EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS.
Muy popular y controvertido film de Bernardo
Bertolucci, sobrevalorada cinta que conjuga de modo pretencioso el drama más
exacerbado con momentos de sexo muy transgresor para su época, en esto último
donde el italiano realizador hace que el valor de obra se eleve por lo alto de
su calidad real. He leído a muchos exégetas que dan visiones bastantes
peregrinas sobre el complejo subtexto de la historia, como el de enmarcarla en
el clima convulsivo del mayo del 68, y el cambio generacional, cuando en la
historia no hay mínima mención a estas revueltas. Me queda una historia donde
el director nos espeta parte de su ideología reaccionaria-subversiva
izquierdista reflejada en la nihilista personalidad del protagonista Paul, un
ateo misántropo, que cree en el amor libre, sin ataduras morales, atacando al
núcleo familiar y al modus vivendi de nuestra sociedad, su medio es
escandalizarnos con un carrusel de secuencias y diálogos muy subidas de tono. El
guión es de Bertolucci,
Franco Arcalli
y Agnès Varda (diálogo
adicional), adaptada más tarde como novela de Robert Callejón. El realizador
gestó la idea fruto de sus fantasías sexuales <En una ocasión soñé con ver a
una hermosa mujer sin nombre en la calle y tener relaciones sexuales con ella
sin saber quién era ella".
El escenario es París en un
invierno, Paul (Marlon Brando) es un americano de 45 años, y Jeanne (Maria
Schneider), una actriz amateur de 20, se encuentran casualmente mientras visitan un departamento de alquiler, tras una pequeña charla hacen el amor,
antes de salir del piso acuerdan tener encuentros esporádicos allí, con la
única condición de que no hablarán nada de sus vidas, ni siquiera sus nombres.
Ella tiene un novio (Jean-Pierre Léaud), director de cine experimental, es hija
de una familia militar, Paul acaba de enviudar por el suicidio de su esposa
Susan, regentan un hotel desde hace cinco años.
La actriz Maria Schneider
quedó marcada por esta interpretación, en 1975 contó referente a la famosa
escena de la sodomización <Debería haber llamado a mi agente o tenido pedido
que mi abogado viniera, no se puede obligar a alguien a hacer algo que no está
en el guión, en ese momento, no sabía eso, años después, decidió abandonar la
filmación de Calígula (suplida por Teresa Ann Savoy) para ingresar voluntariamente, en un hospital psiquiátrico,
abandonaría el mundo del cine (se volvió drogadicta) al que regresaría
años después, actuando en películas (más de 30, y sobre todo europeas) sin
contenido sexual. Marlon me dijo que no me
preocupase, que era sólo una película, durante la escena, a pesar de que lo que
estaba haciendo Marlon no era real, yo estaba llorando lágrimas de verdad. Me sentí humillada y para ser honestos, me sentí un poco violada, tanto por Marlon y como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló o pidió disculpas. Afortunadamente, hubo solo hubo una toma>. La actriz dijo que hacer
este papel fue el gran lamento de su vida, arruinó su vida, llegando a decir de
Bertolucci que era un gangster y proxeneta. Pero es que Marlon Brando no tuvo
mejor opinión del realizador, comentando que se sintió violado y manipulado por
él, durante 15 años estuvo sin hablarle Brando al director. Bertolucci en 2013,
confesó a la sensación de cierta manera la culpa de lo sucedido a Schneider
declarando <Tal vez yo era culpable de comportamiento con Maria Schneider,
pero no puedo condenarme por ello>.
