
exige mucho más. Fuerza y honor!!!
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