
Abracadabrante film de acción, Colosal, 30 años después vuelve la saga con una
Formidable puesta al día de la saga de finales de los 70 y principio de los 80
que puso en el mapa cinéfilo a Mel Gibson como héroe distópico, al director
George Miller como impulsor del subgénero que luego han seguido muchos de las
aventuras post-apocalípticas, y a Australia como escenario de estas trepidantes
odiseas. Hace años que vi la trilogía y no esperaba entusiasmado esta
secuela-reboot, pero ha sido un shock en el lado de lo positivo, el creador de
la cosa, Miller, a sus juveniles 70 años, nos hace montarnos en una montaña
rusa de dos horas, una espectacular persecución llevada con un ritmo que decir
trepidante sería quedarse cortos, desde el 2006 con “Apocalipto” no volvía a
sentir esta sensación de estar sumergido en una aventura que te sobrecogía,
asimismo cabe tildarla de film con reminiscencias al western, imposible no ver
ciertos paralelismos con “La diligencia” (1939) de John Ford, una odisea por el
desierto, el camión viene a ser la diligencia, suciedad, desfiladeros, esa
tribu en moto especie de indios. Una historia impactante por su tremenda
imaginería sin fin, por su despliegue de escenas de acción en su mayor parte
sin efectos digitales, coreografiadas de modo asombroso, por una construcción
de personajes que en pocos trazos quedan estupendamente perfilados, con una
arco de desarrollo bien trazado. Toma el relevo Tom Hardy de Mel Gibson, y lo
hace con gran nota, siendo su partenaire una brillante Charlize Theron en rol
que desde ya compite con la tte. Ripley en lo de heroínas féminas de acción,
con unos villanos salidos del mejor de los comics. Los 150 millones $ lucen de
escándalo, con un escenario impregnado de una belleza salvaje como el desierto
de Namibia.


Estamos en un mundo
post-apocalíptico, un mundo desértico, donde escasea el agua y el petróleo,
mundo dominado por tribus con su propia ideología, religión e indumentaria. El
protagonista es Mad Max (Tom Hardy), un lobo solitario que vaga por los
desiertos, una de estas tribus mencionadas lo cazan y hacen bolsa de sangre
para alimentar a sus enfermos anémicos. El líder tiránico Immortan Joe (Hugh
Keays-Byrne, interpretaba a “Cortaúñas” en la primera entrega de la saga),
organiza una expedición para traer gasolina de Gastown, el camión cisterna será
pilotado por Furiosa (Charlize Theron), pero esta tiene otros planes decide
sabotear la misión e intentar huir, lo peor para Immortan es que se ha llevado
a su harem de cinco mujeres, (Rosie Huntington-Whiteley,
Zoe Kravitz, Riley Keough, la Abadía Lee y Courtney Eaton), algunas embarazadas, mujeres que eran sus esclavas sexuales. Cuando
Immortan se da cuenta monta un grupo de para perseguirla y rescatar a sus
féminas, uno de los “soldados” del tirano es Nux (Nicholas Hult), anémico que
se lleva a Max encadenado para siga surtiéndole de sangre por el camino,
comenzando entonces un épica persecución.


Parece increíble que el
director haya hecho estos años atrás cintas infantiles como “Babe” o “Happy
Feat”, nos regala una genial y adrenalítica incursión en la saga para la que no
hace necesario haber visto las otras ni tampoco te deja colgado para otra
parte, y ello respetando el espíritu de las anteriores, donde lo que prima es
el la lucha constante por la supervivencia. La premisa de esta delirante
película es tan simple como desprovista de distracciones inútiles, un
espectáculo audiovisual apoteósico, desenfrenado, un entretenimiento
extraordinario, acción al más puro estilo ochentero, una brillante oda a la
acción, una poesía estéticamente excelsa de la violencia, un canto al caos, a
la destrucción, a la locura, a la extravagancia bizarra con toques heavy, un
tsunami sensorial que te absorbe, te magnetiza, te conquista, te agita, una
obra imaginativa, fantasiosa, deudora del más impresionante de los comics de
acción pura. Un relato tan fabulosamente bien ambientado que sientes el polvo,
el calor, el sudor, el olor a gasolina, un tornado de salvajismo en el que te lleva
a una espiral de violencia, con explosiones, persecuciones, peleas, disparos,
accidentes, y mucha sangre, y todo salpicado por un ingenioso humor negro, con
toques de un surrealismo atronador, como que un piloto lleve a Mad Max cual
espolón en su coche o la Antológica imagen del guitarrista en un vehículo con
decenas de altavoces tras él, y que cuando aprieta sale un caño de fuego de
ella, cual lanzallamas. Un film rodado con soberbio pulso narrativo, aún cuando
parece que acción caótica no te sientes perdido, con no muchos diálogos, pero
muy relevantes, sabiendo dosificarlos, y cuando la acción se desata te
envuelve, predominando la física, con momentos Epicúreos cuando parecemos
espectadores del más bizarro Circo del Sol, sobresaliendo por lo bueno el
escaso uso de escenas por ordenador que tanto han desvirtuado el género en los
últimos años, solo destacables esto en la grandiosa escena de la tormenta de
arena. Reseñable es el apartado de las escenas de acción con especialistas,
supervisadas y coordinadas por el director de la segunda unidad
Guy Norris (“El Señor de los Anillos”, “Mouline Rouge” o “Australia”), en lo
que es una labor descomunal.