El film tuvo grandes
problemas de distribución por su alto contenido sexual (para la época), en
España se prohibió y muchos españoles viajaron a verla a los cines franceses en Biarritz y Perpiñán, en USA generó un gran escándalo, y aún siendo recortadas sus escenas
más gráficas fue clasificada X, siendo condenada moralmente, y apareciendo en
portada en las prestigiosas revistas Time, y Newsweek. En UK redujeron la
escena de la sodomía, aunque en versiones modernas se restauró. En Italia, tras ser retirado el grito
blasfemo de brando al inicio, fue estrenada el 15 de diciembre de 1972, recaudó
una cifra sin precedentes de $ 100,000 en seis días, una semana más tarde, la
policía confiscó todas las copias por orden de un fiscal, quien definió la
película como "pornografía egoísta ", Bertolucci fue llevado a juicio
por obscenidad. El destino de la película fue sellado el 26 de enero de 1976
por el Tribunal Supremo italiano, condenó todas las copias a ser destruidas, (algunas fueron
preservados por la Biblioteca Nacional de Cine). Bertolucci fue condenado a una sentencia suspendida de cuatro meses en
la cárcel y tuvo sus derechos civiles revocados por cinco años, privándole del
derecho de voto. Además en muchos países fue prohibida y en otros fue muy
recortada, la versión original era de 250 minutos, la que se lanzó en DVD en
España es de 124, la que yo he visto.


Bertolucci quiso reflejar una
época de cambios, un tiempo de revolución sexual, de liberación femenina, se
intenta deconstruir el choque entre generaciones que representan los dos
protagonistas, se aborda los muros que nos autoimponemos de incomunicación, se
tocan temas como las diferentes visones del amor y el desamor, con su interrelación
con el sexo, se exploran diferentes relaciones en pareja, se analizan los
ambiguos caminos hacia la felicidad, o más bien si esta existe, todo se
profundiza por vías nihilistas, arremetiendo contra la religión, contra el
matrimonio, contra nuestra sociedad biempensante, enfocado desde una óptica
pesimista y desesperanzada. Bertolucci encuadra el film cual poema afligido, que
ahonda en las bajas pasiones, con la miscelánea entre un tipo maduro de vuelta
de todo, refleja a una burguesía cansada, desencantada, deprimida, y una joven ingenua, insegura, sugestionable
y desorientada, ella refleja a una juventud sin rumbo, a través de ellos dos se
hace una descarnada radiografía de la Condición Humana, dos seres perdidos en
la inmensidad, que encuentran el sexo sin amarres una salida momentánea a su zozobrante mundo, nos
habla de una sociedad degradada que se autodestruye. Todo esto marcado a fuego
por una atmósfera cargada de intensa y latente tensión sexual, un drama
romántico-perturbador-existencialista, done el núcleo del relato son los
encuentros sexuales en el decrépito apartamento, sin muebles, alegoría del
vacío de sus vacuas existencias, una singular relación otoñal-primaveral donde
prima el sometimiento sexual. Pues bien, todo esto me queda contado de modo
pretencioso, en una estructura redundante, reiterativa, con caídas en la
bulimia narrativa, en el tedio, solo se sale por el lado morboso de la icónica
escena de la mantequilla o la de cortarse las uñas, el resto me queda un
compendio de algunas buenos momentos que son un oasis en un desierto de dunas
(algunos diálogos insulsos) que se repiten más y más sin apenas avanzar,
quedando un ritmo lento, quizás si se hubiera recortado metraje habría ganado
en una fluidez que divaga. Luego está su premisa inicial, hay que darle patente
de corso a que un tipo de mediana edad se encuentre en un piso con una
jovencita desconocida y en apenas dos
frases estén fornicando, me resulta chirriante y nada creíble, con lo que todo
que sigue me es estridente desde el enfoque de la mínima credibilidad. Tampoco
la elección de Maria Schneider me ha resultado buena, me queda insípida,
forzada, inexpresiva, no me la creo, no seduce a la cámara, no emite
sensualidad (por lo menos a mí), a lo que se suma su subtrama con su novio
Leaud, una caricatura guiñolesca, a la que seguro se le encuentra el
significado de que la vida es una comedia, a mi me queda fachendoso, y sus
charlas resultan de lo más petulantes y artificiosas, provocando que nos quede
lo referido como irreal.


