EL QUINTETO DE LA
MUERTE.
Un Clásico atemporal, film fresco,
elegante, que como el buen vino gana con el tiempo, una de las grandes comedias
de la historia del Séptimo Arte, la última gran joya salida de la fantástica
factoría de comedias Estudios Ealing, penúltima producción (última “Barnacle
Bill” 1957) especializada en films de humor con reparto coral que radiografiaban
con cinismo y a la vez mucha ternura la sociedad del momento de la post-guerra
mundial, comenzaron en 1947 con “Hue and Cry”. Esta que comento la más
reconocida de la compañía junto a “Ocho sentencias de muerte” (1949), además
estos míticos estudios tienen maravillas como ''Whisky Galore!'' (1949),
''Passport to Pimlico'' (1949), ''The Lavender Hill Mob'' (1951), ''The Man in
the White Suit'' (1951), ''The Titfield Thunderbolt'' (1953) y esta ''The
Ladykillers'', dirigida con ritmo trepidante por Alexander Mackendrick, una
deliciosa comedia negrísima, con magnífico guión de William Rose “El mudo está
loco, loco, loco”, “Adivina quién viene esta noche” o “El secreto de Santa
Vittoria”), nominado al Oscar (ganó el Bafta), Rose afirmó haber soñado toda la
historia, y se atuvo recordar los detalles cuando despertó y pasarlos a escrito. Del relato queda el
fascinante duelo actoral entre una entrañable y frágil Sra. Wilberforce-Katie Johnson frente a la
mente de petulante del Profesor Marcus-Alec Guiness, sublimes los dos.
La acción se desarrolla en
Londres, allí vive la adorable ancianita Wilberforce (Katie Johnson), una viuda
que vive sola, con la única compañía de un
loro, reside en una casita algo torcida sobre la entrada de un túnel
ferroviario en King Cross. Tiene en alquiler una habitación de su casita, la
alquila el misterioso 'Profesor' Marcus (Alec
Guinness ), se presenta como un músico, que reunirá a su grupo en la habitación
para ensañar temas orquestales, en realidad son una banda de ladrones que
planean atracar un furgón de dinero cerca de allí, el “profesor” piensa
utilizar a la Sra. Wilberforce. La pandilla criminal la forman: El “Mayor” Claude Courtney (Cecil Parker), Harry Robinson ( Peter Sellers ), el ex-boxeador 'One-Round'
Lawson (Danny Green) y pérfido gangster Louis
Harvey (Herbert Lom). Para mantener el
engaño, el grupo lleva instrumentos musicales a las reuniones y pondrán en un
tocadiscos una grabación de Boccherini 's Minuet (3er movimiento) de cuerda Quinteto
de E, op. 11 No.
Memorable comedia británica, con
un guión impresionante a todos los niveles, en la una construcción de
personajes sublime, donde sobresale el duelo Antológico entre el “Napoleón” de los
Atracos frente, El Profesor Marcus, frente a la dulce ingenuidad de la
ancianita Sra. Wilberforce, una enternecedora ancianita de ancestrales
costumbres victorianas, a priori un
choque desigual, añadiéndose unos secundarios de lujo, salsa picante en el
contraste tremendo entre la ingenuidad contra la perfidia, con unos diálogos
formidables, con unas situaciones que derrochan ingenio y mala baba, con un
espléndido increscendo de tensión, mezclándose el humor corrosivo, incisivo,
punzante, para llegar a un apoteósico climax final, aderezado por un epílogo de
los que teja un indeleble buen sabor de boca. Una historia en la que se tocan
temas como la adorable candidez de espíritu, la codicia, como dentro de la
maldad hay espacio para la bondad, sobre la ambigüedad moral, sobre la pugna
entre “las buenas costumbres”, la clásica flema inglesa luchando frente a la
amoralidad del mal en diferentes versiones. Todo enmarcado en una ambientación decadente,
de reminiscencias expresionistas, donde se convierte en un protagonista más la
casa de la dulce viejecita, siendo esta reflejo de la personalidad de su dueña,
una vivienda doblada, angostada, que intenta mantenerse en pie en un barrio de
adosados con su propio estilo victoriano. Consigue broten momentos de humor delirante,
con gran elegancia las Confusiones, los engaños, las artimañas, las peleas se
suceden en una armonía prodigiosa, manado un humor que maneja brillantemente el
contraste de personajes, con escenas que recuerdan nítidamente al mejor
slapstick cartoon, cruzando esta inocencia con lo macabro, ello con mucha
clase, manejando fuera de campo las situaciones más violentas y cruentas, ello
en un equilibrio narrativo epicúreo.