En esta orgia de violencia
que parece salida de un demente con una gran imaginación hay espacio para un
subtexto con varias capas, por un lado analiza que es lo realmente básico en
nuestro mundo, lo que hace podamos seguir aún en las peores circunstancias, se
destaca el petróleo, como lo que hace que las distancias sean más cortas, lo
que hace que se muevan estas máquinas de culto extravagantes, se destaca el
agua, el líquido que hace podamos vivir, podamos cultivar alimentos, y sobre
todo se hace una loa a la mujer como le génesis de la vida, ellas son la
esperanza para la procreación, ellas son la semilla del futuro, la leche
materna es el mayor de los frutos de la vida, para ello se critica el machismo
imperante en esta sociedad (y por ende en todas), y se pone el contrapunto de
Furiosa, una líder protectora de las féminas, una leona que sacará las uñas por
ellas. Otro subtexto tiene que ver con los fanatismos religiosos, se describe como en todas las sociedades se
tiende a controlar desde el poder a su población mediante el uso partidista de
la religión, para manipular a la gente mediante creación de un mundo místico
superior, en este caso una extraña mezcla entre la adoración a los automóviles
y los vikingos, donde si mueres por tu líder obtendrás el Valhalla (Paraíso),
igual que los terroristas yihadistas. También cabe otra sublectura religiosa y
es la idea de un éxodo en busca de la Tierra Prometida.
Tom Hardy borda su rol de
héroe lacónico, un lobo solitario, un sufridor, físicamente tremendo, emite
mundo interior, el peso de los fantasmas en el armario, con visiones de su
pasado le persiguen, de mirada profunda, hace suyo a Mad Max. Charlize Theron
compone a la gran heroína del SXXI, si en el XX fue la Ripley de la Sigurney,
en este es la Fueuriosa de la actriz sudafricana, con aspecto singular que le
da una patina de estoica guerrera, con pelo corto, manca y con brazo mecánico,
en parte del metraje con los ojos tintados de grasa, una taciturna ilusionada
con un mañana mejor, de ojos penetrantes, de lenguaje físico inusitado, con un
sobresaliente carisma, de una honda expresividad, está a la altura de Hardy o
más (lo cual es muchísimo), sabe generar es una “madre” furiosa de sus niñas,
mezclando dureza con la adecuada ternura, fabulosa. Nicholas Hoult da vida con esplendor fulgurante a un guerrero con un
arco de desarrollo notable,
desprendiendo mucha simpatía. Hugh Keays-Byrne encarna por su imagen a un malo malísimo
inquietantemente siniestro. Puede echarse en falta que alguna de las chicas
tuvieran algo de alma, cosa de la que carecen al estar algo desdibujadas.