Marlon brando es el alma del
film, tanto que cuando él no aparece se le echa en falta, es el sol emocional
que ilumina esta pseudofilosófica historia, es la viva imagen de la
frustración, de la tristeza interior, del fracaso, encuentra una válvula de
escape a su patética existencia en la relación cuasi-masoquista con una joven,
personaje de calado profundo, malhablado, ateo, neurótico, lascivo, misántropo,
un arriesgado rol que se mueve con un poderío deslumbrante, con carisma, fuerte
personalidad, arrollador. Como acostumbraba últimamente no memorizaba sus
frases, ponía notas por diferentes lugares para mientras se movía ir
siguiéndolas con improvisación, Bertolucci debía hacer que apareciera estas en
pantalla, ejemplo de esto es el monólogo frente al féretro de su esposa, cuando
levanta la vista hacia arriba no es por adorno dramático, es para ver una nota.
Bertolucci originalmente tenía en mente a
Jean-Louis Trintignant y Dominique Sanda como protagonistas, con los
que había trabajado en “El inconformista”, al final Trintignant rehusó, y Sanda lo hizo por
embarazo, el director a Jean-Paul Belmondo, se negó por considerar
pornográfico el guión, luego fue a por Alain Delon , para aceptar debía él ser
productor, Betolucci se negó. Al final fue a por Brando que aceptó, le ofrecieron 250.000 $ y un 10% de los ingresos.

La puesta en escena resulta
excelente, un tremendo collage que canaliza adecuadamente el clima inquieto del
film, con un gran diseño de producción de Philippe Turlure (“La máscara de
hierro” o “El perfume”), rodándose en una visión deprimente de París, alejada
del glamur, empezando por el Pont Bir-Hakeim, o el vetusto edificio en la calle
Jules Verne, o el interior del edificio, siendo un protagonista más el
apartamento, pero sobre todo destaca la fascinante fotografía de Vittorio Storaro (“Apocalypse
Now”, “Novecento” o “Reds”), que aporta un lirismo visual muy remarcado, influenciado
por la pintura del irlandés Francis Bacon (1909-1992), ya apuntado esto desde
los créditos iníciales sobre dos cuadros del irlandés, “Retrato de Lucien
Freud” y “Estudio para retrato de Isabel Rawsthorne”, con tonalidades propias
de sus obras, naranjas, blancos apagados, rojos, marrones degradados, se
inspira en sus descentrados encuadres, en sus perspectivas, en luz tenue, en
sus sombras, en sus penumbras, en su luz, en sus decorados caóticos, con uso de
grúas, avanti, travellings, primeros ultraexpresivos planos, tomas a través de
vidrios o espejos para distorsionar al personaje, o el impresionante
contrapicado con que nos presentan al colérico Paul, logrando evocadoras tomas,
Berttolucci llevó a Brando a una exposición de Bacon y le mostró los cuadros
que aparecen en los créditos principales, y le pidió se inspirase para Paul en
las figuras del pintor, en el tormento que transpiraban, en su plasticidad física
inherente a su personalidad, y a todo esto se añade la música del saxofonista
argentino Gato Barbieri, aportando sensualidad con sus melodías, sus valses y
tangos, todo esto sumado provoca en el espectador melancolía y zozobra.
Momentos recordables, alguno
ya mencionado: El primer encuentro entre Paul y Jeanne en el piso; El famoso
momento de la mantequilla; La incomoda charla que tiene Paul con el amante de
su esposa muerta; Cuando Paul pide a Jeanne se corte las uñas de la mano, para
que le haga un “análisis de próstata”; El
entre sensual y paternal lavado que hace Paul a Jeanne en la bañera; El soliviantado monólogo que suelta Paul
ante el cuerpo muerto de su esposa; El alocado baile que despliegan Jeanne y
Paul en una sala en la que hay un concurso, alegoría de lo políticamente
incorrecto, de los transgresor, coronado por el calvo que Paul espeta a una
juez.
Hay un guiño cinéfilo de
Bertolucci, cuando Jeanne está con su novio en un canal, lanza al agua un
salvavidas con el nombre sobre él de El Atalante, claro homenaje al film mítico
de Jean Vigo de 1934 del mismo nombre.
En conjunto me queda una
petulante propuesta, más escandalosa que buena, parece más preocupado
Bertolucci de molestar que de ofrecernos fluidez narrativa, donde lo que más
sobresale es un apabullante Marlon Brando. Fuerza y honor!!!
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