La banda criminal compuesta
por cinco personajes muy diferentes: El líder es el arrogante y estrafalario
Profesor Marcus, vestido con chaquetón y una infinita bufanda que suele
arrastrar, con una prominente dentadura de caballo, de sonrisa reptil, dotado
de una gran mente, interpretado por Alec Guiness de modo portentoso, en su prolífica
y estupenda filmografía este es uno de roles cumbres, al parecer lo hace
imitando a uno de los cómico ingleses famosos del momento, Alastair Sim,
consigue crear a un icono del cine, colosal en sus dotes de planificar y de
convencer a los demás; Harry Robinson es un tipo nervioso, el joven de la banda, Peter Sellers en su primer
papel en cine, cumple siendo el que meso juego da, aunque reseñable son sus
dotes ventrílocuas, da voz al loro de la
Sra. Wilberforce; Louis es el más duro de
todos, el más despiadado, el de indisimulada pinta de gangster americano, de
pose ruda y caustica, encarnado por Herbert Lom de modo sobresaliente,
desprende maldad; El mayor Courtney, el tipo que representa la flema inglesa, simpático
y con elegancia, el primero en caer ante la ancianita, encarnado por Cecil
Parker con mucha autenticidad; Lawson
“One-Round”, es el fortachón del grupo, un “gorila” de cuerpo tan enorme como
su corazón, interpretado por Danny Green con vigor y gran personalidad; Y
frente a este quinteto está la debilucha figura de la Sra. Wilberforce, una
dulce, enternecedora, entrañable, y conmovedora viejecita que parece como he
leído la dueña de Piolín el de los toons de la Warner, encarnada con una
energía y profundidad estremecedora por una fenomenal Katie Johnson, que con 77
años borda su piel de némesis de los ladrones. Era una actriz principalmente de
teatro, que suspiraba por hacer este personaje, ante las reticencias de los
productores por su edad avanzada decidió ella de su bolsillo pagarse un seguro
de vida, paradójicamente la actriz escogida originalmente para la Sra.
Wilberforce era más joven, pero murió antes del inicio del rodaje y pasó a
Katie el rol, murió dos años después, en 1957.
La puesta en escena es
sensacional, con una sobresaliente dirección artística de Jim Morahan (“Whisky
galore!”, “El hombre del traje blanco” o “La Bella Maggie”), destacándola casa
de la Sra. Wilberforce, una vivienda de dos plantas, victoriana, inclinada, de
proporciones interiores extrañas, con pequeñas ventanas, escaleras encorvadas,
paredes inclinadas, cuadros torcidos, puertas dobladas, todo en proporciones
irregulares, bebiendo del genuino expresionismo alemán, con un exterior
nebuloso, sucio, macilento, sobre un puente por el que va una línea ferrocarril,
la vivienda se construyó en el Nº 57 del extremo oeste de la Frederick st., en
Barnsbury en el norte de Londres, sobre el túnel Copenhague de la línea de tren
que parte de la estación de King Cross, aunque las vistas desde dentro de la
casa son de la calle Argyle, retirado del exterior, desde donde se ve la torre
St. Pancras al fondo, en la década de 1970 se construyó en el lugar una
urbanización, destruyendo la imagen, también destaca la obrera imagen que se da
de un Londres post-WWII. A esta sensación cuasi-gótica contribuye sobremanera
la extraordinaria fotografía en technicolor de Otto Heller (“El temible
burlón”, “Ricardo III” o “El fotógrafo del pánico”), de un cromatismo
pasteloso, mugriento, grisáceo, donde resaltan dosis de colorido extemporáneo, como
el de del exótico cromatismo del loro, se juega con los contraluces, las
sombras, los reflejos, con el humo, con las siluetas, con encuadres opresivos,
angulados, con sugestivos travellings, con bellas tomas de grúa, todo un alarde
técnico al servicio de la narración, donde tiene cabida el uso del sonido como
elemento emocional más, el loro que cotorrea, la constante presencia del tren
con sus ruidos y silbidos, las cañerías de agua, el sonido del tocadiscos o el
timbre de la puerta.