Momentos
recordables: Voz en off <My name is Max. My world is the fire (Mi nombre es Max. Mi mundo es el fuego)> lo primero se escucha; El atrapante arranque con una portentosa síntesis sobre lo que es el
mundo con el monólogo en off del protagonista, tras lo que Max es atrapado, y
se produce una estupenda escena de acción-persecución por dentro de una cueva,
con especie carroñeros-monos siguiéndole, acabando en una puerta al vacío; Toda
la ceremonia que precede a la salida del camión-cisterna hacia Gastown,
mágico-bizarra; El primer acoso al camión por parte de los coches-erizos; El
siguiente acoso de los Chicos de la Muerte de Immortan Joe, con Nux y su proa
Mad Max; La grandiosa tormenta de arena, sumergida la acción en una especie de
mundo avernal; Mad max llevando a Nux a espaldas, llega al camión, y de pronto
ante sus ojos lo que parece un espejismo, un grupo de chicas preciosas con poca
ropa se echan agua por lo alto, Max tarda en reponerse; La tremenda pelea entre
Max y Furiosa, llena de rabia; Cuando en medio del fragor de una persecución
con Immortan Joe acosando al camión sale fuera de él una de las chicas del
villano a modo de escudo, está embarazada de él y queda petrificado el malo; El
tramo del desfiladero con la tribu-moteros, derivando en un gran batalla con
los moteros pegando acrobáticos saltos por la montaña mientras lanzan bombas al
camión; La frustración en la llegada al supuesto Edén, las esperanzas
desaparecen, entonces Furiosa y Max mantienen un par de charlas, la primera nocturna
donde Max abruma a Furiosa con su desesperanza, ella no desfallece y a la
mañana pone rumbo hacia lo desconocido, pero Max consigue disuadirla de que su
única esperanza está de donde han vendió, deben tomar La Ciudadela; Luego llega
la Magna última batalla todo un despliegue imaginativo sin parangón, un
akelarre de escenas de acción estratosféricas, con el sacrificio de Nux, no
grita Valhalla, pues ha encontrado la verdadera razón por la que morir y no era
Immortan Joe; El bello y lírico final, muy acorde con el tono de western, las
chicas toman el poder de La Ciudadela cuando enseñan el cadáver de Immortan
Joe, son ascendidas, pero Max no está, Furiosa herida mira entre el gentío y ve
alejarse entre la multitud a Mad Max, muy poético broche final.



La puesta en escena resulta
memorable, un hito en el cine, con un arrollador diseño producción Colin Gibson (“Las aventuras de Priscila” o “Babe”),
creando un iconografía que marca época, rodándose en el desierto de Namibia, de
una belleza árida pavorosa, donde la imaginación parece no tener límites, desde
la caverna, el vestuario, los fantasiosos y tuneados vehículos, parecen montados
por niños traviesos, crea un submundo con una
identidad propia, un alarde sublime de fantasía: Tribus perfectamente definidas
por vestuario Jennie Beavan, “El discurso del Rey2 o “Sherlock Holmes”) y
maquillaje, la protagonista son gente con la cabeza rapada, de torso
descubierto, y la piel cubierta con polvo pálido; El fascinante ritual de
puesta a punto de Immortan Joe; El escudo de la tribu, una calavera ardiente
sobre un volante; El delirante culto a los volantes; La hipnótica liturgia del
descenso del camión cisterna y como lo enganchan a la cabina-camión; La
soberbia imagen de de Immortan Joe dando un discurso a los desamparados y
ofreciéndoles la “limosna” de un poco de agua; El hilarante guitarrista que da
un concierto conforme hacen la persecución; Mad Max visto cual proa de un auto
mientras sirve gotero de sangre para uno de los malos; Los coches puercoespín,
salidos de una mente trastornada; El espray con que se rocían la boca los de la
tribu antes de saltar a la muerte al grito de <Sed testigos,
Valhalla!!!>; Los guerreros escupiendo gas a los tubos de escape en plena
persecución; O esos mástiles flexibles en los autos en que se cuelgan los
guerreros para atacar al camión, tremendo. Esto atomizado por la majestuosa
fotografía de John Seale (“Cold Mountain”,
“La tormenta perfecta” o “Poseidón”), un protagonista más con tomas de una
beldad punzante, planos aéreos, geniales movimientos de cámara, secuencias
vibrantes en su composición, todo en un tono ocre tierra precioso, con lindas
escenas nocturnas como la de la ciénaga (noche falseada), o como la fastuosa de
la tormenta de arena (f/x digital), se suma el imperial uso del sonido, con el
de los motores de los autos, o la música del guitarrista infernal (Iota), está
la fenomenal banda sonora del holandés Junkie XL (“300: Rise of an Empire”,
“Point Break”, “Black Mass”), co-compositor brutal, ambientando de modo heavy
la acción, imprimiendo ritmo, tensión, y mucha garra, como un anillo al estilo
de la cinta. Reseñable es el descomunal la edición de Margaret Sixel (“Happy Feat” o “Babe”), 2.700 planos ensamblados de modo
vertiginoso, con la habilidad para nunca perdamos referencias.


En conjunto me queda una de la
probablemente mejor cinta de acción genuina en muchos años. Fuerza y honor!!!
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