Momentos recordables: El
primer y último viaje de la Sra. Wilberforce a la policía, en el primero la
seguimos al inicio del film, y su charla en la comisaria sobre una visita
extraterrestre a una vecina nos delinea su singular personalidad metomentodo,
se va de allí con las risas de los polis, estos le avisan que se ha dejado su
paraguas allí, por el camino de vuelta comienza a llover, llega a su deformada
vivienda, entra y vemos en silueta de sombra en el exterior a alguien, el Mal
se enfrenta al Bien, esto en claro sentido circular conecta con la segunda
visita a la comisaria en el epílogo, los polis vuelven a pensar que la historia
que les cuenta esta viejecita es inventada, por supuesto no lo es, le dicen se
vaya y se quede con el dinero del robo (creyendo estos tal botín no existe),
otra vez se deja el paraguas, pero esta vez dice al agente que no le hace
falta, de camino a casa se cruza con un pedigüeño que le dice el mal tiempo ha
pasado, y ella le deja una gran limosna, mostrando su carácter altruista, y
sigue su caminar a casa alegremente; Las reuniones de los ladrones para el
robo, estos fingen tocar música, lo hace un tocadiscos, mientras
constantemente, según el añejo código inglés de buenas costumbres, son
interrumpidos constantemente por la Sra. invitándoles a café; El fabuloso tramo
de cómo la Sra. les pide a los de la banda atrapen a su loro que se ha
escapado, toda esta hilarante coreografía por toda la casita propia del mejor
slapstick toon; El Profesor Marcus ha embarcado en su malévolo plan a la Sra.,
pidiéndole recoja de la estación de tren un baúl para el Mayor, el quinteto la
espía en su recorrido, primero observan inquietos como la policía ayuda a llevar el baúl, tras esto
por el camino la Sra. para a regañar a un frutero que pega a un caballo que
intenta comer su género, poniendo de los nervios al quinteto cuando llega la
policía a intermediar; El primer disidente del quinteto que cuando parece va a
eliminar a la Sra. sale con el botín por la ventana produciéndose una
descacharrante persecución con letales consecuencias; La visita de las
ancianitas amigas de la Sra. Wilberforvce, y como el quinteto se ve obligado a
alternar con ellas, siendo el culmen el Profesor Marcus teniendo que tocar el
piano; La tensa visita nocturna de la
policía y como responde la Sra.; de cómo el quinteto va mermando mortalmente
uno tras otro en medio de confabulaciones timoratas en que todos postulan que
hay que poner el cascabel al gato (asesinar a la Sra.) pero nadie se atreve a
ponérselo, cayendo uno tras otro en situaciones chocantes, malévolamente jocoso
el icónico y recurrente plano del film en que vemos a dos del quinteto sobre el
puente, cogiendo a un “caído en desgracia” por un pie cada uno, siendo el zenit la pelea sobre el puente del
tren, entre el ingenioso Profesor Marcus y Louis, el segundo utilizando su
pistola, Marcus su inteligencia y lo lleva a donde quiere, al precipicio
lanzándolo sobre un tren, Marcus se siente vencedor, solo queda él con el botín
(si exceptuamos el pequeño inconveniente de la Sra.), pero una señalización de
vía cae sobre su cabeza, enviándolo también funestamente sobre el tren,
abracadabrante.
Ha habido diferentes versiones
de la historia a lo largo de los años: En 1966 fue adaptada a una ópera por el
compositor checo Ilja Hurník con
el nombre “La Dama y los ladrones ( DAMA un lupiči )”; La BBC Radio la
adaptó en un serial del 4 al 13 de enero 1996; En
2004 los hermanos Coen hicieron
su propia versión fílmica, protagonizada por Tom Hanks , Irma P. Hall , Marlon Wayans , JK Simmons , Tzi Ma y Ryan Hurst,
el escenario se trasladó de Londres a Saucier (Mississippi, USA), y el robo es a
un casino flotante; En 2011 se adaptó como obra de teatro por Graham
Linehan, se estrenó en el teatro de Liverpool en noviembre de ese año; Una nueva adaptación hizo el London Vaudeville Theatre en su gira 2013 de verano en todo
el Reino Unido y
de Irlanda.
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